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Felipe de Cervelló y de Centelles

Biografía

Cervelló y de Centelles, Felipe de. Señor de Oropesa. Cataluña, ú. t. s. xv – Palma de Mallorca (Islas Baleares), 25.IX.1547. Virrey de Mallorca.

Fue nombrado lugarteniente general del reino de Mallorca por Carlos I en abril de 1538, tras la muerte de Eiximén Pérez de Figuerola. Señor de Oropesa, se había distinguido por sus servicios a empresas imperiales, como la de Tolón de 1524. Juró su cargo el día 7 de junio de 1538, junto al nuevo regente de la cancillería Felip Ferrera. En Mallorca tuvo que organizar diversas expediciones por la isla encaminadas a la represión del bandolerismo y la delincuencia y hubo de poner en orden las defensas fortificadas frente al peligro norteafricano. Durante su mandato visitó Mallorca el Emperador, en octubre de 1541, para participar en la expedición que intentó frustradamente la conquista de Argel. La llegada del Emperador a Mallorca causó un gran impacto entre la población de aquella época y son varias las relaciones existentes sobre este acontecimiento.

Cervelló se ausentó en dos ocasiones de la isla durante su virreinato, a comienzos de 1543 y entre finales de 1545 y principios de 1546. En ambas ocasiones le sustituyó en la lugartenencia el caballero y jurista mallorquín Francesc Valentí. Son diversas las referencias al intercambio epistolar entre el Emperador y su hijo el príncipe Felipe, regente de la monarquía desde el verano de 1543, sobre los progresos de la fortificación de la capital mallorquina durante la etapa de gobierno de Cervelló, sobre todo en los años 1543 y 1544. Se enviaron muestras de congratulación tanto a la ciudad como al clero por sus respectivas contribuciones pecuniarias a la empresa. Según una carta, dirigida desde Valladolid, por el príncipe Felipe a su padre, se habían construido ya ocho bastiones y se estaban edificando dos más. Las informaciones enviadas tanto por Bernardino de Mendoza y Andrea Doria como por el mismo Cervelló reflejaban importantes mejoras en la construcción de las defensas fortificadas de la capital del reino. Se había construido un nuevo lienzo de muralla en la zona situada frente al mar. Las villas contribuían con hombres, animales y dinero a la construcción de las murallas. También en estos años se reforzaron las fortificaciones de los castillos de Alaró, Pollensa y Santueri, se hicieron obras en las murallas de Alcudia y en la fortaleza del puerto de Sóller. Estaba muy claro en 1543 que la posición defensiva fundamental en Mallorca era la ciudad y por esto se recomendaba desde la Corte al virrey que, en caso de invasión de la isla, bajo ningún concepto saliese de ella, sino que concentrase todas sus energías en su defensa. Cervelló, falto de dinero, se vio forzado a solicitar ayuda a la Corte para poder pagar los soldados que formaban la guarnición en la isla. Sus solicitudes y las necesidades existentes en otros ámbitos motivaron que en julio de 1544 se le ordenase que cuando llegase Bernardino de Mendoza se llevase las tropas existentes en la isla “toda o la parte que le paresciere” a Italia. Cuando aquél arribó a Mallorca, informó al príncipe de la falta de dinero para la defensa de la isla y de la necesidad de que los naturales contribuyesen en mayor medida a su fortificación.

En mayo de 1544 llegó a Mallorca su sobrino, Álvaro de Madrigal y Cervelló, que había sido alcaide de Perpiñán, para asociarse al cargo de virrey, lo que generó la complacencia inicial del príncipe Felipe “por lo mucho que os podrá ayudar”. Habían de repartirse tareas él y el virrey: uno de ellos debería responsabilizarse de la defensa de la ciudad y otro de la parte foránea en caso de que fuera necesario. Pero Madrigal enfermó aquel verano y en octubre decidió abandonar Mallorca y retornar a Cataluña, lo que hizo en consenso con el príncipe Felipe “pues alla no havia en que servir”, una vez firmada la paz con Francia.

Mientras tanto, Cervelló ponía de relieve la protección que elementos del estamento eclesiástico, incluso canónigos, ofrecían a bandoleros y delincuentes, obstaculizando la acción de la justicia. En enero de 1545 escribía a Francisco de los Cobos “cuantas vezes tengo scrito a su magestat que mandasse dar algun remedio que las iglesias no baliessen a los salteadores de caminos, homiscidas [...] y a malos hombres y bellacos especialmente adaquellos que estando retraydos en las yglesias por maldades y muertes que an cometido sallen de ellas y cometen mas graves delitos y muertes”.

Aquel mes hizo capturar a seis bandoleros dentro de la catedral. Cuatro de ellos fueron ejecutados por homicidas, entre los que había algunos clérigos. Las reyertas en las villas eran entonces tema cotidiano. Por este motivo el virrey tuvo que trasladarse a algunas de ellas tanto en 1544 como en 1546, donde había habido muertos y diversos heridos a consecuencia del clima de violencia imperante. De todas formas, en 1546 informaba al Emperador de que “despues de la exemplar justiçia hize de unos famosos delados que saque de la Seu y de otros muchos que por mi diligencia y industria fueron presos [...] este reyno agora [...] sta en si muy pacifico”. La problemática estribaba más entonces en las galeras procedentes de Argel que “hazen en estas islas mil males y robos tomando muchas naves y poniendo muchos cristianos en muy triste cautiverio”.

Los edictos de Cervelló de 1547, en los que se mostraba el grado de deterioro del orden público en Mallorca, marcaron un punto de inflexión importante en la represión del bandolerismo. Se enfrentaron con problemas tan significativos como los del armamento, los robos de ganado, los homicidios...

Todo un cambio importante. Para redactarlos el virrey se asesoró con los jurados y, entre otras cosas, reguló la prohibición de portar armas y hacer uso de las mismas y dictó restricciones a la hora de conceder perdones por la parte lesionada, en caso de homicidio.

Mantenía la condena de destierro del homicida del lugar donde había nacido el difunto. Su mandato fue truncado por su muerte en 1547. En 1546 había fallecido un hijo suyo y él hacía meses que se encontraba enfermo. Fue enterrado en el convento franciscano de Jesús, situado extramuros de la ciudad. Poco después de su muerte, el naufragio al norte de Ibiza de la embarcación que transportaba a su viuda motivó su defunción, así como la de su hija y otros dos de sus hijos. Fue sustituido interinamente por el caballero mallorquín Miquel Sureda Çanglada, hasta la llegada del nuevo titular Gaspar de Marrades.

 

Bibl .: A. Campaner, Cronicón Mayoricense, Palma, Juan Colomar y Salas, 1881; J. M.ª Quadrado, Islas Baleares, Barcelona, Daniel Cortezo y Cía, 1888; J. Juan Vidal, El Sistema de Gobierno en el Reino de Mallorca (Siglos xv-xvii), Palma, El Tall, 1996; “El regne de Mallorca en temps de Carles V: balanç i perspectives”, en Mayurqa, 26 (2000), págs. 13-56; “El Reino de Mallorca en la Política Mediterránea de Carlos V”, en J. L. Castellano y F. Sánchez-Montes González (coords.), Congreso Internacional Carlos V. Europeísmo y Universalidad, Madrid-Granada, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, págs. 531-566; J. Juan Vidal, “La defensa del Reino de Mallorca (1535-1558)”, en J. Martínez Millán (coord.), Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1529- 1558), Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, págs. 541-589; J. Juan Vidal, Els Virreis de Mallorca (ss. xvi-xvii), Palma, El Tall, 2002.

 

Josep Juan Vidal