Rebollo, Manuel. León, c. 1790 – 1862. Platero.
Hijo del platero Ventura Rebollo y de Teresa Hernández, Manuel Rebollo nació en León hacia 1790. En 1819 contrajo matrimonio en primeras nupcias con Petra Pérez y, posteriormente, con María Ruiz, con la que tuvo tres hijos: Aurelia, Jesús e Íñiga.
Accedió al puesto de platero de la catedral en 1825. Desde esa fecha hasta su muerte, en 1862, desempeñó en la iglesia mayor una importante actividad profesional que ha quedado reflejada en las anotaciones de los libros de cuentas. El primer trabajo que realizó como platero de la iglesia mayor supuso la creación de dos atriles de plata para el altar mayor, por cuya hechura cobró 4280 reales. A ellos siguieron tres relicarios de plata en 1825; en 1586, la reestructuración del sagrario que hiciera Suero de Argüello; en 1826, una custodia y dos incensarios nuevos; en 1828, tres vinajeras, una cajita de plata y cuarenta fichas para las votaciones de los capitulares; en 1830, un incensario y un broche para una capa de coro; en 1831, cinco broches de plata; en 1832, un par de broches de serafín; en 1836, una palmatoria; en 1839, dos broches dorados a fuego; en 1843, tres pares de vinajeras para la capilla de Santa Teresa; en 1844, dos pares de broches cincelados para dos misales del altar mayor; finalmente, en 1855, recompuso el arca de San Froilán.
Además de las obras reseñadas anteriormente, son obra de Manuel de Rebollo la estatua de San Froilán, que el arcediano de Saldaña regaló al templo mayor en 1821 para suplir a otra estatua desaparecida durante la invasión francesa, y el baldaquino que la cobija. Fuera de esta institución se conocen pocos datos de su trabajo. Desempeñó el oficio de contraste, al menos desde 1834. Su punzón reproduce las letras de su apellido (“REBOLLO”), que figuran en un importante número de piezas, generalmente acompañadas de la marca de la ciudad y la cronológica.
Manuel Rebollo otorgó testamento el 20 de mayo de 1859, tres años antes de su fallecimiento. Fue el último platero destacado de la ciudad de León. Desarrolló su trabajo en un período en que el Neoclasicismo había impuesto sus principios estéticos, por lo que se convirtió en el principal representante de esta corriente artística. Sus obras responden al purismo de las formas, con proporciones esbeltas y predominio de las superficies lisas, aunque no abandonó totalmente los elementos decorativos.
Dominó las técnicas industriales que supo unir a un trabajo artesanal, más tradicional, con gran maestría. En este sentido, se puede considerar el introductor en la platería leonesa de los nuevos sistemas de producción, que se empezaban a aplicar en gran parte de los talleres hispanos.
Bibl.: J. Alonso Benito y M.ª V. Herráez Ortega, Los plateros y las colecciones de platería de la catedral y el Museo Catedralicio-Diocesano de León (siglos XVII-XX), León, Universidad, Servicio de Publicaciones, 2001, págs. 49-51.
María Victoria Herráez Ortega