Orleans y Borbón, Antonio de. Duque de Galliera (IV), en Italia. Sevilla, 23.II.1866 – Neuilly-sur-Seine (Francia), 24.XII.1930. Infante de España, príncipe de Orleans, duque de Galliera, caballero de la Orden del Toisón de Oro.
Bautizado como Antonio María Luis Felipe Juan Florencio, noveno hijo, y tercer varón del príncipe Antonio de Orleans, duque de Montpensier, hijo del rey Luis Felipe I de Francia, y de la infanta Luisa Fernanda, hermana de la reina Isabel II. Nació en el Palacio de San Telmo —residencia sevillana de sus padres— el 23 de febrero de 1866, en plena etapa conspiradora de su padre por hacerse con el vacilante Trono de su cuñada, la reina Isabel. Con dos años, su familia se exilió; recibió su primera educación en Francia, en la residencia de sus padres en el Castillo de Randán.
En 1876 la familia regresó a España en vísperas de la boda de la hermana de Antonio, la infanta Mercedes, con su primo hermano el rey Alfonso XII, y todos ellos se instalaron de nuevo en Sevilla. El infante, hombre de parca inteligencia aunque de carácter bondadoso, comenzó su formación militar en 1880. Recibió la Orden del Toisón de Oro y se incorporó al Regimiento de Húsares de la Princesa, bajo la atenta protección de su cuñado el Rey, que siempre mostró mucho interés por su formación militar. El propio Soberano fraguó su matrimonio con su hermana, la infanta Eulalia; fue un matrimonio no deseado por ésta, que finalmente hubo de acatar las razones de Estado, pues en aquellas mismas fechas se produjo la súbita muerte de Alfonso XII, que dejó a la Familia Real Española carente de infantes varones. Para entonces Antonio, cuyos hermanos varones habían fallecido, se había convertido en el heredero de la inmensa fortuna que su padre había logrado en España.
Antonio y Eulalia no pudieron ser más diferentes en carácter y personalidad, y sus desavenencias matrimoniales comenzaron en fechas muy tempranas. A pesar de ello tuvieron dos hijos, Alfonso y Luis Fernando, que sufrieron los devastadores efectos de la mala relación de sus progenitores. El matrimonio viajó extensamente por Europa, fueron embajadores de la Familia Real Española en el jubileo de oro de la reina Victoria de Gran Bretaña, celebrado en Londres en 1887. Seis años después, en 1893, la Reina Regente les envió en misión extraordinaria a Cuba y a Estados Unidos con ocasión de la celebración de la Exposición Universal de Chicago. Fueron, por tanto, los primeros miembros de la Familia Real Española en pisar de forma oficial el continente americano. Sin embargo, hacia 1885 sus desavenencias matrimoniales les obligaron a fijar su residencia en París para alejarse de una Corte aterrada por los escándalos, pues los múltiples devaneos amorosos de la infanta eran ya bien conocidos, al tiempo que Antonio había comenzado una larga relación sentimental con una campesina andaluza, Carmen Jiménez Flores —para quien, en 1909, consiguió rehabilitar el vizcondado de Termens—. El estallido de la Guerra de Cuba, en 1898, puso de manifiesto de forma aún más clara el carácter pusilánime de Antonio, que fingió enfermedad para evitar ir al frente; se desvinculó para siempre del Ejército y de todas sus responsabilidades como miembro de hecho de la Casa Real de España. En mayo de 1900 se produjo en París una separación oficial entre los infantes, que, desde entonces, llevaron vidas completamente separadas. Pródigo y derrochador, en los años siguientes Antonio dilapidó la cuantiosa herencia recibida de su padre, y también las propiedades italianas recibidas en herencia de la duquesa de Galliera, mediante dispendios y regalos a sus dos amantes, la vizcondesa de Termens y la llamada “mademoiselle de Chardonnet”, a quienes cedió bienes por valor de muchos millones de pesetas. Chantajeado y arruinado, en 1919 fue inhabilitado legalmente por sus hijos y conducido a España, donde, recluido en sus propiedades de Sanlúcar de Barrameda, consiguió escapar de nuevo a Francia a través de Portugal. Solo y alejado de España, falleció en su casa de Neuilly-sur-Seine el 24 de diciembre de 1930. Fue enterrado en el Panteón de Infantes del Monasterio de El Escorial.
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Ricardo Mateos Sainz de Medrano