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Juan López de Peñalver y de Sayas

Biografía

López de Peñalver y de Sayas, Juan. Málaga, 1764 – Madrid, 25.XII.1834. Ingeniero y economista matemático.

Su padre, Juan Luis López Peñalver (Granada, 1714-Málaga, 1771), destacó por sus habilidades técnicas y sus conocimientos matemáticos; ocupó cargos con responsabilidades administrativas en la Real Artillería de la costa de Granada y presidios menores de África, y posteriormente en las obras del puerto de Málaga; publicó durante medio año (del 7 de octubre de 1765 al 21 de abril de 1766) una serie de pliegos semanales de apuntes en los que se compendiaba “la aritmética inferior y superior, álgebra lineal y diferencial, geometría elemental y práctica, trigonometría”.

Tras su fallecimiento, la viuda, María de Zayas, solicitó —en vano— una pensión argumentando que había quedado en una situación económica muy precaria para mantener a sus hijos, debido a los cuantiosos gastos que su marido había efectuado para financiar sus investigaciones relacionadas con la fabricación de cañones y morteros. Por su parte, el hijo mayor, Antonio, escribano de Cámara de la Real Audiencia de Guatemala, solicitó unos años después ascensos en su carrera administrativa arguyendo los méritos de inventor de su padre, así como la calidad de sus trabajos matemáticos.

Juan López de Peñalver heredó esas inquietudes y capacidades. Nada se sabe de su adolescencia, pero consta que en 1783 residía en Madrid y era cadete del Cuerpo de Reales Guardias Españolas. En esta institución, logró alguna pericia matemática y cierta competencia en química y mineralogía. También por estas fechas trabó relación con ilustres escritores como Jovellanos y Meléndez Valdés, y también con personas de su generación que alcanzaron pronto una fama considerable, como Nicasio Álvarez de Cienfuegos y Agustín de Betancourt. Asimismo, hay que señalar que de inmediato pasó a ser proverbial su capacidad de trabajo y su vigor intelectual entre estadistas destacados como Campomanes, Floridablanca y, más tarde, Godoy.

En 1786 actuó como ayudante del director general de Minas, Francisco de Angulo, en unos viajes de inspección por la minería andaluza. Después de este aprendizaje, pasó a formar parte de un pequeño grupo de jóvenes pensionados por la Monarquía española para que se formasen en las principales capitales europeas. El objetivo del plan era que estudiasen la teoría y la práctica de las innovaciones relacionadas con la química, la explotación de minas, la construcción de caminos y canales, el diseño de nuevas máquinas, la puesta a punto de instalaciones fabriles mejoradas.

En 1788, Juan López de Peñalver fue becado para estudiar mineralogía en el colegio de Scheminitz, la escuela de minas más prestigiosa del imperio austro- húngaro. Sin embargo, tras unos meses de formación preliminar en Viena, solicitó la venia para viajar por Alemania. Esta nación —escribió— “está llena de Fábricas, que merecen tanta o más atención que las que se examinan en otros países”. Arguyó para este cambio de destino motivos de salud y que su interés prioritario no eran las minas, sino el “ramo de Artes y Fábricas en general, y en particular [...] la parte de Máquinas”. Tras diversos avatares, al fin, el 30 de abril de 1789, el Rey decidió que Juan López de Peñalver “pase a París bajo las órdenes de don Agustín de Betancourt para ocuparse en el estudio de la Hidráulica”. Permaneció en el extranjero hasta finales de 1791, tras ocuparse durante el último período de copiar planos y modelos de máquinas en la capital de Francia.

Fue, por tanto, uno de los pocos europeos de su época que recibió enseñanzas en los centros de formación de ingenieros más característicos de la Europa de la segunda mitad del siglo xviii.

Concluida esta fase formativa, López de Peñalver regresó a España, continuó como pensionado, padeció achaques de salud —“fuertes ataques de nervios”, según propia confesión— y se “divierte” traduciendo las Cartas de Euler a una princesa de Alemania, que se publicó en 1798-1799 con notas varias de cosecha propia. En especial, merece destacarse, por su rigor y altura de miras, una perspicaz nota Sobre los fundamentos del cálculo de probabilidades, en la que se hace temprana referencia a la importancia teórica del descubrimiento de Jean-Charles de Borda (1770, 1781) sobre la no existencia de transitividad en las elecciones cuando se dan ciertos casos de opciones múltiples (como ocurre en el juego infantil, “tijeras, papel, piedra”).

Entre septiembre de 1792 y enero de 1793 participó, a propuesta del conde de Aranda, en la medición del arco de meridiano entre Barcelona y Dunkerque, mientras residió por un tiempo en la capital catalana. En esa ciudad, logró asentar su prestigio y establecer buenas conexiones, de modo que en 1797 fue nombrado socio de número de la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona.

A partir de 1798 trabajó en la dirección del Real Gabinete de Máquinas del Buen Retiro de Madrid. Este centro había sido inaugurado en 1792 y estuvo dirigido por su amigo Betancourt durante la primera etapa. López de Peñalver publicó en 1794 el Catálogo de los modelos y los planos que había en dicho Gabinete, precedido por un esmerado Discurso sobre la construcción de Máquinas en grande, en el que ponía en guardia frente a los efectos de los cambios de escala. En 1801, fue nombrado vicedirector de este Gabinete, cuyos fondos serían luego destruidos y dispersados con ocasión de las guerras napoleónicas.

En 1812, publicó López de Peñalver su trabajo tal vez más meritorio y profundo, las Reflexiones sobre la variación del precio del trigo. Se trata de un opúsculo que aborda, con rara inteligencia y buen soporte teórico, algunos asuntos fundamentales de economía política aplicada. En su exposición combina con frescura elementos analíticos e históricos, principios doctrinales y argumentos de experiencia, tesis librecambistas y cautelas pragmáticas. El objetivo, en fin de cuentas, es determinar, con el auxilio de los datos y el cálculo, la relación que hay entre el precio del trigo y el salario necesario, a fin de llegar a deducir los principios que han de guiar las leyes sobre extracción e introducción de granos, con vistas a conseguir un justo equilibrio que fomente al mismo tiempo las fábricas y el comercio.

Conviene señalar, por añadidura, que a lo largo de toda su vida adulta desarrolló una gran actividad tanto en el plano del asesoramiento político como de la gestión de la cosa pública. He aquí una lista no exhaustiva de cargos ocupados: miembro de la Junta para la igualación de las pesas y medidas en España (1799), ministro de la Junta General de Comercio (1801), profesor (examinador) de la recién fundada Escuela de Caminos (1802), codirector de los Canales Imperial de Aragón y del de Castilla la Vieja (1807-1808). Durante el reinado de José Bonaparte, fue nombrado miembro de la Junta Consultiva de Instrucción Pública (1811) y secretario de la Sección de Ciencias y Matemáticas de la afrancesada Academia Nacional de Ciencias y Letras. Años después fue superintendente de las Reales Fábricas de Guadalajara (1817-1821) y miembro de la comisión de redacción del Sistema General de Aduanas que aprobaron las Cortes en 1820. En 1824, fue nombrado director (“sin sueldo ni gratificación”) del Conservatorio de Artes y Oficios de Madrid, recién creado bajo su promoción. En este sentido constituye un eslabón entre la ingeniería de la Ilustración y la moderna ingeniería industrial.

En lo que se refiere a su proyección en el plano cívico e ideológico, hay que señalar que en 1803 fue nombrado editor de la Gaceta de Madrid (en sustitución de Cienfuegos). Simultaneó esta actividad con la publicación en el Mercurio de España (1800-1807) de notas y recensiones sobre temas de economía política, estadística, demografía, agricultura o maquinismo. En 1811, ingresó en la logia masónica “Beneficiencia de Josefina”, la primera formada por españoles y en España. Durante 1814, dirigió el Periódico ministerial intitulado Correo político y económico de las provincias de la península. En 1820, publicó la versión castellana de la obra de Montesquieu De l’Esprit des Lois, traducción iniciada veinte años antes. En 1824, recuperó la dirección del reaparecido Mercurio de España. En fin, a partir del trienio liberal y hasta su muerte, sus líneas de actuación se rigieron por los atractores “industrialismo, proteccionismo, innovación tecnológica y enseñanza técnica”, según la acertada caracterización propuesta por Ernest Lluch.

Tuvo al menos un hijo, Juan López Peñalver de la Torre, que ha dejado algún rastro en el mundo de la cultura como traductor, periodista, crítico teatral y autor de varios diccionarios: a saber, universal de la lengua castellana, etimológico, de la rima.

 

Obras de ~: Catálogo del Real Gabinete de Máquinas, Madrid, Benito Cano, 1794; Cartas de Leonard Euler a una princesa de Alemania sobre varias materias de física y de filosofía traducidas con notas y adiciones, Madrid, Imprenta Real, 1798- 1799, 2 vols.; Reflexiones sobre la variación del precio del trigo, Madrid, Imprenta de Sancha, 1812; Escritos de López de Peñalver, ed. y est. preliminar de E. Lluch, Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario y Antoni Bosch Editor, 1992.

 

Bibl.: F. E stapé, “Las Reflexiones sobre la variación del precio del trigo de Juan López de Peñalver. Un estudio de economía matemática en España a comienzos del siglo xix”, en Anales de Economía, n.os 49-60 (1953-1955), vols. XIII-XV, págs. 173- 205 (reprod. en F. Estapé, Ensayos sobre historia del pensamiento económico, Barcelona, Ariel, 1971); V. M. Fernández Blanco, Un economista español: Juan López de Peñalver, Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1988; E. Lluch Martín, “Juan López de Peñalver, un economista matemático”, en E. Fuentes Quintana (dir.), La economía clásica. Economía y economistas españoles, vol. IV, Barcelona, Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores, 2000, págs. 441-445.

 

Alfons Barceló

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