Betancourt y Molina, Agustín de. Puerto de la Cruz, Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 1.II.1758 – San Petersburgo (Rusia), 14.VII.1824. Científico, inventor e ingeniero civil al servicio de España y Rusia.
Nació en el seno de una familia acomodada canaria. Su padre, Agustín de Betancourt y Castro, pertenecía a la pequeña nobleza insular. Su madre, Leonor de Molina y Briones, le proporcionó una educación esmerada, siendo su primera profesora de francés. A despertar su interés por la mecánica contribuyó la excelente biblioteca familiar, y el temprano contacto con la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Laguna. Una vez finalizada su educación en la isla, el joven Agustín de Betancourt se trasladó en 1778 a la Península para abrirse nuevos horizontes profesionales.
En Madrid continuó su formación científica en los Reales Estudios de San Isidro, y la artística, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, bajo la dirección del pintor Mariano Salvador Maella, a quien siempre consideró su maestro. Su prestigio como competente ingeniero y excelente dibujante no pasó desapercibido al conde de Floridablanca, quien comenzó a encargarle tareas profesionales relevantes. La primera de ellas fue realizar una visita técnica a las minas de Almadén, que por entonces eran las más importantes de la Península, ya que su producción de mercurio resultaba fundamental para obtener en América el oro y la plata mediante procedimientos de amalgamación en frío. Fruto de su visita de inspección fueron tres interesantes memorias, fechadas en 1783, que constituyen hoy, tanto por su contenido como por la calidad de los dibujos que en ellas figuran, una de las principales fuentes para el conocimiento de la tecnología minera y metalúrgica (los hornos de “aludeles” constituyen hoy una joya del patrimonio industrial) que se empleaba por entonces.
Este mismo año (1783), siguiendo los pasos de los hermanos Montgolfier, Agustín de Betancourt lanzó el 29 de noviembre, en la Casa de Campo del infante Gabriel, en presencia de la Corte y de los ministros del Gobierno, el primer globo aerostático que se elevó en España.
En la primavera de 1784, Agustín de Betancourt, recomendado por Floridablanca al ministro de Indias José Gálvez, se estableció en París con el fin de ampliar sus estudios. Se iniciaba así un largo y fecundo período en su vida que abarcó desde 1784 hasta el verano de 1791, con un breve viaje a Inglaterra en 1788. En París dirigió un importante grupo de pensionados españoles que en pocos años reunieron la mejor colección de memorias, planos y documentos relacionados con la ingeniería civil de toda Europa, y que constituirá el fundamento del Real Gabinete de Máquinas.
El don de gentes y la inteligencia de Betancourt le ganaron la amistad de muchos de los grandes científicos e ingenieros franceses de la época, entre ellos Jean-Rodolphe Perronet, innovador en el campo de la construcción de puentes, y director de la célebre École des Ponts et Chaussées de París.
Por encargo del conde de Aranda (a la sazón embajador en Francia), Betancourt redactó en 1785 una Memoria sobre la purificación del carbón de piedra, y modo de aprovechar las materias que contiene, que Aranda envió a Oviedo para que la nueva tecnología se aprovechara en las minas de hulla asturianas; agradecida, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias, nombró a Betancourt socio de mérito.
Además de sus trabajos de investigación y recopilación llevados a cabo en París, que contaron con la ayuda de científicos e ingenieros franceses, Betancourt llevó a cabo en Inglaterra labores de espionaje industrial al servicio de España. En su viaje a Inglaterra, en noviembre de 1788, Betancourt visitó Birmingham, la capital de la Revolución Industrial, para conocer al inventor Watt y a su socio, el constructor de maquinaria Boulton. Ante la negativa de mostrarle las nuevas máquinas de vapor (de las que existían oscuras noticias en Francia), Betancourt regresó a Londres y allí pudo observar fugazmente una de estas nuevas máquinas en los Albion Mills de Blackfriars. Fue suficiente para percatarse de que el pistón trabajaba en ambos sentidos, como delataba la ausencia de las cadenas de transmisión que unen el pistón con el balancín. A su regreso a París, en diciembre de 1788, Betancourt comenzó a trabajar en el diseño de estas nuevas máquinas de vapor, y un año más tarde, en diciembre de 1789, presentó a la Academia de Ciencias francesa su Memoire sur une machine à vapeur à double effet. En el propio texto anunciaba la próxima presentación a la misma Academia de una Memoire sur la force expansive de la vapeur de l’eau, que fue aprobada por ésta el 4 de septiembre y publicada a finales del año 1790.
Como ingeniero y hombre de acción, Betancourt no se limitó a dar a conocer en Francia la máquina de vapor de doble efecto, y a incorporarla a las colecciones del Real Gabinete de Máquinas de Madrid, sino que construyó en París —en 1790— la primera máquina industrial en colaboración con los hermanos Périer, para suministrar energía a unos molinos en la isla de los Cisnes.
Otra invención de gran relevancia fue un nuevo telégrafo óptico muy superior al que había implantado en Francia el ingeniero Claude Chappe. Lo desarrolló Betancourt con la colaboración de su amigo el renombrado relojero Abraham Louis Breguet; ambos presentaron una Mémoire sur un nouveau télégraphe et quelques idées sur la langue télégraphique, que presentaron al Directorio de la República. El ministro del Interior del Directorio solicitó en 1797 un informe a la Academia de Ciencias para que dictaminara sobre las ventajas del nuevo telégrafo; un comité de sabios, formado por Borda, Charles, Coulomb, Delambre, Lagrange, Laplace y Prony, se pronunció por la superioridad del nuevo telégrafo sobre el de Claude Chappe. El telégrafo Betancourt-Breguet no se estableció en Francia, pero sí en España, funcionando ya en 1800 una línea entre Madrid y Aranjuez, donde residía la Corte en verano.
La formidable colección de modelos, planos y memorias que los pensionados en París reunieron bajo la dirección de Betancourt, se trasladó a Madrid en el verano de 1791. Tras unos meses de gran actividad, las colecciones (270 modelos, 359 planos y 99 memorias, según el catálogo que publicó Juan López de Peñalver) se expusieron por primera vez en público el 1 de abril de 1792 en el palacio del Buen Retiro de Madrid. Este primer museo, abierto a especialistas pero también al público general, recibió el nombre de Real Gabinete de Máquinas, siendo su primer director Juan López de Peñalver, uno de los colaboradores más próximos de Betancourt.
Otra actividad notable del ingeniero canario guarda relación con la ilustración científica de libros y el dibujo técnico de planos, campos en los que era un consumado maestro.
En su segundo viaje a Inglaterra (de noviembre de 1793 a octubre de 1796), Betancourt se hizo acompañar por Bartolomé Sureda, un joven mallorquín de temperamento artístico y notable talento para las artes mecánicas. Allí Sureda aprendió la técnica para grabar láminas a la “aguatinta”, más sencilla y fácil de rectificar que el grabado tradicional. De regreso a España, Sureda puso en práctica la nueva técnica al representar diversas máquinas en el libro ilustrado Descripción de las Máquinas de más general utilidad que hay en el Real Gabinete (publicado en 1798).
Betancourt y Sureda enseñaron la nueva técnica (hasta entonces desconocida en España) a Goya, con quien Betancourt coincidía en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. El genial pintor aragonés la utilizará en los Caprichos, grabados entre 1798 y 1799, realizando, pocos años más tarde, un espléndido retrato de Bartolomé Sureda, que se conserva hoy en la National Gallery de Washington.
Con el fin de mejorar en España los transportes terrestres y fluviales, se creó en 1799 la Inspección General de Caminos y Canales, cuyo primer titular fue el conde de Guzmán.
En diciembre de 1801, le sucedió en el cargo Agustín de Betancourt, quien en pocos años reorganizó el Cuerpo y dio un nuevo impulso a la construcción de caminos más funcionales y baratos, ocupándose asimismo de la conservación de los ya existentes.
En el campo educativo, la catastrófica rotura de la presa de Puentes (30 de abril de 1802), que causó más de seiscientas víctimas mortales en Lorca (Murcia), fue aprovechada por Betancourt para vencer las últimas resistencias y crear un nuevo centro especializado en formar técnicos en ingeniería civil. Se fundó en 1802, y fue llamado inicialmente Estudios de la Inspección General de Caminos y Canales, aunque al año siguiente (1803), por decisión de Betancourt, pasó a denominarse Escuela de Caminos y Canales, nombre que mantuvo hasta que en 1835 tomó el hoy vigente de Escuela de Caminos, Canales y Puertos. Betancourt, director y creador de este nuevo centro de enseñanza (que tomó como modelo la École des Ponts et Chaussées de París), se encargó de la elección del profesorado (José María de Lanz, Juan López de Peñalver, José Chaix), incorporando, como parte experimental de la Escuela, el Real Gabinete de Máquinas. La Escuela de Caminos y Canales tuvo una vida breve, pues las clases se interrumpieron el 2 de mayo de 1808, cuando el curso académico estaba ya a punto de finalizar, debido a la invasión francesa. No volvería a abrir sus puertas hasta 1821, y aún entonces tendría una vida efímera, pues volvería a ser clausurada por la reacción absolutista en 1823. Será en 1834 cuando la escuela inicie una nueva andadura, esta vez definitiva.
En 1803, el entonces todopoderoso Manuel Godoy encargó a Betancourt la regulación de las aguas del río Genil a su paso por Granada, para evitar que se inundara el Soto de Roma, la extensa y fértil finca de regadío que le había donado Carlos IV en 1795. Ese mismo año Betancourt realizó un reconocimiento del río y redactó un informe técnico que constituye un paradigma de la ingeniería respetuosa con la naturaleza. Recomendaba prohibir los cultivos en el curso alto del Genil (para evitar deforestaciones que agravaran la erosión), plantar franjas de arbolado paralelo a las orillas y construir el sifón de Jotáyar eliminando rústicos azudes que obstaculizan el flujo de las aguas. Estas obras de corrección de las márgenes del río Genil, que hubieran dado su fruto a largo plazo, exasperaron a Godoy (que buscaba evitar la inundación de su finca inmediatamente) hasta el punto de retirar su confianza a Betancourt (en octubre de 1805) poniendo al frente de las obras a ingenieros militares, más dóciles y disciplinados.
El deterioro de las relaciones entre Betancourt y el poderoso valido Godoy y el cariz sombrío que tomaban los acontecimientos políticos en el ámbito internacional, hicieron que el ingeniero español madurara la idea de abandonar definitivamente España. A lo largo de 1806 y primeros meses de 1807, Betancourt liquidó sus posesiones en España (entre ellas la Real Fábrica de Algodón de Ávila, que había comprado al Ministerio de Hacienda) y en mayo de ese año (1807) abandonó definitivamente España y se estableció en París, una excelente ciudad para buscar un nuevo trabajo, y en la que contaba con muchos y buenos amigos.
En París, mientras realizaba gestiones para encontrar un nuevo empleo, Betancourt redactó una Mémoire sur un nouveau système de navigation intérieure, en la que exponía un dispositivo que permitiera ahorrar tiempo y economizar agua en el paso de las embarcaciones por las esclusas. La innovación y el mérito de Betancourt residen en el diseño del mecanismo, que reviste una gran sencillez y que puede ser manejado por una sola persona. Esta Memoria sobre la Navegación Interior fue aprobada en septiembre de 1807, y publicada meses más tarde.
A finales de 1807 Betancourt se encontraba ya en San Petersburgo, donde fue recibido por el zar Alejandro I en audiencia privada, y probablemente acordó entrar a su servicio como ingeniero. Tras visitar varias industrias rusas el primer trimestre de 1808, Betancourt regresó a París a finales de mayo, donde permaneció hasta septiembre, para terminar (en colaboración con José María de Lanz) un célebre tratado de mecánica, el Essai sur la composition des machines, publicado en París en 1808.
Tras rechazar, por patriotismo, ofertas de Napoleón Bonaparte, a mediados de septiembre de 1808, Betancourt, acompañado de su familia (su esposa Ana Jourdain y sus hijos) abandonó París para instalarse y trabajar definitivamente en San Petersburgo, capital del imperio ruso. Entre sus primeros trabajos al servicio de Alejandro I estaba la modernización de la fábrica de cañones de Tula, de capital importancia en la industria militar rusa. En 1809 inspeccionó esta factoría y, aprovechando sus profundos conocimientos sobre las máquinas de vapor de doble efecto y el reconocimiento que había realizado años atrás en la fábrica de cañones francesa de Yndrid (cerca de Nantes), proyectó la sustitución de las ruedas hidráulicas de la factoría rusa por potentes máquinas de vapor, capaces de accionar con facilidad las barrenas que taladraban los cañones de hierro fundidos en sólido.
Una de las primeras preocupaciones de Betancourt en Rusia fue crear una moderna escuela de ingeniería civil, análoga a la Escuela de Caminos y Canales que había fundado en Madrid en 1802. Tras establecerse en San Petersburgo, promovió la creación (en 1809) del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación, del que fue nombrado inspector, siendo ascendido, ese mismo año, al cargo de teniente general del Ejército ruso. También a instancias de Betancourt se creó, a finales del mismo año 1809, el Instituto de Vías de Comunicación, con algunas diferencias del que anteriormente había fundado en Madrid. Los estudios en San Petersburgo duraban cuatro años (en vez de los dos que tenía en Madrid), y las clases se daban en francés, lengua bien conocida por la burguesía y la aristocracia rusa.
Betancourt fue nombrado inspector del nuevo Instituto de Vías de Comunicación, ocupando, a propuesta suya, el cargo de director el francés Sennovert. Para sede del instituto se adquirió un palacio al príncipe Yusúpov, que albergó además la vivienda de Betancourt y de su familia. Las clases en el nuevo instituto comenzaron en noviembre de 1810, pero fueron suspendidas durante la guerra contra Napoleón; en ella los alumnos, movilizados en 1812, mostraron su destreza técnica al servicio de la defensa de su patria amenazada. Finalizada la guerra, tras la reapertura del instituto Betancourt siguió de cerca los planes de estudio, introduciendo nuevas materias y contratando a profesores extranjeros, como Gabriel Lamé (para la cátedra de Física y Mecánica) y Benoît Clapeyron (para la de Química).
En reconocimiento al heroico comportamiento del pueblo de Moscú —que incendió y abandonó su ciudad, dejando a los ocupantes franceses sin abrigo ni alimentos ante el terrible frío invernal que se avecinaba—, Alejandro I decidió pasar varios meses de 1817 y 1818 en Moscú, acompañado de su familia y la Corte. Con el fin de poder contar con una Sala de Ejercicios Ecuestres, el Zar encargó a Betancourt la rápida construcción de un nuevo edificio en la ciudad. Éste diseñó una construcción rectangular muy sencilla, de gusto neoclásico, que el Zar aprobó de inmediato. La Sala de Ejercicios Ecuestres fue construida con la colaboración del ingeniero Charbonnier con rapidez, de modo que el Zar pudo disfrutar de las nuevas instalaciones el 2 de diciembre de 1818. Lo más notable del edificio —y la contribución más importante de Betancourt— fue la gran cercha de madera que salvaba sin apoyos una luz de 160 pies (alrededor de 45 metros), la mayor construida hasta entonces en todo el imperio ruso.
Los profundos conocimientos de Betancourt sobre mecánica encontraron un amplio campo de aplicaciones en Rusia. Dos de sus principales aportaciones fueron la nueva fábrica de papel moneda y la máquina para dragar el puerto de Kronstadt, ambas en San Petersburgo. En Rusia los rublos de papel se comenzaron a usar en la segunda mitad del XVIII, pero eran de tan mala calidad que ya antes de que se iniciara la guerra contra Napoleón se imprimían en Francia billetes rusos falsos. Los franceses durante la ocupación de Moscú instalaron en un cementerio una imprenta especializada en falsificar moneda, lo que provocó el hundimiento de los rublos de papel. Para remediar la situación, tras la derrota de Napoleón y la normalización de la vida en Rusia, el Zar encargó a Betancourt el diseño artístico del nuevo papel moneda y la construcción de una moderna fábrica para imprimirlos.
En 1816 Betancourt ya había diseñado un elegante edificio neoclásico a orillas del canal Fontanka (en San Petersburgo), ocupándose al mismo tiempo de organizar los departamentos de fabricación de papel, de la imprenta (con sus correspondientes prensas) y de la maquinaria complementaria. La probada competencia de Bentancourt hizo que en tan sólo tres años de funcionamiento (entre 1818 y 1820) se imprimieran seiscientos millones de rublos, lo que permitió sustituir todos los viejos billetes por otros nuevos diseñados por Betancourt y fabricados en la nueva fábrica de papel de Goznak, a orillas del canal Fontanka.
Betancourt fue también el artífice indirecto de la Casa de la Moneda de Varsovia. Desde su privilegiada posición en Rusia, pudo contratar a un antiguo alumno suyo en la Escuela de Caminos y Canales de Madrid, Rafael Bauzá. Cuando tras el Congreso de Viena (1815), Polonia pasó a depender del zar Alejandro I, éste decidió aprovechar los conocimientos de Betancourt para diseñar un nuevo sistema monetario y construir una nueva ceca accionada mecánicamente por medio de la máquina de vapor que utilizaba el procedimiento de “virola partida” ideado por Pierre Droz. Para construirla con garantías, Betancourt envió a Varsovia a Rafael Bauzá, quien la erigió en la calle Bielanska, 61, cerca de la plaza Bancaria. Las obras se realizaron, bajo la dirección de Bauzá, entre 1817 y 1821, y el edificio se mantuvo en pie hasta que fue derribado por el ejército alemán en 1939.
Otra obra que pone de relieve su pericia en el campo de la mecánica fue la máquina proyectada y construida para dragar los aterramientos del puerto de Kronstadt, una isla fortificada que defendía la entrada por mar de San Petersburgo. Betancourt propuso al Zar en 1810 la construcción de una potente draga accionada por una máquina de vapor. Se construyó bajo su dirección, entrando en funcionamiento en 1812; su éxito fue tal que funcionó sin problemas hasta 1820, año en el que se le hicieron algunas reparaciones.
Betancourt desarrolló una importante labor en San Petersburgo, donde proyectó (en 1811) y construyó un puente sobre el Pequeño Nevka, llamado Kamennoostrovskii. Constaba de siete arcos rebajados de madera, el mayor de los cuales tenía unos veinticinco metros de luz. Años más tarde (en 1820) Betancourt proyectó y construyó un nuevo puente flotante rígido sobre el Gran Nevka, mucho más funcional y fácil de maniobrar que el existente, pues era necesario desmontarlo al llegar el otoño (cuando los hielos amenazaban arruinarlo) para volver a montarlo una vez que el río estaba completamente helado, realizando la misma operación cuando llegaba la primavera. Betancourt desempeñó también un importante papel en la construcción de la catedral de San Isaac, proyectada por uno de sus colaboradores, el arquitecto francés Montferrand en 1817. El ingeniero español se encargó de realizar las complejas cimentaciones mediante pilotaje y, sobre todo, diseñó los andamiajes y las potentes grúas necesarias para su construcción. A su muerte, Betancourt dejó a Montferrand su mejor legado, las máquinas y grúas que le permitieron levantar las grandes columnas monolíticas de granito rojo (entre 1828 y 1830) de San Isaac.
Como ingeniero hidráulico, Betancourt comprendió pronto que las vías fluviales interiores de Rusia (tan diferentes a las españolas) constituían la piedra angular sobre la que debía asentarse el desarrollo industrial de Rusia. Eran las mejores comunicaciones (salvo en invierno, cuando los ríos se helaban) y además las más económicas, y a mejorarlas dedicó sus esfuerzos. Durante años proyectó y construyó muelles y embarcaderos fluviales, levantó muros de contención en terrenos cenagosos, ordenó la construcción de esclusas para salvar las pendientes excesivas y dio trazas para construir máquinas para dragar los canales y segar las hierbas que crecen en su interior dificultando la navegación.
Buen conocedor de las grandes aplicaciones de la máquina de vapor, fue también el impulsor de la construcción de los primeros barcos vapores de paletas, encargando en 1816 al ingeniero Bazaine que fomentase la navegación a vapor por el Volga. El empeño rindió sus frutos, y en 1821 Betancourt pudo informar al Zar de que los primeros vapores navegaban ya por el Volga. Se inició así una nueva etapa de comunicaciones interiores fluviales mucho más rápidas y seguras —independientes de la sirga, el remo o la vela— que abrieron las puertas a la modernidad en Rusia.
En el campo del urbanismo, su gran aportación fue la construcción de la nueva feria comercial de Nizhni Novgorod, que vino a sustituir a la antigua de Makáriev, mal emplazada y asolada por un incendio en agosto de 1816. Tras la catástrofe, el zar Alejandro I decidió construir otra nueva en un emplazamiento diferente, creando para dirigir y coordinar la nueva feria un comité presidido por el director general de Vías de Comunicación, teniente general Agustín de Betancourt. En el verano de 1817 Betancourt buscó el emplazamiento idóneo, decantándose por unos terrenos situados en la orilla izquierda del río Oka en su confluencia con el Volga. La elección de Betancourt se basaba en la construcción de un canal —que más tarde llevaría su nombre— para comunicar la feria con ambos ríos navegables en verano, facilitando de este modo el transporte fluvial de mercancías, mucho más barato que el terrestre.
A comienzos de 1819 ya estaban bosquejados los principales proyectos: un gran edificio central, dos edificios administrativos, ocho centros comerciales, cuarenta y ocho establecimientos comerciales de dos pisos, y una gran iglesia para atender las necesidades de los comerciantes que acudían a la feria. Tras años de frenética actividad, en julio de 1822 se inauguraron las nuevas instalaciones, celebrándose la feria con asistencia de más de doscientos mil mercaderes llegados de los lugares más apartados del imperio. Fue la última gran obra proyectada y dirigida por Betancourt, pues en verano de este mismo año (agosto de 1822) perdió la confianza del Zar, que le destituyó en la práctica como director general de Vías de Comunicación.
En la feria Betancourt dejó su obra más grandiosa, compendio de sus conocimientos en el campo del transporte, la hidráulica fluvial y el urbanismo. A él se debe la elección del emplazamiento, el diseño general, las trazas y el proyecto y construcción del puente flotante de madera sobre el río Oka, que prestó servicio durante más de un siglo. Así lo reconocieron sus discípulos y los comerciantes rusos al colocar sobre su tumba una vista en perspectiva de la feria con una inscripción en francés que decía: “Regalo de los feriantes de Nizhni Novgorod”. Un agradecido homenaje que sintetizaba su quehacer como ingeniero hidráulico y urbanista.
Abrumado por las desgracias personales (el retiro de la confianza del Zar) y familiares (la muerte de su hija Carolina), en febrero de 1824 dimitió de todos sus cargos y solicitó el retiro, que le fue concedido con generosidad por el Zar.
Murió pocos meses después, el 14 de julio, en San Petersburgo, siendo enterrado en esta ciudad en el cementerio luterano de Smolenski, cerca de su hija Carolina y del matemático Leonard Euler.
Obras de ~: Memoria sobre la purificación del carbón de piedra, y modo de aprovechar las materias que contiene, París, noviembre de 1785; 16 págs., 3 h. de lám. Colección A. Bonet Correa (reprod. en A. Bonet Correa, “Un manuscrito inédito de Agustín de Betancourt sobre la purificación del carbón”, en Fragmentos, Madrid (junio de 1988), n.os 12, 13, 14, págs. 283-285); Mémoire sur une machine à vapeur à double effet [París, 15 de diciembre de 1789], 24 págs., 6 h. de lám., en Biblioteca de la École National des Ponts et Chaussées, ms. 1258 (reprod. en J. Payen, “Betancourt et l´introduction en France de la machine à vapeur à double effet (1789)”, en Revue d’Histoire des Sciences: et leurs applications, París, XX (abriljunio 1967), n.º 2, págs. 189-198); Catálogo de la colección de Modelos, Planos y Manuscritos que, de orden del Primer Secretario de Estado, ha recogido en Francia Don Agustín de Betancourt y Molina. Madrid, 1º de Abril de 179?; 68 h., Biblioteca del Palacio Real, ms. II-823 (ed. facs. en A. Rumeu de Armas, El Real Gabinete de Máquinas del Buen Retiro: una empresa técnica de Agustín de Betancourt, Madrid, Fundación Juanelo Turriano, 1990, págs. 83-220); Descripción del establecimiento de Yndrid donde se funden y barrenan los cañones de hierro para la Marina Real de Francia, 1791, 48 págs., XLIX h. de lám., Biblioteca del Palacio Real, ms. IX-mesa 97; Description d’une machine à couper les roseaux et les autres plantes aquatiques qui obstruent beaucoup de canaux et de rivières navigables. [s.f.]; 3 cuadernos de 14, 9 y 7 págs., 3 h. de lám., Biblioteca de la École National des Ponts et Chaussées, ms. 2420; Dessin de la machine pour faire monter et descendre les bateaux d’un canal inférieur à un supérieur et réciproquement, sur deux plans inclinés, exécutée en Anglaterre, dans le comté de Shrophire, sur le bord de la rivière de Severn, près du pont de fer à Coalbrookdale, à 4 lieus environ à l´ouest de Shefnal : Levé et dessiné sur les lieux par M. de Betancourt. [s. f.]; 3 págs., 1 h. de lám., Biblioteca de la École National des Ponts et Chaussées, ms. 1558; Informe dirigido al Duque de Alcudia sobre la bomba hidráulica diseñada por Francisco Zacarías, Madrid, 4 de febrero de 1793; 2 h., Archivo Histórico Nacional, Legajo 3182, n.º 101; Explication des principales parties du moulin pour moudre le silex, Londres, 28 de mars 1796, 2 págs., 1 h. de lám., Biblioteca de la École National des Ponts et Chaussées, ms. 1808; Informe dirigido a Mariano Luis de Urquijo sobre el método de transmitir noticias a distancia por medio de señales inventado por José Fornell, Buen Retiro, 10 de julio de 1799, 2 h., Archivo Histórico Nacional, leg. 2928, n.º 81; [Informes sobre el reconocimiento y obras que se han de hacer en la Vega de Granada, 1803], en Expediente sobre las obras de encauzamiento de los Ríos Genil, Cubillas y Belillos (1800-1807), Servicio Histórico Militar, ms. 4-5-1-1; Machine à curer proposée pour le port de Venise. [s.f.]; 1 cuaderno con varios informes; 8 h. de lám., Biblioteca de la École National des Ponts et Chaussées, ms. 704; Mémoire sur la force expansive de la vapeur de l´eau. [s.f.], 46 págs., 5 h. de lám., Biblioteca de la École National des Ponts et Chaussées, mss. 184; Pantano de Valdeinfierno: obras que se han de hazer, y subhasta de materiales para las del Real Pantano de Valdeinfierno, y las de la embocadura de la embocadura [sic.] del Real Canal de Tercia, Hoya y Amarguillo, Buen Retiro, 30 de mayo de 1806; 23 h., Archivo Municipal de Lorca, Sindicato de Riegos.
Obras mayores: Pantanos. Valdeinfierno n.º 1 (reprod. en J. Bautista Martín y J. Muñoz Bravo, Las presas del Estrecho de Puentes, Murcia, Confederación Hidrográfica del Segura, 1986, págs. 203-217); Primera memoria sobre las aguas existentes en las Reales Minas de Almadén, en el mes de Julio de 1783: y sobre las máquinas, y demás concerniente a su extracción. [1783], 16 h., 3 h. de lám. Biblioteca Nacional, ms. 10427; Segunda memoria sobre las máquinas que usan en las minas del Almadén, en que se expresan sus ventajas, y defectos, y algunos medios de remediarlos. [1783], 17 h., 2 h. de lám., Biblioteca Nacional, ms. 10428, Tercera memoria sobre todas las operaciones que se hacen dentro del Cerco en que están los hornos de fundición del Almadén, Madrid, 15 de noviembre de 1783; 35 h., 4 h. de lám., Biblioteca Nacional, ms. 10429 (ed. facs. y transcripción de las tres memorias en A. de Betancourt y Molina, Memorias de las Reales Minas de Almadén, 1783, ed. de I. González Tascón y J. Fernández Pérez, Madrid, Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología, 1990, págs. 87-282); Rapport sur differents sujets relatifs aux voies de communication en Russie, 1820, St. Petersbourg, 15 de diciembre de 1820; 21 h., Biblioteca de la Universidad Estatal de Vías de Comunicación (San Petersburgo), ms. inv. 18541.
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Ignacio González Tascón