Fabra Ribas, Antonio. Mario Antonio. Reus (Tarragona), 6.IV.1879 – Cambrils (Tarragona), 17.I.1958. Político y escritor socialista.
De padre militar y madre maestra de escuela, terminó el bachillerato en el Instituto de Reus en 1895. Inició sus estudios universitarios en la Universidad de Barcelona, donde cursó varias asignaturas en la Facultad de Derecho y se licenció en Filosofía y Letras en 1900. Militó primero en las filas del republicanismo federal y luego se vinculó al partido socialista. Entre 1900 y 1901 comenzó a organizar a los dependientes de comercio de Reus y fundó la revista quincenal La Reforma, Eco de los dependientes de comercio, y, aunque interrumpió esta tarea con su marcha al extranjero, continuó colaborando en ella durante su segunda época (1903-1905), años en los que comenzó su relación y amistad con el socialista Josep Recasens Mercadé, redactor jefe de la revista desde 1904.
Entre 1901 y 1903 amplió estudios de Historia y de Derecho internacional en la Sorbona de París y, hasta 1908, combinó su estancia parisina con largas permanencias en otros países —Irlanda, Gran Bretaña y Alemania— donde impartió clases de español y, en ocasiones, de Lengua y Literatura española. Durante estos años contactó con socialistas europeos entre los que destacan Karl Kautsky y Jean Jaurès, con quien trabó una profunda amistad que incidió en su evolución ideológica y política. Comenzaron entonces sus colaboraciones —generalmente con el seudónimo de Mario Antonio— con diversos periódicos socialistas y cooperativistas, como L’Humanité, dirigida por Jaurès o Le Mouvement Socialiste, revista editada por Hubert Lagardelle donde publicó un artículo “Le socialisme en Espagne” (junio de 1903) que fue aplaudido por los principales socialistas españoles. Mantuvo, a su vez, el contacto con el socialismo español y, entre 1904 y 1905, publicó en La Revista Socialista de Madrid cinco artículos titulados “Sobre la cuestión de táctica”, una serie en la que defendía el papel autónomo de los sindicatos siguiendo la línea de Jean Jaurès; asistió al III Congreso Nacional de Dependientes, celebrado en Madrid en 1905, fue nombrado delegado al Congreso Internacional de Londres de 1906 y, en 1907, mientras residía en Berlín, fue —en representación de la Federación Española de Juventudes Socialistas— uno de los seis delegados españoles que asistieron al Congreso Socialista Internacional de Stuttgart, celebrado en agosto de 1907, y en el que se debatió, además de los candentes temas de militarismo y cuestión colonial, la relación entre partido y sindicato. Se llegó al acuerdo de potenciar la relación entre ambos, pero evitando que la acción política comprometiera la acción sindical. A este Congreso, cuyas conclusiones facilitaban el inicio de futuras acciones comunes en el movimiento obrero, siguió la primera Conferencia o Congreso Internacional de Juventudes Socialistas que tuvo como tema central el problema del militarismo y en la que Antonio Fabra participó activamente.
Su vinculación al socialismo catalán se materializó en la creación de la Agrupación Socialista de Reus en 1905 y en la atracción de Josep Recasens Mercadé a las filas socialistas, de forma que la estrecha relación y colaboración entre ambos, fue un elemento básico para la evolución del socialismo catalán durante las primeras décadas del siglo xx.
Regresó a Cataluña en el verano de 1908 y participó activamente en la Conferencia de agrupaciones socialistas de la región en la que se acordó la reorganización de la Federación Socialista Catalana y la publicación de un periódico, órgano de la Federación.
Fabra fue nombrado secretario del Comité Regional y director del semanario La Internacional. La influencia del nuevo secretario se advirtió desde los momentos iniciales, ya que uno de los primeros acuerdos fue el de invitar a Jean Jaurès para que pronunciara algunas conferencias en Barcelona. Logró también que en el nuevo periódico colaboraran los socialistas más considerados del momento y lo convirtió en “un semanario renovador y preñado de ideas”, o “el más importante que los miembros de nuestro Partido hayan publicado jamás en España”, tal como reconocieron Juan José Morato o el Bureau Socialista Internacional. Precisamente en esos momentos se consolidaba Solidaridad Obrera —organización sindical obrera constituida en Barcelona en agosto de 1907, orientada por la Confederación General del Trabajo francesa (CGT) y que integraba a socialistas, anarquistas y republicanos—, y Fabra se volcó a potenciar, desde el socialismo, esta organización que conllevaba el aceptar y defender una estrategia propia del socialismo catalán y que no contó nunca con el apoyo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ya que temía la anulación de la Unión General de Trabajadores (UGT) por la nueva organización. Actitud que contrasta con la repetida acusación de anticatalanismo que se ha vertido sobre él. Su liderazgo en el socialismo catalán le llevó a protagonizar importantes mítines, manifestaciones y protestas durante los días previos a la revuelta popular barcelonesa conocida como la Semana Trágica.
Formó parte del Comité de huelga que se inició en Barcelona el lunes 26 de julio de 1909. Su opinión al respecto no dejaba dudas sobre lo arriesgado de la decisión: “la huelga puede triunfar o fracasar; si triunfa (lo que no es probable), se dirá que ha sido a pesar nuestro, y, además se nos calificará de traidores; y si fracasa, la baja mentalidad de los gobernantes hará que se nos aplique a todos la misma tarifa”. Efectivamente, detrás del fracaso de la huelga, del estallido revolucionario de Barcelona y de la consiguiente represión —él mismo tuvo que exiliarse— se desvaneció su intento de reunir en un solo frente a las distintas opciones del movimiento obrero.
De nuevo en París, comenzó a publicar en L’Humanité una serie de siete artículos sobre “La revolte ouvrière en Espagne” que fueron el origen de importantes controversias y que le decidieron —junto con la experiencia de 1909— a cambiar el rumbo de su vida. Permaneció en París hasta 1918, vinculado estrechamente a Jean Jaurès hasta su asesinato (1914), ejerció de corresponsal de varios periódicos europeos y americanos. A su retorno a España, aunque mantuvo su militancia socialista, participó activamente en los Congresos nacionales, o protagonizó alguna polémica teórica —la más notable fue la de 1923 con Rafael Campalans—, siguió alejado de los asuntos políticos del partido. Orientó su actividad hacia aspectos técnicos y jurídicos del movimiento obrero y continuó ejerciendo de corresponsal de prensa hasta 1921. En esta fecha fue nombrado oficial del Instituto de Reformas Sociales y a partir de 1923 jefe de negociado de 1.ª clase en el Ministerio del Trabajo, labor que combinó con la corresponsalía en Madrid de la Oficina Internacional de Trabajo (OIT) de Ginebra (1921-1936). Elegido diputado a Cortes en 1931, ejerció diversos cargos en el Ministerio de Trabajo durante el mandato de Largo Caballero: director general de Trabajo (1931-1932), comisario general de Seguros, subsecretario de Trabajo y Previsión Social y ministro interino en el mismo departamento (últimos meses de 1932). Elegido nuevamente diputado por Valencia en 1936, y obligado a decidir entre continuar en la política española o aceptar el nombramiento de ministro plenipotenciario de España en Berna, se decidió por esta alternativa (1936-1939) que compaginó con sus responsabilidades en la OIT (1921-1939) y con la delegación a la Asamblea de la Sociedad de Naciones (1936).
Después de la Guerra Civil se exilió en América Latina y se dedicó al cooperativismo, publicó obras y dictó conferencias sobre el tema en varios países sudamericanos.
Estuvo casado con la brasileña María Quemeneur Guyader, de la que no tuvo descendencia. En 1949 regresó a España y se instaló en Cambrils (Tarragona) y en 1952 fue uno de los creadores del Centro de Estudios Cooperativos de Barcelona.
Obras de ~: El socialismo y el conflicto europeo: ¡el kaiserismo, he ahí el enemigo!: ¿debe España intervenir en la guerra?, Valencia, Prometeo, 1915; Origen y carácter del movimiento laborista, Madrid, Calpe, 1924; La organización internacional del trabajo, Madrid, Javier Morata Pedreño, 1925; La cooperación: su porvenir está en las Américas, Caracas, Bolívar, 1943; La Cooperación al alcance de todos, Medellín, Fondo de Educación y Propaganda de la Cooperativa Familiar de Medellín, 1949; Los católicos de las Américas y la cooperación, Monterrey, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores, 1950; La Semana Trágica. El caso Maura. El Krausismo, Madrid, Seminarios y Ediciones, 1975.
Bibl.: VV. AA., Haciendo cooperación: homenaje y recuerdo a un cooperador. (Antonio Fabra Ribas), Caracas, Centro de Estudios Cooperativos, Departamento de Fomento Cooperativo de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1942; A. Pérez Baró, “Un gran cooperador: Antonio Fabra Ribas”, en Estudios cooperativos, 20 (1970), págs. 49-63; J. Connelly Ullman, La Semana Trágica. Estudio sobre las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España (1898-1912), Barcelona, Ariel, 1972; X. Cuadrat, Socialismo y anarquismo en Cataluña (1899-1911). Los orígenes de la CNT, Madrid, Ediciones de la Revista de Trabajo, 1976; VV. AA., Antonio Fabra Ribas: homenaje en el primer centenario de su nacimiento, Zaragoza, AGECOOP, 1980; R. Campalans y A. Fabra i Ribas, Catalanisme i socialismo. El debat de 1923, ed. de J. M. Rodés, Barcelona, La Magrana, 1985; J. Recasens i Mercadé, Vida inquieta. Combat per un socialismo català, Barcelona, Empúries, 1985; J. Barrull Pelegrí, “Antoni Fabra i Ribas”, en M. T. Martínez de Sas y P. Pagès Blanch (coords.), Diccionari biogràfic del moviment obrer als Països Catalans, Barcelona, Edicions Universitat y Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2000; M. T. Martínez de Sas, “Antonio Fabra Ribas, un socialista políticamente incorrecto”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), t. CCV, cuad. III (septiembre-diciembre de 2008), págs. 345-392.
María Teresa Martínez de Sas