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Manuel Cordero Pérez

Biografía

Cordero Pérez, Manuel, Castroverde (Lugo), 1881 – Buenos Aires (Argentina), 25.IV.1941. Diputado en la Segunda República y dirigente socialista.

Nació en Castroverde, provincia de Lugo, en 1881.

Siendo aún muy joven, contaba entonces con diecisiete años, se trasladó a Madrid en busca de trabajo y de mejores perspectivas de vida que las encontradas en su provincia de origen. Allí trabajó inicialmente como aprendiz de dependiente de taberna y ultramarinos, aunque pronto comenzó en el que habría de ser su oficio, panadero, siendo su primer destino la fábrica de Pan de Viena que la familia Baroja tenía en la capital de España, donde conoció al escritor Pío Baroja. Cuando la práctica de este oficio se hizo difícil o poco remunerada por diferentes causas, Cordero trabajó también como mozo de imprenta en la Correspondencia Militar.

Aunque no tuvo oportunidad de asistir a ninguna escuela donde aprender a leer y escribir, su inteligencia natural, su fuerza de voluntad y su afán de superación hicieron que superara el analfabetismo, para lo que se ayudó de las organizaciones obreras y su red de centros educativos y culturales; posteriormente llegó a adquirir una formación cultural y societaria que lo encumbró hasta puestos de la máxima responsabilidad en el seno de la Unión General de Trabajadores (UGT) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Su autodidactismo y la fe que tenía en la instrucción como vehículo de emancipación individual y colectiva explican también la importancia que Cordero concedió siempre a la educación de la juventud obrera, materia sobre la que escribió tanto en El Socialista —del que fue redactor durante diez años— como en el Boletín del Sindicato de Artes Blancas, órgano en el que colaboró con no poca frecuencia sobre ése y otros temas, especialmente de carácter sindical. Fue esa “obsesión” por la formación de los obreros y especialmente por los jóvenes socialistas lo que hizo que, en medio de un relativo amplio debate sobre la necesidad o no de introducir el deporte en las organizaciones juveniles obreras, Cordero manifestase su opinión en contra al entender que la práctica del deporte organizado distraía de la verdadera finalidad de las Juventudes Socialistas, que no era otra que el estudio y la capacitación profesional, política y societaria.

Manuel Cordero inició su actividad militante en el Centro Obrero de la calle de Relatores y poco después, en 1905, se afilió al PSOE. Llegó a ser presidente del Sindicato de Artes Blancas de Madrid, uno de los más veteranos y emblemáticos de la ciudad, y más tarde, coronando su proyección societaria, de la Federación Nacional de Panaderos, desde donde desarrolló una gran actividad en pro de la centralización organizativa y financiera del oficio así como por la obtención de mejoras laborales y sociales para el mismo.

En 1919 se presentó a las elecciones municipales en Madrid, siendo elegido concejal y teniente de alcalde por los distritos de Hospital y Latina. Y aunque un año después formó parte de la candidatura socialista a las Cortes por las circunscripciones de Almadén (Ciudad Real) y Jerez de la Frontera (Cádiz), no resultó elegido ni en uno ni en el otro. Fue vocal obrero suplente del grupo Textil, Vestido y Tocado e Industrias de Lujo en el Instituto de Reformas Sociales entre los años 1920 y 1924, y representante socialista suplente en los Comités Paritarios puestos en pie por la dictadura del general Primo de Rivera. En mayo de 1930 fue elegido gerente-tesorero de la Mutualidad Obrera que los socialistas tenían en Madrid —había sido fundada en 1905 como cooperativa médico-farmacéutica y funeraria de los trabajadores asociados—, sin duda el cargo más importante dentro del Consejo Central que dirigía este organismo, cuya sede social se encontraba en un inmueble ubicado en la calle Eloy Gonzalo. Durante la gerencia de Cordero, la Mutualidad llegó a tener once farmacias a su disposición y diez consultorios médicos donde se ofrecían los servicios de medicina general, cirugía, partos y enfermedades de la mujer, otorrinolaringología, enfermedades de la piel, oftalmología y difteria. Estuvieron afiliados a la misma unos doce mil quinientos obreros y gracias a su experiencia Cordero publicó algún trabajo sobre ella y sobre el mutualismo en España en las páginas del Almanaque de El Socialista para 1933.

Manuel Cordero fue igualmente vocal de la Comisión Ejecutiva de la UGT, cargo en el que permaneció ininterrumpidamente entre 1914 y 1932; en el Comité Nacional de la central sindical desempeñó en 1935 la vocalía de la Federación de Artes Blancas.

Formó parte también de la Comisión Ejecutiva del PSOE desde 1928 hasta 1939. Y representó tanto al partido como al sindicato ante diversos organismos internacionales sindicales y políticos.

En las elecciones a Cortes celebradas en 1923 resultó elegido diputado por Madrid, si bien su actividad parlamentaria fue muy breve debido al pronunciamiento que en septiembre de ese mismo año encabezó el general Primo de Rivera. Se presentó de nuevo, ya en la República, en las elecciones a Cortes constituyentes de junio de 1931, volviendo a ser elegido. Presidió en la Cámara la Comisión de Responsabilidades que debía juzgar las responsabilidades del régimen monárquico y de la dictadura primorriverista, lo que le valió ser el centro de una dura campaña orquestada por la derecha política contra dicha Comisión y contra los dirigentes de la UGT que ocupaban cargos políticos.

Como representante del PSOE perteneció a la Comisión electoral que negoció el programa del Frente Popular de cara a las elecciones de febrero de 1936 y más tarde al Comité Central que coordinó las candidaturas frentepopulistas.

Su labor de publicista se encuentra en diversos artículos repartidos en la prensa socialista —escribió, además de en El Socialista y en el Boletín de las Artes Blancas, en la revista Acción Socialista— y en el libro Los socialistas y la revolución, aparecido en 1932. En esta obra hace una valoración muy positiva de la revolución que, según él, se realizó en España el 14 de abril de 1931 y que acabó con los obstáculos tradicionales que impedían el desarrollo del país. Explica también los factores —de orden autodefensivo fundamentalmente— que a su juicio motivaron la actitud del movimiento socialista ante la dictadura de Primo de Rivera. Finalmente, justifica la participación ministerial de los socialistas en el Gobierno de la República, que juzga muy conveniente para los intereses de los trabajadores y en consonancia con lo que venía ocurriendo en Europa desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial.

Durante la Guerra Civil siguió ejerciendo su labor como concejal y diputado provincial de Madrid. A su término, se exilió en Francia, desde donde pasó a Casablanca rumbo a la Argentina. El 14 de diciembre de 1940 llegó a Buenos Aires. Apenas unos meses después murió en esta ciudad.

 

Obras de ~: Los socialistas y la revolución, pról. de A. Ramos Oliveira, Madrid, Imprenta Torrent, 1932.

 

Bibl.: J. L. Martín Ramos, “Cordero, Manuel”, en M. Artola Gallego (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. IV, Madrid, Alianza, 1991, págs. 232-233; A. Martín Nájera, El Grupo Parlamentario Socialista en la Segunda República: estructura y funcionamiento, Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 2000, pág. 1330, 2 vols.

 

Francisco de Luis Martín

 

 

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