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Joaquín Zuazagoitia Azcorra

Biografía

Zuazagoitia Azcorra, Joaquín. Madrid, 22.III.1892 – Bilbao (Vizcaya) 17.II.1971. Alcalde de Bilbao, farmacéutico, periodista.

De familia burguesa, su madre Concha Azcorra, algorteña, dio a luz a Joaquín en la madrileña calle del Carmen debido a que su padre, Cándido Zuazagoitia Garro, desempeñaba temporalmente trabajos en Madrid. Conocido naturalista y farmacéutico, regentó una farmacia desde 1880 en la avenida Basagoiti, en Algorta. Joaquín fue hijo único. Con el tiempo, la farmacia se trasladó a Bilbao, donde Joaquín se identificó prontamente con las tradiciones y talante bilbaínos. Cursó estudios en el colegio de los padres Escolapios y en el instituto masculino de Bilbao. En 1909 se instaló en Barcelona para licenciarse en Farmacia. Amplió estudios en ciencias químicas en Madrid y viajó después hasta Alemania y Francia (París y Burdeos), donde se especializó en Enología. Hablaba correctamente francés y alemán.

Hombre atento a las tendencias culturales y políticas expandidas al inicio de la I Guerra Mundial, colaboró pronto con prensa local (El Noticiero Bilbaíno, 6.X.1914). Cultivó las Humanidades y especialmente el Arte. Reunió una notable biblioteca donde la literatura francesa era abundante. Regresó a Bilbao y en 1924 contrajo matrimonio con la bilbaína Natalia Orbe Morales, con la que tuvo cuatro hijas (Concha, Dolores, Pilar y Natalia) y un hijo que murió prematuramente. El matrimonio estableció su domicilio en el número 20 de la calle de Elcano, en el Bilbao del Ensanche.

Durante nueve años, entre 1933 y 1942, fue presidente del colegio de farmacéuticos de Bizkaia y nombrado vicepresidente del de España. Pero, al decir de P. Chacón, para Zuazagoitia la botica era, básicamente, una fuente de ingresos que le permitiría dedicarse a actividades culturales, ya fuera como articulista, conferenciante, tertuliano, crítico de arte, escritor, etc. Llegó a ser director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y trabajó en prensa (fue once años director de El Correo Español-El Pueblo Vasco), alcalde (diecisiete años en la Alcaldía de Bilbao) y presidente de la Junta de Cultura de Vizcaya, entre otros cometidos. Zuazagoitia fue asiduo de la tertulia del Café Lion D’Or en la etapa del apogeo cultural de los años 1920, donde coincidió con personajes de una generación señera en el ambiente socio-cultural de la villa vizcaína (Pedro Eguillor, José Felix de Lequerica, Ramón Basterra, Pedro Mourlane Michelena, Rafael Sanchez Mazas, el doctor Enrique Areilza, etc). Su agilidad oratoria, su talante y dinamismo hicieron de él un conferenciante prestigiado. Pronunció en la Sociedad Filarmónica de Bilbao el 15 de febrero de 1919 una primera conferencia titulada “Algunos escritores vascos desde 1874”. Por su afición al arte fue nombrado en 1924 vocal del entonces Museo de Arte Moderno de Bilbao y posteriormente su director. Fue también miembro de la Sociedad de Estudios Vascos – Eusko Ikaskuntza.

Su colaboración con medios de comunicación coincidió con la deriva que en el entorno intelectual bilbaíno se dejó notar, escorándose desde el liberalismo hasta posiciones filofascistas. Sus primeros artículos -firmados en ocasiones con las iniciales Z.A. o con el pseudónimo “Sancho de Azpeitia” (1911)- salieron en El Noticiero Bilbaíno, en El Día Gráfico de Barcelona y El Liberal de Bilbao, con el que continuó colaborando durante los años veinte. En esa década publicó también en El Sol de Madrid, La Lucha de Clases de Bilbao, El Pueblo Vasco, y en revistas como La Baskonia o Hermes. Intervino en la fundación de esta revista Hermes y el diario La Noche. El periódico fue fundado por José Félix de Lequerica, Lorenzo Hurtado de Saracho y él mismo. Los tres llegarían a ocupar la Alcaldía de Bilbao en tiempos del franquismo. Dirigió años después El Correo Español-El Pueblo Vasco (1939 - 1950), pues había sido colaborador del diario monárquico El Pueblo Vasco, de la familia Ybarra. Ya en la posguerra, Zuazagoitia gestionó este medio frente a las presiones falangistas, pero fue adaptándose a las exigencias del régimen franquista y acomodando sus planteamientos a cada circunstancia. Siguió editando algunos escritos en Hierro, perteneciente a la red de prensa del Movimiento.

La evolución del político, obviamente, está llena de contrastes. De pasado renovador y anti-tradicional, su perfil ideológico se alejó de cualquier empatía con el carlismo. Fiel a la tradición liberal de la Villa, reunió en su botica una tertulia de significación republicana a la que solía acudir Indalecio Prieto. De hecho, en sus primeros años de proyección cultural colaboró impartiendo charlas en las Casas del Pueblo, y fue identificado como “el boticario ateo” debido a sus posiciones agnósticas en materia religiosa. Sin embargo, su decepción se acrecentó a medida que la II República fue complicando sus decisiones. Se le describe como imbuido de un pesimismo que le hizo expresar en un artículo de 1926: “El mundo se encuentra (...) en pleno fracaso. Los hombres se han dado a los extremos para salvarse de esa pesadilla”. La salvación política por la vía monárquica le parecía agotada. Participó en Acción Española, cuyo objetivo -entre otros- consistió en mantener una sociedad de rasgos premodernos donde instituciones como la monarquía o la Iglesia debían subsistir. Convencido como muchos monárquicos y miembros de la oligarquía vizcaína de encontrarse al borde de una gran fractura, su falta de afinidad hacia el nacionalismo vasco le movió a criticar drásticamente la literatura nacionalista vasca (“jactanciosidad aldeana” y “torpeza mental”, El Pueblo Vasco, 31.VII.1920). Debido a ello fue etiquetado como “antivasco”, aunque siempre reivindicó sus apellidos y su sentimiento vasquista, en equilibrio con la identidad española. Contrario al nacionalismo aranista se mostró afín al nacionalismo español. Como otros intelectuales de su generación fue tributario de la Ilustración. Las influencias de Ramiro de Maeztu y Charles Maurras se dejaron notar en su pensamiento antes de la sublevación militar y conspiró intelectualmente contra la República. Su pseudónimo “Juan de Arechavaleta” firma el texto “La razón de la fuerza”, en el que alentaba simbólicamente un levantamiento militar contra la legalidad republicana y proponía “una nueva clase dirigente que imponga su voluntad unificadora e impida el deshacimiento” (El Pueblo Vasco, 26.VI.1936). Afiliado a Falange Española Tradicionalista y de las JONS, (en 1939 era “inspector nacional”) fue nombrado miembro de la Junta Provincial de Archivos, Bibliotecas y Patrimonio Artístico. En 1942 llegó a la Alcaldía en un momento difícil para el régimen. El 16 de agosto se produjo en el santuario de Begoña un enfrentamiento entre carlistas y falangistas, saldado con decenas de heridos, tras el lanzamiento de una granada por falangistas, a la salida de un acto religioso en recuerdo de requetés fallecidos.

Del cómputo de acciones más destacadas de su gestión municipal, una de sus prioridades fue resolver temas pendientes de necesidad social (albergues, La Misericordia, Beneficencia Municipal, etc.). Durante su mandato se construyó un nuevo matadero en Zorroza, un nuevo mercado en el Ensanche (1950); se concluyó el Aeropuerto de Sondika, la Feria de Muestras, el barrio de Rekaldeberri, la readaptación del edificio de la Sociedad de El Sitio en Biblioteca y el archivo municipal, el nuevo palacio de Justicia, la Escuela de Ingenieros (1958), etc. Introdujo cambios en la política económica franquista que flexibilizaron el rígido intervencionismo económico anterior y mitigaron las tendencias autárquicas. La nueva coyuntura supuso para Bilbao un importante crecimiento económico y demográfico, además de un extraordinario aumento de la inmigración. Ya en los años cuarenta, la población de la villa había crecido de manera significativa pasando de 196.872 habitantes en 1940, a 229.334 en 1950. Pero a lo largo de los años cincuenta ese crecimiento se aceleró espectacularmente, de forma que la población bilbaína se incrementó en más de 60.000 vecinos. Y lo más relevante, la aprobación del Plan de Ordenación Urbanística y Comarcal de Bilbao y su zona de influencia, más la creación para su desarrollo de la Corporación Administrativa del Gran Bilbao constituyeron su principal realización política como alcalde de la Villa. Dado el enorme problema del chabolismo y la formación de comunidades de inmigrantes que vivían en condiciones insalubres, logró que el gobierno aprobase un plan urgente para la construcción de 4.000 viviendas que sería el origen del barrio de Otxarkoaga. Joaquín Zuazagotia fue cesado el 4 de abril de 1959 en un momento en que los problemas se acentuaron, y fue sustituido por Lorenzo Hurtado de Saracho Arregui. Tenía 67 años.

Procurador en las Cortes franquistas, y desde 1947 miembro del Consejo del Reino hasta 1959, su gestión fue tachada de paternalista. Su amigo José Félix de Lequerica, por aquel entonces embajador en la ONU, le incorporó durante una temporada a la delegación española en Naciones Unidas en 1960. Siguió ligado a actividades culturales, escribiendo ocasionalmente artículos en la prensa, e impartiendo charlas sobre temas artísticos. En 1964 fue nombrado presidente de la Junta de Cultura de Vizcaya, principal ocupación hasta su fallecimiento el 17 de febrero de 1971, a la edad de 78 años. Se le concedieron varias condecoraciones, como la Gran Cruz de la Orden de Cisneros y la Gran Cruz de Isabel la Católica.

Obras de ~: Algunos escritores vascos, Bilbao, Ed. Artes Gráficas, 1920; La Criolla. Episodio familiar en la costa vascongada, Bilbao, Echeguren y Zulaica Ed., 1926; Artículos, Bilbao, Diputación de Vizcaya, 1959; et al., Historia de la Sociedad Bilbaina, Bilbao Sociedad Bilbaina, 1965; El Centenario de Unamuno, Bilbao, Junta de Cultura de Vizcaya, 1967; Obra Completa, Bilbao, Publicaciones de la Junta de Cultura de Vizcaya, 1978.

Fuentes y bibl: Archivo General de la Administración (AGA), Sec. Interior, 2553, 3014, 3268; Presidencia, 51/20517, 51/20804, 51/20562, 51/20626, 51/20687, 51/20654; Archivo Administrativo del Ayuntamiento de Bilbao (AAAB), Sec. XIV, leg. 3395, nº 343; Secretaría General, Sección Central, Expediente que trata de la constitución del Ayuntamiento presidido por Don Joaquín de Zuazagotia y Ascorra, el día 6 de febrero de 1948; Archivo Foral de Bizkaia (AFB-BFA), Administrativo, AR 03946/004; Archivo de la Fundación Nacional Francisco Franco (AFNFF), 3624; 7532.

El Correo Español – El Pueblo Vasco: 75 años informando, Bilbao, Ed. El Correo, 1985; M. J. Cava Mesa, Los diplomáticos de Franco. José Felix de Lequerica Temple y tenacidad, Bilbao, Universidad de Deusto, 1989; G. Plata Parga, La derecha vasca y la crisis de la democracia española, 1931-1936, Bilbao, Diputación, 1991, págs. 39-40; F. Martínez Rueda, “Joaquín Zuazagoitia Azkorra”, en J. Agirreazkuenaga y M. Urquijo, Bilbao desde sus alcaldes. Diccionario Biográfico de los alcaldes de Bilbao y gestión municipal en la Dictadura. Vol III, Bilbao, Ayuntamiento de Bilbao, 2008, págs. 241-290; J. M. Beascoechea Gangoiti y F. Martínez Rueda, “La creación del ‘Gran Bilbao’ en el franquismo y el alcalde Joaquín Zuazagoitia (1942-1959)”, en Bidebarrieta: Revista de humanidades y ciencias sociales de Bilbao, núm. 22, (2011), págs. 79-92; P. Chacón, Nobleza con libertad. Biografía de la derecha vasca, Bilbao, Atxular Atea, Fundación Popular, 2015; A. Arozamena Ayala (seud. de I. Estornés Zubizarreta), “Joaquín de Zuazagoitia”, en Auñamendi Eusko Entziklopedia, http://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/es/zuazagoitia-garro-candido-de/ar-147857/.

María Jesús Cava Mesa

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