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Alejandro de Loarte

Biografía

Loarte, Alejandro de. Madrid, c. 1595 – Toledo, 1626. Pintor.

Hijo del también pintor Jerónimo de Loarte, de origen vascongado, Alejandro de Loarte se formó plausiblemente en el taller de su progenitor, aunque no se conservan obras suyas de este período formativo. En la Villa y Corte permaneció hasta 1622, habiendo allí desposado con la también madrileña María del Corral (1619). Algunos autores plantean la hipótesis de que durante la década de 1610 Loarte pudo viajar hacia alguno de los centros de irradiación del manierismo tenebrista andaluz, seguramente Sevilla, en donde se empaparía de las novedades técnicas y figurativas de pintores como Francisco de Pacheco y Herrera el Viejo, pero sin duda fue la escuela madrileña la que suministró al joven pintor la temática y métodos pictóricos que plasmó en su reducida obra artística.

En 1620 se asentó en Toledo, donde instaló un fecundo taller cuyo funcionamiento se conoce gracias a las apreciaciones contenidas en el testamento del pintor, concedido el mismo año de su fallecimiento en la ciudad imperial de Toledo (1626), siendo albacea testamentario el también pintor Pedro de Orrente.

Es en la ciudad de Toledo donde desarrolló su principal período artístico, ya que todas sus obras conocidas parecen haberse realizado en el taller establecido allí en 1620. Alejandro de Loarte, por tanto, proporcionaba a sus compradores, tanto miembros de la oligarquía urbana como a órdenes e institutos religiosos de la ciudad y de su entorno, lienzos devocionales y obras de pequeño tamaño en forma de bodegones, floreros, imágenes paisajísticas y retratos, de los cuales sólo han llegado poco más de una docena hasta la actualidad.

En Toledo, Loarte hubo de entablar amistad con el bodegonista Sánchez Cotán y con el pintor de obras religiosas Orrente, con quienes compartía un gusto marcadamente realista y claroscurista, aunque en algunos lienzos religiosos (La Magdalena penitente y San Juan Bautista) queda patente el influjo de los pintores venecianos de finales del siglo xvi en la paleta y en las formas dramáticas. Distribuyendo su obra en bodegones y lienzos vinculados a ellos, y en piezas religiosas, los especialistas en su pintura han considerado la notable evolución de su técnica, siempre bajo el ascendiente de Sánchez Cotán. Pese a tamaña influencia, gran parte de la crítica le ha tachado de poco apurado en las realizaciones y con menor perfeccionismo expuesto que el anterior, aunque sus lienzos de mayor tamaño evidencian su valía y lucidez compositiva.

En sus bodegones propiamente dichos, Loarte prosigue unas pautas marcadamente claroscuristas en donde parece otorgar mayor intensidad —además de una mejor precisión— a elementos dispersos que a la uniformidad de la escena. La imagen de las piezas del bodegón se enmarca en una consecución bastante lograda de un eje simétrico, que también se observa en obras de Van der Hammen o Zurbarán; una diferencia estriba en su agolpamiento de figuras y de cierta sensación de horror vacui barroquizante. Sin embargo, mayor destreza e ingenio residen en escenas cotidianas que sirven al pintor como motivo para interaccionar tanto bodegón como figuraciones humanas. En este subgénero Loarte pintó dos de sus obras maestras, la segura La vendedora de aves (1626) y El cocinero (c. 1625), atribuido con bastante seguridad a este pintor madrileño. El naturalismo y la sensación de veracidad de la acción plasmada chocan en el lienzo con la rigidez de la expresión de los retratados, en especial en la primera obra. Por formas y ejecución estos dos lienzos han sido considerados dignos émulos de piezas de la misma temática desarrolladas en Amberes y Ámsterdam por los pintores Pieter Aertsen y Joachim Beuckelaer y en Bolonia por Bartolomeo Passarotti.

El otro gran marco pictórico de Loarte se encuentra en las obras de carácter religioso. Muy influido por los cánones contrarreformistas, Alejandro de Loarte dispone en sus lienzos una serie de convencionalismos derivados del manierismo que hacen común a sus piezas con otras de Tristán, Orrente o los maestros escurialenses.

Asimismo, en composiciones como La nave de la iglesia, Loarte evoca el tópico figurativo surgido de la lámina quinta que iluminaba el tratado teológico de fray Melchor Prieto (Madrid, 1622) con una representación de la nave eucarística llena de elementos simbólicos y alegorías de la Iglesia. En otra de sus grandes obras, el San Francisco muerto, una de sus últimas pinturas, Loarte trabaja un motivo religioso muy característico del barroco toledano (que algunos le han relacionado con la llegada a Castilla de imágenes impresas con esta estampa surgidas de medios italianos), ya que se conservan lienzos de la misma temática de pintores como Luis Tristán y Blas Muñoz, posiblemente conocidos por Alejandro de Loarte. Por último, resta indicar las atribuciones que se han vertido sobre este pintor madrileño en el ámbito de la pintura eclesiástica. Entre ellas se encuentran las ya citadas La Magdalena penitente y San Juan Bautista, con fuerte impronta veneciana y cuyo paralelismo parece indicar la confección simultánea para un encargo eclesiástico —antes de llegar al Museo del Prado se encontraban, desde hacía tiempo, en el Museo de la Trinidad—, y un lienzo de enormes dimensiones intitulado Milagro de san Bernardo, que había permanecido atribuido a Francisco Pacheco pero que la investigación actualconsidera más propio de la mano de Loarte.

 

Obras de ~: San Juan Bautista, Museo del Prado, Madrid (atrib.); La Magdalena penitente, Museo del Prado, Madrid (atrib.); Milagro de san Bernardo, Museo del Prado, Madrid; La nave de la iglesia, iglesia parroquial de Los Yébenes (Toledo); San Francisco muerto, convento de las capuchinas, Toledo; Bodegón, Museo de Bellas Artes, Granada; Caza y frutas, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid; El cocinero, Rijksmuseum, Amsterdam (atrib.); La vendedora de aves, colección particular, Madrid.

 

Bibl.: M. Méndez Casal, “El pintor Alejandro de Loarte”, en Revista Española de Arte, XII (1934), págs. 187-202; D. Angulo Íñiguez y A. E. Pérez-Sánchez, Historia de la pintura española. Escuela toledana de la primera mitad del siglo xvii, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Diego Velázquez, 1972; VV. AA., El Toledo de Domyco. Theotocopuly el Greco, catálogo de exposición (Toledo, Hospital de Tavera, iglesia de San Pedro Mártir, abril-junio de 1982),Toledo, Ministerio de Cultura, 1982; Pintura española de bodegones y floreros de 1600 a Goya, catálogo de exposición (noviembre de 1983-enero de 1984, Salas de Exposiciones, Palacio de Bibliotecas y Museos), Madrid, Ministerio de Cultura, 1983; A. Naval Mas, “Un Alejandro Loarte inédito: San Bartolomé sana a la hija del rey Polimio”, en Archivo Español de Arte (AEA), LVII, n.º 228 (1984), págs. 378-379; VV. AA., Spanish Stile Life in the Golden Age, 1600-1650, catálogo de exposición, Texas, Fort Worth, 1985; M. Díaz Padrón, “Un lienzo de Alejandro de Loarte en el Museo Nacional de La Habana”, en AEA, LXIII, n.º 250 (1990), págs. 335-336; J. Urrea (com.), Pintores del reinado de Felipe III, catálogo de exposición (abril de 1993-marzo de 1994), Madrid, Museo del Prado, 1993.

 

Roberto Quirós Rosado