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Simón Desnaux

Biografía

Desnaux, Simón. Livorno (Italia), 1724 – ?, f. s. XVIII. Teniente coronel e ingeniero en segundo.

Hijo del también ingeniero Carlos Desnaux, ingresó en el Ejército como cadete e ingeniero voluntario, en el Regimiento de Infantería de la Reina en 1753. Se formó en la Real y Militar Academia de Matemáticas de Barcelona, de donde salió como ingeniero delineador en octubre de 1756 con destino al arsenal de Cartagena, el 11 de noviembre del mismo año. Más adelante sirvió en el ejército que invadió Portugal, levantando varios planos y participando en el sitio de Almeida.

Ascendía a teniente e ingeniero extraordinario el 22 de julio de 1760, siendo destinado a Valencia, y a capitán e ingeniero ordinario el 19 de marzo de 1763. Estuvo trabajando en los caminos del citado reino de Valencia, experiencia que le sirvió para ser considerado idóneo para llevar a cabo, más tarde, un trabajo similar en las poblaciones de Sierra Morena. También en Valencia, con fecha de 29 de noviembre de 1766, firmaba el Plano y vista del puente que se propone para cubrir la Rambla del Torrente.

En efecto, Pablo de Olavide, nombrado en 1767 superintendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, el mayor proyecto de colonización agraria llevado a cabo en el reinado de Carlos III, reclamaba a Desnaux para que se ocupase de la demarcación de suertes (parte de tierra de labor, separada de otra u otras por sus lindes) y del levantamiento de planos en las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, con el apoyo de otros ingenieros de la época. Se le encargó a Desnaux, en parte, la creación y puesta en marcha de la colonia de Fuente Palmera, encargándose de la delimitación del terreno, su división en lotes de tierra y acomodo de colonos (casas, diseño urbano, alimentación, equipamiento público, etc.). Parece que “el primer director de Fuente Palmera fue Simón Dernaux capitán de ingenieros nombrado por S.M. para hacer los planos de la colonia”, pero cuando Olavide llegó a La Carlota, dado su gran juicio y talento, nombró a Desnaux director de Fuente Palmera. Este se entregó completamente a su cargo y, según el propio Olavide, “ha formado aquella colonia con gran tino y acierto y va con la mayor prosperidad”. A él le correspondió la difícil tarea de colonización, aprovisionamiento, construcción, etc., ante la llegada de los colonos, pero junto con Quintanilla supo salir airoso: “Sufría frecuentemente de fiebres tercianas y en sus períodos de enfermedad era sustituido por D. Juan de Mella y Ulloa, habilitado de esta población.”

Desnaux fue autor de la división del territorio en rectángulos iguales por orden de Olavide y fue el responsable de la creación de algunos mapas de las mismas, entre ellos los de Fuente Palmera, así como el probable autor de la iglesia de la Purísima Concepción de Fuente Palmera. En sus planos para Fuente Palmera y para una aldea genérica de esta feligresía establece los límites, la forma y el tamaño de estas poblaciones: 16 casas en ambos casos. También a partir de los planos de Desnaux para Fuente Palmera y sus aldeas se deduce que el otro elemento organizador del modelo, además de la plaza, es el tipo de edificio, que va repitiéndose. Se trata de un tipo base de casa entre medianeras con patio trasero. El cuerpo edificado de planta rectangular mide de 10 a 13,5 varas por unas 5 de profundidad. Desnaux lo proyecta distribuido por un zaguán central que da paso al patio y dos dependencias simétricas a sus lados, una de ellas con fuego hogar para servir de cocina.

El 20 de diciembre de 1774 era destinado a Guatemala, donde se encontraba en 1777, ya como teniente coronel e ingeniero en segundo, acumulando 24 años de servicio. En el último año citado reconocía “el terreno señalado para el Beaterio de Santa Rosa”, realizando algunas modificaciones en el proyecto inicial de construcción del convento citado. En México presentaba un proyecto para instalar tres academias militares en los virreinatos de Nueva España, Perú y Nueva Granada, denominadas Academias especulativas y prácticas sobre Arte de la Guerra, proyecto que, dado el centralismo borbónico, fue desestimado.

Posteriormente, recibía las “Instrucciones dadas por el ingeniero del Real Cuerpo Díez Navarro al ingeniero Simón Desnaux”, que a la sazón se encontraba al frente de las obras del camino de Omoa a la capital y que textualmente decían: “Habiendo descubierto aquel Yngeniero uno nuevo lo reconozcan personalmente, notarán los defectos i ventajas que tuviere, expresarán a que parage conocido sale o puede salir el Camino Real. Que distancia hay por él desde el puerto a San Pedro, i generalmente quanto encuentren digno de notarse, valiéndose para ello, no de informes adquiridos, sí de diligencias propias, por haver de ser responsables a lo que mediante sus informes se represente sobre todos estos particulares a S.M.”

Sobre el citado camino real, Desnaux realizó varios reconocimientos para lograr la información precisa, proyectar nuevas variantes y el afirmado de pavimento en largos tramos del recorrido, de todo lo cual daba el presupuesto correspondiente. Su proyecto comprendía nuevas rectificaciones sobre proyectos anteriores, que señalaba y valoraba. El nuevo camino lo representaba en el plano de 1779 remitido a la Corte por el presidente de Guatemala, don Matías de Gálvez, el 5 de agosto de ese año. Además, trabajó en la configuración de un mapa de todo el reino de Guatemala.

En el marco de una nueva guerra con Inglaterra (1776-1783), en septiembre de 1779 una armada británica partía de Jamaica con seis barcos para auxiliar Belice, pero finalmente optó por tomar la fortaleza y el puerto de San Fernando de Omoa. Desnaux no pudo resistir el ataque y se rendía el 20 de octubre de 1779. Antes de entregar el castillo mandó aviso al capitán general Matías de Gálvez, quien organizó un ejército que logró rescatar el fuerte de Omoa. “Este triunfo fue, sin duda, uno de los más importantes en la historia del Reino. Acabó con el mito de la invencibilidad de los ingleses y fue el comienzo para otras batallas que se sucedieron”. En cuanto a Desnaux, a pesar de distinguirse como comandante en la defensa del fuerte, contra el ataque combinado por tierra y mar de ingleses apoyados por indígenas “zambos” y “mosquitos”, fue condenado por no haber resistido hasta la llegada de refuerzos. Posteriormente fue rehabilitado al comprobarse que no había recibido las armas y munición necesarias para la defensa, disponiendo, además, de una guarnición insuficiente, razón por la que se había visto obligado a capitular.

Desnaux había llegado a Omoa junto al ingeniero ordinario Juan Dastié, con la orden de reconocer el citado fuerte. Debían comprobar la resistencia de sus bóvedas terraplenadas a prueba de bombas, sus cimientos, el asiento de los firmes de las explanadas… Ambos ingenieros consideraron que el fuerte no podría resistir grandes ataques enemigos, cuestión en la que coincidían con el informe del visitador e ingeniero Agustín Crame (Cramer) Mañeras. Más tarde, en 1781, fue destinado a prestar sus servicios en San Pedro Sula, con un sueldo anual de mil pesos.

 

Bibl.: J. A. Calderón Quijano, “El ingeniero Simón Desnaux y su Proyecto de Academias militares en América”, en Revista de Indias, 6 (1945); H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad, 1983; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; M. G. Cano Révora, Cádiz y el Real Cuerpo de Ingenieros Militares (1697-1847). Utilidad y Firmeza, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1994; J. A. Calderón Quijano, Las Fortificaciones Españolas en América y Filipinas, Madrid, Editorial Mapfre, 1996; M. Aragón, “Ingenieros militares en el reino de Guatemala, siglo XVIII”, en Estudios (2000), págs. 120-131; C. Laorden Ramos, Obra Civil en Ultramar del Real Cuerpo de Ingenieros, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008, 2 vols.; J. Oliveras Samitier, “Equilibrio territorial: las nuevas poblaciones de Andalucía del siglo XVIII”, en PH: Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, 18, 76 (2010), págs. 40-46; J. Cantera Montenegro, “Aportaciones singulares de los Ingenieros a la obra civil”, en Revista de Historia Militar, nº extra 1 (2012) (ejemplar dedicado a Los Ingenieros Militares en la Historia de España, III Centenario de la creación del Arma de Ingenieros), págs. 13-32.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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