Ayuda

Doña Sophia

Biografía

Sophia, Doña. ¿Graz (Austria)?, s. m. s. XVI – Madrid, 1625 pos. Dama enana de la reina Margarita de Austria.

Sophia ingresó como dama de la reina Margarita de Austria el 19 de marzo de 1601. Aunque escasos son los datos sobre sus primeros años y origen familiar, es certero que llegó desde Graz a la Corte de Madrid junto a María Ana Riederer von Paar, hermana de la favorita de la reina, María Sidonia. El hecho de que aparezca mencionada en las fuentes documentales como “Doña” conduce a reflexionar acerca de su origen noble.

Los preparativos para la llegada de ambas mujeres quedan reflejados en las cuentas de mercedes entregadas a Bernardino de Valverde, joyero de la reina, en 1601. Así, a inicios de aquel año se disponían colchones, sábanas, almohadas y vestidos tanto para María Ana como para Doña Sophia. Sin perjuicio de su trastorno del crecimiento, la enana se incorporaba como parte del servicio palatino de la soberana, no como parte del entretenimiento y exotismo cortesano. De manera anual, percibía un total de 51.615 maravedíes como pago de los gajes acordes a su oficio de dama de la consorte del rey y, como tal, gozó de su total amparo, dado el reducido grupo de mujeres alemanas que permanecieron al servicio de la reina entre 1599 y 1611.

La circulación de enanos entre las Cortes de la Casa de Austria es bien conocida. Generalmente, la llegada de estas figuras a espacios áulicos extranjeros se concebía como un acto de agasajo que dotaba a dicho escenario y a sus moradores de enorme boato y dinamismo. Sin embargo, su equiparación con ofrendas o regalos no impedía que hacia ellos se desarrollasen auténticos lazos afectivos. Margarita de Austria no dudó en colmar a su dama alemana de infinidad de ropajes cuyas materias primas se obtenían de los más refinados fabricantes extranjeros. Por ejemplo, en 1607 la honraba con un vestido aterciopelado de Florencia, mientras que en 1611 –meses antes de su fallecimiento– le hacía merced de un vestido de tafetán blanco de Valencia, con jubón y forro a juego. A tenor del monopolio del duque de Lerma de los nombramientos de la Casa de la reina, Margarita encontró en sus damas de origen centroeuropeo un círculo de individuos leales a su persona y ajenos a la influencia del valido. Fue alrededor de esta red de mujeres que consiguió desarrollar vínculos afectivo-clientelares, así como un entorno idóneo en el que conversar en alemán sin objeción. De esta manera, la posición privilegiada de Doña Sophia en la Corte de Felipe III estaba garantizada. Tanto es así que llegó a ser retratada junto a la soberana por Juan Pantoja de la Cruz en torno a 1603. En dicho retrato, actualmente conservado en la colección privada de la Fundación Mascort, se presenta a Margarita de Austria en estado de preñez de la infanta Ana Mauricia, futura reina de Francia. Junto a ella, aparece la enana Sophia ataviada con una indumentaria similar a la de su protectora sosteniendo a un mono tití en sus manos. Su vuelco en el lienzo bien podría explicarse por la consideración de estas figuras como atractivas o vinculadas al regocijo cortesano, aun cuando en el caso de la enana Sophia la concordancia de sus miembros la ubicaba en una categoría diferenciada, alejada de las burlas y el espectáculo. Teniendo en cuenta el estudio de Ravenscroft sobre la importancia de la proporcionalidad de los cuerpos a la hora de perpetuar el canon de la belleza y la armonía barrocas, la concordancia de los miembros de Doña Sophia la posicionaba en una gradación alejada del ridículo cortesano. El interés que suscita la aparición de esta figura en un retrato real y en el servicio palatino estriba no en su rol como parte del entretenimiento áulico, sino en su función como depositaria de elegancia, dinamismo y lealtad.

Tras el fallecimiento de Margarita de Austria en octubre de 1611 y tal y como la difunta había manifestado en sus últimas voluntades, muchas de sus damas alemanas se ubicaron al servicio de sus hijos. Así, Sophia sirvió primero de manera conjunta a las infantas Ana Mauricia y María Ana. A raíz de los esponsales de la primera con el futuro rey de Francia, Luis XIII, quedó ubicada al servicio de la futura reina de Hungría de manera íntegra. Adicionalmente, fruto de la participación de las damas de Palacio en las representaciones teatrales que tenían lugar en los Reales Sitios, la alemana formó parte de una mascarada celebrada en El Pardo en el verano de 1618 junto a la infanta María. Al amparo de su nueva benefactora, la enana gozó de una liberalidad análoga a la desplegada por su primera protectora, por cuanto la documentación económica albergada en el Archivo General de Palacio revela que entre 1613 y 1625 se erigió como una de las máximas beneficiarias de los vestidos y ropajes que la futura reina de Hungría encargaba para sus damas. Simultáneamente, su cargo le valió para formar parte del decrecido séquito –en comparación con la ingente cantidad de personal que servía en el Alcázar de forma ininterrumpida– que acompañaba a la familia real a sus residencias estacionales.

En el trascurso de su carrera palatina, Sophia fue testigo de los vaivenes políticos propios del espacio cortesano, tales como la caída en desgracia del duque de Lerma, la muerte de Felipe III y la subida al trono de Felipe IV, así como el surgimiento de nuevas influencias que terminarían por traducirse en el valimiento del conde-duque de Olivares. Su permanencia en la Corte durante este largo y convulso período demuestra que supo bordear las luchas de poder e inestabilidad política características del susodicho espacio. A la postre, y aun cuando no se conservan datos que arrojen luz sobre su muerte, podemos constatar su presencia en el Real Alcázar al menos hasta el primer tercio de 1625 como parte del entorno áulico femenino que acompañó a la infanta María Ana de Austria y los reyes Isabel de Borbón y Felipe IV a Aranjuez.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Palacio (AGP), Jornadas a los Reales Sitios, leg. 778; AGP, Signatura General de Legajos, leg. 5248-1; AGP, Reinados, Reinado de Felipe III, leg. 1.

F. Bouza Álvarez, Locos, enanos y hombres de placer en la corte de los Austrias, Madrid, Temas de Hoy, 1991; M. Hoffmann, Raised to rule. Educating Royality at the Court of the Spanish Habsburgs, 1601-1634, Louisiana State University Press, 2011; J. Ravenscroft, “Dwarfs –and a Loca– as Ladies’ Maids at the Spanish Habsburg Courts”, en N. Akkerman y B. Houben (eds.), The politics of female households: ladies-in-waiting across early modern Europe, Leiden, Brill, 2014, págs. 147-181.

 

Emily Deelen