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Casimir Mahou Birhans

Biografía

Mahou Birhans, Casimir. Metz (Francia) 18.V.1805 – Madrid 19.VIII.1875. Empresario, fabricante de papeles pintados y pinturas.

El espíritu del imperio napoleónico francés posibilitó que, desde el año 1820, muchos visionarios pudientes y formados se lanzaran hacia una nueva aventura de industrialización, eligiendo por su proximidad España como principal punto de referencia.

Este fue el caso del químico y maestro colorero francés Casimir Mahou Birhans, quien se apresuró a explorar y explotar las nuevas oportunidades de negocio que, por su cercanía y fácil conexión por ferrocarril, nuestro país le brindaba.

Nacido en la localidad gala de Metz, al noreste del país, muy cerca de Nancy, fue considerada, desde siglos atrás, como una ciudad estratégica en la demarcación imperial de Alsacia-Lorena, un territorio que más tarde se disputaron Francia y Alemania y que finalmente se incorporó al imperio alemán tras la guerra franco-prusiana (1870-1871).

La mayoría de sus ciudadanos fueron educados y formados en el conocimiento de los dos idiomas. Por este motivo, parece plausible pensar que Mahou Birhans dominara y conociera ambas lenguas.

En su inscripción natal en los archivos locales de Metz, practicada conforme al calendario republicano francés, Casimir Mahou consta anotado como hijo ilegítimo. El citado documento describe que nació a las ocho horas, siendo hijo natural de Anna Maria Mahou, quien lo tuvo a la edad de veinte años. Ocupaba esta el último lugar de los hijos habidos en el primer matrimonio de Nicolás Mahou Parent, sastre de profesión, y Anne Birhans Masson, abuelos maternos de Casimir Mahou.

De hecho, Mahou siempre ocultó su condición de ilegítimo e hizo constar en todos los documentos españoles que era hijo de Nicolás, pero en realidad, este era su abuelo materno, que, tras el fallecimiento de su primera mujer, el 17 de enero de 1788, contrajo segundas nupcias, en 1790, con Anne Genot.

Según algunas reseñas genealógicas, la existencia del apellido materno Mahou estaría documentada desde, al menos, el primer tercio del siglo XVII en la demarcación de Lesse, ubicada en la Mosela francesa.

Antes de llegar a España, Casimir Mahou (a partir de este instante Casimiro) había contraído matrimonio con su compatriota Jeanne (Maria Juana) de Colignan. Ambos tuvieron en 1843 una hija a la que llamaron Amelie (Amalia) Mahou Colignan. Poco tiempo después de nacer esta, la familia puso rumbo hacia nuestro país.

Se desconocen las primeras actividades empresariales y comerciales de Mahou en tierra española y también las anteriores a su mudanza definitiva. Es razonable suponer que antes hubiera trabajado en el sector colorero y que, quizá, su mujer pudo estar emparentada con la familia Colignan, establecida en Madrid en 1809, clientes del francés Pedro Giroud de Villette, quien, en 1786, estableció en la Villa y Corte una industria de papeles pintados, siendo nombrado adornista de cámara del rey Carlos IV, el 26 de agosto de 1800.

Tal vez Mahou recibiera a través suya información sobre la necesidad existente por aquel entonces en la creciente capital madrileña de contratar un especialista en la materia.

De hecho, según indica Pascual Madoz en 1847, Mahou venía para trabajar en la única empresa con dicha especialización existente en la capital de España, antaño Real Fábrica de Papeles Pintados, fundada por su compatriota francés Pedro Giroud de Villette, regida en esas fechas por el español Lorenzo García.

Fue en la capital madrileña donde Mahou conoció al aragonés Santiago Ballesteros, fabricante de papeles pintados, casado con una compatriota francesa, que contaba entonces con diversos negocios en Valencia, a quien pronto convirtió en principal socio de sus ulteriores negocios y sociedades, así como en el padrino de uno de sus futuros hijos.

Sabemos que, con Ballesteros, Mahou visitó la ciudad de Barcelona y posiblemente se estableciera durante un corto espacio de tiempo en ella, comenzando, desde entonces, a trabajar en la fabricación de indianas (telas de colores para ser exportadas a las Indias), que le habrían de servir como inspiración para su futuro tejido industrial de empresas papeleras y coloreras.

La parte más especializada para estampar tejidos requería conocimientos y habilidades químicas, entender la naturaleza de los colorantes, así como las técnicas para ser aplicados y conocer los tipos más importantes para su impresión, y Casimiro Mahou los tenía. Además, poseía formación sobre máquinas de vapor, bombas de fuego aplicadas a telares mecánicos y aparatos para hilar, así como sobre el uso magistral de cilindros para estampar.

El periplo de Casimiro Mahou entre Zaragoza y Barcelona, y quizá Valencia, duró aproximadamente un año y medio. La primera sociedad mercantil entre Mahou y Ballesteros contaba con sedes en estas tres capitales.

Poco tiempo después de instalarse de nuevo en Madrid, el 10 de julio de 1846, fallecía de manera repentina, en su domicilio familiar de la Plazuela del Limón número 1, su esposa Jeanne (Maria Juana) de Colignan.

Para que alguien pudiera hacerse cargo y cuidar a su hija pequeña, Mahou contrató como criada para su casa a Brígida Solana Fernández, una joven de 22 años, que, tiempo después, el 13 de marzo de 1856, terminaría por convertirse en su segunda mujer.

Casimiro y Brígida tuvieron cinco hijos, Alfredo (1851), Enrique (1853), Luis (1856), Carolina (1858), y María Luisa Mahou Solana (1864), fallecida a los 17 años, completándose de este modo la saga de los hermanos Mahou-Solana. Pese a haber nacido en Madrid, todos ellos fueron inscritos en el padrón municipal con nacionalidad francesa.

En 1848, Casimiro Mahou se convirtió en el nuevo director de la antigua Real Fábrica de Papeles Pintados.

Ya en el ámbito empresarial, muy pronto el avezado francés fue consciente que las planchas de madera y métodos artesanos que se empleaban en la antigua Real Fábrica de Papeles Pintados estaban desfasadas y necesitaban de una acuciante e importante modernización.

El 29 de diciembre de 1850, Casimiro Mahou y Santiago Ballesteros se unieron para crear una sociedad mercantil “con objeto de establecer una fábrica de papeles bajo la denominación de Las Maravillas”.

Ambos se conocían desde años atrás, durante el primer periplo de Mahou por tierras españolas. El 1 de marzo de 1851, mientras comenzaban los trabajos municipales para la traída de aguas a Madrid, los dos socios inauguraron su nueva empresa. Desde entonces, ambos continuaron su actividad fabril y manufacturera en la Plazuela del Limón, tomando pronto, medidas para importar la más moderna maquinaria, convirtiéndose rápidamente en importantes referentes empresariales, en aquel Madrid industrial de mediados del XIX.

Además, durante 1853, adquirieron un inmueble en el número 4 de la calle Espoz y Mina, donde llegaron a producir entre 1.000 y 1.200 rollos diarios, y también compraron un almacén, bien surtido de papeles pintados, a Lorenzo García, antiguo responsable, años atrás, de la Real Fábrica de Papeles Pintados.

Exportaban sus productos a las posesiones españolas en Ultramar, a Portugal y sus colonias, así como a otros países, contando con depósitos en varias provincias, en las que también se vendían todo tipo de complementos como florones, frenos, levitas, mármoles, maderas o colgaduras.

La expansión y fama de “Las Maravillas” crecía entre la población y los medios de comunicación de la época se deshacían en elogios.

En el ámbito familiar, a partir de 1854, se pierde el rastro de la hija francesa de Casimiro Mahou y Jeanne (Maria Juana) de Colignan, que por aquel entonces contaba con doce años. Sin datos fehacientes, se cree que pudo marchar a Francia con su abuela materna, Anna de Colignan, establecida en París, a quien su hijo, Casimiro Mahou, siempre mandó y destinó testamentariamente una permanente compensación monetaria. No obstante, aunque se trata tan sólo de una especulación, hoy por hoy, nada sabemos sobre su posterior paradero.

Con fecha 7 de abril de 1856, Mahou y Ballesteros protocolizaron la compra, por 75.000 reales, de dos tierras extramuros de la corte. Mahou contaba en esta fecha con 47 años de edad y fue en este enclave donde el francés y el aragonés construyeron su nueva factoría, más grande y mecanizada, con la maquinaria más moderna de aquel tiempo.

Tras incesantes detalles y preparativos, el 1 de marzo de 1857, se verificó la inauguración oficial de la nueva gran fábrica de papeles pintados “Las Maravillas”, que contó con la presencia del último de los hijos del rey Carlos IV y Maria Luisa de Parma, el infante Francisco de Paula, futuro duque de Cádiz.

La nueva factoría, situada a tres kilómetros y medio de la Puerta del Sol, en el punto más alto de las cercanías de Madrid, dominando por una parte todos sus caminos y alrededores, viendo por otra a sus pies el Canal de Isabel II, lindaba con la carretera de Francia.

Se trataba de un establecimiento pionero y único en España, con sucursales en Barcelona, Zaragoza y Valencia y con depósitos en todas las capitales de provincia, llegando a contar con 200 trabajadores.

Con el paso del tiempo, su prosperidad se fue haciendo cada vez mayor. Sumaban más de 10.000 planchas y, tras diez meses del evento inaugural, su plantilla superaba ya los 300 obreros.

A finales del siglo XIX, “Las Maravillas” ya se había consolidado como el establecimiento de referencia para la burguesía, siendo la primera fábrica de papeles pintados en toda España, y una de las principales en toda Europa, creciendo paulatinamente su potencial y prestigio dentro y fuera de nuestras fronteras. En menos de nueve años, su capital activo había pasado de 80.000 reales a 2.200.000 reales de vellón.

Pero la familia Mahou continuaba creciendo y su líder pensaba en establecerse por su propia cuenta. Tenía sus ojos puestos en el edificio de la Plazuela del Limón, donde había dirigido anteriormente la clausurada fábrica de Lorenzo García, antaño Real Fábrica de Papeles Pintados. Su viuda, Ramona Vela, no podía afrontar los costes del inmueble y a Casimiro Mahou –muy hábil en las finanzas– se le planteó la oportunidad de adquirirlo.

De este modo, Mahou planeó traspasar su cincuenta por ciento de “Las Maravillas” a Santiago Ballesteros y con los ingresos obtenidos en esta operación acometer su nuevo proyecto industrial.

El 18 de abril de 1859, los dos socios procedieron a disolver formalmente la sociedad “Mahou y Ballesteros”, vendiendo el primero su parte y comprándola el segundo. A partir de esta fecha, “Las Maravillas” pasó a ser propiedad exclusiva de Santiago Ballesteros. Mahou se comprometió con su ya ex socio a que no le haría competencia, ni crearía ningún negocio similar.

Con el capital de esta operación, Casimiro Mahou se apresuró a adquirir todas las instalaciones de la antaño Real Fábrica de Papeles Pintados a Ramona Vela, viuda de Lorenzo García.

A finales de 1860, comenzaron las primeras reformas en el interior del vasto inmueble ubicado en la Plazuela del Limón número 1 para construir un depósito de colores, al tiempo que Mahou se movía veloz entre sus importantes contactos nacionales e internacionales para proveerse de maquinaria y enseres destinados a su nuevo proyecto fabril.

Atrás quedaba el negocio de los papeles pintados que durante tantos años había elaborado en “Las Maravillas” con su ex socio Santiago Ballesteros, preparándose ahora Casimiro Mahou para iniciar y acometer la aventura de crear “El Arco Iris. Gran Fábrica de Colores y Pinturas al Temple y al Óleo”, a cuyo frente se situaría hasta su fallecimiento.

Ya en solitario, continuó adquiriendo maquinaria, obteniendo pigmentos de plantas, tierras y minerales, mezclando preparados químicos en el laboratorio a diferentes temperaturas para obtener tonalidades y haciendo uso de su dilatada experiencia y brillantes conocimientos químicos. Conocía perfectamente el proceso: primero las indianas, luego los papeles pintados y ahora simplemente se trataba de obtener colores.

A comienzos de 1867, la fábrica “El Arco Iris” adquirió un nuevo local en la calle Jacometrezo número 17, donde se abrió al público “un despacho de colores, barnices y demás drogas”.

Pasados unos años, en 1874, y usando contactos de anteriores industrias, Casimiro Mahou –emprendedor nato– decidió afrontar un nuevo proyecto.

Se trataba de una fábrica de hielo para la que adquirió la más moderna tecnología existente en el mercado internacional. Pero, llevando ya una considerable suma invertida, descubrió la incapacidad e ignorancia tecnológica y desconocimiento en nuestro país para hacer funcionar esta empresa.

Sin hallar quien pudiese ponerla en marcha, se sintió forzado a deshacerse de toda la maquinaria que había adquirido (la mayoría en Alemania), viéndose obligado a dispensarla para chatarra.

Tal fracaso no desanimó a la familia Mahou y, sin cesar en su objetivo, sus tres hijos varones viajaron periódicamente a Francia y Alemania para formarse, conocer y aprender de primera mano lo necesario y así emprender con ciertas garantías de éxito ese nuevo negocio.

La fortuna familiar entonces ya era considerable y el “Arco Iris” les proporcionaba importantes beneficios. Además, desde el principio, y tras las distintas reformas, Casimiro Mahou obtenía suculentos ingresos por el arriendo de varias casas y estancias en el vasto inmueble de su propiedad.

El 19 de agosto de 1875, siendo las doce de la mañana, fallecía en su residencia madrileña Casimiro Mahou Birhans.

De este modo, concluía la etapa vital de este pionero, audaz y decidido emprendedor industrial y comerciante, dando comienzo, desde ese momento, la historia de su viuda, Brígida Solana, y la de sus cinco hijos, quienes desde entonces pasaron a ostentar la dirección de sus empresas, bajo la nueva denominación de “Fábrica al Vapor de Colores, Barnices y Hielo Artificial, Viuda e Hijos de Casimiro Mahou”, una nueva factoría industrial que contaría con una gran diversidad de productos (pinturas, tintes, barnices, etc.), artículos que progresivamente irían desapareciendo, para ir dejando paso, con el tiempo, a la fabricación de barras de hielo y acometer, posteriormente, la fabricación de cerveza.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Diocesano de Madrid, “Expediente matrimonial entre Casimiro Mahou y Brígida Solana”, signatura 6747/9; AHDM, “Partida de defunción de Juana de Colignan” (10 de julio de 1846), Libro 21 de defunciones de la parroquia de San Marcos (imágenes 457-548); Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (AHPM), “Constitución de sociedad para fábrica de Papeles Pintados ‘Las Maravillas’” (29.XII.1850), ante Domingo Monreal, t. 26.180; AHPM, “Escritura y compra de dos casas a Francisco Sebastián (07.IV.1856)”, ante Valentín Santos Díaz, t. 25.866; AHPM, “Escritura sobre disolución Mahou y Ballesteros (18.IV.1859)”, ante José de Celis Ruiz, t. 25.960.

 

J. J. García Miravete, 125 años de Mahou: Historia de una dinastía cervecera, Madrid, Grupo Mahou-San Miguel, 2013.

 

José Antonio Rufete García y Javier Julio García Miravete

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