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Juan Luís Martínez del Cerro y Picardo

Biografía

Martínez del Cerro y Picardo, Juan Luis. Cádiz, 8.X.1897 – 3.XII.1972. Diputado a Cortes, presidente de Diputación y benefactor de la provincia de Cádiz.

Hijo del bodeguero Luis Martínez del Cerro y Acaso y de su mujer María de los Dolores Picardo y Barriere.

Recibió una esmerada educación y formación, licenciándose muy joven en Derecho por la Universidad de Sevilla, profesión que no llegó a ejercer. Fue un trabajador incansable y fiel cumplidor de los deberes cívicos. Ejerció como agente de seguros, delegado provincial de la Sociedad General de Autores de España, consejero de IGFISA, vocal de la Cámara de Comercio, del Consejo del INP y vocal secretario de la Zona Franca. Del año 1927 hasta el 1930 fue teniente de alcalde de Cádiz, en la Corporación presidida por Ramón de Carranza. Casó en octubre de 1934 con Emilia García-Limón. En 1936 fue comisionado para hacerse cargo de dicho Ayuntamiento y, nombrado gestor municipal, actuó como primer teniente de alcalde, hasta mediados de 1938.

Tras ser movilizado por causa de la Guerra Civil, volvió como primer teniente de alcalde en 1941, en la Corporación presidida por Fernando de Abárzuza y Oliva. En los trágicos sucesos de la explosión de Cádiz del 18 de agosto de 1947, fue nombrado delegado de alojamientos, lo que aprovechó para contar con la colaboración de la Alta Comisaría de España en Marruecos, con su amigo el general José Enrique Varela Iglesias, resultando providencial para atender a los enfermos que no contaban con ayuda, y evitando así muchas muertes.

Fue elegido al Congreso de los Diputados para la II legislatura (13 de mayo de 1946), III (13 de mayo de 1949), IV (14 de mayo de 1952) y V (14 de mayo de 1955). En febrero de 1948 tomó posesión de la presidencia de la Diputación Provincial, cargo en el que cesó en el año de 1957. También fue gobernador interino en varias ocasiones, y procurador en Cortes, instando constantemente al Gobierno, para que llevara a cabo obras hidráulicas y de equipamiento en la provincia. Desde su cargo en el Consorcio de la Zona Franca, sin costo alguno para el erario provincial, consiguió los servicios de la maquinaria pesada para la construcción del teatro de verano de Cádiz. Y aprovechó la firma del protocolo Franco- Perón, para que la Empresa Nacional Elcano dragase el puerto de la Zona Franca con la ayuda de una empresa belga. Instauró en la Diputación el reglamento de los funcionarios, dotando de vestuario al séquito provincial, con clarineros, maceros y sirvientes a la federica y guardias de gala. Estableció el nuevo escudo heráldico, y restauró el Salón Regio. Su imagen y prestigio las aprovechó —entregándose para ello a un duro trabajo, y sin ningún tipo de sueldo— para culminar, con el apoyo de su paisano Francisco García de Sola, y de su amigo —entonces ministro— Fernández Ladreda, la política de pantanos que libró a la provincia de la sed y paralización de sus industrias, a la vez que promocionó su sector turístico.

Pero, ante todo, fue un protector y benefactor de aquéllos con escasos recursos económicos, y muy especialmente de los enfermos. Fue providencial, además de contundente, su actuación en la epidemia de tifus en Villamartín. Así como su labor en el hospital Mora, en el Sifilicomio, en el Psiquiátrico, en los hogares de la Milagrosa, Purísima Concepción, o en Nuestra Señora de los Dolores. Trabajó por la canalización de los enfermos de lepra hacia el sanatorio de Trillo. Colaboró en la erradicación de la tuberculosis, dotando al Hospital Mora de un laboratorio capaz de fabricar tanto analgésicos como hidracinas, que se distribuían gratuitamente en los centros sanitarios a personas que lo necesitaran. Proyectó y maquetó la nueva Casa Cuna, y subvencionó hospitales de Algeciras, Arcos, La Línea y Jerez de la Frontera, siéndole necesario en muchas ocasiones disponer de su patrimonio y aval personal. Fue fiel a su consigna de “primero atender y después el papeleo”, y “si no hay camas disponibles, que las pinten”. En la misma línea, creó un economato para mejorar el poder adquisitivo de los funcionarios. Promovió los primeros proyectos de viviendas para funcionarios y obreros. Y logró autorización para ofrecerles jubilaciones anticipadas con el 100 por cien de sueldo. Se adelantó a Ley de Régimen Local, al convocar las primeras oposiciones libres, para dotar a la plantilla de funcionarios de titulados superiores. Apoyó la cultura, otorgando ayudas a publicaciones o becas de estudio. Promovió con todas sus fuerzas a las cofradías y hermandades de Cádiz.

Su labor en la Diputación terminó dejando saneada la Hacienda Provincial, de cuyo superávit tuvo conocimiento el presidente que le sucedió, quedando constancia en su correspondiente acta de arqueo.

Estuvo en posesión, entre otras condecoraciones, de la Gran Cruz del Mérito Civil. Murió el 3 de diciembre de 1972, en Cádiz.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del congreso de los Diputados, II, III, IV y V Legislatura, años 1946-1955; Archivo de la Diputación de Cádiz; Archivo Privado de don Antonio Sancho, Secretario de la Diputación de Cádiz; Archivo Parroquial de San Lorenzo, Lib. de Bautismos; Archivo Parroquial del Rosario, Lib. Defunciones; Archivo Municipal de Cádiz; Archivo Histórico Provincial de Cádiz; Archivo Privado Familia Martínez del Cerro; Archivo Municipal de Villamartín; Archivo Municipal de Grazalema.

J. N. Núñez Calvo, General Varela. Diario de Operaciones, 1936-1939, Madrid, Almena, 2004.

 

Alfonso Palomino y Martínez del Cerro

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