Palanca Gutiérrez, Carlos. Valencia, 24.IV.1819 – Madrid, 16.VI.1876. Militar, ministro plenipotenciario ante el imperio de Annam, jefe de la expedición española a Cochinchina.
Hijo de una familia acomodada de comerciantes. Siguiendo los deseos paternos, realizó estudios mercantiles en Francia, pero cuando la edad se lo permitió, el 18 de abril de 1839, sentó plaza como subteniente de gracia en el Regimiento Provincial de Milicias de Soria, destacado en Málaga. Encuadrado en su unidad prestó servicios de escolta de convoyes y persecución de bandoleros por Sierra Morena hasta noviembre de 1840, cuando con motivo de los reajustes habidos en el Ejército tras la guerra civil, pasó al arma de Infantería. Durante el primer trimestre de 1841 permaneció en la isla de Alhucemas dedicado a la vigilancia del contrabando, misión que prosiguió por tierra a lo largo de la costa de Murcia. Hallándose en este desempeño ascendió a teniente y el 20 de agosto de 1843 mandó en Albacete una sección de las tropas que se enfrentaron a las del Batallón Franco de Leales de Valencia, sublevadas en la ciudad manchega. Por su brillante actuación en este acontecimiento fue ascendido a capitán.
En noviembre de 1843 embarcó en Cádiz para realizar una larga travesía de cinco meses de duración que le llevó al puerto de Manila. A los ocho meses de estancia en el archipiélago contrajo una grave enfermedad, a consecuencia de la cual regresó a Madrid. La tranquila vida de guarnición en la Corte se vio alterada en agosto de 1845 cuando grupos de sediciosos intentaron tomar el cuartel del Pósito. Con las tropas a su mando, el joven capitán les hizo frente con éxito durante los tres días que duraron los asaltos al establecimiento militar. En noviembre pasó destacado a Sevilla, donde permaneció en servicios de guarnición hasta julio del año siguiente, cuando recibió la orden de trasladarse al condado de Niebla para integrarse en el Ejército de operaciones de Portugal, mandado por el general Ricardo Shelling.
Una vez en Sevilla, el 14 de mayo de 1847 la unidad de Palanca ejerció como fuerza de orden público sofocando un alboroto popular motivado por la subida del pan. Las tropas que salieron a la calle en aquella ocasión estaban mandadas por el brigadier Antonio Descallar. Dominada la situación, el capitán pasó a operar en tierras de Cataluña donde volvían a renacer las partidas carlistas. La misión terminó en mayo de 1848 cuando nuevamente fue requerido para actuar ante una nueva agitación popular en Granada. Por su valerosa actuación en el conflicto recibió como recompensa la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase.
Aún prestó servicios el veterano capitán durante dos años más en Andalucía, como fiscal militar, jefe de transeúntes y secretario de la Comandancia Militar de Málaga. A finales de 1851 solicitó destino en Madrid, pero a los diez meses quedó en situación de reemplazo. En el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra se convocaron vacantes para el Ejército de Filipinas: era la ocasión de volver al servicio activo precisamente en un territorio que apenas tuvo tiempo de conocer. Palanca solicitó una de las plazas y, con fecha 11 de octubre de 1852, fue destinado al Regimiento de Infantería de la Reina, con plana mayor en Manila. El 18 de diciembre, con la divisa de segundo comandante recién estrenada, ponía pie en la cubierta de la fragata Encarnación, que le había de llevar a su destino desde el puerto de Cádiz.
Durante tres años realizó misiones de vigilancia y persecución de rebeldes y bandoleros por diferentes puntos de la isla de Luzón. Su probada competencia profesional favoreció su nombramiento como comandante general de La Laguna, Toyaba y Batangas, localidades conflictivas situadas al sur de la capital. Desde su llegada a la comandancia se empeñó en la lucha contra la delincuencia; organizó batidas durante los tres primeros meses del año, con tal éxito que en abril recibió la felicitación del capitán general por considerar esta autoridad que el territorio al sur de la isla de Luzón quedaba completamente seguro. Palanca era ya una figura reconocida y respetada en todo el archipiélago y pronto esa aureola de eficacia militar lo elevaría a un puesto destacado en la historia del Ejército español.
En 1857 llegaban noticias inquietantes a Manila sobre la situación en el vicariato de Tonkín. La persecución religiosa iniciada años atrás por el emperador de Annam, Tu-Doc, se acentuaba con repetidos arrestos y ejecuciones de misioneros españoles y franceses. Entre los religiosos en peligro de muerte se hallaba el dominico español José María Díaz Sanjurjo, obispo de Platea y vicario apostólico del Tonkín central. El cónsul español en Cantón, Nicasio Cañete, tuvo noticia del arresto del obispo en la localidad Cochinchina de Nam Din. El diplomático informó a su vez al plenipotenciario de Francia en China, Alfonso de Bourbulón, por si podía cooperar en la liberación del prisionero, puesto que la persecución religiosa venía siendo un problema común a ambos países. El informe partió así mismo hacia Madrid, donde el gobierno del general Narváez lo remitió al embajador en París para su despacho con Napoleón III.
Mientras se desarrollaban las gestiones entre París y Madrid se supo en Cantón que el obispo español había sido ejecutado el 30 de julio y que numerosos cristianos, nativos y europeos, estaban sufriendo castigo por pueblos y ciudades de Tonkín, Annam y Cochinchina. El gobierno francés proyectó una expedición de castigo en territorios dependientes del emperador Tu-Doc para que cesaran las persecuciones. La operación fue confiada al almirante de la flota francesa en el mar de la China, Rigault de Genouilly. Por parte española, el Gobierno decidió poner a las órdenes del almirante francés una división de mil cuatrocientos hombres.
En diciembre de 1857, el capitán general de Filipinas, Fernando de Norzagaray, organizaba la unidad expedicionaria. El contingente militar estaba formado por el Regimiento de Infantería Fernando VII n.º 3, más sendas compañías de los regimientos de cazadores del Rey n.º 1 y de la Reina n.º 2, mandadas respectivamente por los capitanes del arma Jorge Rico y Juan Maurat; como tropas de apoyo partían tres secciones de artillería, a cargo del capitán Francisco Rull y una sección de sanidad mandada por el médico militar Pascual Torrejón. Al frente del contingente español iba el coronel de Infantería Bernardo Ruiz de Lanzarote con el comandante Carlos Palanca Gutiérrez como segundo jefe.
El 12 de agosto de 1858 atracaba en la bahía de Manila el vapor francés Dorogne, con orden de proceder al embarque de tropas. El segundo contingente partió de Manila a bordo de la fragata Durance el 6 de septiembre. En esta unidad de la armada francesa viajaban el coronel Ruiz de Lanzarote, el teniente coronel Ascario, los comandantes Palanca, Primo de Rivera y el resto de la oficialidad. Los dos barcos pusieron rumbo a la bahía de Yu Lin Can, en la costa sur de la isla de Hainam, donde tendría lugar la concentración de la escuadra, doce unidades francesas y el aviso español Elcano. En la bahía de Turón, actual Danang, en el litoral meridional de Vietnam, se fijó la base de operaciones. El 14 de septiembre comenzaron las actividades militares con el bombardeo y toma de los fuertes que protegían la entrada a la bahía de Turón. Carlos Palanca mandó una de los columnas que reconocieron la zona y destruyeron las fortificaciones enemigas.
El 3 de febrero de 1859 partía la flota hacia Saigón, en el transporte Seoane embarcaron las cinco compañías españolas destinadas a la operación. Una semana después llegó la flota al río Mekong, comenzando el bombardeo del primer fuerte cochinchino. Sucesivamente, durante seis días, fueron ocupados los ocho fuertes que protegían el delta. Tras un duelo de artillería entre las unidades navales y las defensas de la fortaleza, al amanecer del 17 se inició el asalto. El comandante en jefe de la operación fue el almirante Genouilly, mientras que el mando de las tropas españolas recayó sobre el coronel Lanzarote. Previo al ataque se habían formado dos columnas españolas, una de reserva, al mando del comandante José González, y otra de asalto, dirigida por los comandantes Palanca y Primo de Rivera.
La punta de vanguardia de las tropas que tomaron la fortaleza estaba integrada por los hombres del comandante francés Despallieres, y la compañía española de desembarco de Elcano iba mandada por el alférez de navío Siro Fernández. Una vez coronadas las murallas por medio de escalas, entró en acción el grueso de la columna, cuyos hombres desbordaron las defensas enemigas desplegándose por las calles del recinto fortificado. Al caer la noche, la capital de la Baja Cochinchina se hallaba en poder de las tropas aliadas. Con esa fecha le fue concedido a Carlos Palanca el grado de teniente coronel por méritos de guerra. El mando francés, creyendo suficiente la toma de Saigón para negociar favorablemente con Tu Doc, ordenó suspender las operaciones. El almirante Genouilly fue relevado por su compatriota Page, y éste dispuso, el 8 de marzo, que parte de la flota regresara a Turón y el grueso de la tropa española, a Manila. La operación militar se daba por concluida, aunque no la diplomática, a cargo exclusivamente de Francia con el gobierno annamita. Palanca fue recompensado por Napoleón III con la distinción de caballero de la de la Orden Imperial de la Legión de Honor.
El teniente coronel Palanca embarcó en Manila rumbo a la Península el 2 de junio, por haber concluido el sexenio reglamentario de permanencia en el archipiélago. A su llegada a Madrid presentóse en el Ministerio de la Guerra para incorporarse a su destino en la Junta Consultiva de Guerra. A petición del ministro, José Mac Crohom, rindió informe de las operaciones realizadas en Cochinchina; en consecuencia, en febrero de 1860 recibió el nombramiento de ministro plenipotenciario de Su Majestad para realizar tratados de paz, amistad y comercio con el gobierno de Annam. Dos días más tarde era nombrado comandante general de las fuerzas expedicionarias en aquel Imperio.
El 10 de mayo llegó a Saigón. La guarnición estaba formada por 322 soldados franceses y 233 españoles. Ante la decisión de retirada tomada por el contralmirante Page, el enemigo se fortaleció considerablemente: atacó en las inmediaciones de la ciudad con un ejército de un millar de hombres durante los días 3 y 4 de julio. El golpe fue detenido por las tropas aliadas a las órdenes de Palanca, entre las que destacó la compañía española del capitán Ignacio Fernández. Esta operación se consideró como la más importante de la campaña desde el punto de vista militar. El recrudecimiento de la resistencia obligó a Francia a enviar a Saigón, en la primera semana de 1861, siete compañías de Infantería de Marina; sucesivamente llegaron varios buques más procedentes de China. Tomó el mando de las tropas el vicealmirante Charner.
La segunda fase de la operación militar en Cochinchina comenzó el 24 de febrero de 1861, cuando los franceses se hallaban debidamente equipados. El fuego se abrió sobre las posiciones atrincheradas de la región de Ki Hoa. El cuerpo de operaciones francés, al mando del general Vassoigne, constaba de 3.330 hombres. Carlos Palanca tomó a sus órdenes la columna de asalto, cayendo herido de bala en la pierna derecha. La operación concluyó tras un día de combates con 300 bajas francesas y 46 españolas. En poder de los aliados quedó la gran llanura de Ki Hoa y todas las fortificaciones y trincheras enemigas. Tras la pacificación de Ki Hoa, las operaciones se extendieron a la provincia de My Tho en cuya capital mandó Palanca la extrema vanguardia. En noviembre llegó al territorio el contralmirante francés Bonard; este militar debía extender el dominio francés a las provincias limítrofes con Saigón. Concluida la campaña, Francia ofrecería sus tropas para obtener un establecimiento español en Tonkín, siempre que llegaran refuerzos suficientes desde Manila. Durante el primer trimestre de 1862 prosiguieron las operaciones en una sucesión interrumpida de combates por los lugares más conflictivos de la Baja Cochinchina. El 12 de marzo, Palanca ascendió a coronel por méritos de guerra.
En la primavera la persecución a los cristianos se agudizó, pero el estallido de una revolución interna obligó a Tu Doc a solicitar negociaciones de paz. El contralmirante Bonard por Francia y el coronel Palanca por España, redactaron el texto. Francia recibía una indemnización de guerra y derechos territoriales sobre las provincias conquistadas, se admitía la libertad de cultos, y España obtenía el libre comercio en los puertos de Balat, Turón y Quang Ann. El tratado se firmó en Saigón a bordo del navío Duperré, tras unas conversaciones entre las partes que se desarrollaron durante los días 28 de mayo a 5 de junio de 1862.
En los primeros días de 1863 se activó nuevamente la insurrección en el territorio. En febrero llegaron refuerzos procedentes de Manila, 515 hombres al mando del comandante Luis Roig. Palanca ocupó el enclave de Go Cog siguiendo en campaña, conjuntamente con los franceses, hasta la total pacificación de la zona a mediados de marzo. Las tropas españolas embarcaron en Saigón el 1 de abril llegaron a Manila el 7, donde se les tributó un caluroso recibimiento.
El 14 las partes ratificaron el tratado de paz; días después, Palanca partía de Turón rumbo a Singapur para regresar a España; el 9 de junio ascendía a brigadier por méritos especiales.
En Madrid recibió Palanca el nombramiento de 2.º cabo de la Capitanía general de Canarias, pero apenas hubo tomado posesión del cargo fue reclamado para la isla de Santo Domingo, donde le fue asignado el Gobierno militar de Puerto Plata. Durante cuatro meses, de marzo a junio, dirigió importantes acciones de pacificación en su territorio, pero una disentería grave le obligó a dejar el mando, pasando al hospital de Santiago de Cuba primero, y después a Madrid. Apenas recuperado de su enfermedad volvió a emprender viaje a Ultramar, ahora a Filipinas por tercera vez. En noviembre llegó a Manila donde el capitán general lo envió en comisión de servicio a la isla de Mindanao. Ocho meses más tarde embarcó hacia la Península por orden del general O’Donnell.
Al regreso de su último viaje a Filipinas, Palanca quedó apartado del servicio y estuvo en situación de cuartel durante tres años, primero en Sevilla y después en Canarias. Desde la isla de Lanzarote remitió al Ministerio de la Guerra una instancia en la que solicitaba licencia para regresar a la Península. El tono en que fue redactada la solicitud motivó la formación de un consejo de guerra de oficiales generales, celebrado en Santa Cruz de Tenerife el 14 de mayo de 1866. La condena a prisiones militares fue aprobada por el Tribunal Supremo de Guerra y Marina el 25 de mayo de 1868. Pero el destronamiento de Isabel II supuso su inmediata rehabilitación: el general Prim firmó en 10 de octubre su ascenso a mariscal de campo “en atención a los servicios prestados a la causa del alzamiento nacional”; con la misma fecha fue nombrado gobernador militar de la provincia de Murcia y plaza de Cartagena. En diciembre pasó a Puerto Rico como 2.º cabo de aquella Capitanía, destino que desempeñó hasta junio de 1870 en que dimitió, pasando voluntariamente a la situación de cuartel en Barcelona.
Un nuevo destino puso una vez más en Ultramar al mariscal Palanca. En enero de 1871 el general Serrano lo nombró jefe de la Comandancia General de Operaciones y gobernador político del Departamento Oriental de Cuba. Destacaron bajo su mando las acciones llevadas a cabo contra los insurrectos por los montes de Estacada, que contribuyeron eficazmente a la pacificación del territorio. A final de año fue relevado y en julio de 1872 se hizo cargo de la Capitanía General de Canarias, hasta la proclamación de la República. Durante el régimen republicano fue recompensado con la Gran Cruz del Mérito Militar por su actuación en Cuba y recibió, sucesivamente, los nombramientos de capitán general de Burgos y de las islas Baleares.
La estrella de Palanca se eclipsó definitivamente en julio de 1874 cuando fue cesado por orden del general Serrano, quedando en situación de cuartel en Madrid. En noviembre de 1874 publicó un artículo en la prensa que se consideró ofensivo contra el Gobierno y la primera autoridad de la nación. En consecuencia, fue condenado a prisiones militares, pena que le fue conmutada por arresto domiciliario, dado su delicado estado de salud. Finalmente el general y ministro de la Guerra Joaquín Jovellar gestionó el indulto con el Gobierno de la Regencia y Palanca quedó en libertad el 5 de enero de 1875.
Tras un viaje privado por Génova y Turín, el agravamiento de sus dolencias obligó al veterano mariscal a desplazarse desde su residencia en Palma de Mallorca a Madrid, donde falleció el 16 de junio de 1876. Contaba con aproximadamente sesenta años y un historial militar que pocos de su generación pudieron igualar.
Estaba en posesión de dos Cruces de San Fernando, Cruces del Mérito Militar, de Isabel la Católica y de Carlos III y era comendador de la Legión de Honor Francesa, aparte de otras condecoraciones que se le habían concedido. Su opinión, siempre defendida, sobre el desairado papel de España ante Francia en la cuestión de Cochinchina, le originó constantes problemas.
Obras de ~: Manual de voces de mando para las maniobras de infantería, Manila, 1854; Reseña histórica de la expedición de Cochinchina, Cartagena, 1869; Tratado sobre colonias militares, Madrid, 1874.
Fuentes y bibl.: Archivo Central Militar, Secc. 1.ª, leg. P‑216. Exp. personal de Carlos Palanca Gutiérrez..
M. Gistau, El coronel Palanca, recuerdos de una expedición a Cochinchina, Madrid, 1913; F. Gainza y F. Villarroel, Cruzada española en Vietnam, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972; F. Palanca Morales, Breve reseña histórica de la expedición militar española a Cochinchina, Madrid, 1998.
Miguel Parrilla Nieto