Catalá i Albosa, Jaume. Arenys del Mar (Barcelona), 1.XI.1835 – Barcelona, 21.II.1899. Canonista, obispo de Cádiz y Barcelona, senador.
Cursada la carrera sacerdotal en los seminarios diocesanos de Girona y Barcelona, y siendo precozmente catedrático del primero —1856—, atesoró también muy pronto la importante experiencia de ser secretario particular del famoso e indomable arzobispo tarraconense J. Costa i Borrás, a cuya muerte, y tras el desempeño de la cura de almas en su parroquia natal, se trasladó a Madrid para ocuparse de la dirección espiritual del Colegio de las Ursulinas. Doctorado en Cánones por la Universidad Pontificia de Toledo.
Nombrado sin tardanza abreviador de la Nunciatura, secretario general de Cruzada y fiscal de la Real Capilla y del Vicariato Castrense, distinguióse en el segundo de los cargos, particularmente, en la difícil coyuntura creada por la Primera República. Con notables dotes para las relaciones sociales y excelente conocedor de los ambientes eclesiásticos y políticos, el nuncio Simeón contó con su consejo y colaboración en los numerosos nombramientos episcopales de los inicios del canovismo. Carente de currículum académico para aspirar a su propia promoción episcopal fue improvisado como doctor en Cánones en la Universidad Pontificia de Toledo, tras lo que será propuesto para obispo de Cádiz a finales de febrero de 1879. En el cuatrienio de su pontificado en una diócesis recibida, según su propio juicio, en situación semicaótica, sus esfuerzos se centrarán en la solidaridad activa con las clases indigentes, la meticulosa atención al seminario conciliar y el reordenamiento administrativo de la diócesis con la celebración —15- 18 de febrero de1882— del primer de sus sínodos dela edad contemporánea. Designado senador real en 1883, poco antes de su preconización como obispo de Barcelona el 9 de agosto del mismo año, presentó y defendió —mayo-junio— en la Cámara Alta una frustrada proposición de ley sobre la regulación del servicio militar de los seminaristas. A disgusto con su cabildo y clero, sus grandes influencias madrileñas —en particular, la del prohombre conservador Alejando Pidal y Mon— le valieron para satisfacer sus deseos de regir una diócesis de gran relieve. En el ebullente quindecenio en que ocupara la mitra barcelonesa su tarea descansó en amortiguar el feroz antagonismo entre las diversas orientaciones políticas del clero y laicado y, en menor medida, la potenciación del cristianismo social. Engolfado, por lo demás, en pleitos e intrigas menores clericales y políticas, el balance de su pontificado fue el de una gran ocasión perdida para el catolicismo catalán, el más desarrollado de la nación.
Bibl.: J. M.ª León y Domínguez, Recuerdos gaditanos, Cádiz, Tipografía de Cabello y Lozón, 1897; V. Cárcel Ortí, León XIII y los católicos españoles. Informes vaticanos sobre la Iglesia en España, Pamplona, Eunsa, 1988; J. M. Cuenca Toribio, Estudios sobre el catolicismo español contemporáneo. I. Córdoba, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1990.
José Manuel Cuenca Toribio.