Lozano y Blasco, Saturnino. Madrid, 20.XI.1789 – 1860. Traductor y catedrático de Griego.
Se inició en el conocimiento de la Lengua Griega en los Reales Estudios de San Isidro, de la mano de Gómez Hermosilla, y, sobre todo, de Flórez Canseco, de quien siempre se reconoció discípulo. Durante la época fernandina siguió ligado a esta institución, donde desempeñó el cargo de oficial 4.º de la Biblioteca (1822), en sustitución de Sánchez Barbero, que había muerto en prisión. Acabado el período constitucional, con el restablecimiento de las órdenes religiosas, la Biblioteca del Colegio Imperial se devolvió a los jesuitas, y Lozano, junto con el resto de los empleados y el bibliotecario mayor, García de Arrieta, abandonó su puesto. Poco se sabe de las actividades del helenista durante los siguientes nueve años. En el comienzo de la década de 1830 había sido nombrado académico supernumerario de la Academia Latina, refundada poco después (1831) como Real Academia Greco-Latina, al incorporarse a ella los estudios helénicos.
Hay constancia de que Lozano superó el reglamentario examen de Griego (1832) adquiriendo así la categoría de profesor supernumerario de Lengua Griega que le facultaba para ganarse la vida mediante la docencia de esta lengua.
Tras el fallecimiento del helenista Albizú, pasó a la clase de académico de número en la Academia Greco- Latina (1833). La importancia de Lozano durante la breve época de esplendor de esta corporación (1831- 1833), coincidente con los últimos años del reinado de Fernando VII, es capital para el helenismo español, ya que fue uno de los escasos intelectuales que mantuvo vivo el rescoldo de los estudios clásicos en este momento de sequía cultural, como miembro destacado de la Comisión de Lengua Griega de la mencionada Academia Greco-Latina (1831-1834). En el declive de la institución, a la muerte del Monarca, Lozano, de talante liberal, volvió a vincularse a los ahora llamados Estudios Nacionales de San Isidro como bibliotecario mayor y catedrático de Griego (1836) y se incorporó a la enseñanza en las cátedras gratuitas del Ateneo (1837-1843). También durante esta época ejerció la docencia privada de la Lengua Griega en el colegio de Santiago Masarnau, centro madrileño que ofrecía “una enseñanza preparatoria para el estudio de todas las carreras”.
Poco después, Lozano sería personaje destacado en el establecimiento de la Universidad Central, a la que se incorporó como catedrático de ascenso (1845), y donde fue maestro de helenistas como Lázaro Bardón o Raimundo González Andrés, dejando inacabado a su muerte un proyecto de Diccionario griego-español y las traducciones, hoy perdidas, de Demóstenes y Esquines.
Su Gramática griega (1849), premiada por la Corona, se utilizó durante mucho tiempo como libro de texto en las universidades. Se conserva, asimismo, su Discurso en alabanza de la lengua griega, en versión griega y castellana, que fue leído en la sala de juntas del Ayuntamiento de Madrid el 27 de noviembre de 1831, con ocasión de la instauración de la Real Academia Greco- Latina. En el momento de su muerte era también comandante de la Milicia Nacional y estaba en posesión de la Cruz de comendador de Isabel la Católica.
Obras de ~: Discurso en alabanza de la lengua griega, 1831 (inéd.); Gramática griega, Madrid, Tipografía Greco-Latina, 1849.
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Pilar Hualde Pascual
