Balaguer, Pedro. Elche (Alicante), c. 1540 – Madrid, 8.XII.1599. Importante general de la Orden de la Merced (OdeM) y su reformador.
Nació en Elche en torno a 1540. Vistió el hábito en el convento de Valencia. El capítulo general iniciado en Barcelona el 21 de septiembre de 1567 lo muestra ya en la cúpula de su orden, designado subelector y luciendo título de maestro en teología. Estuvo en el capítulo incoado en Zaragoza el 8 de septiembre de 1571, fungiendo de auditor de causas y siendo nombrado segundo elector general por su provincia.
En el capítulo general comenzado en Zaragoza el 23 de mayo de 1587 estaba como definidor por Aragón. El año 1595 era comendador de El Puig, pues el 9 de octubre firmaba una capitulación con Vicente Esteve, maestro cantero, para las obras de este monasterio, y asimismo en el capítulo general inaugurado en Valladolid el l de junio de 1596 se halló como definidor y comendador de Santa María de El Puig. Fue electo provincial de Aragón el 1 de junio de 1588 en el capítulo congregado en Valencia, para un trienio, que concluyó el 13 de septiembre de 1591 y, por segunda vez, en mayo de 1597, por el capítulo de Zaragoza.
El 13 de junio de 1589, el padre Balaguer había extendido poder al padre Dionisio Beltrán para pedir cuarenta mil sueldos a favor de la redención, en cuanto provincial y vicario general en Aragón y Navarra. En este cometido se hallaba cuando el 29 de mayo de 1599 se juntó capítulo general en Valladolid; y todos los capitulares, dieciséis votos, menos el propio que fue para el comendador de Elche, padre Dionisio Beltrán, lo erigieron en la suprema autoridad de la Merced. Bajo su dirección, la asamblea mandó: “Que todos los conventos celebraran los 8 de septiembre la fiesta de la Virgen de la Merced con misa, procesión y sermón; que se imprimiera el ceremonial de la Orden; que se realizara la colección de bulas y privilegios reales de la Orden; que los frailes vistieran paño y no estameña para vivir más pobremente; que ningún religioso sacara volúmenes de las bibliotecas conventuales, bajo pena de excomunión; que se recortaran las exenciones o privilegios de los religiosos llegados a dignidades”.
El rey Felipe II tenía su prevención sobre el capítulo de los Mercedarios, pero quedó muy satisfecho, tanto de la armonía con que se desarrollaron los comicios como de las condiciones del electo, según lo expresó en carta al duque de Sesa, su embajador en Roma: “varon anciano en la Religión, grave en letras, exemplar en virtud, experimentado en el govierno de la Religion, porque ha tenido a su cargo muchos Monasterios, y ha sido Provincial [...]; govierna la Religion con paz, y satisfacion universal [...]; hizo el Capitulo general algunas deliberaciones, y ordenaciones, no menos convenientes, que necesarias para el bien, y buen govierno y observancia de la Religión”. El papa Clemente VIII, el 10 de agosto de 1600, aprobó las actas de este capítulo general; pero fray Pedro Balaguer había entregado su alma a Dios en Madrid el 8 de diciembre de 1599, dejando fama de varón pío, celoso del bien de la Orden y amigo de paz. El 8 de julio de ese año 1599 había promulgado las determinaciones del capítulo general, “para que à todos fuesse manifiesto y nadie alegasse ignorancia en la Obediencia, y guardada, que en lo que en el mandamos, se debe”. Prometía la buena disposición del general Balaguer, por lo que su inesperada muerte fue una decepción universal. El padre José Linás lo califica de “venerable igual por senectud de los años como de los sentidos, recomendable por el saber, la virtud y la destreza en los negocios”.
Fuentes y bibl.: Archivo de la Corona de Aragón, Monacales, Hacienda, vol. 2667, Capitula Ordinis a 1456 ad 1571 y vol. 2683; Extractos de los Capítulos generales.
J. Linás Aznar, Bullarium caelestis ac regalis ordinis de Mercede, Barcelona, ex typographia Raphaelis Figueró, 1696; N. Cavero, Varia II (inéd.); A. Sancho Blanco, Provinciales de la Merced en Valencia, Roma, Imprenta Made di Dio, 1933; J. Millán Rubio, El Convento de la Merced de Elche, Elche, Instituto Histórico Padre Gazulla 4, 2002.
Joaquín Millán Rubio, OdeM