Oré, Luis Jerónimo. Huamanga (Perú), 1554 – Concepción (Chile), 30.I.1630. Predicador franciscano (OFM), escritor, obispo de La Imperial (Concepción), 1622-1629.
Su padre, Antonio de Oré y Río, fue músico y humanista, conquistador y rico encomendero; su madre, Luisa Díaz y Rojas, aportó al matrimonio una cuantiosa dote. De los dieciséis hijos de la familia varios se consagraron a la vida religiosa. Antonio de Oré era un “admirable latino” y comunicó sus conocimientos a sus hijos. Diferentes biógrafos indican que el descubrimiento de una mina de plata en sus posesiones ocasionó el empleo de los beneficios en la construcción del Convento de Santa Clara de Guamanga (1568) a su costa, y en él profesaron cuatro de sus hijas.
Fue inusual la instrucción musical de Luis Jerónimo: canto llano —gregoriano— y de órgano y tecla. Su otro gran don, el conocimiento de la lengua nativa, se atribuye a su contacto con los indígenas a su servicio en Cuzco, en lo que también destacaron tres de sus hermanos, frailes y predicadores como él. Hacia 1568 estudiaba en el Monasterio franciscano de Cuzco y, en Lima, en la Universidad de San Marcos. El informe de 1624 consigna que fue catedrático y lector de Teología. Su ordenación sacerdotal por fray Toribio de Mogrovejo tuvo lugar el 23 de septiembre de 1581.
Según los datos recogidos por la Crónica Franciscana, participó en el III Concilio Limense (1582- 1583) como perito para la redacción y traducción de un catecismo que incluye un cántico en quechua de Oré (Lima, 1584). En él fue constante la preocupación por publicar la doctrina en lenguas indígenas y su interés misionero. El cronista Córdova Salinas relata que misionaba a pie y descalzo con una cruz en las manos. Su inicial labor en los Andes debió de ser sobresaliente; el obispo de Tucumán, Hernando Trejo, le atribuyó numerosas conversiones entre los Collaguas. Más tarde los franciscanos fueron retirados por el comisionado general del Perú, Gerónimo de Villacarrillo (1581), hasta que los propios naturales se quejaron de los religiosos seculares y solicitaron el retorno de los franciscanos. En esta labor de recuperación de las antiguas parroquias o doctrinas colaboró activamente hasta 1595.
Fruto de su experiencia fue la redacción del Symbolo Catholico Indiano, que trató de publicar entre 1595 y 1598 en Lima. En su Rituale seu manuale peruanum señalaba que en 1604 presentó al obispo un Sermonario, un Manual para los sacramentos y un Vocabulario y Arte sobre los mismos en quechua y aimara. El Symbolo, redactado en el convento de Jauja, se compone de un sermonario, un arte en quechua y aymara, una descripción geográfica del Perú (VII, VIII y IX) y de los naturales de él y noticias sobre el origen de los indios. Porras Barrenechea afirma que se trata de la primera prosa científica escrita en quechua. Son los primeros versos en dicha lengua (unos por traducción de cánticos religiosos y otros originales de Alonso de Hinojosa) e inauguran la poética indígena en metros occidentales. Diferencia una corriente politeísta de una corriente monoteísta introducida por el inca Capac Y upanqui, quien intuyó que por encima de todo había un Pachacamac, es decir, un Hacedor del Universo. El sentido paradisial, colombino y lascasiano, se repite en sus narraciones. Pequeño manual de iniciación cristiana, fundado en la catequesis, su empleo fue impuesto por el Sínodo Provincial de Cuzco (1601) en todas las doctrinas de la diócesis.
Su erudición y sus condiciones naturales le llevaron a ocupar cargos de mayor responsabilidad en la orden hasta ser elegido guardián —provincial— de los Doce Apóstoles del Perú (Valle de Jauja). Hacia 1600 Oré trabajaba en Potosí, lo que era inusual, según refieren sus contemporáneos, puesto que las más ricas parroquias se concedían al clero regular.
A principios de 1605 viajó a España comisionado por el obispo de Cuzco para, entre otros asuntos, conseguir el apoyo del Rey en la construcción de una universidad. Con el encargo de saludar al Papa, viajó a Roma. En Italia publicó su obra más ambiciosa, Rituale seu manuale peruanum (Nápoles, 1607), dedicada a los misioneros de Perú. Contiene formularios breves explicando cómo administrar los sacramentos precedidos cada uno de una exposición en idioma nativo. La del bautismo en quechua y aimará, en puquina la de la comunión, y antecede una serie de preguntas al de la confesión. Textos en quechua, aymara, puquina, mochica guaraní y brasílico fueron compuestos por Oré, Alonso de Barzana, fray Luis de Bolaños, etc.
En las mismas fechas redactó su Tratado sobre las indulgencias (Alejandría, Italia, 1606), dedicado a Barbanio, el datario del papa Pablo V.
Probablemente a finales de 1611 recibió orden de reclutar misioneros para una expedición a La Florida. Por este motivo viajó de Italia a España (1612) y en Córdoba se entrevistó con el Inca Garcilaso de la Vega para recabar información sobre La Florida. Según confesión del propio Inca, le obsequió con tres ejemplares de La Florida y cuatro de la Primera Parte de sus Comentarios Reales. Finalmente veinticuatro misioneros voluntarios embarcaron sin su promotor en Cádiz en 1612. Seguramente el éxito obtenido ocasionó que se le encomendase conseguir otros veinte sacerdotes para trabajar entre los indios de Venezuela. En junio del año siguiente fue autorizado para embarcarse con destino a Indias, sin embargo, fray Antonio de Trejo, comisario general de Indias, le encomendó indagar la vida que había llevado en Andalucía fray Francisco Solano, muerto en Lima tres años antes. Oré ya había escrito una extensa relación sobre el milagroso fraile en Perú, y añadió estas nuevas investigaciones a su Relación de la Vida y Milagros del venerable padre Fray Francisco Solano (1614).
Este mismo año fray Juan Vibanco, nuevo comisario de Indias, encargó a Oré inspeccionar la provincia de La Florida y los conventos franciscanos de la isla de Cuba. Allí continuó con éxito su labor misional y presidió la primera reunión del capítulo general de la Orden Franciscana en la provincia. Fruto de sus recorridos es un relato a modo de diario: Relación histórica de la Florida. Debió de completar su misión en 1616 al tiempo que era nombrado visitador.
Su Relación de los mártires que ha habido en la provincia de la Florida (c. 1617) se basa en los informes recogidos a su llegada, de acuerdo con su cargo de visitador y comisario. Recogió datos sobre la evangelización llevada a cabo por los franciscanos, y el martirio sufrido por Pedro de Corpa, Blas Rodríguez, Miguel Añón, etc. Entre otros informantes cabe recordar a fray Francisco Pareja, autor también de catecismos y gramáticas indígenas (Arte de la lengua timugana), y fray Baltasar López. Otros sistemas de información están presentes, como el manuscrito redactado por Francisco Marrón —a quien el mismo asegura que enterró— y localizado en el Convento de La Habana. El relato abarca también informes sobre las colonizaciones inglesas.
En cuanto a sus escritos, el último, Corona de la Sacratísima Virgen María (1619), está dedicado a la Virgen de Copacabana y a su santuario.
Agobiado por la escasez de sacerdotes, Oré escribió al Monarca e indicaba la necesidad de unos treinta frailes más para trabajar con treinta mil indios en Apalache. En la relación informaba que regresaría a España con el custodio de La Florida para participar en el capítulo general de Salamanca (1620). A su llegada el Rey le confirmó como obispo de La Imperial (La Concepción de Chile) y a su regreso viajó por Trujillo, Guamanga y Lima para embarcar rumbo a Chile, donde finalmente llegó a comienzos de 1623.
Concepción era apenas algo más que una aldea, con cuatro parroquias, soldados hambrientos y desnudos e indios rebeldes. Solucionó la extrema escasez de los misioneros con el sistema de los fiscales, catequistas con cierta preparación que dirigían la vida de las comunidades cristianas. Durante más de un año cumplió su visita pastoral llegando hasta la isla de Chiloé, en el extremo Sur del territorio episcopal en 1625. Pero aún en 1627 se seguía quejando de la resistencia de los indígenas.
Un problema esencial al que se hubo de enfrentar fue la guerra araucana. A pesar de sus setenta años, acompañado de dos jesuitas, inspeccionó las misiones y estableció nuevas parroquias, así como un seminario. En su deseo de pacificar la zona sugirió que se aceptara el río Bío-bío como frontera natural entre españoles y araucanos. Pero su muerte, ocurrida el 30 de enero de 1630, truncó el propósito de un equilibrio de fuerzas.
Sus dos grandes aportes fueron el método de catequización mediante prácticas musicales y su preocupación por las lenguas nativas. Para Oré era imprescindible su conocimiento para lograr el acceso de los indígenas tanto a la doctrina como a la cultura occidental. Muestra de esta preocupación fue la creación por el virrey Toledo de una Cátedra de Quechua en la Universidad de San Marcos (1580).
Obras de ~: Symbolo Catholico Indiano en el cual se declaran los misterios de la fe contenidos en los tres símbolos católicos, Apostólico, Niceno y de S. Atanasio. Contiene así mismo una descripción del nuevo orbe, y de los naturales de él. Y un orden de enseñarles la doctrina cristiana en las dos lenguas generales, quechua y aymara, con un confesionario breve y catecismo de la comunión, Lima, Antonio Ricardo, 1598 (ed. facs. de A. Tibesar, pról. de J. Heras, introd. de L. E. Tord y N. D. Cook, Lima, Australis, 1992); Rituale seu manuale Peruanum, et forma brevis administrandi apud Indossacrosancta sacramenta: iuxta ordinem Sanctae Romanae Ecclesiae, Napoli, Iacobum Carlinum y Constantinum vitale, 1607; Relación de la vida y milagros de San Francisco Solano, Madrid, 1614 (prol. y notas de N. D. Cook, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1998); Relación de los mártires que ha habido en las provincias de la Florida, Madrid, c. 1617; Corona de la Sacratísima Virgen María madre de Dios, nuestra Señora. En que se contienen ochenta meditaciones de los principales misterios de la Fe: que corresponden a setenta y tres Ave Marías y ocho vezes el Pater Noster, ofrecidas a los felices años que vivió en el mundo. Compuesta y sacada de graves autores por ~. Dedicada a la misma Virgen sacrosanta concebida sin pecado original, en su imagen y santuario de Copacavana, Madrid, por la viuda de Cosme Delgado, 1619; Relación de la Florida escrita en el siglo xvii, prol. y notas del P. A. López, Madrid, Imprenta de Ramona Velasco, 1931.
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Rocío Oviedo Pérez de Tudela