González González, Hilario. Amusco (Palencia), 10.I.1853 – Toledo, 10.XII.1928. Militar e historiador.
Fueron sus padres Francisco González González y Tadea González Salomón. En junio de 1874 hizo su ingreso en la Academia de Infantería, en la que realizó sus estudios hasta que en enero de 1875 fue promovido al empleo de alférez de Infantería, con el que fue destinado al Regimiento de La Albuera.
Luchó durante 1875 en el Maestrazgo contra los carlistas, encontrándose en las acciones de Domeño, Begís y Cherta, ganando el grado de teniente por méritos de guerra en la acción de Alcora. En agosto pasó a Cataluña, donde tomó parte en el sitio de Seo de Urgel, trasladándose en noviembre a Navarra, para combatir en Puente la Reina y Oteiza.
Al año siguiente fue recompensado con una Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo por su intervención en la batalla de Santa Bárbara, luchando en el mes de febrero en Villatuerta. A la terminación de la guerra pasó a Valencia.
En 1882 fue ascendido a teniente y continuó en el mismo destino, hasta que al año siguiente pasó a ocupar vacante de profesor en el Colegio de Huérfanos de Infantería, establecido en Toledo. Su vida se vio ya para siempre ligada a la Ciudad Imperial, pues en ella ocupó diversos destinos a lo largo de los siguientes treinta años: en 1885 en el batallón de Reserva de Toledo, en 1893 en la Academia de Infantería, en 1898 en la zona de Reclutamiento, en 1901 en el Gobierno Militar, en 1905 de nuevo en la Academia de Infantería y en 1908 en el Museo de la Infantería. En 1898 obtuvo el empleo de comandante y en 1910 el de teniente coronel, pasando con este empleo en 1913 a la situación de retirado.
Su principal labor como militar fue intervenir en la creación del Museo de la Infantería, al frente del cual estuvo durante más de veinte años, consiguiendo que la docena de piezas con las que se creó se convirtiesen en miles, necesitando por ello llegar a ocupar toda la planta baja del Alcázar. A él hay que agradecerle que el Museo pudiese alcanzar la importancia que adquirió bajo su competente dirección, que fue recompensada en 1919 con la concesión de la Gran Cruz al Mérito Militar, pocas veces concedida a militares que no hubiesen alcanzado previamente el empleo de general.
También hay que agradecerle el que consiguiese en 1922 el traslado a Toledo, desde La Coruña, del Museo Romero Ortiz, que ya nunca se movió de la ciudad del Tajo al no poder Azaña, siendo ministro de la Guerra durante la República, llevárselo a Madrid debido a las condiciones impuestas por el donante.
Pero no sólo se limitó a dirigir eficazmente el Museo durante veinte años y la biblioteca académica durante tres, sino que en 1900 fue nombrado vocal de la Sociedad Arqueológica de Toledo y en 1916 fue uno de los miembros fundadores de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, de la que fue elegido director en 1923, siendo al año siguiente nombrado diputado provincial y a continuación presidente de la Diputación.
En 1925 le rindió un homenaje el Ayuntamiento por haber conseguido para la ciudad el Museo de la Infantería, que, en palabras de un periodista, constituía “una gloria más, uno de los mejores museos militares del mundo”. Falleció en Toledo, antes de ver cómo su querido Museo era trasladado a Madrid.
Escribió numerosos artículos en las revistas Toledo, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, El Castellano Gráfico y Memorial de Infantería, entre otras, sobre temas artísticos, militares y toledanos. Estuvo casado con María Martín Oñate.
Obras de ~: La Fábrica de Armas Blancas de Toledo: resumen histórico, Toledo, Imprenta, Librería y Enc. de Menor hermanos, 1889; Cuestiones sociales, Toledo, Menor Hnos., 1895; Academia de Infantería: Catálogo de su Biblioteca en 1909, Toledo, Imprenta del Colegio de María Cristina, 1909; Cisneros bajo el concepto militar, Toledo, 1918; Resumen histórico de la Academia de Infantería, Toledo, 1925.
Fuentes: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. g-3125.
José Luis Isabel Sánchez
