Olmeda San José, Federico. El Burgo de Osma (Soria), 18.VII.1865 – Madrid, 12.II.1909. Compositor, musicólogo, maestro de capilla y organista.
Comenzó sus estudios musicales con los organistas de la Catedral de El Burgo de Osma, donde fue niño de coro desde los ocho años y más tarde violinista segundo. Cursó parte de la carrera eclesiástica (Humanidades, Filosofía y un año de Teología) en el Seminario de su diócesis, abandonándola en 1885 para dedicarse por entero a la música. Por su cuenta estudió Armonía y Composición, copiando de su puño y letra diversos tratados, entre ellos los de Hilarión Eslava.
En 1887 ganó la oposición a organista primero de la Catedral de Burgos y al año siguiente, con dispensa de edad, se ordenó sacerdote. Fundó y dirigió la Academia Municipal de Música Salinas, durante sus dos años de existencia (1894-1896). Entre 1900 y 1902 dirigió también el Orfeón Santa Cecilia y fue nombrado profesor de Música del Círculo Católico de Obreros. A partir de 1901 comenzó a relacionarse con sus discípulos franceses Raoul Laparra y Henri Collet. En 1902 fue premiado en unos Juegos Florales su Folklore de Castilla o Cancionero popular de Burgos, obra pionera en España, en la que transcribe, analiza y clasifica un total de trescientas nueve canciones. El mismo año fundó y dirigió Liga Orgánica, sociedad de socorros mutuos para organistas, así como el boletín con el mismo nombre. Al año siguiente obtuvo por oposición la plaza de organista segundo y auxiliar del maestro de capilla de la Catedral de Burgos, lo que le convirtió desde entonces en maestro de capilla efectivo, ya que el titular, Enrique Barrera, vivía jubilado en Valladolid desde 1897. Comprometido activamente en la restauración de la música religiosa, asistió a los Congresos de Música Sagrada de Estrasburgo (1905), Valladolid (1907) y Sevilla (1908), presentando ponencias en cada uno de ellos. En 1907 fundó y dirigió la revista Voz de la Música. Ese mismo año se trasladó a Madrid como maestro de capilla del Monasterio de las Descalzas Reales. Allí murió, a los cuarenta y tres años, víctima de una bronconeumonía. A lo largo de su vida reunió una importante biblioteca musical, que actualmente se encuentra en la Hispanic Society of America de Nueva York.
Su producción musical, sólo en una pequeña parte publicada y conocida, se aproxima a las trescientas cincuenta obras de muy diversos géneros: para piano (Andante religioso, Sonata 2.ª, 33 Rimas, algunas de ellas inspiradas en las de Bécquer), órgano (Oda, Dos interludios breves), voz y piano, voz y órgano (Colección de canciones populares sagradas), coro (Missa pro defunctis), coro y orquesta (Miserere), música de cámara (Cuarteto en Mi bemol), orquesta sinfónica (Sinfonía en la), género lírico (Por espías), etc. También publicó diversas obras sobre temas musicales, entre ellas Solfeo elemental y Prontuario de solfeo (1894), Memoria de un viaje a Santiago de Galicia (1895), Discurso sobre la orquesta religiosa (1896), Pío X y el canto romano (1904).
A lo largo de su vida fue premiado en cinco ocasiones: por su Poema sinfónico, inspirado en El paraíso perdido de Milton (Conservatorio de Valencia, 1890), por su antífona coral Sub tuum praesidium (Orfeón Coruñés, 1890), por su Elevación para órgano (II Congreso Eucarístico Nacional de Lugo, 1896), por su Himno a la Industria, para voces graves y banda (Béjar, 1903), además del premio ya citado por su Cancionero. También fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1895) y vocal de la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos (1900).
Henri Collet consideró a Olmeda uno de los tres precursores del renacimiento musical español en el siglo XX, junto con Barbieri y Pedrell, calificándole como “un Schubert español”. Según el padre Nemesio Otaño, “supo abordar todos los géneros de música y consiguió poner de relieve su personalidad y originalidad, tanto más de ponderarse cuanto son menos vistas en el estado y profesión que desde joven abrazó Olmeda”. Luis Villalba aseguró, por su parte, que sus obras “constituyen, en cantidad y calidad, lo más serio que la vena musical española ha producido en el siglo XIX”.
Obras de ~: Andante religioso; Sonata 2.ª; 33 Rimas, Oda; Dos interludios breves; Colección de canciones populares sagradas; Missa pro defunctis; Miserere; Cuarteto en Mi bemol; Sinfonía en la; Por espías; Poema sinfónico, 1890; Sub tuum praesidium, 1890; Elevación para órgano, 1896; Himno a la Industria, 1903.
Escritos: Prontuario de solfeo, Burgos, 1894; Solfeo elemental, Madrid, 1894; Memoria de un viaje a Santiago de Galicia, Burgos, Imprenta y estereotipia de Polo, 1895; Discurso sobre la orquesta religiosa, Burgos, Imprenta del Diario de Burgos, 1896; Obras religiosas para órgano, Madrid, c. 1897 y 1901, 2 vols.; Colección de canciones populares sagradas, Palencia, 1902; Folklore de Castilla o Cancionero popular de Burgos, Burgos, Diputación Provincial, Sevilla, Escuelas de Artes y Oficios, 1903; Pío X y el canto romano, Burgos, 1904; Deuxième Sonate Espagnole pour piano, Paris, 1910.
Bibl.: N. Otaño, “Don Federico Olmeda”, en Revista Musical (1909), págs. 56-58 y 82-85; L. Villalba, “Federico Olmeda”, en Ciudad de Dios, 78 (1909), págs. 574-583; H. Collet, L’essor de la musique espagnole au xxème. siècle, Paris, Max Eschig, 1929; M. Á. Palacios Garoz, Federico Olmeda, un maestro de capilla atípico, Burgos, Instituto Municipal de Cultura, 2003.
Miguel Ángel Palacios Garoz