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José Bravo Oliva

Biografía

Bravo Oliva, José. Sevilla, 17.XI.1912 – Madrid, XII.1988. Microbiólogo.

El profesor Bravo Oliva fue hijo único de un ejemplar matrimonio sevillano; su infancia y primera juventud se desarrollaron en aquella ciudad en cuya universidad estudió Medicina, obteniendo las máximas calificaciones en todas las asignaturas. “Era —dice Matilla— un brillante estudiante, vocacional, y por eso le traté más profundamente y con especial tacto.” Obtuvo la prestigiosa plaza de alumno interno por oposición. Terminó la licenciatura de Medicina obteniendo el Premio Extraordinario. Como era de rigor entonces cursó el doctorado en la Facultad de Medicina de Madrid. Enseguida realizó, previo examen, los cursos de diplomado de Sanidad y de oficial sanitario. Dada su vocación docente, no es de extrañar que muy pronto obtuviera la plaza de profesor ayudante de clases prácticas de la cátedra de Patología General de la Facultad de Medicina en la Universidad de Sevilla.

El destino lo labran los hombres trabajando sobre sus circunstancias, y una muy favorable para el joven estudiante de segundo de Medicina fue establecer contacto con el prestigioso catedrático de Microbiología de la universidad hispalense el profesor Matilla, que marcó su vida. La relación entre ellos fue permanente, un profesor deseoso de enseñar y un alumno ávido de aprender tenían que mantener esa peculiar relación de maestro y alumno (no de profesor-alumno) que debería ser estudiada como la de médico-enfermo.

Por esa relación, cuando Bravo consigue un destino militar en Madrid, se integra en el magnífico equipo que había formado el profesor Matilla, trasladado a la Universidad Central, y del que formaban parte Covaleda, Piédrola, Aparicio y Lastra, entre otros. La vía profesional del doctor Bravo se puede resumir en estos ámbitos: la universidad, sanidad militar y sanidad nacional y, finalmente, en la Academia Nacional de Medicina.

En la universidad, Bravo Oliva fue profesor, después de haber pasado por el puesto de ayudante de clases prácticas, y obtuvo por oposición el cargo de profesor adjunto de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de Madrid, en donde se fue ejercitando en la docencia y en la investigación hasta alcanzar la calidad de maestro. Por entonces se habían acumulado muchas vacantes de cátedras de universidad, que fueron saliendo a las correspondientes oposiciones; de la especialidad de Microbiología y Parasitología e Higiene se convocaron tres vacantes a las que se presentaron numerosos médicos de gran preparación y prestigio y que fueron obtenidas por el profesor Piédrola Gil, quien optó por Granada, Pumarola, que prefirió Salamanca, y Bravo Oliva que eligió Cádiz volviendo así a su alma mater, la Universidad de Sevilla, a la cual pertenecía entonces la Facultad de Medicina de Cádiz. En esta ciudad, Bravo realizó una magnífica labor, formando a numerosos profesores; dos de sus mejores discípulos fueron los luego catedráticos Rey Calero y Mira Gutiérrez. Bravo pasó después por concurso de traslado a la cátedra correspondiente de la Universidad de Salamanca, en la que su actividad docente de pregrado se prolongaba en los cursos monográficos del doctorado sobre Medicina Tropical y sobre Inmunobacteriología, mientras seguía tesoneramente formando alumnos, de los que nuevamente saldrían catedráticos José Ángel García Rodríguez y Mari Carmen Saenz. Cuando se produjo la jubilación del profesor Matilla, Bravo acude al concurso de la cátedra de la Universidad Central, y obtiene, como era de esperar, dicha plaza. En la Universidad madrileña, Bravo dirigió el Laboratorio Central de Investigaciones Clínicas de la Facultad de Medicina.

Catedrático de Microbiología y Parasitolología en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.

Entre otros cargos Bravo fue nombrado catedrático regente del Laboratorio Central del Hospital Clínico, del Hospital de San Carlos de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, director de la Escuela Profesional para Médicos Especialistas en Análisis Clínicos de la Facultad de Medicina y del Instituto Español de Medicina Tropical del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Su actividad profesional se extendió al ámbito de la medicina militar. En 1943, como teniente médico y previo examen, entró como alumno en el Instituto de Higiene Militar, instalado en el Grupo Escolar Barceló, requisado por el Ejército, en el que se formaban los médicos militares que querían ser sanitarios y analistas, en donde conoció al joven médico militar Piédrola Gil, de quien fue fraternal amigo. Una vez obtenido el diploma de la especialidad, pasó a ser destinado profesor del Centro para Microbiología; fue jefe de laboratorio en el Hospital Militar, del Generalísimo y luego de la sección de Bacteriología del Instituto de Higiene Militar, del que llegó a ser coronel médico; director del Instituto de Medicina Preventiva Capitán Médico Ramón y Cajal; este instituto tenía una enorme actividad docente formando especialistas médicos de los tres Ejércitos y especialmente se hacía importante investigación en los diversos campos de la salud pública como microbiología, parasitología, inmunología, anatomía patológica, metabolimetría, hematología y hermoterapia, además de preparar magníficas vacunas contra la viruela, la tifoidea, la rabia.

El Cuerpo Médico de Sanidad Nacional, formado por unos ciento cincuenta médicos, tenía la responsabilidad de vigilar la salud de los españoles y promover las medidas preventivas. Gracias a la labor de esos beneméritos médicos se logró evitar graves problemas sanitarios, y como muestra, lograron erradicar el paludismo y la viruela de nuestro país. No podía Bravo estar ausente de este empeño y, previas unas muy fuertes oposiciones, logró ingresar en tan prestigioso Cuerpo; baste decir que en la promoción de Bravo figuraban los catedráticos Piédrola Gil, Pumarola y González Fuster.

Fue destinado como jefe de la sección de Alimentación y Nutrición, que desempeñaba en las horas vespertinas en la Dirección General de Sanidad, llevando a cabo una meritoria labor, entre la que se encuentra haber intervenido en la elaboración del Código Alimentario Español, importante obra que sirvió como guía para la seguridad alimentaria de los españoles.

La Real Academia Nacional de Medicina lo recibió pronto en su seno. En 1964 fue nombrado académico correspondiente en concurso público de méritos. Al producirse una vacante en la sección IV de Higiene y Medicina Social por el fallecimiento del que había sido presidente de la corporación, José Alberto Palanca y Martínez-Fortún, la Junta de Gobierno acordó declarar la vacante, que se anunció en el Boletín Oficial del Estado (BOE) del 31 de marzo de 1974.

Dos fueron los aspirantes, y el doctor Bravo, presentado por los académicos Gay Prieto, Piédrola Gil y Bullón Ramírez, fue elegido académico de número en la sesión celebrada el día 2 de abril de 1974; tomó posesión el 15 de marzo de 1977 con un magnífico discurso sobre Inmunología del cáncer, cuyo título, y especialmente en aquellos años, expresa la importancia del mismo; la contestación corrió a cargo del profesor Matilla Gómez. El doctor Bravo ocupó el Sillón número 17, que habían cubierto los ilustres doctores Sandalio de Pereda y Martínez, Ángel Fernández- Caro y Nouvillas y José A. Palanca y Martínez-Fortún.

El secretario perpetuo señaló que “su actuación en el seno de la academia fue, como correspondía a su contextura moral, responsable y eficaz”. En la Academia ocupó el cargo de contador.

Entre sus numerosos premios y condecoraciones cabe destacar el Premio Álvarez Alcalá de la Real Academia Nacional de Medicina, por su trabajo Detergentes y desinfectantes, y el Premio Ramón y Cajal, por su Estudio de las membranas filtrantes. Le fueron otorgadas la Medalla de la Campaña, la del Mérito Militar con distintivo rojo, la Cruz de Guerra y la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Persona amable y con sentido del humor, aunque con altibajos que a veces desorientaban a los que eran sus discípulos y luego sus amigos. En su vida sufrió la inmensa pena de la muerte de su hijo primogénito, quien jugando con una pistola se disparó en la cabeza; su amigo el profesor Piédrola pasó por la tragedia de llevar a este muchacho en sus brazos al Hospital de Maudes, donde certificaron su muerte. En el dolor, la entereza de Bravo fue ejemplar, porque fue siempre un fervoroso cristiano que supo llevar con resignación la pérdida de tan querido hijo. También tuvo que pasar por la muerte de su esposa Pilar, también médico, víctima de una diabetes insulinodependiente que no le quitaba su gran simpatía y buen humor.

Pudo Bravo reanudar su vida afectiva gracias a la ayuda de su segunda esposa, Amparo, y de sus hijos Carmina, Antonio, Jesús y Luis.

 

Obras de ~: con G. Piédrola y A. Pumarola, Lecciones de higiene y sanidad, Madrid, Pager impr, 1961; con G. Piédrola y V. Matilla, Lecciones de microbiología y técnica bacteriológica, Madrid, Ediciones Amaro, 1965; con V. Matilla, Microbiología y Parasitología, 1967; con Piédrola Gil et al., Higiene, Medicina Preventiva y Social, Madrid, Ediciones Amaro, 1964-1968; Desinfección del aire por aerosoles, s. f.; Desinfección y esterilización del aire. Lucha contra el polvo, s. f.; Peligros del uso de los insecticidas sintéticos clorados para el Bombix mori, s. f.; Las estructuras nucleares de las eubacteriales, s. f.; La estructura bacteriana. Las esporas, s. f.; Radiaciones ultravioletas. Estudio general y especial de sus acciones germicidas, s. f.; El dispositivo de fluorescencia microscópica en el diagnóstico bacteriológico de la lepra, s. f.; Alimentación en el trópico, s. f.; Inmunidad natural y sus factores humorales. El sistema de la properdina, s. f.; Estudio de los aspectos citoquímicos del T. equiperdum y de las células sanguíneas de cobayas parasitadas, s. f.; Prevención de la infección de origen hospitalario, s. f.; Importancia práctica de una identificación rápida de las enterobacteriáceas, s. f.; Hospitalismo y resistencia a los antibióticos, s. f.; Abastecimientos de aguas potables en grandes poblaciones, s. f.; Diagnóstico bacteriológico; antibioticograma y tratamiento de las uretritis gonocócicas en el varón, s. f.; El colorante naranja de acridina en el diagnóstico bacteriológico de la tuberculosis, s. f.; Resistencia a los antibióticos de cepas de estafilococos coagulasa positivos de distinta procedencia aislados en Salamanca, s. f.; Terapéutica antibiótica en las infecciones urinarias, s. f.; Contribución al estudio del aislamiento e identificación de especies del género Candida, s. f.; Inmunofluorescencia directa en el diagnóstico clínico de N. Meningitidis y N. Gonorrohoeae, s. f.; Infecciones hospitalarias; con especial referencia a septicemias a bacilos Gram-negativos, s. f.; Conocimientos actuales sobre Fisiopatología e inmunidad del cólera, s. f.

 

Bibl.: V. Matilla Gómez, “Sesión necrológica en memoria de José Bravo Oliva”, en Anales de la Real Academia Nacional de Medicina, 106 (1989), págs. 35-43.

 

Manuel Domínguez Carmona

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