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Joaquín Millás (o Millas)

Biografía

Millás (o Millas), Joaquín. Zaragoza, 12.VI.1746 – 10.VI.1809. Jesuita (SI) expulso y crítico literario.

Felix Latassa, quien convivió con Millás en Zaragoza entre 1798 y 1801, dejó un detallado artículo en su Biblioteca nueva de autores aragoneses. Concluidos sus primeros estudios empezó Filosofía en la Universidad de Zaragoza, en la cual defendió las conclusiones de Lógica, y luego pasó a Tarragona a vestir la sotana de los Regulares de la Compañía de Jesús, el 29 de junio de 1761. De Tarragona partió al Paraguay, en 1764, y en el Colegio y Universidad de Córdoba del Tucumán, que estaba a cargo de los jesuitas, empezó de nuevo a estudiar Filosofía, y la concluyó “defendiendo en el primer año el primer acto, o sea las primeras conclusiones de toda ella”. Había empezado a estudiar Teología cuando, en virtud de la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de España (1767), se debió trasladar a Italia, donde concluyó sus estudios y recibió el orden sacerdotal.

Enseñó Filosofía en Bolonia, donde residió durante casi todo el destierro hasta 1796, excepto algunos años en Mantua, al amparo del mecenazgo de Juan Andrés, quien hacia 1784 le gestionó que la familia Tamarozzi, una de las más celebradas por su cultura en Italia, lo llamase para dar instrucción de Bellas Letras a uno de sus hijos, lo cual le dio ocasión a componer y publicar su primer libro en 1785 en dicha ciudad (Saggio sopra i tre generi di poesia). Entre 1786 y 1788 vio la luz en Mantua su obra más importante, Dell’unico principio svegliatore della ragione, del gusto, e della virtù nell’ educazione letteraria, que, difundido por Italia, logró la aceptación de los letrados más distinguidos, como Tiraboschi y Clementino Vanneti, quienes publicaron extractos y elogios sobre la misma, calificando la obra de un curso útil, elocuente y cumplido de literatura, principalmente italiana. Enviada a Madrid y mandada examinar por el conde de Floridablanca, fue calificada como muy fundamentada “y de sana y buena instrucción moral y literaria”, por lo que se le concedió la pensión doble como premio, en 1787, no justificadamente, sino gracias a las influencias de Juan Andrés, según Luengo, quien puso algunos reparos y la consideraba otorgada “más por parcialidad y amistades que por mérito singular” (Diario, t. XXI, año 1787: 98-102).

Poco después, el abate Millas fue “acometido de fiebres tercianas, que luego degeneraron en malignas, y le obligaron a abandonar el clima de Mantua, poco sano, y trasferirse a Bolonia”.

Durante los primeros años de la década de 1790, el convaleciente Millás escribió algunas obras de menor calado, como el “juicio razonado” sobre una epístola horaciana en verso italiano suelto, a petición de su amigo Clementino Vanneti, “que venía a ser un arte poética de que carecía la Italia en tal género”. Este manuscrito cayó en manos del conde Giuliari, quien lo hizo imprimir a su costa en Verona, “e impreso se lo envió a su autor con 300 ejemplares de regalo, que luego desaparecieron, queriéndolos y pidiéndolos con instancia las personas de buen gusto”. En Treviso publicó una Oración fúnebre, en elogio del Conde Francisco Trieste d’Pellegrini, con cuyo motivo compuso nuestro abate un discurso de 200 páginas sobre la importancia, el diseño y el estilo del elogio fúnebre italiano, “en argumento civil y moral, el cual manuscrito no se imprimió entonces a causa de las revoluciones que sobrevinieron en Italia”.

Caído en desgracia el conde de Floridablanca (1792), el duque Fernando de Parma empezó a restablecer la educación jesuítica en sus dominios, adonde fue a parar Millás a mediados de la década de 1790, apoyado por su paisano José Pignatelli, y allí regentó la cátedra de Metafísica en el Colegio Real de San Pedro de Piacenza, hasta que los franceses le hicieron la vida imposible y regresó a Zaragoza en 1798, acogiéndose al decreto permisivo de Godoy, donde se ocupó de la hacienda familiar, por estar demente su hermana. Al poco tiempo falleció, antes del nuevo decreto de expulsión de marzo de 1801. Murió en junio de 1809 en la Zaragoza ocupada por los franceses, después de haber sufrido los célebres sitios, “y fue enterrado en la Santa Iglesia del Pilar con mucho funeral”, según reseña Faustino Casamayor.

Publicó cuatro libros, bastante filosóficos, que Latassa reseña con cierta amplitud. El primero, Saggio sopra i tre generi di poesía, in cui Virgilio si acquistò il titolo di Principe (Mantua, 1785), fue un tratado “sobre los tres géneros de poesía, en los cuales Virgilio consiguió el título de Príncipe entre todos los poetas latinos”, con varias comparaciones entre los poetas griegos y los italianos más destacados, para explicar las relaciones principales de la poesía con las demás bellas artes y demostrar la superioridad literaria de Virgilio (ilustre mantuano).

Millás, a instancias de algunos amigos y singularmente de Juan Bautista Colomés, ex-jesuita valenciano y ya célebre en Italia por sus tragedias, se animó a dirigir un ejemplar el embajador José Nicolás de Azara, quien “recibió este don del Abate Millas con benignidad y aprecio, y lo exhortó a continuar sus tareas literarias, ofreciéndole para ello su protección, y con este motivo se imprimió en la misma ciudad de Mantua la segunda obra de nuestro autor”. Como dice Latassa, la segunda publicación de Millás, la más importante, son los tres tomos citados de Dell’unico principio svegliatore della ragione, del gusto (Mantua, 1786; Bolonia, 1788). En el discurso preliminar medita sobre el principal motivo de la obra: ¿por qué las buenas máximas de educación suelen perder en la práctica todo su vigor? En el segundo tomo reflexiona sobre las bellas artes consideradas en las épocas más interesantes de la literatura griega, latina e italiana, para concluir que “el único remedio eficaz de nuestros males se debe poner en la cultura de la observación, único principio de la educación literaria” (Latassa). El tercer tomo es, en gran parte, un ataque a “las máximas de los falsos filósofos de nuestros tiempos”. En resumen, es obra estrictamente neoclásica, pues representa en la Italia de fines del siglo XVIII una firme defensa del tradicional valor de las letras clásicas.

Con motivo de ejercer la docencia de la Filosofía en el ducado de Parma publicó en Piacenza dos tomos, poco antes de retornar a España, que forman una introducción a las Ciencias Metafísicas, con este título: Introductio ad metaphisicas disciplinas (1798).

Menéndez y Pelayo habla de la originalidad, fuerza, independencia y solidez de las ideas pedagógicas y estéticas de Millás. Latassa, por su parte, concluye: “Era un Abate en la Italia conocido por su erudición y por su variedad agradable de conocimientos sabios, que le merecieron particular aprecio, especialmente por haber tenido el mérito de ofrecerlos a la común opinión”.

Según Casamayor, “en Italia fue un abate muy conocido por su erudición y variedad agradable de conocimientos sabios, que le merecieron particular aprecio y mérito en cuantas ciudades estuvo [...], ha dejado muchas obras de su basta erudición, que jamás dejarán de hacer célebre su memoria en los treinta años que estuvo por aquella provincia [Italia]”. Sus escritos filosóficos denotan que era un psicologista fervoroso, pues la observación del hombre fue el fundamento de su filosofía. Admirador de Descartes, refutador del Emilio de Rousseau y amigo de Tiraboschi, se inclinó por el método analítico para el conocimiento de la realidad.

En sus estudios de índole literaria se ocupó de la literatura griega y latina, de la poseía italiana desde sus orígenes hasta el siglo XVIII, criticando el marinismo.

Sin duda, Millás, íntimo amigo del poeta Clementino Vannetti, el impugnador de las letras hispánicas en las personas de los ex jesuitas Mateo Aymerich, Tomás Serrano y Esteban de Arteaga, tuvo el acierto, igual que su amigo Juan Andrés, de encontrar el justo medio en su pensamiento filosófico, a mitad de camino entre la escolástica tradicional y la moderna cartesiana, aunque más cercano a esta última.

 

Obras de ~: Saggio sopra i tre generi di poesia, in cui Virgilio si acquistò il titolo di Principe con un confronto dei greci, e degl’ italiani poeti, che abbraccerà le relazioni della Poesia con le belle arti, che darà al publico il Signor Lorenzo Tamarozzi sotto la direzione del Signor Abate Giovachino Millas, Mantua, 1785; Sopra el disegno e lo stile del sermone poetico, Verona, 1786; Dell’unico principio svegliatore della ragione, del gusto, e della virtù nell’educazione letteraria. Parte prima divisa in due tomi in cui del vero scopo della umana cultura e dalle principali operazioni e vicende dell’umano Spiritu e delle Lettere si deduce l’unico principio dell’educazione letteraria. Dall’Abate D. Giovacchino Millas Cesaraugustano, Mantua, 1786-1788, 3 vols.; Introductio ad metaphisicas disciplinas, prolegomenon duplex de contemplatione et Historia Philosophiæ complectens, et Logices totius Analisym atque accomodationem præcipuis rationis et auctoritatis in veritatis investigatione criteriis, a Sacerdote Cæsarangustano Joachim Millas, sub Ferdinando I, Borbonio Excelso Duce in Regia Academia Divi Petri metaphisicarum disciplinarum Professore, auditoribus suis metaphisicis dicata anno MDCCXCVIII, Piacenza, 1798; Oración fúnebre, en elogio del Conde Francisco Trieste d’ Pellegrini, Treviso, s. f.

 

Bibl.: M. Luengo, Diario de la expulsión de los jesuitas de los Dominios del Rey de España, al principio de sola la Provincia de Castilla la Vieja, después más en general de toda la Compañía, aunque siempre con mayor particularidad de la dicha provincia de Castilla, t. XXI, año 1787, págs. 98-102; F. Latassa, Biblioteca nueva de autores aragoneses, Pamplona, Joaquín Domingo, 1798-1802, 6 ts.; F. Casamayor, Años políticos e históricos de las cosas más particulares ocurridas en la Imperial, Augusta y siempre Heroica Ciudad de Zaragoza, t. XXVI, que contiene lo sucedido en el año de 1809, Zaragoza, Biblioteca Universitaria (ms.); C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jesus, Bruxelles-Paris, O. Schepens-A. Picard, 1890, vol. V, cols. 1093-1094; vol. IX, col. 680; vol. XII, col. 1157; F. M. Palmés, “Las doctrinas cartesianas en un manuscrito anónimo placentino”, en Cartesio. Nel terzo centenario del “Discorso del metodo”, Milano, Vita e Pensiero, 1937, págs. 655-684; M. Batllori, “Millas, Joaquín”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1486; L. Hervás y Panduro, Biblioteca jesuítico-española, ed. de A. Astorgano, Madrid, Libris Asociación de Libreros de Viejo, 2007, págs. 379-381.

 

Antonio Astorgano Abajo