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Al-Muzaffar Yahyà

Biografía

Al-Muẓaffar Yaḥyà. Yaḥyà b. Munḏir b. Yaḥyà b. Muṭarrif al-Tuŷībí. ¿Zaragoza?, f. s. IV/X – ¿Zaragoza?, s. m. s. V H./XI.427 H./1035-1036. Segundo rey de la dinastía tuŷībí en la taifa de Zaragoza (412/1021-22 - 427/1035-36).

Al fundador del reino taifa de Zaragoza, Munḏir I, le sucedió su hijo Yaḥyà, como señala el cronista al-‘Uḏrī: “después de morir [Munḏir I], fue [Yaḥyà] gobernante (al-wālī)... durante dieciséis años”, los cuales cuenta por el calendario lunar de la Hégira desde 412 a 427 (1021/1022-1035-36) y es una precisión considerable para fijar sus fechas de reinado, oscilantes en algunas fuentes árabes y discutidas por los investigadores. Lo mismo que su padre, y como tantos otros reyes de taifas, ejerció el poder como "chambelán" (ḥāŷib), reconociendo en sus monedas primero al califa ḥammūdí al-Qāsim de Córdoba, luego al califa ‘Abd Allāh al-Mu’ayyad bi-Allāh, quizás (?) al genérico califa “‘Abd Allāh”, e incluso al omeya Hišām III al-Muctadd bi-Allāh.

A diferencia de su padre Munḏir I, a quien sólo unos versos encomiásticos titulan al-Manṣūr, Yaḥyà sí adoptó un título soberano, el de al-Muẓaffar (“el Triunfante”), de rango pseudo-califal y muy frecuente entre los reyes de taifas; y además acuñó moneda de oro en su capital (madīnat Saraqūsṭa = “la ciudad de Zaragoza”), pruebas ambas de su representación soberana y del nivel al que se coloca la segunda generación real de esta dinastía, como también hicieron otras. La primera serie de dinares acuñados por Yaḥyà fue entre 415/1024-25 y 418/1027-28, anteriores pues a la abolición del califato de Córdoba, como ha subrayado F. Clément, que también indica cómo las monedas de Yaḥyà al-Muẓaffar y sus dos sucesores de la dinastía tuŷībí (Munir II y ‘Abd Allāh b. Ḥakam, como ampliaremos en sus respectivas biografías) muestran sus dificultades en definir sus fidelidades califales, pues Yaḥyà pasó sucesivamente por reconocer, en sus acuñaciones de 415/1024-25) a un imām entonces en prisión (al-Qāsim ibn Ḥammūd), a un híbrido de imām ficticio-desaparecido (‘Abd Allāh al-Mu’ayyad bi-Allāh, en acuñaciones de 416, 420), a un imām ficticio (“‘Abd Allāh”, en 418/1027-1028), pero además a Hišām III (en acuñaciones de 423/1031-32), que fue último califa de Córdoba (entre 1027-1031), y que se refugió en Lérida después de su etapa califal, hasta morir en 1036.

Las hostilidades entre Zaragoza y Pamplona se mantuvieron durante este reinado de Yaḥyà al-Muẓaffar. Acaso Sancho el Mayor intentó alzar su propio candidato para suceder a Munḏir I, quizás dando ya vuelos en este sentido a Sulaymān b. Hūd, el poderoso caíd de Lérida y Tudela (que acabará por lograr el reino zaragozano, pocos años después: en 1038 o 1039). Sin que podamos ordenar sus fechas, sabemos que Yaḥyà al-Muẓaffar emprendió una campaña contra Nájera y logró cautivos y botín; que el rey navarro acudió a tratar con él en Zaragoza, ofreciéndole un regalo de caballos de raza, y celebrándose su entrevista con gran solemnidad ante las puertas de la ciudad; que Sulaymān b. Hūd acudió también a sometérsele, tras un periodo en rebeldía.

Esta reconciliación —que ha de fecharse antes de 1028, cuando Ibn al-Darrāŷ, que la cita en un poema, abandona Zaragoza— quizás fuera motivada por hostilidades navarras contra territorios de Lérida y Tudela gobernados por Sulaymān b. Hūd, pues el verso de Ibn Darrāŷ dice de éste que: “al ver que la salvación está en avenirse, hacia ti [= hacia Yaḥyà] corrió temeroso de su desvío”; o quizás la rebeldía de Sulaymān b. Hūd tuviera alguna relación con la proclamación en Córdoba del último califa Hišām III, al que después de su destronamiento, como antes señalamos, el poderoso caíd de Lérida y Tudela acogerá en sus tierras. Este citado poeta cortesano, Ibn Darrāŷ, nos ofrece en sus versos la importancia de aquel retornar de Sulaymān b. Hūd a la obediencia del rey de Zaragoza:

“Abre sus oídos para oír [tus órdenes], / cierra y clausura la puerta de los detractores. / Te alza bandera de obediencia, / como quien enciende hoguera en lugar alto. / Jáctase de proclamar tu derecho desde la madera de su almimbar, / y tu nombre a los oyentes de sus mezquitas”.

Estas alianzas entre el rey de Zaragoza, Yaḥyà, y este caíd Sulaymān b. Hūd tuvieron su contrapartida inmediata, pues Berenguer Ramón I de Barcelona procuró conciliarse con Sancho el Mayor de Pamplona. En 1023, Ponce, abad de Tavernoles, fue a Pamplona con cartas del obispo de Vich, Oliva, para coordinar acciones contra los musulmanes de Lérida y de Zaragoza, los cuales aprovecharon algo las primeras rivalidades entre los cuatro hijos de Sancho el Mayor que, a su muerte en 1035, se repartieron sus dominios, especialmente entre García de Pamplona y Ramiro de Aragón, y desde la taifa zaragozana fue atacada Tafalla, pero García les rechazó.

La dinastía taifa zaragozana estableció su primera alianza matrimonial conocida con el poderoso linaje beréber de la Marca Media que eran los Ḏū l-Nūn o Zennún: Yaḥyà al-Muẓaffar casó con la hija del jeque de aquel linaje, llamado ‘Abd al-Rahmān, y a su vez hermana de Ismācīl (que será rey de la taifa de Toledo, desde 1028). Este enlace tuvo que celebrarse algo después de 1018, y de él nació, todavía en vida de su abuelo paterno Munḏir I (que murió en 1021-1022), el tercer soberano de la taifa zaragozana, Munḏir II, lo cual nos permite calcular en unos diecisiete años su edad al acceder al trono de su taifa.

Durante los siete primeros años de reinado de Yaḥyà al-Muẓaffar, siguió el gran poeta Ibn Darrāŷ residiendo en Zaragoza, llenando su oficio de poeta cortesano, y como tal empezó por componer a Yaḥyà una casida de felicitación por su acceso al poder, dedicando sentido versos al elogio del fallecido Mundir I, aunque los versos dejan bien claro que “dejó al Islam su hijo [Yaḥyà] para compensar su pérdida, justo lo contrario de lo indicado por el cronista Ibn Ḥayyān, transmitido por Ibn ‘Iḏārī: “y tras él no vino nadie que pudiera llenar su vacío”, lo cual enjuicia el menor rango político de Yaḥyà al-Muẓaffar. Ibn Darrāŷ, buen vate áulico, dedicó una casida entera a la boda de Yaḥyà con la hija del jeque de los Ḏū l-Nūn, y compara el enlace con el de Salomón con la reina de Saba y el de Alejandro con la hija de Darío.

Yaḥyà al-Muẓaffar murió en 1036 (según el valioso dato del cronista al-‘Uḏrī, antes resaltado). En las monedas había empezado a figurar el nombre de su hijo y heredero, Munḏir II, desde 1029, posiblemente desde que fuera designado sucesor, hacia los diez años de edad.

 

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María Jesús Viguera Molins

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