‘Alī b. Ḥammūd. Abū l-Ḥasan ‘Alī b. Ḥammūd b. Maymūn b. Ḥammūd b. ‛Alī b. ‘Ubayd Allāh b. Idrīs b. Idrīs b. ‘Abd Allāh b. Ḥasan b. al-Ḥasan b. ‛Alī b. Abī Ṭālib, al-Nāṣir li-Dīn Allāh (El que defiende victoriosamente la religión de Dios), Mutawakkil ‘alà Allāh (El que se pone en manos de Dios). Actual norte de Marruecos, hacia 352-3 H. / 964 – Córdoba el 1º de ḏu-l-qa‘da de 408 H./22.III.1018. Primer califa ḥammūdí, y por tanto ḥāšimí, de Córdoba, descendiente de ‘Alī b. Abī Ṭālib y de Fátima, hija del Profeta. Según Ibn ‘Iḏārī, siguiendo a Ibn Ḥayyān, su califato no duró más que un año, nueve meses y nueve días.
Su padre Ḥammūd b. Maymūn fue un notable de la zona de Arcila, de una preclara familia árabe fuertemente berberizada. Su madre se llamaba al-Bayḍā’ (Blanca) al-Qurayšiyya, hija del tío paterno de su esposo. La familia empezó a adquirir relieve de nuevo con ‛Alī b. Ḥammūd. Éste, cuando se enteró de que el califa Muhammad II al-Mahdī había sido depuesto, fue con su gente a Ceuta y tomó posesión de la ciudad diciendo que el nuevo califa Sulaymān al-Musta‘īn le había concedido su gobierno. Efectivamente, Sulaymān concedió el gobierno de las plazas andalusíes de Ceuta a ‛Alī b. Ḥammūd, y Algeciras, Tánger y Arcila a su hermano mayor, al-Qāsim, adheridos hacía tiempo al partido bereber que sostenía al nuevo califa.
Hay que tener en cuenta que en los albores del siglo XI los ḥammūdíes aparecen ya establecidos en al-Andalus. Ibn Hayyān cuenta que cuando las milicias de Sulaymān al-Musta‘īn asaltaron Madīnat al-Zahrā’ el 23 de rabī‘ I del 401/4 de noviembre de 1010, el califa situó en Seqūnda a los caídes ‘alawíes con sus zanāta, ‛Alī y al-Qāsim hijos de Ḥammūd, sin parar mientras que depositaba las llaves del Estrecho en manos que no le eran adictas. La decisión del califa sorprendió a los notables bereberes que lo habían elevado al trono, los cuales le reprocharon este acto que estimaban contrario a los intereses del soberano. Los ‘alawíes no habían renunciado a sus pretensiones al califato y el buen criterio político aconsejaba relegarlos a un segundo término. ‘Abd Allāh al-Birzālī, que dominaba la comarca de Jaén increpó al califa diciéndole: “¿Acaso los ‘alawíes no son ṭālibíes?” Contestó: “Si”. Díjole: “Has dado eso a unas culebras y los has vuelto gruesas serpientes”.
Dado el desgobierno y el reparto de al-Andalus efectuado por Sulaymān al-Musta‘īn para pagar tropas con territorios, ‘Alī b. Ḥammūd se comportó como soberano independiente, con razón o sin ella pasaba por haber recibido el testamento de Hišām II, que había designado a ‘Alī como su auténtico sucesor, dada la nobleza de su origen.
Pronto el ḥammūdí se deshizo de los notables ceutíes leales al califa al-Musta‘īn, entre ellos el cadí de la ciudad y un reputado alfaquí que serían asesinados por su orden en el año 404/1013-4. Después de tener el poder asegurado en Ceuta resolvió hacerse con el califato. Enseguida recibió el apoyo de los esclavones ‘āmiríes del Levante de al-Andalus y la neutralidad de los bereberes zīríes de Granada. En el 406/1016 atravesó el estrecho y se aposentó en Málaga, en manos del gobernador ‘Āmir b. Fatūḥ, leal a su causa. Desde allí se dirigió a Almuñécar, donde se le unió Jayrān, esclavón ‘āmirí, régulo de Almería, y tomó el camino de Córdoba. Su hermano al-Qāsim quedaba en la retaguardia aposentado en Algeciras, en caso de fracasar el proyecto. Sulaymān al-Musta‘īn fue derrotado y hecho prisionero con suma facilidad en las cercanías de la capital por las fuerzas de ‛Alī; ya que por lo general los mercenarios bereberes hicieron causa común con el aspirante al trono al que consideraban uno de ellos.
Una vez en Córdoba, en la que entró el 22 de muḥarram de 407/1 de julio de 1016, lo primero que hizo fue exigir que se le entregase a Hišām II vivo o muerto, pues aunque sabía que había sido asesinado, quería legitimar así su ascensión al trono. Desenterrado el cadáver de Hišām e identificado, se le volvió a sepultar, y el propio ‛Alī b. Ḥammūd mató al depuesto Sulaymān al-Musta‘īn por su propia mano. Según el historiador Ibn al-Jaṭīb, diciendo en árabe berberizado: “El sultán no debe ser matado sino por el sultán”, ordenando acto seguido que el hermano de Sulaymān y su anciano padre fueran suprimidos. Al día siguiente 23 de muḥarram de 407/2 de julio de 1016 fue proclamado califa como legítimo sucesor de Hišām II, siendo jurado por sus partidarios y notables cordobeses en Bāb al-Sudda, una de las puertas del alcázar califal, adoptando el nombre honorífico que otrora había llevado Abderramán III: al-Nāṣir li-Dīn Allāh, así como aquel otro de Mutawakkil ‘alà Allāh. Por vez primera, desde la restauración de la dinastía omeya en al-Andalus, ocupaba el trono un soberano no marwāní.
Durante los primeros ocho meses de su reinado se aseguró la estima de sus administrados aplicando rigurosamente la ley entre los beréberes, habituados a cometer desmanes en la más absoluta impunidad, hasta el punto de mandar ejecutar a un beréber por coger un ramo de uvas de una parra ajena. Pero le sirvió de poco la estricta aplicación de la ley (šarī‘a), los cordobeses empezaron a murmurar contra él considerándolo un usurpador extranjero y manifestando abierta simpatía por el pretendiente omeya, al-Murtaḍà, o sea, ‘Abd al-Raḥmān IV b. Muḥammad b. ‘Abd Allāh b. al-Nāṣir, suscitado en el Levante de al-Andalus por el esclavón Jayrān, señor de Almería, y el tuŷībí Munḏir b. Yaḥyà de Zaragoza, proclamándolo califa el 10 de ḏu-l-hiŷŷa de 408/29 de abril de 1018. Entonces ‛Alī b. Ḥammūd trocó su benevolencia por las gentes de Córdoba en terror, haciendo que los zanāta recobraran su inmunidad y sus privilegios, y sometiendo a la población a toda clase de impuestos, declarando a los notables cordobeses responsables de la menor agitación de la plebe.
Los cordobeses esperaban la llegada de al-Murtaḍà para levantarse contra el tirano, quien resuelto a acabar con el opositor omeya, anunció su propósito de dirigirse a tierras jienenses para atacarlo. No pudo realizar su proyecto, sin embargo, tres esclavones domésticos del alcázar (Mun’ih, Labīb y ‘A’īb) resolvieron acabar con ‛Alī b. Ḥammūd en el baño real por propia iniciativa. Le arrojaron a la cabeza un pesado cubo de cobre y lo apuñalaron, evadiéndose sin más del alcázar de Córdoba. Fueron sus mujeres, inquietas por su tardanza, las que descubrieron su cadáver nadando en un charco de sangre. Sus partidarios entonces —por más que el califa asesinado hubiera designado previamente como sucesor a su hijo Yaḥyà, que se hallaba en Ceuta— avisaron a su hermano que estaba de gobernador en Sevilla. Éste temió que fuera un ardid contra él y envió a quien examinara y verificara la autenticidad de los hechos; sólo entonces al-Qāsim b. Ḥammūd se desplazó a Córdoba, sacaron el cuerpo de su hermano, hizo los rezos preceptivos por él y envió su féretro a la ciudad de Ceuta, donde fue enterrado. Dos de los asesinos parece que fueron hallados y crucificados en el puente de Córdoba.
Los beréberes se apresuraron a proclamar califa a al-Qāsim b. Ḥammūd tres días después de la muerte de su hermano, o sea, el 4 de ḏu-l-qa‘da de 408/22 de marzo de 1018.
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Felipe Maíllo Salgado