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Al-Mutawakkil

Biografía

Al-Mutawakkil: ‘Umar b. Muḥammad b. al-Afṭas. Al-Mutawakkil ‘Alà-l-llāh. ?, p. m. s. XI – Badajoz, 485 H./1092 C. Cuarto soberano afṭasí de la taifa de Badajoz.

‘Umar al-Mutawakkil fue el cuarto y último soberano de la dinastía afṭasí de Badajoz, desempeñado un papel clave de primer orden en los principales acontecimientos políticos acaecidos durante su época, lo que lo convierte en un personaje determinante a la hora de comprender la última fase del período taifa, dado su protagonismo en momentos y situaciones decisivas.

En el año 460 (11 de noviembre de 1067-30 de octubre de 1068) murió al-Muẓaffar, segundo soberano afṭasí de Badajoz, siendo seguidamente proclamado el heredero oficial, su hijo Yaḥyà, que llevó el título de Ma’d al-Dawla y luego el de al-Manṣūr. Sin embargo, esta situación experimentó un cambio como consecuencia del acceso al poder de ‘Umar b. Muḥammad b. al-Afṭas, hermano de Yaḥyà, a quien su padre había nombrado gobernador de Évora, el cual no aceptó la sucesión. Tras varios enfrentamientos entre ambos hermanos, llegaron al acuerdo de repartirse el poder, dominando Yaḥyà sobre Badajoz con una teórica superioridad sobre ‘Umar, establecido en Évora. El enfrentamiento parecía inevitable y cada uno de ellos recibió un apoyo exterior distinto: al-Ma’mūn de Toledo se puso del lado de Yaḥyà y ‘Umar fue ayudado por el soberano abadí de Sevilla. Aunque se ignoran los detalles de esta guerra fratricida, la temprana muerte del primero hacia 464/1072 solucionó la situación, haciendo que el poder pasara íntegramente a ‘Umar, que se intituló al-Mutawakkil y entró en Badajoz, dejando en Évora a su hijo ‘Abbās.

Una de las acciones más destacadas de al-Mutawakkil fue su intervención en Toledo, de la que se convirtió en soberano durante un cierto período. El gobierno de al-Qādir no lograba mantener el orden interno en la ciudad e, instigados por un agente de al-Mutawakkil, llamado Abū Muḥammad Yūsuf b. al-Kallas, enviaron una delegación al soberano afṭasí, el cual aceptó la propuesta y entró en Toledo a finales de 472/junio de 1080, mientras al-Qādir huía a Cuenca. Su dominio duró menos de un año, ya que en abril de 1081 el soberano toledano aliado con Alfonso VI logró hacer huir al aftasí a Badajoz.

Junto a al-Mu‘tamid de Sevilla, al-Mutawakkil de Badajoz fue uno de los soberanos taifa que decidieron reclamar la ayuda de los almorávides para frenar el avance conquistador cristiano. Las embajadas debieron comenzar a enviarse a partir de la toma de la localidad de Coria por Alfonso VI en septiembre de 1079. Al-Mutawakkil encargó a su cadí Abū-l-Walīd al-Bā’ī dirigirse a todos los soberanos de al-Andalus para que se unieran contra los cristianos, si bien la presencia no se hizo efectiva hasta después de la toma de Toledo en 1085. Con posterioridad, su cadí Abū Isḥāq b. Muqānā formó parte de la embajada que, a iniciativa del soberano abadí y tras la caída de Toledo, se entrevistó con el emir Yūsuf b. Tāšufīn en Ceuta.

Fue, precisamente, en territorio pacense donde tuvo lugar el encuentro decisivo entre la coalición musulmana, formada por los almorávides y los taifas, y las fuerzas de Alfonso VI. Las tropas musulmanas acamparon cerca de la capital afṭasí, acogidas generosamente por al-Mutawakkil, y fue allí donde tuvo lugar la batalla de Sagrajas o Zallāqa el viernes 12 de raŷab de 479 (23 de octubre de 1086), a orillas del río Guerrero, a una decena de kilómetros al noreste de Badajoz, que se saldó con una amplia victoria de los primeros, siendo destacada la participación de al-Mutawakkil. Según narra el emir ‘Abd Allāh, fue el encargado de transmitir el mensaje de Alfonso VI al emir almorávide en el que lo retaba al encuentro.

Tras esta victoria las relaciones de los taifas con el emir almorávide empeoraron y finalmente los soberanos andalusíes sucumbieron al expansionismo de la dinastía norteafricana. Cuando Yūsuf b. Tāšufīn desembarcó por tercera vez en al-Andalus comenzó el desmantelamiento del sistema de los taifas, que fueron cayendo uno a uno. Tras la toma de Granada en raŷab de 483 (septiembre de 1090), el emir almorávide recibió en dicha ciudad la felicitación de los soberanos abadí y afṭasí, quienes trataban, así, de escapar al mismo destino, si bien fueron los siguientes en caer. ‘Abd Allāh b. Zīrī, último soberano de la taifa granadina, dejó en sus memorias una detallada descripción del final de al-Mutawakkil.

El soberano afṭasí llegó a ayudar a los almorávides a apoderarse de Sevilla, en raŷab de 484 (septiembre de 1091), pero ello no evitó su deposición a manos de Yūsuf b. Tāšufīn. Para lograrlo, el emir almorávide se valió de los servicios de un alfaquí oriundo de Siŷilmāsa que había conseguido una cierta fortuna en Badajoz, Ibn al-Aḥsan, el cual se convirtió en su agente y logró adquirir un enorme ascendiente sobre al-Mutawakkil, quien se avenía a seguir todos sus consejos. Con gran habilidad, Ibn al-Aḥsan supo poner en su contra a la población y a ganarlos para la causa almorávide, aprovechándose de la indecisión de al-Mutawakkil, acechado por la doble amenaza cristiana y almorávide. Su hijo al-Manṣūr trató, sin éxito, de apartar a su padre de Ibn al-Aḥsan, sugiriéndole que acabase con su indecisión y que abandonara el poder, ya sometiéndose al Emir almorávide y cediéndole Badajoz o huyendo junto a los cristianos, quienes lo instalarían en alguna localidad importante, como habían hecho con al-Qādir de Toledo en Valencia. Ante la negativa de su padre a exiliarse junto a los cristianos, al-Manṣur decidió partir de Badajoz con su familia y sus bienes.

Las incursiones del general almorávide Sīr b. Abī Bakr llevaron a al-Mutawakkil a pedir ayuda a Alfonso VI, que aceptó ayudarlo a cambio de la entrega de Lisboa, Cintra y Santarem. La entrega de estas ciudades aumentó la impopularidad del soberano afṭasí y, como afirma el emir ‘Abd Allāh, “de esta suerte dio legalidad a su persecución, y desde entonces fue acusado públicamente, y no como antes bajo cuerda”. Para apoderarse de Badajoz, Sīr decidió valerse de los servicios de Ibn Rašīq, antiguo señor de Murcia, el cual había sido entregado por Ibn Tāšufīn a al-Mu‘tamid de Sevilla durante el fracasado asedio de la fortaleza murciana de Aledo. Ibn Rašīq supo urdir intrigas con los habitantes de la ciudad y los guardas y soldados que protegían al soberano afṭasí en su alcazaba, llegando a un acuerdo para que le abrieran sus puertas de noche. De esta forma pudieron sorprender y capturar a al-Mutawakkil y sus hijos, al-Faḍl y al-’Abbās, quienes, por orden de Sīr, fueron ejecutados. Ello sucedió a principios del año 485, que comienza el 12 de febrero de 1092, según indica el cronista magrebí al-Marrākušī. El poeta Abū Muḥammad ‘Abd al-Ma‘īd b. ‘Abdūn al-Yāburī, el más célebre de los que brillaron en la corte de Badajoz, compuso una elegía sobre el fin de los Afṭasíes.

Junto a su faceta como político, es preciso destacar la dimensión intelectual de al-Mutawakkil, ya que las fuentes señalan su amplia cultura y, sobre todo, sus dotes poéticas. Tal y como ocurrió en vida de su padre, al-Muẓaffar, bajo el gobierno de al-Mutawakkil, Badajoz acogió una de las principales cortes literarias de la época taifa, en la que destacó el citado Ibn ‘Abdūn, que fue su secretario, uno de los principales poetas de la época. Al igual que otros soberanos taifa, solía retirarse a su almunia, situada en los alrededores de la capital, a la que había dado el nombre de al-Badī’ (“la soberbia”), donde se reunía con familiares y amigos para celebraciones y banquetes.

 

Bibl.: R. H. Idris, “Les Afṭasides de Badajoz”, en Al-Andalus, XXX (1965), págs. 284-290; Abd Allah b. Buluggin, El siglo XI en 1ª persona. Las “memorias” de ‘Abd Allāh, último rey zirí de Granada, destronado por los almorávides (1090), trad., introd. y notas de E. Lévi-Provençal y E. García Gómez, Madrid, Alianza Editorial, 1980, págs. 201, 202, 285, 289, 290 y 293-296; D. Wasserstein, The Rise and Fall of the Party Kings. Politics and Society in Islamic Spain, 1002-1086, Princeton, Princeton University Press, 1985; J. A. Pacheco, “‘Umar al-Mutawakkil b. al-Afṭas de Badajoz, rey de Toledo: crónica de un poder efímero”, en Toledo Hispano-Árabe: Simposio (Colegio Universitario, 6-8 de mayo de 1982), Toledo, Colegio Universitario, 1986, págs. 61-73; M.ª J. Viguera, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes (Al Andalus del XI al XIII), Madrid, MAPFRE, 1992, págs. 49-51; M.ª J. Viguera (coord. y pról.), Los reinos de taifas. Al-Andalus en el siglo XI, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España de Menéndez Pidal, vol. VIII-I, Madrid, Espasa Calpe, 1996; F. Clément, Pouvoir et légitimité en Espagne musulmane à l’époque des taifas (Ve-XIe siècle). L’imam fictif, pról. de P. Guichard, París, L’Harmattan, 1997.

 

Alejandro García Sanjuán

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