Calderón y Arana, Antonio Tomás Laureano. Madrid, 4.VII.1847 – 4.III.1894. Farmacéutico y químico.
Antonio Tomás Laureano Calderón y Arana pertenecía a una familia de liberales, en la que destacaron sus hermanos Salvador y Alfredo. El primero se dedicó a la Geología y Mineralogía y fue catedrático de Historia Natural en Las Palmas; el segundo, fue abogado y escritor. Laureano estudió en el Instituto de Noviciado de la Corte y se graduó de bachiller el 20 de junio de 1861. Cursó estudios de Ciencias y Farmacia en la Universidad de Madrid, donde se licenció en Farmacia el 23 de septiembre de 1866. Inició su carrera docente junto a Manuel Rioz y Pedraja y fue auxiliar y profesor ayudante de clases prácticas.
Más tarde opositó infructuosamente en 1872 a la cátedra de Materia Farmacéutica, Mineral y Animal de Santiago de Compostela. En 1874 fue nombrado catedrático de Química Orgánica de la Facultad de Farmacia de Santiago, tras ganar las oposiciones. En Santiago colaboró con Augusto González Linares, profesor de Mineralogía y Cristalografía. Los dos estudiaron la colección de 1.024 modelos de tipos cristalográficos de René-Just Haüy.
La crisis política de 1875 convulsionó la universidad española y le supuso la expulsión de su cátedra y la prisión, por alinearse junto a los profesores partidarios de la libertad de expresión. El 26 de febrero de 1875 se publicó un real decreto que establecía el control de las enseñanzas dictadas por los profesores a sus alumnos. Se solicitó a los rectores de las universidades que ejerciesen el control sobre la docencia para que no se enseñaran ideas contrarias al dogma católico ni a la moral cristiana ni se atacara a la Monarquía y al régimen político. Laureano Calderón, como miembro activo del grupo liberal de profesores, fue de los primeros en protestar contra esta medida contraria a la libertad de enseñanza. Calderón y Arana, junto con Augusto González de Linares, Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón fueron los primeros profesores expedientados.
Se le expulsó del cuerpo de catedráticos, se le dio de baja en el escalafón y fue deportado y encarcelado.
Laureano Calderón estuvo preso en el castillo de San Antón, en La Coruña, y cuando fue puesto en libertad emigró a Francia.
La situación se normalizó en 1881 y los profesores separados de sus cátedras fueron rehabilitados.
Laureano Calderón quedó en situación de excedencia, porque su cátedra se hallaba ocupada. Mientras tanto, después de su detención y posterior puesta en libertad, Calderón había viajado a París y estudiado con Claude Bernard y Marcelin Berthelot en un ambiente más propicio a las ideas liberales. Estudió Química Fisiológica, en la línea de los trabajos de Bernard, con Félix Hopp-Seyler, en Estrasburgo. En esa misma ciudad estudió Cristalografía con Paul von Groth, a quien sustituyó en lecciones de la cátedra y fue nombrado director de trabajos prácticos en la universidad. Publicó el resultado de sus investigaciones en Comptes Rendues de l’Académie des Sciences y fue nombrado socio de varias corporaciones científicas.
En su época como colaborador de Groth ideó un aparato para medir los ángulos de los cristales, que divulgó en su trabajo “Nuevo estauroscopo y modificaciones al aparato cristalográfico de Groth”. También realizó trabajos de calorimetría y termometría. De regreso a España, en 1880, adquirió un laboratorio de análisis en la calle Carretas, de Madrid, y se dedicó a los análisis industriales de minerales y también a los análisis de productos patológicos.
En su condición de excedente de la universidad, Laureano se dedicó a la actividad privada, en especial a la industria química, contribuyendo a la fundación de la Compañía Agrícola Salinera de Fuente Piedra.
Fue director de la fábrica de abonos minerales. Su retorno a la universidad se produce en 1888, cuando se crea en Madrid la cátedra de Química Biológica e Historia Crítica de la Farmacia. La plaza se sacó a concurso y la solicitó Calderón, que fue nombrado catedrático el 28 de julio de 1888. Estuvo al frente de la cátedra hasta su fallecimiento. En su última fase de profesor universitario contribuyó a los estudios de Química Biológica, si bien se lamentaba de que carecía de medios y de que la Química Biológica, en vez de enfocarse al modo de la escuela francesa, se explicase teóricamente por falta de recursos para la investigación y la experimentación.
Laureano Calderón se dedicó a la Química Orgánica, la Química Biológica y la Cristalografía y, de forma circunstancial, a la Historia de la Farmacia, por estar esta disciplina unida a la Química Biológica en su fase final de catedrático en Madrid. Se le considera el introductor en España de la Cristalografía moderna, gracias a los trabajos que realizó en Estrasburgo junto a Paul von Groth. A su regreso a España, antes de reincorporarse a la universidad, Laureano colaboró con Francisco Quiroga y Rodríguez, eminente cristalógrafo que ocupó en 1887 la primera cátedra específica de Cristalografía que se dotó en Europa.
Gracias a sus contactos con los profesores de otros países y a su estancia en el extranjero, Laureano Calderón gozó de fama internacional. Formó parte de la Comisión Internacional para reformar la nomenclatura química y consiguió, con otros profesores, que se llegase a un consenso entre las dos partes enfrentadas, los franceses y los alemanes. Presidió el Congreso de Ciencia de Pau en 1892. Escribió varios trabajos sobre Química y Cristalografía, sus dos especialidades, y las publicó en revistas españolas y extranjeras.
Sus artículos sobre Cristalografía se publicaron preferentemente en la revista que fundó Groth, Zeitschrift fur Kristallographie. Fue en uno de esos trabajos donde describió el nuevo estauroscopo, que tuvo mucha aceptación.
En sus estudios químicos Laureano Calderón se orienta hacia la química-física y sus aplicaciones termodinámicas.
En Francia se reprodujo su discurso de inauguración del curso 1892-1893, que trataba de los problemas que debe afrontar la química moderna y se titulaba La química descriptiva y la química racional.
En ese texto considera que en la universidad debieran enseñarse las ciencias puras, para que más tarde se pudieran realizar sus aplicaciones industriales. Compara la ciencia teórica y abstracta con la ciencia práctica y positiva, en la línea de las tendencias imperantes en el siglo xix, y comenta que la química fue inicialmente una ciencia descriptiva, que describía hechos aislados y encontraba aplicaciones industriales, mientras que en la actualidad es una ciencia positiva capaz de explicar la naturaleza de la materia y las leyes que rigen las reacciones que se producen entre los elementos y los cuerpos.
Otros trabajos de Laureano Calderón versan sobre la constitución química de algunos medicamentos, sobre el almizcle artificial, el polarímetro de Laurent, las enmiendas presentadas a la subcomisión de reforma de la nomenclatura química, el poder rotatorio de la caña de azúcar según el procedimiento empleado para su medición, las modificaciones del aparato universal de Van Groth y el nuevo estauroscopo, estudios cristalográficos sobre algunos cuerpos orgánicos, descripción de las colecciones mineralógicas de Estrasburgo, los plato-yodonítricos, observaciones ópticas sobre los cristales de azúcar de caña, las propiedades de la resorcina, los estudios termoquímicos de la resorcina y sus volúmenes moleculares.
Calderón fue un científico liberal y humanista. Los dos principales escenarios de su trabajo como hombre de cultura comprometido con la mejora de la sociedad fueron el Ateneo de Madrid y la Institución Libre de Enseñanza. Los hermanos Calderón, Laureano, Salvador y Alfredo, participaron desde los primeros momentos en el funcionamiento de la Institución Libre de Enseñanza. Los tres fueron amigos personales de Francisco Giner de los Ríos y profesores en el Colegio Internacional que fundó Nicolás Salmerón.
La Institución controlaba una revista, el Boletín Revista de la Universidad de Madrid, y en sus páginas colaboró Laureano Calderón. También lo hizo en el boletín de la Institución, el Boletín de La Institución Libre de Enseñanza, y formó parte de los profesores de la Institución, aunque no consta que ejerciese la docencia. Laureano marchó a París y Estrasburgo y desde allí siguió colaborando con sus amigos de la Institución, suscribió sus bases y estatutos y figuró en su junta directiva y como accionista.
En el Ateneo de Madrid fue presidente de la mesa de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales durante los cursos 1884-1885, 1890-1891 y 1891-1892 y favoreció la divulgación de las tendencias más novedosas de las ciencias naturales, como el darwinismo. Sus conferencias en el Ateneo trataron los siguientes temas: “Estado actual de los estudios de Ciencias Naturales”, “La Universidad en Alemania”, “Algunas ideas acerca de la cuestión agrícola”, “Origen y aparición de la vida: el protoplasma” y “La cuestión social y las ciencias naturales”.
Obras de ~: “Sobre el diferente poder rotatorio que presenta el azúcar de caña según el procedimiento para medirle”, en La Farmacia Española, 8 (1876), pág. 766; “Sobre algunas modificaciones del aparato universal de Groth y sobre un nuevo Estauroscopo” y “Estudios cristalográficos sobre algunos cuerpos orgánicos”, en Revista de Cristalografía del profesor Groth (RCPG) (1877 y 1879), respect.; Concepto de la materia, Madrid. Imprenta de Manuel G. Hernández, 1882; “Sobre la constitución química de algunos medicamentos modernamente usados”, en La Farmacia Moderna (LFM), 1 (1890), págs. 117-225; “Almizcle artificial” y “Discurso de clausura del curso de 1890 a 1891 en el Ateneo Científico y Literario de Madrid”, en LFM, 2 (1891), pág. 245 y págs. 463-477, respect.; La Química descriptiva y la química racional, Madrid, Imprenta Colonial G. Gutiérrez, 1892; “Algunas observaciones sobre el uso del polarímetro de Laurent” y “Enmiendas presentadas al informe de la subcomisión de reforma de la nomenclatura química”, en LFM, 3 (1892), pág. 1 y págs. 343- 357, respect.
Bibl.: J. Rodríguez Carracido, “La cristalografía en España”, en Estudios histórico-críticos de la ciencia española, Madrid, Imprenta de Alrededor del Mundo, 1917, págs. 265-272; F. Pardillo Vaquer, “Don Laureano Calderón y Arana (1847- 1894)”, en Estudios Geológicos, 7 (1947), págs. 3-5; R. Roldán Guerrero, Diccionario biográfico y bibliográfico de autores farmacéuticos españoles, vol. I, Madrid, 1958, págs. 476-479; J. Vernet Ginés, Historia de la ciencia española, Madrid, Instituto de España-Cátedra Alfonso X el Sabio, 1975; J. M.ª López Piñero, Th. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Península, 1983, págs. 156-158; A. Molero Pintado, La Institución Libre de Enseñanza. Un proyecto español de renovación pedagógica, Madrid, Anaya, 1985; J. M. Sánchez Ron, Ciencia y sociedad en España: de la Ilustración a la guerra civil, Madrid, El Arquero, 1988; J. Puerto Sarmiento, “Laureano Calderón y Arana” y D. Pacheco Fernández, “El Ateneo y la ciencia farmacéutica”, en El Ateneo, cuarta época, 6 (1995), págs. 53-59 y págs. 43-52, respect.; J. Puerto, El mito de Panacea, Madrid, Doce Calles, 1997, pág. 21.
Juan Esteva de Sagrera