Quintano Bonifaz, Manuel. Briviesca (Burgos), 1695 – Madrid, 18.XII.1774. Arzobispo de Farsalia, bibliotecario, confesor real, inquisidor general español.
Cursó brillantemente sus estudios como colegial mayor y se doctoró en Teología. Fue elegido para el desempeño de los obispados de Córdoba y Segovia, a los que renunció. Nombrado coadministrador de la archidiócesis de Toledo con el cardenal infante Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio (1748-1754).
Fue designado arzobispo de Farsalia el 20 de enero de 1749 e investido como tal el 16 de marzo, siendo nombrado administrador apostólico de Toledo el 11 de agosto de 1755, por fallecimiento de su antecesor, el cardenal Enríquez.
Fue confesor del infante Felipe de Borbón y del monarca Fernando VI. Tanto Felipe V como Fernando VI, siempre que tuvieron que proveer algún cargo eclesiástico, actuaron recabando el dictamen de sus confesores, que, a la vez, desempeñaban el puesto de directores generales de la Biblioteca Nacional de España; así el padre Francisco Rávago lo hizo en 1751, siendo sustituido en ambos menesteres por Quintano Bonifaz (entre los años 1751 y 1783 fueron bibliotecarios mayores Blas Nasarre y Freís y Juan Manuel de Santander que, desde 1761 pasaría —iniciando así una nueva etapa— a ejercer también la Dirección General).
Rávago era confesor real cuando se firmó el Concordato de 1753, que confería a la Corona el patronato casi universal de los más importantes beneficios eclesiásticos, siendo reemplazado en el “confesionario regio” por Manuel Quintano, quien el 11 de agosto de 1755, ascendía también al generalato de la Inquisición.
Como tal, al igual que habían hecho sus predecesores, continuó dictaminando sobre los beneficios eclesiásticos.
Con Quintano Bonifaz, sin embargo, acababa el poder que hasta entonces habían tenido los confesores reales de dictaminar sobre materias eclesiásticas y judiciales. “Probablemente al final del reinado de Fernando VI se designó como confesor a Bolaños (un antiguo y anciano profesor del Rey) y el siguiente Monarca puso en el confesionario a Eleta (Joaquín Eleta, franciscano descalzo, de carácter áspero y agrio). El inquisidor general Quintano continuó dando dictámenes sobre provisión de cargos eclesiásticos y sus resultas hasta finales de 1759, aunque en febrero de ese año la Cámara ya había dejado de remitirle consultas para esos cargos. Las últimas propuestas formuladas por Quintano para prebendas vacantes por derecho de resulta se respetaron parcialmente por Carlos III”, en palabras de Ricardo Gómez-Rivero.
Aprobado su nombramiento de inquisidor general por el sumo pontífice Bendicto XIV (sucedía a Francisco Pérez de Prado y Cuesta, obispo de Teruel), tomó posesión del cargo en el mes de septiembre.
Realizó un informe para la Corona sobre los procedimientos de censura y su violación en determinadas obras. Durante su mandato no faltaron los roces en lo relativo a la práctica y al desarrollo de la censura.
Durante los años en que Quintano Bonifaz regentó el Santo Oficio puede advertirse —sobre todo a partir de la subida al Trono de Carlos III— el afianzamiento del regalismo, que viene a significar el paulatino debilitamiento de la influencia inquisitorial, cuyos poderes y atribuciones iban desplazándose hacia los cauces de la justicia secular. Carlos III llegó a la adopción de enérgicas medidas contra este inquisidor, desterrándole y obligándole a solicitar el indulto, que le fue concedido.
En la segunda mitad de la centuria, los jansenistas se habían situado ventajosamante, tanto en la Iglesia como en las instituciones estatales; cabe mencionar a Josep Climent, obispo de Barcelona. La obra del sacerdote francés Mésenguy, Exposition de la doctrine Chétienne, más conocida como Catecismo (1748), sería condenada por el papa Clemente XIII, en su breve “In Dominico agro” (14 de junio de 1761). Carlos III, que había autorizado previamente su publicación en Italia, rehusó aceptar la citada bula de condenación.
Trasladado el breve a Madrid, Manuel Quintano decidió su publicación el 9 de agosto, pese a que el día anterior el Monarca, aconsejado por su confesor Eleta y Ricardo Wall, su primer secretario de Estado, le había ordenado retenerlo. Al día siguiente salía desterrado para el monasterio benedictino de Sopetrán, no muy lejos de la Corte, y del que regresó el 2 de septiembre, tras haber tenido que solicitar “alguna seña nueva de benevolencia, que, manifieste su real satisfacción de nro. Arreglado porte, y del desempeño en quanto es posible de nro. Ministerio: alguna señal de rl. Aprecio, que le merece el Santo tribunal de Inquisición, y de que le protegerá, y amparará como hasta ahora, á imitación de sus gloriosos Antecesores” (como consecuencia de este incidente se implantó el “exequatur”, pragmática de 18 de enero de 1768).
Carlos III se opuso a toda clase de arbitrariedades, reconviniendo al arzobispo de Farsalia, haciéndole entender que “se limitase a no mezclarse sino en los delitos de herejía y apostasía, como únicos de su competencia, y que cuidase en proceder en lo sucesivo con el más escrupuloso examen y la más madura reflexión al arresto de los reos, que solo por él exponían su reputación y la de sus familias en el concepto general y modo de pensar de España”.
Poco antes de su muerte renunció al puesto de inquisidor general. Le sucedió el obispo de Salamanca, Felipe Bertrán.
Fuentes y bibl.: Informaciones aportadas por: Museo Arqueológico de Valladolid; Francisco Javier Pastor Muñoz (Madrid), arqueólogo.
G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; R. Gómez-Rivero, “Consultas del Inquisidor Quintano Bonifaz sobre prebendas eclesiásticas”, en Revista de la Inquisición (Madrid, Editorial Universidad Complutense), 1 (1991); H. Kamen, La Inquisición Española, Barcelona, Editorial Crítica, 1993; J. M.ª Vallejo García-Hevia, “Campomanes y la Inquisición: historia del intento frustrado de empapelamiento de otro fiscal de la Monarquía en el Siglo xviii”, en Revista de la Inquisición, 3 (1994); J. Pérez Villanueva y B. Escandell Bonet (dirs.), Historia de la Inquisición en España y en América, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2000; J. M. Walker, Historia de la Inquisición Española, Madrid, Edimat, 2001; http://www.catholic-hierarchy.org/bishop/bquinta.html.
Fernando Gómez del Val