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Francisco de Paula Fernández-Gascó Aguado

Biografía

Fernández-Gascó Aguado, Francisco de Paula. Daganzo de Arriba (Madrid), 22.X.1778 – Saint Helier, isla de Jersey (Reino Unido), 6.XII.1826. Político.

Nacido en Daganzo, fueron sus padres Pedro Fernández Gascó, natural de Daganzo, y Josefa Juana Aguado, nacida en Barajas. Fue bautizado con los nombres de Francisco de Paula Antonio Juan María.

Estaba casado con Josefa Velasco (marzo de 1808), con quien tuvo una hija llamada Adelaida.

Tras la obtención del grado de bachiller y maestro en Artes, inició los estudios de Jurisprudencia en la Universidad de Alcalá de Henares, en cuya Real Academia de San Justo y San Pastor ingresó, teniendo por compañero a Juan de la Dehesa (1794-1795). El 12 de junio de 1796 obtuvo el título de bachiller en Leyes.

Finalizados los estudios de Derecho entró a trabajar (15 de junio de 1796) en Madrid en el bufete de Nicolás García, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares y fiscal del Honrado Concejo de la Mesta.

En dicha actividad se mantuvo durante más de tres años y medio (hasta el 28 de febrero de 1800). Y aunque no había completado los cuatro años necesarios, se vio obligado a abandonar su período de prácticas por “los intereses de su casa”. Por dicho motivo solicitó se le eximiese de completar la totalidad del período de prácticas y se le admitiese al examen para ser habilitado como abogado de los Reales Consejos.

El 6 de mayo de 1800 superó los exámenes y fue recibido como abogado de los Consejos, pero continuó atendiendo a los intereses familiares en su pueblo natal. Sin embargo, fue adquiriendo cierta relevancia política porque tras la entrada de las tropas españolas en Madrid, fue elegido para integrar la Diputación Provincial (2 de septiembre de 1813), que se fijó como su principal misión “la conservación de vuestros derechos, según están marcados en la Constitución”.

En dicho cargo permaneció hasta el Decreto de mayo de 1814, que abolió el sistema constitucional.

Después de 1814 mantuvo en Daganzo una “tertulia patriótica”. En 1820 fue elegido diputado por la provincia de Madrid, y a lo largo del ejercicio de su cargo fue uno de los parlamentarios más activos de la Cámara. Durante su Diputación fue elegido para el cargo de secretario cuarto (24 de febrero de 1821), en el que se mantuvo durante todo el período de sesiones de la legislatura ordinaria de 1821 (del 20 de febrero al 30 de junio de 1821). Participó en diversas comisiones, entre ellas, algunas de importancia política, como la de poderes o la de contestación al discurso de la Corona. El 20 de junio de 1821 se le concedió permiso para ausentarse de las Cortes por motivos de salud.

Sus intervenciones abordaron numerosas cuestiones.

En materia religiosa se mostró anticlerical, señalando que los jesuitas eran incompatibles con la Constitución, apoyando la eliminación de los diezmos y la salida de capitales hacia Roma, productos de diversas contribuciones y licencias. Asimismo participó activamente en las discusiones sobre cuestiones económicas (fiscalidad, comercio, etc.), las relacionadas con la implantación del sistema constitucional (Milicia Nacional, represión de los liberales en 1814, supresión de los señoríos, etc.) y la articulación política del territorio y su sistema de representación.

En todos sus discursos se muestra firme defensor del sistema representativo, de las libertades que configuraban dicho sistema, entre ellas la libertad de imprenta, y de la eliminación de las excesivas cargas impositivas que gravitaban sobre el ciudadano, campo en el que evidenció una vertiente garantista. Asimismo se mostró vigilante celoso de las actividades contrarrevolucionarias y en consecuencia propuso que, en la provisión de cargos, se tuviese en cuenta la identificación con el sistema constitucional. Pero al mismo tiempo fue comprensivo con quienes participaban en ellas movidos por la “miserable situación” en que se encontraban.

Tras los sucesos del 7 de julio de 1822 entró a formar parte del Ministerio que presidió Evaristo Fernández San Miguel, responsabilizándose de la Cartera de Gobernación del Reino para la Península e islas adyacentes (5 de agosto de 1822). Desde dicho puesto tuvo que afrontar la difícil situación de la proliferación de las guerrillas en España y el inicio de la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis. Antonio Alcalá Galiano juzgó de forma muy despectiva a los integrantes de dicho Gabinete, y muy especialmente a Fernández Gascó.

Éste fue encargado de leer ante la Cámara la memoria redactada por el Gobierno (12 de octubre de 1822) sobre la situación del país, lo que permite pensar que participó de una manera importante en su elaboración.

Sus intervenciones parlamentarias estuvieron dedicadas, de forma notable, a hacer frente a la situación del país, sumido en una grave crisis. Las medidas estaban encaminadas a robustecer las fuerzas que debían enfrentarse a las guerrillas (Ejército, Milicia Nacional, etc.) y evitar que la pobreza arrojase al campesinado en brazos de las guerrillas contrarrevolucionarias.

La crítica situación en que se encontraba el país provocaba constantes modificaciones ministeriales.

El 19 de febrero de 1823 ya estaba preparado el cese, de todo el Ministerio, y la transferencia de la responsabilidad a los oficiales mayores. Cinco días más tarde fue debatida en el Consejo de Estado la dimisión presentada por Gascó, quien alegó que deseaba abandonar “su destino, que se ha hecho incompatible con sus principios, y en el cual no le es posible hacer la felicidad de la Patria”. El Consejo señaló que se debía acceder a dicha solicitud y encargar el despacho interino a alguno de sus compañeros, si bien un día más tarde se remitió una nota con la relación de posibles sustitutos: Estanislao Sánchez Salvador, Nicolás Garely, Evaristo Pérez de Castro, el capitán de fragata José Rovira y Francisco Martínez de la Rosa.

Finalmente, el 28 de febrero fue cesado el Gobierno, pero sus componentes siguieron ocupando de forma interina las carteras hasta el 4 de mayo.

Tras la caída del régimen constitucional Fernández- Gascó se vio obligado a marchar al exilio, durante el cual mantuvo una estrecha amistad con el botánico Mariano Lagasca, quien publicó su necrológica en la prensa de los exiliados. Su primera residencia fue Londres, pero los efectos del clima sobre su salud le obligaron a trasladarse a la isla de Jersey, donde falleció.

Antonio Alcalá Galiano le criticó duramente en su obra, mientras el anónimo autor de las Condiciones y semblanzas le califica de sectario y de ser uno de los responsables de haber provocado la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis. Gil Novales señala que se opuso al trato vejatorio contra Fernando VII con motivo de la retirada del Gobierno hacia Andalucía.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Consejos, legs. 12132 n.º 82 y 12159 n.º 75; Estado, legs. 124, 175 y 902, exp. 22; Fondos Contemporáneos, Ministerio del Interior, personal, leg. 167; Universidades, leg. 456, exp. 96; libro 589; Archivo Histórico de Protocolos, leg. 25267.

Condiciones y semblanzas de los Diputados a Cortes para la Legislatura de 1820 y 1821, Madrid, Imprenta de D. Juan Ramos y Compañía, 1821; Ocios de Españoles Emigrados, n.º 3 (julio de 1827); V. Herrero Mediavilla (dir. y coord.), Archivo biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, München, Saur, 1986-2005, I microficha 321 n.os 308-309; A. Gil Novales (dir. y coord.), Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Madrid, El Museo Universal, 1991; J. L. Maldonado Polo, “La Botánica en el exilio. Mariano Lagasca y el Hortus siccus londinensis (1827)”, en Arbor, CLXXXII, n.º 718 (marzo-abril de 2006), págs. 189-205.

 

José Ramón Urquijo Goitia

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