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Juan de Díez de Betanzos y Arauz

Biografía

Díez de Betanzos y Arauz, Juan. ¿Betanzos? (La Coruña), 1516-1519 – Cuzco (Perú), 1.III.1576. Cronista, colonizador del Perú, intérprete del gobierno virreinal y de la nobleza inca.

Juan de Betanzos, de ilustre cuna, descendía por línea paterna del importante linaje de los Andrade de la villa de Betanzos, La Coruña, apellido después transformado en Díez de Betanzos, y por línea materna de los Arauz o Araoz de Oñate. Como hijodalgo y vasallo de la Corona española se trasladó a Perú, adonde debió de llegar hacia 1532 o 1533, contando entre diecisiete o veinte años.

Se supone que nació en Betanzos, aunque también hay fuentes que indican que lo hizo en Oñate (Guipúzcoa) o en Valladolid.

En 1536, cuando Manco Inca se rebeló en contra de los españoles, ayudó a Francisco Pizarro en el asedio de Lima, manteniendo a su costa armas y caballos hasta que la ciudad fue liberada; después acompañó al conquistador a la provincia de Nazca. A partir de estos hechos nació una estrecha amistad entre el cronista, el conquistador de Perú y sus hermanos, que perduró durante toda la vida.

Hacia 1542 Betanzos comenzó a ejercer de lengua o intérprete con el gobernador Vaca de Castro y continuó prestando el mismo servicio al virrey Blasco Núñez de Vela que había llegado a Perú en 1543 para hacer cumplir las Leyes Nuevas, promulgadas por el emperador Carlos V, a quien acompañaba en el momento en que el virrey fue prendido por las tropas pizarristas. También ejerció de intérprete de Gonzalo Pizarro, a cuyo lado intervino activamente como soldado en la revuelta que éste protagonizó desde 1544 a 1548 en rechazo de dichas leyes.

Sobre 1543 o 1544 contrajo matrimonio con la princesa Cuxirimay Ocllo, posteriormente bautizada Angelina, con la que tuvo una hija llamada María. El matrimonio, además de propiciarle prestigio entre los miembros de las panacas reales aborígenes, permitió a Betanzos disfrutar de una fortuna holgada, ya que la princesa, hija de Yamque Yupanque, nieto del noveno Inca Pachacuti, había sido la esposa principal de Atahualpa y, muerto éste, mujer de Francisco Pizarro.

De esa unión ilegalizada Angelina tenía dos hijos, uno de ellos falleció a edad muy temprana, pero el otro, que vivió, heredó de Pizarro dos importantes encomiendas, las cuales quedaron a cargo de la madre por ser el niño menor de edad. Además, la princesa poseía una encomienda en Larata, Curahuasi, también donada por Pizarro, y otros muchos bienes que Betanzos pasó a administrar.

En la rebelión de Gonzalo Pizarro, el cronista estuvo a las órdenes de Francisco de Carvajal, el sanguinario Demonio de los Andes, lugarteniente del rebelde.

En 1546 Carvajal le nombró capitán de una escolta, compuesta por cierto número de arcabuceros, con el fin de que fuese tras los soldados que iban a Chile, para proteger a los aborígenes de los agravios que las tropas pudieran causarles durante su paso. Cumpliendo esa misión, Betanzos llegó a Taparacá y después volvió a Lima.

Por la amistad que Betanzos profesó a Carvajal hasta los últimos momentos de la rebelión acaudillada por el menor de los Pizarro, tradicionalmente se le ha venido calificando de “paniaguado” suyo. El término “paniaguado” significa servidor de una casa de la que se recibe alimento y salario, o allegado a una persona que a cambio presta su protección. Después de haber visto que Betanzos intervino en el cerco de Lima con caballos y armas a sus expensas, lo que suponía costear personalmente el equipamiento de los soldados y seguramente también el pago de los sueldos, parece muy difícil que diez años más tarde dependiera económicamente del demonio de los Andes; máxime cuando ya estaba casado con la rica princesa inca.

En agosto de 1547 el capitán Juan de Acosta, uno de los hombres de máxima confianza de Gonzalo Pizarro, encargó al cronista que llevase una carta desde Trujillo a su jefe, en compañía del intérprete indígena Martín; los dos mensajeros fueron capturados en el camino, junto al pueblo de Santa, por el ejército realista que acaudillaba el licenciado Pedro La Gasca, enviado por el emperador Carlos V para terminar con el levantamiento. Betanzos que, a pesar de su gran fidelidad a los hermanos Pizarro, había perdido la fe en Gonzalo por las múltiples irregularidades que había cometido durante la rebelión, se unió a las huestes del nuevo gobernador y dio “razón e cuenta verdadera” a sus capitanes del estado en que se hallaban los negocios de la tierra y del rebelde, con la intención de que se hiciese lo más conveniente para conseguir la pacificación de aquellos reinos.

Una vez integrado en la Real Armada, el cronista llegó a la Ciudad de los Reyes y desde allí se dirigió a Chaquizaguay para ponerse a las órdenes directas de La Gasca. De esa forma, se pasó al bando real y, al decir del licenciado en el texto de la cédula en la que le otorgó una encomienda, en esos momentos aportó noticias decisivas sobre Gonzalo Pizarro y sobre la marcha de su ejército. Al mismo tiempo, según cuenta el licenciado en el mismo texto, volvió a servir de lengua en las “cosas que a los caciques y señores destos reinos se ofreció”. Desde entonces Betanzos traducía a La Gasca en el campamento militar las noticias que los indios llevaban del rebelde y de sus capitanes, hasta que el Pacificador, conociendo que se hallaban en el valle de Xaquixahuana, preparó la tropa y fue a su encuentro. El enfrentamiento de los dos bandos se produjo el 9 de abril de 1548; el cronista estuvo en la vanguardia de la manga del escuadrón de Su Majestad.

Cuando fue vencido Gonzalo Pizarro, La Gasca premió a los españoles que le habían ayudado en la campaña. A Betanzos dio cien pesos y le hizo entrega del repartimiento o encomienda de Caquixane, en el Collao, mediante cédula otorgada el 5 de noviembre de 1548, como recompensa de los muchos gastos y sacrificios que había hecho en la pacificación del territorio, por su intención de residir y permanecer en aquel reino y por su lealtad a la Corona.

A partir de esa fecha, la vida de Betanzos cambia radicalmente: desde su llegada al Perú la aventura y la actividad militar habían sido sus principales objetivos; desde entonces se convirtió en un hacendado radicado en el Cuzco. Pero esta nueva condición no le impidió perder nunca su afán de aventura, ya que en 1557, contando algo más de cuarenta años, se ofreció al virrey marqués de Cañete para ir a la selva con el propósito de negociar y hacer salir de allí a los incas rebelados, aun conociendo que la ruta era muy penosa y que ofrecía muchas dificultades para un hombre ya considerado mayor en aquella época. A pesar de ello, realizó el viaje y sus gestiones ayudaron a que Sayri Tupac depusiera las armas. Posteriormente, volvió nuevamente a Vilcabamba con la misión de informar a Tito Cusi Yupanqui, quien también se había levantado en armas, de que su hermano, muerto en Yucay al poco tiempo de haber salido de la selva, no había sido asesinado por los españoles.

Parece que Angelina falleció a finales de 1564 o en 1565. No se sabe cuánto tiempo permaneció viudo Betanzos, ni cuando se casó con una dama española llamada Catalina Velasco. En 1576, a su muerte, además de María, dejaba tres hijos de corta edad habidos en ese segundo matrimonio y otros cinco hijos naturales, tres de unos veinte años.

El perfil histórico de Juan de Betanzos aparece presidido por un gran dinamismo, derivado de las muchas luchas y aventuras en que participó a lo largo de su vida; sin embargo, paradójicamente, desde su arribo al Perú inició el aprendizaje del quechua y comenzó a hacer trabajos escritos en el idioma vernáculo.

De ahí que enseguida alcanzara prestigio de hábil lenguaraz y gramático, lo que le valió desempeñar el cargo de intérprete con los sucesivos gobernantes y le granjeó la confianza de la nobleza inca.

En 1542, diez años después de su llegada, intervino como traductor y escribiente en la Relación de los Quipucamayos ordenada por el gobernador Vaca de Castro, y debió de perfeccionar mucho más sus conocimientos del quechua al casarse con la princesa Angelina, ya que el matrimonio le permitió rodearse de los miembros que componían la panaca real de la que ella era originaria. Se puede intuir que alternó el cuidado de las encomiendas, que entre ambos poseían, con los combates bélicos y las labores de intérprete; todo lo cual no le impidió dedicar gran parte de su tiempo a escribir, pues en 1548 ya había traducido a la lengua de los naturales una Doctrina Cristiana y dos vocabularios, según el mismo autor indica en el prólogo de su crónica, uno de vocablos, otro de noticias y oraciones enteras, más un coloquio.

En 1551 el virrey Antonio de Mendoza le encomendó realizar una información genealógica de los incas. Para cumplir con el encargo, Betanzos, al igual que un periodista actual, interrogó a mucha gente: a todos los sabios y ancianos que todavía conservaban la memoria de su pasado y, como un fiel traductor, narró la historia más real y verídica del potente imperio andino llamado Tahuantinsuyo: la tituló “Suma y narración de los Incas”. Aunque terminó la primera parte muy pronto, hacia 1552, en 1557 el cronista añadió un último capítulo, en el que participa su marcha a la selva de Vilcabamba con el propósito de negociar la salida del inca Sayri Tupac.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Nación (Lima, Perú), ms. A 139.

D. Fernández, El Palentino (seud.), Historia del Perú, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, vol. CLXV, 1963; P. Gutiérrez de Santa Clara, Quinquenarios o Historia de las guerras civiles del Perú, Biblioteca de Autores Españoles, vol. CLXVI, 1963; G. de la Vega Inca, Comentarios Reales de los Incas, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, vol. CXXXV, 1964; F. Jerez, Verdadera relación de la conquista de la Nueva Castilla, Lima, Biblioteca Peruana, 1968; J. Hemming, La conquista de los Incas, Fondo de Cultura Económica, México, 1982; F. López de Caravantes, Noticia General del Perú, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, vol. CCXII, 1985; J. de Betanzos, Suma y narración de los Incas, Madrid, Editorial Polifemo, 2004.

 

Carmen Martín Rubio