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Francisco López de Jerez

Biografía

López de Jerez, Francisco. Sevilla, 1497 – ?, s. xvi. Cronista secretario de Francisco Pizarro y conquistador del Perú.

Era de origen más que humilde, pues en un juicio se le tildó como “hombre bajo, vil y de poca suerte”; así llamaban en esa época a los plebeyos. Fue su padre Pedro de Jerez y parece que tuvo un hermano en Tierra Firme llamado Diego Sánchez. Contaba diecisiete años al partir a las Indias desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda en abril de 1514, integrando la armada de Pedro Arias Dávila (Pedrarias). Su primera década de permanencia en Tierra Firme tuvo escaso mérito; participó en algunas ‘entradas’ menores que organizaron el licenciado Gaspar de Espinosa, Pizarro y Almagro (1510 y 1520). Consta su actuación en el viaje que Vasco Núñez de Balboa hizo a Acla, asistió a su fundación y fue nombrado escribano público del Cabildo de aquella ciudad. Jiménez Placer aclara que Jerez acompañó a Pizarro en su “Armada del Levante” desde el primer viaje, el año de 1524 (se entendía por ‘tierras del Levante’ a las situadas al este de Panamá, por donde se levantaba el sol); Porras Barrenechea acota que Jerez fue elegido “por ser escribano para hacer la relación y verdadera averiguación de lo que pasase”. Sufrió, junto al resto de la hueste perulera, los percances del Puerto del Hambre, el desastre en las Tierras del Cacique de las Piedras y fue testigo de la llegada del malherido Almagro a las playas de Chochama, en donde se recuperaba Francisco Pizarro.

Participó también de las penurias de la segunda expedición (1526-1527), resistiendo a la inclemente selva colombiana y estuvo entre los que pidieron salir a la mar océano. Ya en la isla del Gallo se encontraba como escribano en agosto de 1527, pero también sucumbiendo ante el hambre y las enfermedades junto a la mayoría de la tripulación. Se contó entre los que abandonaron la isla ante la llamada del gobernador Pedro de los Ríos y no formó parte de los trece valerosos que en esta isla decidieron quedarse con Pizarro.

Su lealtad hacia el viejo capitán no está puesta en duda, pues fue incondicional a su causa, hecho que comprueba su presencia en las tres expediciones. Esto permite suponer que dejó la isla del Gallo por motivo de algún malestar contraído durante la travesía. Él mismo parece que aclaró el asunto, pues al llegar a Panamá declaró que llegó “muy perdido destruido y enfermo”; ayuda también a explicar su fidelidad a Pizarro los elogios que hizo de él en la Información de servicios de 1529. En Panamá, a finales de 1527, el personaje redactó un informe, conocido hoy como Relación Sámano-Xerez, donde compendia los sucesos relativos a los dos primeros viajes de Pizarro. Entre 1528 y 1530 residió en Nata, provincia de Castilla del Oro, ejerciendo el cargo de escribano a las órdenes del gobernador Pedro de los Ríos. Al retornar Pizarro de España en 1531, convocó a Jerez para integrar su tercera expedición al Perú, dando éste alcance a la hueste perulera en Coaque. Participó junto a Pizarro en todas las peripecias del tercer viaje como escribano de la expedición y persona de su entera confianza. Se halló en el desembarco en Tumbes y en la fundación de la primera ciudad del Pacífico Sur, San Miguel de Tangarará (Perú), el 15 de agosto de 1532 (dato proporcionado por Miguel Maticorena). En Cajamarca estuvo en la captura de Atahualpa en la plaza principal de dicho pueblo (16 de noviembre de 1532). Aquí sufrió la fractura de una pierna al caer del caballo, quedando inválido de por vida. No obstante, figuró en la lista de reparto del rescate que Atahualpa ofreció por su liberación; Francisco de Jerez recibió 362 marcos de plata y 8.880 pesos de oro en su condición de hombre de a caballo. Debiendo guardar obligado reposo, aprovechó el respiro para redactar la Verdadera Relación a pedido de Pizarro, la cual culminó “en postrero de Julio de mil quinientos treinta y tres”. López de Jerez se convirtió así en el primer cronista oficial de la conquista del Perú. Incapacitado para seguir en la conquista de Perú, retornó a Panamá, reemplazándolo Pero Sancho de la Hoz. Se sabe por documentos de la época que llegó a Sevilla el 3 de junio de 1534 en la nao Santa Catalina; un mes después (julio de 1534) editó la Verdadera relación [...], replicando la publicada tres meses antes, de modo anónimo, titulada La Conquista del Perú (esta última atribuida por Raúl Porras al capitán Cristóbal de Mena, aun cuando no falta alguna discrepancia en cuanto al autor). Se casó dos veces en España, mas no se sabe nada de su primer enlace, excepto que enviudó pronto, por lo que se casó de nuevo, esta vez con Francisca Pineda, de hidalga procedencia sevillana. Así, unió su fortuna a una rancia familia aristocrática hispana. Según documentación de la época, tuvo cuatro hijos, cuyos nombres eran Inés Ponce de León, Diego López de las Roelas, Juan de Pineda y Miguel Jerónimo de Pineda. En Sevilla se dedicó al comercio ultramarino con Tierra Firme; en esta época modificó su nombre por el de ‘Francisco López de Jerez’; este cambio ha dificultado su rastro documental hasta que lo aclaró Jiménez Placer.

Vivió dispendiosamente en el decir de algunos autores, gastando todo lo que le había reportado su actividad en Indias. Por otro lado, los réditos que debió de brindarle su actividad mercantil no acabarían siendo duraderos, pues los documentos indican que hacia 1554 Francisco López pedía permiso al Consejo de Indias para volver a América junto a su familia, quizás buscando amparo en su condición de antiguo conquistador del Perú; esto hace especular sobre si tal petición no obedecería a una precaria situación económica. Lo cierto es que la demanda de una encomienda en Nicaragua le fue negada y con muchas reticencias logró que se le otorgara una Real Cédula que ordenaba al virrey del Perú que se le proporcionara ayuda y la asignación de un corregimiento en la tierra. No se sabe si aprovechó Jerez esta merced o se quedó en España, pues Rubén Vargas Ugarte (SJ) acota que no aparece su nombre en las listas de pasajeros de la Casa de la Contratación de Sevilla; Jiménez Placer identificó a un Francisco López actuando como escribano en Lima entre 1561 y 1564 y se pregunta si no sería este mismo personaje. Sólo nueva documentación podría quitar terreno a las suposiciones, pues más de un homónimo es detectable en la Ciudad de los Reyes en la década de 1550. Por ahora, no se sabe más sobre los años finales de este personaje, constituyéndose aún en un misterio el lugar y fecha de su deceso.

De la obra de López de Jerez, se conocen en la actualidad dos textos de sumo interés para la primigenia historia de la conquista del Perú. La primera fue conocida desde su descubrimiento como la Relación de Samano, hasta que Jiménez Placer identificara la verdadera autoría del documento para este personaje y dándose a llamar desde entonces como Relación Samano- Xerez (actualmente conservada en la Biblioteca Nacional de Viena); aunque el autor de esta relación fue Jerez, su errada denominación se debe a que el secretario de Carlos I, Juan de Samano (quien nunca había estado en América), agregó una pequeña nota y estampó su firma al final del texto donde daba razón del envío de otro informe sobre los descubrimientos que se hacían en las recientes tierras descubiertas. El texto debió de ser redactado, quizás, bajo la atenta supervisión de Pizarro, entre finales de 1527 e inicios de 1528, para ser enviado a las autoridades de España y presenta escuetamente los principales incidentes que se dieron en las dos primeras expediciones de la ‘Armada del Levante’; lo fundamental de esta Relación [...], que abarca desde la primera expedición de Pizarro hasta el retorno de los barcos del capitán Tafur, enviados a recoger a los soldados de la isla del Gallo, es que brinda la confirmación de un rico reino poblado por gentes civilizadas, quizás con el objetivo primordial de obtener el permiso y financiamiento para la conquista final del Perú. Da por primera vez los nombres de los primeros lugares y pueblos descubiertos en las costas de Ecuador y Colombia, narra el hallazgo del barco de vela en la costa norte peruana y destaca por primera vez la alta civilización incaica. Su impresión sobre la civilización andina se refleja en la siguiente cita: “Es gente en aquella tierra de más calidad y manera que indios porque ellos son de mejor gesto y color y muy entendidos y tienen una habla como arábigo y a lo que parece ellos tienen sujeción sobre los indios que digo”. No se sabe si el documento, escrito con elaborada letra cortesana, además de la letra distinta del secretario Samano, es en sí copia del informe que Jerez enviara a España o un extracto que algún funcionario palaciego hiciera de un escrito mayor.

En todo caso, la “Relación Samano-Xerez”, pese a su cortedad, es de gran importancia para la historia del descubrimiento. Fue publicada por primera vez en el volumen V de la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, por Navarrete, Salvá, Sainz de Baranda, etc. (1842-1895). En Perú se publicó por primera vez en El Ateneo de Lima (1889, vol. VII: 31- 36), y, años más tarde, por Raúl Porras en Cuadernos de Historia del Perú (n.º 2, París, 1937) y en la Biblioteca Peruana, t. I (1968: 4-14).

La segunda y más importante obra de Jerez, por la minuciosidad de datos que presenta, es la que publicara en 1534. Anteriormente se consideraba que esta crónica era la primera, pero su lugar ha de pasar al cuarto o quinto en antigüedad, teniendo en cuenta que ahora se consideran más antiguas la Relación Sámano- Xerez (1527?), la Carta de Hernando Pizarro a los Oidores de Santo Domingo (1533), la Conquista del Perú del capitán Cristóbal de Mena y habría que tomar aún en cuenta dentro de este mismo año 1534 la aparición de las conocidas comúnmente como Relaciones Francesa, Italiana y Alemana, que debieron tener como base algunos informes primigenios sobre la conquista del Perú. La obra de Jerez se titula Verdadera relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco llamada la Nueva Castilla: Conquistada por el magnifico y esforçado cavallero Francisco Piçarro hijo del capitan Gonçalo piçarro cavallero de la ciudad de Trujillo: como capitan general de la cesarea catholica magestad del Emperador y rey nuestro señor: embiada a su magestad por Francisco de Xerez natural de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla secretario del sobredicho señor en todas las provincias y conquista de la Nueva Castilla y uno de los primeros conquistadores de ella... impresa en la casa de Bartholome Pérez en el mes de Julio año del parto virginal mil e quinientos y treinta y quatro. Además, se incluye al final del texto un poema en quintillas dirigido al rey Carlos V con el título Dirije el autor sus metros al Emperador Rey Nuestro Señor, en donde se exponían algunos datos sobre su vida. Aparecida originalmente en julio de 1534, estaba en el contexto de que se había publicado tres meses antes que la crónica de Mena. Lo cierto es que, juzgando Jerez la deslealtad con que se refería este relato al obrar del capitán Pizarro, optó por publicar la suya con el agregado de Verdadera Relación de la conquista del Perú [...] y destacando su condición de ‘secretario de Pizarro’, quizás para darle mayor validez a su relato. Cabe indicar que la importancia del relato, por las fabulosas noticias que contenía, hizo que fuera reimpreso al año siguiente en Venecia y Milán, a pesar de ser reconocibles sus limitaciones y parcialidad a la hora de describir lo que había vivido, hecho que, por ejemplo, diferencia su narración de las hechas por Mena o Estete, esto debido quizás a la condición de cronista oficial de que fungió dentro de la expedición de Pizarro. Una segunda edición española, aunque incompleta, se tituló Conquista del Perú: verdadera relacion de la conquista del Peru y Provincia del Cuzco llamada la Nueva Castilla, conquistada por Francisco Piçarro, embiada a Su Magestad [...], salida de las prensas de Juan Junta en julio de 1547 en Salamanca (Nicolás Antonio, Biblioteca, t. III: 499; y León Pinelo, Epíthome de la Biblioteca [...], t. II, tit. VIII, col. 647).

En el siglo xviii fue usado con profusión por el cuzqueño Diego de Esquivel y Navia en lo referente a la conquista del Perú en sus Noticias Cronológicas de la Gran Ciudad del Cuzco. Ternaux-Compans la editó en francés en 1837 y, más adelante, Clements Markham la tradujo al inglés junto a la de Pedro Sancho y otras piezas, publicándolas en Londres en 1872. En Perú, fue muy utilizada la edición hecha en la Colección Urteaga-Romero (t. V de la 1.ª serie, 1917), la aparecida en la Biblioteca de Cultura Peruana (t. II, colección dirigida por Ventura García Calderón, 1938) y la de la Biblioteca Peruana (t. I, 1968). La mencionada Relación consta de tres partes: 1. Un resumen de los dos primeros viajes de Pizarro. 2. La parte central del relato, que es un informe detallado del tercer viaje, desde la salida desde Panamá hasta la ejecución de Atahualpa. 3. Los versos de contenido biográfico. La parte más interesante es, sin duda, la referida a la tercera expedición pizarrista, pues se nota el intento por legitimar la conquista superponiendo a los conquistadores como ‘hombres de bien’ sobre la ‘tiranía’ del cautivo Atahualpa.

Un pasaje significativo del relato de Jerez lo constituye la captura de Atahualpa el 16 de noviembre de 1532. Destaca la parquedad de su descripción, propia del soldado indiano, no por ello dejando de dar noticia sobre el suceso. Indica que el ataque comenzó por el mal tratamiento de Atabalipa al padre Valverde y por haber echado la Biblia por tierra; Jerez reafirma la palabra “Santiago” como la señal que dio inicio a las acciones de ataque de los españoles. Dos hechos interesantes sobre los sucesos de aquel día son que Atahualpa pudo haber subestimado a los españoles al confiar en los informes del cacique Maizavilca; y, por otro lado, es probable que la inacción del Inca y sus miles de súbditos se debiera a una posible embriaguez de éste, tal cual lo sugiere Juan de Betanzos, hecho que ha sido destacado por Miguel Maticorena (Revista Histórica, Lima, 2002-2004: 414). Al respecto, Jerez no repara en este detalle, pero observa cómo los indios no pudieron responder al ataque español por el carácter sorpresivo de éste: “En todo esto no alzó indio armas contra español; porque fue tanto el espanto que tuvieron de ver al Gobernador entre ellos, y soltar de improviso el artillería y entrar los caballos al tropel, como era cosa que nunca habían visto, que con gran turbación procuraban mas huir por salvar las vidas que de hacer guerra” (Cronistas primitivos de Indias, pág. 333); no deja de ser significativa la religiosidad manifiesta en su visión del devenir de las cosas: “Viose en esta batalla una cosa muy maravillosa, y es, que los caballos, que el día antes no se podían mover de resfriados, aquel día se movieron con tanta furia, que parecían no haber tenido mal”. Más adelante indicará, parafraseando a Pizarro: “Y si tu fuiste preso, y tu gente desbaratada y muerta, fue porque venías con tan gran ejército contra nosotros, enviándote a rogar que vinieses de paz, y echaste en tierra el libro donde estaban las palabras de Dios, por esto permitió nuestro Señor que fuese abajada tu soberbia” (op. cit., pág. 333).

Para Hidefuji Someda, cuando Jerez se refiere al mundo andino, deja de lado su evidente y general prejuicio hacia el indio americano para dejar traslucir su admiración por el orden y avance cultural de la etnia vencida y se constituye en uno de los primeros documentos que brindan información etnográfica y geográfica sobre el Imperio del Tahuantinsuyo. La embelesada descripción que Jerez hizo de la geografía andina, de las colcas (depósitos imperiales), tambos (refugios para viajeros) y sobre su alto grado de organización social debe ser considerada testimonio del reconocimiento de los primeros conquistadores ante la grandeza del imperio vencido. Quizás donde más se notó la admiración de Jerez fue a la hora de describir los caminos incaicos (el qhapaqñam), hecho que lo hace tratar el tema en más de una oportunidad, el sistema de postas y chasquis y la existencia de los mitimaes como mecanismo de dominación y desplazamiento de los pueblos vencidos.

La obra de Jerez debe ser asumida como la versión oficial de la conquista; el autor, consciente de la difusión que tendría su obra en España y fuera de ella, en muchos casos utilizó la narración para cambiar o referir medias verdades sobre hechos en los cuales él había sido testigo de excepción; un claro ejemplo es su retiro de la isla del Gallo, pues con motivo válido o no, silencia su actuación en tal pasaje de su crónica. Esto pareciera ser tópico común entre los cronistas, pues también se ha detectado para el caso de Cieza de León la singularidad de abundar en detalles en los pasajes donde era descollante su participación, pero a la vez silenciado su nombre o hablando impersonalmente en aquellos donde su actuación hubiera sido inadecuada. López de Jerez debe ser considerado como uno de los primigenios cronistas del Perú, de aquellos cuya presencia y sorpresa ante lo nuevo logró quedar plasmada en sus relatos, a pesar de la pobreza literaria en el estilo.

 

Bibl.: J. Toribio Medina, Biblioteca hispano-americana (1493-1810), Santiago de Chile, Impreso y grabado en la casa del autor, 1897-1907; A. Jiménez-Placer y Cabral, Vida de Francisco López de Xerez [separata del Archivo de Investigaciones Históricas], Madrid, Est. Tipográfico de Fontaner, 1911; R. Porras Barrenechea, Cuadernos de Historia del Perú, Paris, Imprimieres les Presses Modernes, 1937; E. de Vedia (ed.), Historiadores Primitivos de Indias, t. II, Madrid, Ediciones Atlas, 1947 (Biblioteca de Autores Españoles, t. XXVI); R. Porras Barrenechea, Los Cronistas del Perú (1524-1650) y otros ensayos, ed., pról. y notas de Franklin Pease, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1986; G. Y. Franklin Pease, Las Crónicas y los Andes, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo de Cultura Económica, 1995; Hidefuji Someda, El Imperio de los Incas. Imagen del Tahuantinsuyo creada por los cronistas, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999.

 

Jorge Huamán Machaca

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