Alfonso García, Rita. Rita Luna. Málaga, 26.XII.1770 – Madrid, 6.III.1832. Actriz de teatro.
Hija de actores, prefirió llamarse Rita Luna, tomando el segundo apellido de su padre, Joaquín Alfonso Luna, comediante aragonés igual que la madre, Magdalena García. Tuvo una educación muy cuidada y religiosa. Muy pronto decidió seguir la profesión de sus padres y debutó siendo aún muy joven. Lo hizo en un teatro provisional que el actor Sebastián Brinoli había abierto en el cuarto bajo de la casa número 20 de la calle del Barco y que luego se señaló con el número 36 y que era propiedad del general Mazarredo, según dice Narciso Díaz Escovar, allí representó con mucho éxito obras de Lope y Calderón; el conde de Floridablanca la vio, rápidamente la recomendó para la Compañía de los Reales Sitios, donde estuvo algún tiempo y pasó luego al teatro del Príncipe, escenario en el que logró eclipsar a María del Rosario Fernández, la Tirana, un éxito que la veterana actriz nunca le perdonó; la clave del éxito fue su actuación en La esclava de Negroponto.
En parte por continuos incidentes con la Tirana, abandonó el teatro del Príncipe y se fue al de la Cruz, donde coincidió con Juana García Ugalde, otra actriz que, como ella, era hija de actores y de la que Leandro Fernández de Moratín hizo un gran elogio después de verla en el papel de doña Isabel en su obra El viejo y la niña. Esta mujer entendió que no podía competir con Rita y pidió quedarse como sobresaliente y luego pidió la jubilación. Todo ello le fue concedido. De manera que en el teatro de la Cruz quedó Rita como la gran actriz que era, debutó con El desdén con el desdén y una y otra noche recibió ovaciones delirantes. Se distinguió en La dama boba, La moza del cántaro, La villana de Vallecas, La más constante mujer, Como amante y como honrada, Misantropía y arrepentimiento, El socorro de los mantos, El perro del hortelano, No hay contra lealtad cautela y otras muchas de su extenso repertorio.
Nunca fue una actriz aficionada a la tragedia y sus autores preferidos fueron Moreto, Tirso, Montalbán, Leyva y Rojas. La verdad es que Rita Luna triunfó en toda la línea y durante dieciséis años fue la reina absoluta del escenario del teatro de la Cruz.
Los éxitos clamorosos de la actriz no impidieron que las mezquindades de la profesión la alcanzaran en algunos momentos, y lo cierto es que en ninguna biografía se acierta a explicar por qué Rita Luna abandonó la escena en 1806, en algunas se atribuye a esos disgustos profesionales, pero la mayoría están de acuerdo en que fue a causa de una profunda melancolía que le aquejó por una pasión amorosa cuyo desbordamiento se contuvo siempre por esa educación religiosa y estricta que tuvo la actriz desde siempre. Parece ser que esa melancolía se convirtió en un desequilibrio nervioso que se agudizó a la muerte de un médico muy allegado al círculo de aristócratas ilustrados.
Sea como fuere, lo cierto es que Rita llegó a odiar su profesión, no quiso oír hablar más de sus éxitos pasados y ella misma destruyó todo lo que con su pasado de actriz se relacionaba, incluido un retrato que le había hecho Goya. Murió de una pulmonía en 1832.
Bibl.: R. Mesonero Romanos, La actriz Rita Luna, Madrid, 1851; N. Díaz de Escovar, Rita Luna. Apuntes biográficos de la eminente actriz malagueña, Málaga, Zambrana hermanos, 1900; F. C. Sainz de Robles, Ensayo de un diccionario de mujeres célebres, Madrid, Aguilar, 1959; A. Tordera Sáez, “Historia e historias del teatro: la actriz Rita Luna”, en E. Rodríguez Cuadros (coord.), Del oficio al mito: el actor en sus documentos, Valencia, Universitat de Valencia, 1997, págs. 339-359; M. Gómez García, Diccionario del Teatro, Madrid, Akal, 1997; A. M.ª Arias de Cossío, “La imagen de la actriz en España”, en Boletín de Arte (Universidad de Málaga), 21 (2000), págs. 53-78.
Ana María Arias de Cossío