Núñez de Lara, Álvaro. ?, c. 1170 – Toro (Zamora), 8.I.1219. Conde, noble.
Hijo de Nuño Pérez de Lara y Teresa Fernández de Traba, es probable que acompañara a su madre al reino de León, pues, viuda de su primer esposo, casó con Fernando II. Sin embargo, la primera referencia de Álvaro Núñez procede del Monasterio de San Salvador de Oña, donde al parecer se encontraba en 1192. Cuatro años después se incorporó a la nómina de confirmantes de los diplomas reales castellanos y, al poco tiempo, sustituyó a Diego López de Haro II en la alferecía real, ascenso social que vino acompañado de su matrimonio con una hija del señor de Vizcaya, Urraca Díaz. En 1201 dejó la corte y marchó a León, donde permaneció hasta 1203, época en la que se ocupó de sus posesiones gallegas, procedentes de la herencia materna. Una vez regresado a Castilla, intervino junto a sus hermanos en una incursión militar por tierras asturianas, actitud hostil que no le impidió llegar a ciertos acuerdos patrimoniales con Alfonso IX. Entre 1208 y 1217 retomó la alferecía real castellana, destacando por su intervención en la batalla de las Navas de Tolosa. Además, Álvaro se hizo cargo de varias tenencias, entre ellas las de Castilla Vieja, Herrera de Pisuerga, Bureba y Burgos. Al igual que a sus hermanos Fernando y Gonzalo, le fue encomendado, junto a otros nobles, el cumplimiento de las mandas testamentarias de Alfonso VIII, honor consecuente al prestigio de su linaje.
La muerte del monarca castellano en 1214 sumió al reino en un período de inestabilidad. Si inicialmente fue su viuda la encargada de velar por los intereses del joven heredero, Enrique I, al fallecer ella fue su hermana mayor, Berenguela, quien se hizo cargo del niño y de la regencia de Castilla. Álvaro Núñez no aceptó la situación y no tardó en asegurarse alianzas y hacerse con la persona del Rey, imponiendo su tutoría. Esta actitud originó la oposición de algunos sectores del reino, en particular de Doña Berenguela y sus afines, situación que empeoró a consecuencia de los desmanes cometidos por el conde, que se arrogó la regencia y llevó al reino a la guerra civil. Sin embargo, aparte de su actitud más o menos intransigente, no se pueden olvidar las presiones leonesas o la existencia de intereses contradictorios en el seno de la nobleza y los concejos. Así las cosas, Doña Berenguela y los suyos pugnaron por la cesión del trono al futuro Fernando III, a lo que se opusieron los Lara. El conflicto se agravó cuando falleció accidentalmente Enrique I (1217), sin que Álvaro Núñez renunciase al control del reino. Doña Berenguela reaccionó apoyada por aquellos nobles recelosos del excesivo poder alcanzado por los Lara, entre ellos los Haro, Cameros, Girón y Meneses, y pronto se sumaron a su causa la mayoría de los concejos. Entre tanto, el conde y sus hermanos acudieron a Alfonso IX de León, convenciéndolo para que atacara el reino vecino, pero la derrota de los Lara y el posterior acuerdo del Monarca con su hijo Fernando acabaron con las pretensiones del conde. Hecho prisionero, consiguió exiliarse en León, desde donde atacó las posiciones de Fernando III en 1218. Caído enfermo en el asedio de Castrejón, se retiró a la ciudad de Toro, donde falleció.
Casado con Urraca Díaz de Haro, Álvaro Núñez de Lara no tuvo descendencia legítima pero en su unión con Teresa Gil de Osorno engendró a Fernando Álvarez, señor de Valdenebro, Rodrigo Álvarez, señor de Alcalá y Tamariz, Gonzalo y Nuño Álvarez. Entre sus propiedades destacaban las localidades de Castroverde de Esgueva, Paracuellos y Moratilla, aparte de un patrimonio disperso en Galicia.
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Antonio Sánchez de Mora
