Pérez de Lara, Nuño. ?, c. 1122 – Cuenca, 3.VIII.1177. Conde, regente.
Conde y regente castellano, hijo del conde Pedro González de Lara y de su esposa Eva. Sus primeras noticias proceden de 1141, cuando él y otros parientes donaron ciertas propiedades al Monasterio de San Pedro de Arlanza. No obstante, Nuño no intervino en la Corte hasta 1144. Fue entonces cuando completó su adiestramiento, bajo las órdenes del mayordomo regio, Diego Muñoz. Al poco tiempo adquirió la alferecía de Alfonso VII, en un período de continuas incursiones hacia el Sur. Debió de intervenir en las algaradas efectuadas por Andalucía, participando al frente de la hueste regia en las conquistas de Córdoba, Calatrava y Almería. En concreto, en el otoño de 1148 cayó preso en Jaén, aunque fue liberado a los pocos días. Su experiencia contra los musulmanes se hizo patente en 1155, cuando dejó la alferecía para hacerse cargo de la tenencia de Montoro, situada en la vanguardia cristiana.
La pérdida de estos territorios y los posteriores conflictos con León, reinando ya Sancho III de Castilla, depararon al magnate la recepción de la tenencia de Abia y otras plazas situadas en las riveras del Cea y el Pisuerga. La hostilidad entre ambos reinos se hizo patente en 1160, cuando Nuño fue derrotado y hecho prisionero por los leoneses y Fernando Rodríguez de Castro, en contra de la regencia del conde Manrique Pérez de Lara. Tras ser liberado, apoyó en todo momento las acciones de su hermano, viéndose recompensado en 1162 con más tenencias, entre ellas Dueñas y Herrera, y con la dignidad condal. Al año siguiente participó en nuevos enfrentamientos con Fernando II, huyendo con el joven Alfonso VIII al castillo de Atienza. En 1164, al fallecer en combate el conde Manrique, Nuño se hizo cargo del liderazgo familiar y la regencia de Castilla.
Tras un período de aparente tranquilidad bélica, los castellanos partidarios de Nuño se enfrentaron a los leoneses y a Fernando Rodríguez de Castro en 1165, batalla en la que el conde, previendo la derrota, se refugió en Medina de Rioseco, donde fue sitiado por Fernando II. No obstante, Nuño continuó al frente de la regencia, contando con la colaboración de su hermano Álvaro Pérez de Lara, su sobrino Pedro Manrique y otros nobles, como Gómez González o el conde Lope Díaz de Haro I. De hecho, la Corte de Alfonso VIII se hallaba con fuerzas para recuperar Toledo, en manos de Fernando Rodríguez de Castro, acción llevada a cabo en el verano de 1166. En los años siguientes Nuño y su linaje demostraron en varias ocasiones su fidelidad a Alfonso VIII, quien, en recompensa, benefició al regente con nuevas donaciones y tenencias. En 1169 fue capturado en Zorita por partidarios del de Castro y, tras ser liberado por el Monarca, efectuó una algarada por tierras musulmanas, llegando hasta la costa de Algeciras.
El acceso de Alfonso VIII a la mayoría de edad no supuso una merma en la influencia del conde, pues Nuño se mantuvo al frente de la Corte, al menos hasta 1171, incrementando sus tenencias con la de Nájera.
Durante este tiempo intervino en asuntos cruciales para Castilla, como la paz con Aragón o el matrimonio entre Alfonso y Leonor Plantagenet. Nuño demostró su eficacia militar en 1172, cuando capitaneó las tropas regias y liberó Huete del cerco almohade, plaza que estaba a cargo de su sobrino Pedro Manrique.
Al año siguiente, los enfrentamientos con Navarra obligaron a Alfonso VIII a firmar la paz con los almohades, empresa que fue encomendada al conde Nuño de Lara. Pero no podía olvidarse del conflicto navarro y en 1174, buscando recaudar fondos para los gastos de la defensa de Calahorra, el conde y Pedro de Arazuri aceptaron una cuantiosa cantidad de maravedís a cambio de reconocer al nuevo obispo de Osma, elección simoníaca que fue denunciada ante la Santa Sede y solventada años después.
Desde 1174, Alfonso VIII intentó garantizar sus fronteras, razón por la cual emprendió nuevas acciones contra Navarra al tiempo que mejoraba sus relaciones con Aragón y León. A este último Reino envió al fiel Nuño Pérez, magnate que contaba con cierto reconocimiento en aquella Corte. Todo ello para poder hacer frente a la amenaza musulmana, que hostigaba su frontera sur. A fines de 1176 ya se preparaba el asedio de Cuenca, plaza que cayó al año siguiente.
En esta contienda se hallaba el conde Nuño Pérez, donde resultó herido de muerte.
Había casado con Teresa Fernández de Traba, matrimonio que debió acordarse en la Corte de Alfonso VII, cuando Fernando Pérez de Traba y Manrique de Lara apoyaron la división de León y Castilla.
De su esposa tuvo a Fernando, Álvaro, Gonzalo, María, Sancha y Teresa Núñez, que perpetuaron la influencia del linaje en la Corte castellana, y algunas referencias documentales parecen indicar que también fue hija suya la posterior condesa de Urgel, Elvira Núñez, madre de Aurebiax de Urgel.
El patrimonio de Nuño Pérez se hallaba disperso por todo el Reino, incrementado con bienes leoneses procedentes de su esposa. Además, los distintos monarcas beneficiaron a este magnate con importantes donaciones, premiando así su fidelidad. En concreto, Nuño dispuso de amplias propiedades en las cercanías de Burgos, Cuenca de Campos, Nogal, Perales y Cervera de Pisuerga y, en tierras toledanas, poseyó casas en la capital y varias aldeas, entre ellas la de Alcabón.
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Antonio Sánchez de Mora