Sánchez, Sancho. Conde de Navarra. ?, ú. t. s. XI – p. s. XII. Caballero pamplonés, conocido historiográficamente como “conde” de Navarra.
Hijo natural del infante Sancho Garcés, que era a su vez hijo ilegítimo del Monarca de Pamplona García Sánchez III el de Nájera (1035-1054). Estableció vínculo matrimonial con Elvira, hija del destacado señor castellano García Ordóñez, conde de Nájera y Calahorra, casado este último con la pamplonesa Urraca, hermana de Sancho Garcés IV el de Peñalén. Sancho Sánchez tuvo dos hijos: Gil y María, aunque la documentación menciona hasta ocho vástagos más, nacidos de relaciones extraconyugales; de esos ocho cabe destacar a Ramiro.
El título de “conde” de Navarra que le atribuye la documentación hacia 1082 ha pasado a etiquetarle historiográficamente como señor de un teórico “condado de Navarra”, por medio del cual Sancho Ramírez habría rendido vasallaje a Alfonso VI. No obstante, dicho título no llegó a suponer el gobierno vicarial de una porción del Reino, sino que más bien le atribuyó un simple, pero elevado, rango formal, con la más que probable finalidad de equipararlo en categoría a la familia de su esposa. Además, el vasallaje del monarca pamplonés al castellano debió tener lugar el mismo año de 1076, y no más tarde.
Asiduo y activo colaborador en las empresas de reconquista llevadas a cabo por los monarcas Sancho Ramírez, Pedro I y Alfonso I de Aragón-Pamplona, logró ganarse, junto a un selecto grupo de nobles pamploneses, la confianza de los mismos. Así, cabe destacar que fue hecho prisionero en Morella (1084) con otros Seniores aragoneses, pamploneses, castellanos y leoneses, por las huestes de Rodrigo Díaz, que luchaba al lado de Yūsuf al-Mu´tamin.
Su vinculación con la Casa reinante queda patente a través de su presencia en el más estrecho círculo de la hueste regia; y también por medio de sus labores de gobierno territorial, pues los mencionados soberanos no dudaron en encomendarle en honor alguna de las más importantes y significativas plazas de su territorio. De esta forma fue tenente de núcleos como Erro (1080), San Esteban de Deyo o Monjardín (1084), el Castellar (1091), Pamplona (1092), Aibar y Tafalla (1098), Falces y Leguín (1112), así como Ejea (1113).
José María Lacarra fecha entre 1091 y 1111 la carta de arras que Sancho entregó a su mujer Elvira, en la que se esboza el cuantioso, aunque también disperso, patrimonio que administraba, el cual concentraba un total de treinta y cuatro villas sobre el corazón territorial del Reino de Pamplona, llegando incluso hasta el Baztán, Santacara, Nájera, Ejea y Álava; se incluyen además reseñables posesiones y bienes en casi una veintena de lugares. La magnitud de sus señoríos, unida a las rentas de sus honores, le permitió hacer copartícipes a sus hijos ilegítimos de sus bienes, ya que todos recibieron algún lote o parte; así, por mencionar un caso, Ramiro, citado tras Gil y María, recibió diez villas.
Al igual que un nutrido grupo de seniores y milites de aquella época, imbuidos de una renovada espiritualidad promovida por el papado, Sancho pudo llegar a materializar un viaje a Tierra Santa, según se manifiesta en las primeras líneas de citada carta de arras.
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Julia Pavón Benito