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Armengol VII

Biografía

Armengol VII. Conde de Urgel. Cataluña, c. 1125 – ¿Valencia?, VIII.1184. Noble, mayordomo mayor de Fernando II de León.

Hijo de Armengol VI y Arsenda de Cabrera, condes de Urgel, hereda a su padre al morir en 1154 en todos sus dominios en el oriente y el occidente peninsular, destacando en el primero el condado de Urgel y los derechos sobre Lérida y en el segundo el señorío sobre Valladolid y numerosas propiedades en Castilla, León, Asturias y Tierra de Campos.

La división entre Castilla y León que sigue a la muerte de Alfonso VII en 1157 afecta a sus posesiones, de forma clara tras los acuerdos de Sahagún, que en 1158 definen la línea de ambos reinos sobre la disputada Tierra de Campos. Colabora con los reyes de Castilla, Sancho III y Alfonso VIII, en cuyo nombre en 1162 auxilia infructuosamente a Ibn Mardanīš en su guerra contra Granada y participa en la toma de Cuenca en 1177. Sobre todo asume misiones diplomáticas.

Así, en 1158 participa en la concordia de Osma entre el rey de Castilla y el conde de Barcelona y príncipe de Aragón respecto a los derechos castellanos sobre Zaragoza y Calatayud, y en 1170 sigue la larga secuencia del entendimiento entre Alfonso VIII y Alfonso II, que empieza con las negociaciones y acuerdos de paz tomados en Sahagún, donde se ratifica la boda entre la tía del rey de Castilla, Sancha, y el soberano aragonés, y culminan con la recepción en Zaragoza de la inglesa Leonor para casarse con el monarca castellano en Tarazona. Poco después, en 1174, acompañará a Zaragoza a Sancha para casarse con Alfonso el Trobador. Alfonso VIII incrementará las posesiones de Armengol VII con donaciones como Paracuellos del Jarama, donde fomenta la población.

En 1172 Armengol VII recibe al famoso legado pontificio Jacinto Bobone-Orsini y lo acompaña ante los reyes leoneses en Zamora. En realidad, el conde urgelitano destaca en la confianza de Fernando II, el soberano leonés que le designa mayordomo, cargo que ejerce entre 1162 y 1184, si bien compartiendo la responsabilidad con otros titulares entre 1162 y 1167, 1173 y junio de 1175, y de septiembre de este año a 1179. Militarmente asume un importante protagonismo en la Extremadura leonesa, donde contribuye poderosamente a la toma de Alcántara en 1167 comandando un ejército donde destacan sus barones urgeleses, imbricados por los lazos de fidelidad feudal (Arnau de Ponts, Berenguer Arnau, Arnau de Sanahuja, Bertrán de Tarascó, Pedro de Bellvís, Bernardo de Meyà, Ramón de Vilalta...). Fernando II no sólo le ofrece Alcántara en 1168, sino que le confiere la responsabilidad de regir esta zona fronteriza, como evidencia el mismo Armengol al presentarse como “comes Urgellensis dominans Extrematuram”. Entre 1170 y 1173 se aleja de la zona para cumplir el encargo regio de defender Galicia ante las tropas portuguesas que han invadido la comarca de Limia, razón por la que Armengol signa sus documentos añadiendo, ya en 1170, a su condición de mayordomo la de “dominante en Toroño y Limia”, titulación que le será renovada en 1180.

Mientras, en 1171 el Rey le confiere la tenencia de Noreña (“dominans Norania”) y le dota de responsabilidades sobre Asturias, donde en 1176 se presenta como “principante in Asturias”, tarea en la que se auxilia de algunos de sus fieles, como Bertrán de Tarascó, que se convierte en “maiorino in Oveto et in Asturias”. Entretanto, el envite almohade ha obligado a tratar de contener la frontera meridional, sin poder evitar la pérdida de Alcántara en 1174. Aún entre 1183 y 1184 participa en el cerco real contra Cáceres. Fernando le ha conferido, en 1178, la tenencia sobre León, retomada en 1183 y a veces especificada por la posesión de “la tenencia sobre las torres de León”. En 1180 y 1181 se le encarga la tenencia sobre Benavente, para añadir, en el mismo 1181, el dominio sobre Salamanca, que ejerce hasta 1183.

También en 1181 asiste al tratado de paz firmado en Medina de Rioseco entre Alfonso VIII de Castilla y Fernando II de León. Participa en el desarrollo e impulso de Ciudad Rodrigo, donde ya se le documenta residiendo en 1167, y recibe la dominación sobre Ledesma.

Las tensiones sufridas con los habitantes de esta villa se zanjan cuando en 1177 su concejo y alcaldes acuerdan ofrecer al conde el pleno dominio sobre un lugar de su término, Barruecopardo, a cambio de no molestarse mutuamente sus habitantes. En 1181 el conde ofrece fuero a la población y la cede a Pedro Fernández en feudo “ad consuetudinem terre mee Urgellensis”, reservándose el señorío eminente y la mitad de los ingresos. Fernando II también le ha donado, en 1171, los lugares de Almenarilla y Santa Cruz, en la Transierra y cerca de la frontera castellana, con toda la intención de que contribuya, si hace falta, a contener intentos expansionistas de Castilla.

Fernando II, que se refiere a Armengol VII como “vasallo meo e amico fidelissimo”, también confía en él para que tutele y forme a su hijo, el futuro Alfonso IX. En realidad, el conde urgelés goza de un gran prestigio y ostentación de pujanza, rodeado de una Corte propia, donde destacan caballeros urgelitanos que le acompañan en León y que está bien estructurada con una escribanía organizada y con figuras estabilizadas bajo el “maiordomus comiti”; cuenta también con una capilla que funciona en torno al capellán, conjunto al que se incorporará la figura notarial. Al mismo tiempo, Armengol no sólo participa en la Corte real, sino que se erige en uno de los personajes más influyentes ante el Rey, en todo caso sólo equiparable en determinados momentos con Fernando Rodríguez Castro o con el arzobispo compostelano. Los tres, implicados a la vez en el devenir de la frontera meridional, debieron de influir sobre el Monarca en el nacimiento de la Orden de Santiago, surgida en 1170 como cofradía de caballeros que al año siguiente asume la definición religiosa, con la finalidad de proteger la frontera mediante una orden religioso-militar identificada con el reino de León y que, a partir de aquí, sea favorable a los respectivos intereses particulares. Baste indicar que el primer maestre de la nueva Orden será un personaje próximo al urgelés, como es Pedro Fernández.

Al mismo tiempo, el conde Armengol VII se está beneficiando del fuerte desarrollo de Lérida, donde cuenta con un baile atento a los derechos que le corresponden al haber heredado de su padre la condición de “castlán” mayor y la tercera parte de la ciudad, bajo soberanía de Alfonso el Trovador, a quien acompaña en numerosas autorizaciones y concesiones en el rápido fomento urbano. En la misma zona, Armengol también dispone de importantes feudos reales cuya ocupación y desarrollo agrario fomenta, como demuestra en 1175 al pactar con cincuenta pobladores para que ellos, con sus familias y posteriores subarrendados, impulsen Castellblanc de Llitera (Malpartit).

Armengol VII en 1166 ha apoyado el acceso de Alfonso al condado de Provenza, si bien intercediendo por el respeto del condado de Forcalquier, regido por los descendientes de su abuelo Armengol V. Más adelante, las relaciones del urgelitano con el barcelonés se estropearán como consecuencia de las tensiones del conde con los vizcondes de Áger, que se ganan la confianza de Alfonso el Trovador.

Armengol VII sufre graves problemas por la pujanza de la nobleza en su condado de Urgel. La inicial confianza delegada en los vizcondes de Áger se rompe por el elevado acaparamiento de rentas de éstos. El conde opta por dejar Urgel bajo delegación de su propia esposa Dulce, quien con esta finalidad permanece en el condado mientras él se ocupa de los asuntos leoneses entre 1167 y 1173. Al período entre 1173 y 1177, en que el conde procura alternar estancias en ambos extremos peninsulares, sucede una nueva delegación en su esposa en 1178, si bien en esta ocasión ya asesorada por su hijo, el futuro Armengol VIII, y contando con el soporte de una afianzada escribanía y de miembros de la Corte estabilizada en torno al conde. La ausencia práctica de jurisdicción en los dominios septentrionales limita las capacidades de Armengol VII, a pesar de que, apoyado en la renovación jurídica, pretenda que se reconozca un eminente “comitivum et seniorivum”.

En la práctica su capacidad se reduce a una función mediadora que le permite interceder para que en 1165 el obispo de Urgel exima a los habitantes de la sede episcopal de exigencias como la eixorquia (mañería) o para que en 1168 el vizconde de Castellbó se comprometa a proteger el monasterio de Elins. En las disputas entre el vizconde y el prelado, el conde ha apoyado a éste hasta el punto de cederle en 1159 los derechos condales sobre los castillos situados en el vizcondado de Castellbó, medida de escaso efecto práctico pero significativa, como también el reconocimiento, en 1162, de la capacidad jurisdiccional del prelado en sus dominios. En 1177 añade la renuncia a cualquier derecho sobre los bienes que la Iglesia haya recibido de los Caboet, precisamente ya en el contexto de las intrigas de los Castellbó para conseguir este patrimonio, perspectiva ante la que el conde irá contemporizando justo cuando se va encrespando la pugna con los otros vizcondes, los de Áger. El conde lleva a juicio, en Balaguer en 1157, al vizconde Guerau II de Áger reclamando el reconocimiento de la jurisdicción superior, especialmente en Áger, Os y Casserres. Las diferencias aún se radicalizan con el acceso al vizcondado de Poncio II en 1161.

El acuerdo mutuo establecido en 1167 se sella con la inmediata boda entre la hija del conde, marquesa, y el heredero del vizconde, Guerau, que incluye el reconocimiento de la sucesión al condado en caso de que el primogénito del conde falleciera sin herederos legítimos, tal como recoge Armengol VII en sus testamentos de 1167 y 1177. La declaración de marquesa como heredera si su hermano muriera “sine infante de legitimo conjugio” queda así a punto para alcanzar graves consecuencias décadas después. A pesar de este logro, y de la presencia del vizconde en el entorno condal hasta esta fecha, pronto las tensiones se recrudecerán. El nuevo convenio, de 1174, mantiene la buena relación del conde con el vizconde y con el hijo de éste.

Armengol VII se apoya en el fuerte desarrollo socioeconómico de los espacios meridionales del condado de Urgel, que permanecen bajo su soberanía, y que propicia mediante la concesión de privilegios que fomentan la población y las actividades productivas, en un intento también de contrarrestar el atractivo de Lérida. La ciudad de Balaguer y aún más la villa de Agramunt presiden este territorio y suelen ser residencia habitual del conde durante sus estancias en el condado. La primera recibe una carta de población en 1174 y la segunda en 1163. Se definen, de diferente manera, ventajas exactivas y garantías jurídicas para sus habitantes, incluyendo exención de malos usos como la eixorquia (mañería) y la cugucia (“incautación de parte de bienes a la mujer adúltera”) o de tributaciones como la questia, además del reconocimiento de la propia capitalidad en aspectos como la justicia, medidas que no inician sino que coronan y fomentan un fuerte desarrollo socioeconómico. Destaca, en este sentido, la emisión de moneda propia acuñada en Agramunt, imitando a la leonesa, desde 1164, medida económica dotada de un fuerte sentido político para reflejar la plena soberanía del conde sobre estos dominios. En el extremo suroccidental de la herencia condal, Armengol ya ha fomentado, en 1157, el desarrollo de Albelda.

La política y devoción condal han continuado apoyando con sus donaciones a las comunidades urgelitanas, como los benedictinos de Sant Serni de Tavérnoles (1177, 1181, 1184) o de Santa Maria de Gualter (1158, 1177), siguiendo a sus antecesores al favorecer sobre todo a la sede episcopal y a la canónica de Solsona. La sede catedralicia recibe facilidades para construir molinos en Balaguer (1176), ve reconocidos dominios como la llamada Torre Episcopal de Balaguer (1177), además de mansos en diferentes lugares (1176, 1177), porciones y exenciones de diezmos castlanes (1171, 1177) y un incremento en las porciones de las parias (1162, 1177), mientras que la canónica de Solsona aún recibe más mansos (1163), exenciones de diezmos castlanes (1163), iglesias como la de Alcántara (1168) y castillos como, de nuevo, el de Olius (1183). Armengol VII también mantiene la tradición familiar de favorecer testamentariamente a las Ordenes Militares del Temple y del Hospital, a quienes ya ha ofrecido bienes y derechos en vida (1160, 1161, 1164, 1170, 1176, 1077, 1084) y continúa el apoyo familiar a los premostratenses. En este sentido, en 1166 funda con su esposa el monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes, al que dota en 1167 y seguirá favoreciendo con donaciones, como las de 1183, que facilitan la continuidad de las obras del nuevo cenobio y que culminan con la cesión testamentaria de la villa de Bellcaire, tal como indica en el mismo testamento de 1177, en el que manifiesta su voluntad de ser enterrado en Bellpuig de les Avellanes. El conde añade, a la tradición familiar, una específica atención a los cistercienses, a los que apoya con numerosas donaciones a favor de los tres grandes cenobios de esta Orden en Cataluña, a pesar de no ubicarse en el condado: Poblet (1163, 1177), Santa Creus (1177, 1181) y Vallbona de las Monjas (1177).

El obispo urgelense Bernat Sanç excomulga al conde en 1156 por una disputa en torno a bienes que motiva la intervención del papa Adriano IV, quien designa al arzobispo de Narbona y al conde de Barcelona para que arbitren entre ambos al tiempo que exhorta al obispo a levantar la comunión. El acuerdo alcanzado encauza una buena relación entre ambos, que incluye el aval de piezas de orfebrería con que el obispado, en 1160, avala un crédito del conde, quien al incumplir los plazos de devolución en 1171 debe ceder al obispo la mitad del diezmo de la Sentiu.

En 1162 el conde se aviene a revocar el tradicional secuestro de bienes episcopales con motivo de la muerte del titular, práctica que en 1163 se concreta con la capacidad condal de retener los castillos episcopales de Sanaüja, Guissona, Torrefeta, Seu de Urgel y Montferrer. La elevación episcopal de Bernat Roger en este año facilita aún más la relación por el parentesco existente con la esposa del conde. A partir de este momento, en cambio, se vivirán tensiones muy graves con el obispo de Lérida. La concesión de Ramón Berenguer IV al prelado leridano de todos los diezmos, en 1149, avala una contundente batalla jurídica de la Iglesia contra los distintos tenentes de diezmos castlanos exigiendo estos ingresos, lo que atrapa directamente al conde de Urgel, detentador de una tercera parte del diezmo castlano de Lérida por su condición de “castlán” mayor. La causa se eleva al arzobispo metropolitano de Tarragona, ante quien en 1164 el conde se compromete a acatar una sentencia desfavorable y a devolver las cantidades exigidas. Sigue un incumplimiento y la elevación de la causa al papa Alejando III, quien confirma la sentencia y excomulga al conde por su contumacia.

En 1168 Armengol VII, manifestando sentirse afectado por la sentencia y por la excomunión impuesta por el Papa, se compromete ante el arzobispo de Tarragona a acatar la obligación exigida y a no percibir los importantes diezmos a pesar de que tradicionalmente iban unidos a la tenencia castral.

Tras el acuerdo de Cazola de 1179, por el que los reyes de Castilla y Aragón acuerdan sus ámbitos de influencia sobre el espacio musulmán, y tras la paz establecida en 1181 entre los reyes de Castilla y León, Armengol VII emprende en 1184 una misión hacia Valencia en la que pierde la vida en extrañas circunstancias.

Todo apunta a una responsabilidad castellana ante estos hechos, acaecidos justo cuando el conde no mantenía buenas relaciones ni con Alfonso VIII ni con Alfonso II tanto por las intrigas de los Cabreras como por la desconfianza que levantaba su pujanza.

Se había casado en 1157 con Dulce, hija mayor del conde de Foix, Roger, y de la esposa de éste, Jimena de Barcelona. Dejaba tres hijos, Armengol, Marquesa y Miracle.

 

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Flocel Sabaté Curull