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Enrique de Borgoña

Biografía

Borgoña, Enrique de. Conde de Portucalense y de Coimbra. ?, m. s. XI – Astorga (León), 1112. Noble.

Se desconoce dónde nació, al igual que la fecha exacta de su nacimiento. Este caballero era originario de la familia ducal de Borgoña. Enrique era el cuarto hijo de Enrique de Borgoña, nieto del duque Roberto, biznieto de Roberto I de Francia, hermano del duque Eudo, sobrino de la reina Constanza, mujer de Alfonso VI de Castilla y León, sobrino nieto de san Hugo, abad de Cluny, y primo hermano de la madre de Enrique IV de Alemania. Su linaje corresponde a uno de los más importantes representantes del feudalismo europeo.

Se supone que la llegada de Enrique a la Península Ibérica se remonta al año 1094. Esta presencia se encuadra dentro de la política desarrollada por la Orden de Cluny, cuyos monjes eran guías espirituales de los caballeros transpirenaicos. La influencia de esta Orden en territorio portucalense resulta significativa en el período anterior a la constitución del condado, entre los años de 1085-1096. Esta última fecha corresponde a la fundación del condado portucalense. El monasterio de Pendorada sigue el rito romano por influencia directa de Cluny. Muchos de sus monjes elevados a obispos defienden los principios gregorianos con la adopción del rito romano. Paulatinamente los caracteres visigóticos usados en los documentos dan paso, bajo influencia de Cluny, a la letra carolingia.

La llegada de Enrique a la Península es posterior a la de su primo Raimundo, casado con Urraca, heredera de la Corona. Guerrero prestigiado en el combate contra los almorávides, Enrique alcanza el punto culminante de su prestigio cuando en 1096 casa con Teresa, hija ilegítima de Alfonso VI y obtiene de su suegro la donación de los condados portucalenses y de Coimbra, en 1096, hasta esa fecha constituyendo parte integrante de Galicia, cuya administración pertenecía a su primo Raimundo. El nombramiento de Enrique ocurre en un particular momento en que los almorávides ejercían una gran presión militar sobre la frontera del río Tajo, la cual había sido desbordada.

Desde muy temprano Enrique se dio cuenta de la importancia del apoyo de la nobleza portucalense, que le aumentaba su capacidad militar frente a los musulmanes y daba mayor entono a su afirmación política autonomista en el ámbito leonés-castellano. Otro aspecto que cabe destacar es su fuerte relación con Soeiro Mendes da Maia, uno de los principales jefes de la nobleza portucalense, el cual ejercía las funciones de alcalde del castillo de Santarém, punto avanzado de resistencia frente a los moros.

El conde Enrique constituyó en la ciudad de Guimarães el punto neurálgico de su política señorial, en cuya región congregaba a sus principales partidarios, a los cuales concedió numerosos privilegios e inmunidades.

A medida que consolida su poder militar en las tierras de Viseu y de Coimbra su apuesta se fundamenta en el desarrollo de los municipios, en los cuales recluta las milicias concejiles. Sus principales objetivos consisten en el fomento de la ocupación humana en un territorio que se extiende desde el río Duero hasta el río Mondego. En esta acción en que despunta la caballería villana, Coimbra ocupa un lugar destacado, a partir del cual se proyecta un avance en dirección al río Tajo. A medida que pasan los años se observa un acercamiento cada vez más acentuado entre la aristocracia portucalense y conimbrisense.

La política de Enrique se enfrentó a veces con dificultades internas; la más importante fue la ocurrida en Coimbra en 1111 cuando se sublevaron los mozárabes de esa ciudad que se oponían a la supremacía de la nobleza feudal francófona. Enrique tuvo que ceder al conceder el fuero, en ese año, a los habitantes de la ciudad a la par que una profunda reforma religiosa, en la que destacaron el cluniacense Geraldo, arzobispo de Braga y el benedictino Mauricio Burdino.

Ambos eran originarios del sur de Francia. Una de las apuestas de Enrique consistió en aliarse con su primo Raimundo, alcanzando de este modo la autonomía del condado. Los cambios producidos en la política interna castellana con el nacimiento de Sancho, hijo de Alfonso VI y de la mora Zaida, imponían una alianza entre los dos primos. En 1106 Raimundo temía que el suegro Alfonso VI pudiese optar por la sucesión en favor de su hijo Sancho, lo que resulta claro cuando en 1107, a través de un diploma, el Rey manifestó esa intención al declarar a Sancho como su heredero a la Corona de Castilla y León. Más preocupante se vuelve la situación para Enrique al recibir la noticia de que su primo había fallecido ese año. Enrique se desplazó a Castilla con la intención de hablar con el Rey, su suegro. La entrevista cuyo contenido se desconoce aparece mencionada en la Crónica Anónima de Sahagún, que a través de la expresión de que Enrique “se partió ayrado del rey” muestra su ira y frustración personal.

Los acontecimientos se precipitan cuando en 1108 muere el infante Sancho, heredero de la Corona, en el momento en que participaba en la batalla de Uclés.

La muerte de Raimundo y de Sancho, apenas con un año de distancia, obligan Alfonso VI a pensar en la cuestión de su sucesión en términos nuevos. Un poco antes de morir el Rey, en julio de 1108, el Monarca promueve una reunión de la Curia Regia para alcanzar el acuerdo de la nobleza castellana para su plan de casar a su hija viuda Urraca con Alfonso I de Aragón.

Su nieto Alfonso Raimundes, hijo de Raimundo y de Urraca, quedaba relegado al reino de Galicia. Esta decisión de la Curia Regia resultó altamente perjudicial para los planes de Enrique.

Irritado Alfonso VI con su conducta, lo desterró.

Obligado a abandonar el condado portucalense Enrique buscó el apoyo de Bernardo, arzobispo de Toledo, quien de igual modo se oponía a la decisión de la Curia Regia. El apoyo de Toledo costó a Enrique su renuncia a una política que implicaba la autonomía de las diócesis situadas al sur del Duero, que pasaban a quedar bajo jurisdicción de Toledo. Firmado el acuerdo, Enrique se dirigió a Cluny, siendo detenido y colocado bajo las órdenes de Alfonso I de Aragón, a quien acompañó en enero de 1110, en una campaña victoriosa contra los moros.

Teresa consigue, junto con su hermana Urraca, la rehabilitación de su marido Enrique, que vuelve a gobernar el condado portucalense. Enrique interviene en las disensiones existentes entre Urraca y su marido Alfonso I, cuya noticia aparece en la Crónica Anónima de Sahagún y en la Historia Compostelana.

De este desacuerdo conyugal Enrique busca obtener ventajas. Así, en 1111 obtiene los señoríos de Zamora y Astorga.

La ausencia de Enrique del condado fue aprovechada por los almohades que atacaron con éxito la línea fluvial del Tajo, ocupando Santarém en 1111.

Obligado a regresar a Astorga debido a sus compromisos con Urraca contra Alfonso I, falleció el padre de Alfonso Enriques, en esa ciudad leonesa en 1112, sucediéndole en el condado su viuda Teresa.

 

Bibl.: L. Gonzaga de Azevedo, História de Portugal, introd. de D. Mauricio, t. III, Lisboa, Biblion, 1940; F. A. Brandão, Crónica do Conde D. Henrique, D. Teresa e Infante D. Afonso, Porto, Civilização, 1944; P. Merêa, Do Portucale Civitas ao Portugal de D. Henrique, Porto, Portucalense Editora, 1954; D. Peres, Como nasceu Portugal, Porto, Portucalense Editora, 1967; A. Herculano, História de Portugal, notas críticas de J. Mattoso, t. I, Lisboa, Bertrand, 1980.

 

Humberto Baquero Moreno