Zayda. Isabel. ?, s. m. s. XI – ?, p. m. s. XII. Princesa andalusí, concubina del rey de Castilla y León Alfonso VI y madre del infante Sancho.
Las crónicas españolas, desde Pelayo de Oviedo, mencionan en la biografía de Alfonso VI (1065-1109) el nombre de dos concubinas, ambas de noble condición (“duas concubinas, tamen nobilísimas”): Jimena Muñiz o Muñoz y la mora Zayda, beneficiaria esta última de una no desdeñable proyección literaria. Zayda dio a Alfonso VI su único hijo varón, que fue proclamado heredero del Reino y murió prematuramente en la batalla de Uclés (1108). Son unánimes en la afirmación de que Zayda era hija del rey de Sevilla al-Mu‘tamid, dato que la historiografía ha admitido hasta que Lévi-Provençal demostró, valiéndose de un texto inédito del Al-Bayān al-mugrib de Ibn ‛Iḏārī, que en realidad fue su nuera, esposa de su segundo hijo ‘Abbād al-Ma’mūn, a quien su padre había encomendado el gobierno de Córdoba y su defensa frente a los almorávides, cuando éstos se propusieron destronar a los últimos reyes de taifa. Las fuentes cronísticas se muestran indecisas sobre las circunstancias de su unión con Alfonso VI. Menéndez Pidal y Lévi-Provençal, tras revisar con detenimiento los acontecimientos que hicieron posible aquella insólita relación, demostraron que sólo pudo entablarse después del asalto de la ciudad de Córdoba por los almorávides, acaecido el 15 de marzo de 1091, ocasión en la que murió con las armas en la mano el esposo de Zayda; durante el mes de abril, cuando los almorávides completaban la conquista del Reino de Sevilla, la princesa mora, que se había refugiado en Almodóvar, fue acogida en Toledo por el rey castellano, enemigo temible de su suegro durante tantos años. El dato de que Zayda se convirtió al cristianismo y fue bautizada figura en la mayoría de los textos cronísticos desde el Ovetense, quien añade que recibió el nombre de Isabel.
Un tema recurrente en las crónicas, desde que lo introdujo Jiménez de Rada en su De rebus Hispaniae, es el relativo a la cesión que Zayda hizo a Alfonso VI, en el momento de su unión, de diez fortalezas que habían pertenecido a al-Mu‘tamid (Caracuel, Alarcos, Consuegra, Mora, Ocaña, Oreja, Uclés, Huete, Masatrigo y Cuenca), cuyo control permitió al rey castellano consolidar su dominio de la meseta meridional hasta el Guadiana. La Crónica General añadió el dato de que tal cesión tuvo el carácter de una dote otorgada “con buenas cartas e bien firmes”. El tema, con matices diversos relativos por ejemplo a la posibilidad de que se hubiera producido un acuerdo entre Alfonso VI y al-Mu‘tamid, ha sido acogido también por los historiadores posteriores, hasta que Julio González puso de manifiesto lo inverosímil del caso —las concubinas no aportan dote— y el hecho de que la mayoría de las plazas citadas nunca estuvieron en poder del Rey de Sevilla. La historia de la dote es con toda probabilidad una creación de la poesía épicoheroica castellana.
El cronista Lucas de Tuy, ya en el siglo XIII, suavizó el tema del concubinato al afirmar que Alfonso VI se había unido a Zayda “casi como si fuera su esposa” (quasi pro uxore), y, tras él, Jiménez de Rada incluyó su nombre en el elenco de las esposas del Rey, no sin embarullarlo. En la Crónica General se precisa la transformación de la concubina en mujer legítima, por influencia probablemente del Romance de la mora Zayda, con la afirmación de que “no fue barragana del rey, más mugier velada”. La Crónica de Veinte Reyes, haciendo gala de sentido crítico, se mantuvo fiel al relato primitivo —afirma que fue “amiga” del Rey— y omite cualquier referencia al tema del matrimonio. La historiografía posterior se adhirió, con matices diversos, a la idea del enlace matrimonial, hasta que Menéndez Pidal y Lévi-Provençal reafirmaron el carácter de mero concubinato de aquellas relaciones, iniciadas presumiblemente en el citado año 1091, o en el siguiente, en todo caso cuando aún vivía la reina Constanza. Estudios recientes han recuperado la idea del matrimonio de Zayda-Isabel con el Rey, principalmente sobre la base del regnante de un diploma gallego de marzo de 1106 que enfatiza en términos inusuales la legalidad del matrimonio de Alfonso VI con su cuarta esposa, llamada también Isabel según el catálogo de Pelayo de Oviedo (“regnante rege Illdefonso in Legione eiusdemque Helisabet regina sub maritali copula legaliter aderente”). Zayda, con el nombre cristiano de Isabel, habría contraído matrimonio con el Rey a fin de legitimar al infante Sancho, a quien Alfonso VI había proclamado sucesor suyo. Según una interpretación, el Rey se habría divorciado previamente de su cuarta esposa, Isabel, de modo que se habrían sucedido dos reinas de ese nombre; otra sostiene la existencia de una única Isabel, la mora Zayda, primero concubina y luego esposa legítima del Rey; de ser así, la princesa mora sería también la madre de las infantas Sancha y Elvira que el Ovetense atribuye a la reina Isabel. Son hipótesis sugerentes, pero el dato cierto es que Pelayo de Oviedo, la fuente más antigua y fiable, distingue taxativamente entre ambos personajes y su desigual relación con el Rey, y les atribuye progenies distintas.
La fecha de la muerte de Zayda ha sido objeto de diversas propuestas sobre la base de dos órdenes de datos: un epitafio suyo en el Monasterio de Sahagún, que leyeron Sandoval y Flórez, según el cual murió de parto un día 12 de septiembre, sin indicación del año pero sí del día de la semana, precisión esta en cuya lectura divergen ambos autores; y el año enigmático del nacimiento del infante Sancho, del que suele suponerse que causó la muerte de su madre. A partir de ahí se han propuesto diversos años posibles para su fallecimiento, pero se trata de especulaciones con escasa base, puesto que, según señaló Menéndez Pidal, el epitafio no especifica que el parto mortal fuese del infante Sancho.
Bibl.: P. de Sandoval, Historia de los reyes de Castilla y de León don Fernando el Magno, don Sancho, don Alfonso Sexto, doña Urraca y don Alfonso Séptimo, Pamplona, 1615, fols. 90- 91; F. Fita, “El concilio nacional de Burgos 1080”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 49 (1906), págs. 369-371; Lévi-Provençal, “Hispano-arabica: la ‘mora Zayda’, femme d’Alphonse VI de Castille et leur fils l’infant D. Sancho”, en Hespéris, 18 (1934), págs. 1-8 y 200-201; E. Flórez, Memorias de las reynas cathólicas de España, vol. I, Madrid, Crisol, 1964, págs. 288-296; R. Menéndez Pidal, La España del Cid, Madrid, Espasa, 1969 (7.ª ed.), págs. 405, 588 y 762-766; E. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, vol. I, Madrid, Universidad Complutense, 1975, págs. 70 y 90; C. Palencia, “Historia y leyendas de las mujeres de Alfonso VI”, en Estudios sobre Alfonso VI y la Reconquista de Toledo. Actas del II Congreso Internacional de Estudios Mozárabes, vol. II, Toledo, 1987, págs. 288-289; B. F. Reilly, El reino de León y de Castilla bajo el rey Alfonso VI, Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1989, págs. 259, 273 y 364-365; J. Salazar y Acha, “Contribución al estudio del reinado de Alfonso VI de Castilla: algunas aclaraciones sobre su política matrimonial”, en Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 2 (1992-1993), págs. 319-325; A. Gambra, Alfonso VI. Cancillería, Curia e Imperio. I. Estudio, León, Colección de Estudios y Fuentes de Historia Leonesa, 1997, págs. 91, 98, 436, 439-445, 467, 475-476 y 484-485; M. A. Ladero Quesada, “I. León y Castilla”, en R. Menéndez Pidal, Historia de España, vol. IV, Madrid, Espasa Calpe, 1998, págs. 120-152; G. Martínez Díez, Alfonso VI. Señor del Cid, conquistador de Toledo, Madrid, Temas de Hoy, 2003, págs. 121, 129, 165-167, 171, 217-218 y 224.
Andrés Gambra Gutiérrez