Fernández, Sancho. Sancho de León, el Cañamero. Señor de Aguilar y Monteagudo. ?, 1188 – Cañamero (Cáceres), 1220. Infante de León.
También conocido como Sancho de León, el Cañamero, por el lugar de su muerte, y Sancho de Castilla, señor de Aguilar y de Monteagudo, pues era hijo de Urraca López de Haro, tercera mujer del rey Fernando II y perteneciente al famoso linaje vizcaínoriojano.
Tuvo un hermano llamado García Fernández, que nació en 1180 y murió en 1184, cuando sus padres todavía no estaban casados, pues Urraca López fue amante antes que esposa del rey Fernando. Al legalizarse finalmente el matrimonio y nacer Sancho como hijo legítimo del rey de León, su madre intentó reservar la herencia del trono en su favor y en detrimento de Alfonso, el hijo del primer matrimonio del Monarca.
A favor de Sancho Fernández, como posible heredero de León, estaba que aquel primer matrimonio entre Fernando II con Urraca de Portugal, del que había nacido el infante Alfonso, su competidor, había tenido problemas de aprobación canónica. Además, Sancho contaba con el apoyo de sus poderosos parientes castellanos: sus tíos Diego López de Haro, señor de Vizcaya, y Fernando Rodríguez de Castro apodado precisamente el Castellano. Sin embargo, a la muerte del rey Fernando, acaecida el 22 de enero de 1188 en Benavente, su herencia recayó en Alfonso, con el apoyo de la mayor parte de la nobleza leonesa, frente a las pretensiones de los magnates castellanos, cuya influencia en la Corte de León era relativamente reciente. Por otra parte, Sancho era entonces apenas un niño de corta edad, mientras que Alfonso IX tenía ya edad suficiente como para tomar las riendas del reino, y efectivamente lo hizo. Urraca y su pequeño hijo tuvieron que refugiarse entre sus parientes en territorio castellano.
La tensión producida por esta disputa sucesoria duró algunos años, hasta que en 1194 el cardenal Gregorio de Santángelo, legado pontificio que había venido a poner paz entre Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León, impuso también diez años de tregua entre este último y su madrastra. A pesar de todo, el monarca leonés intentó hacia 1199 hacer valer sus derechos sobre la antigua dote de Urraca López de Haro, asediando los castillos de Aguilar y Monteagudo, para quitárselos a ella y a su hermanastro, contando para eso incluso con la colaboración del rey de Castilla.
Esto último enemistó a los señores de Haro con Alfonso VIII, como lo estaban ya con Alfonso IX, y Diego López, el tío de Sancho Fernández, se desnaturalizó y se trasladó con los suyos a Navarra. Como todo era un problema de conveniencias, cuando Navarra y Castilla hicieron las paces y se aliaron, en 1203, los Haro se trasladaron entonces a León, que se había vuelto a enemistar con Castilla. Así regresó Sancho Fernández, en plena pubertad, a la Corte de su padre, a la que se reintegró como un magnate más al servicio de su hermanastro, el Rey.
En 1210 se casó con su prima Teresa Díaz. Dos años después, en 1212, participó en la campaña de las Navas de Tolosa, bajo las órdenes de su tío Diego López de Haro, quien se había reconciliado también con Alfonso VIII de Castilla. Cuenta la Crónica latina de los Reyes de Castilla que Sancho Fernández se comportó durante la campaña con valentía, aunque con excesiva confianza en su propio valor y fortaleza, que debió ser uno de los rasgos de su carácter: a la hora de la verdad estuvo en las primeras filas de la famosa batalla.
A partir de 1214 se integró definitivamente en el séquito de Alfonso IX de León, que lo nombró incluso su alférez y acabó por convertirlo en uno de los hombres de su máxima confianza, encomendándole las tenencias de León, Salamanca, Extremadura y la Transierra leonesa. Además, entre 1216 y 1217, jugó un papel importante como representante del rey de León en sus relaciones con Castilla, interviniendo de forma activa en todas las treguas y paces que se intentaron o llevaron a cabo con los regentes castellanos de Enrique I, el sucesor de Alfonso VIII. Incluso dirigió algunas incursiones armadas en territorio castellano, siempre al servicio de su Soberano y tratando de aprovechar la coyuntura para resolver los problemas fronterizos a favor de León.
La estrella de Sancho Fernández comenzó a declinar después de 1217, tras la entronización de Fernando III en Castilla, el hijo de Alfonso IX, y, por lo tanto, su sobrino.
El nuevo monarca castellano lo consideró como un enemigo temido, y su posición llegó a ser cada vez más incómoda, también en León, hasta el punto de que en 1120 decidió desnaturalizarse y preparar una expedición para ponerse al servicio de los almohades; por lo menos eso dijo cuando la estaba organizando en Toledo. El caso es que en agosto de aquel mismo año salió camino de Andalucía, pero no llegó a atravesar el Guadiana, pues se encastilló en Cañameros, donde terminó su aventura. Al parecer, murió en un accidente de caza, despedazado por un oso.
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Manuel Recuero Astray