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Francisco Villarino

Biografía

Villarino, Francisco. Buenos Aires (Argentina), 17.IX.1787 – 28.VIII.1875. Militar, sargento mayor, político, juez de Paz, terrateniente.

Comenzó a dedicarse a labores agrícolas llegando a ser terrateniente, poseyendo una “casa” en Chascomús, en la Magdalena, al margen occidental de Samborombón, y otra en el Azul. Se casó con Teresa Fernández y participó en política, siendo “decembrista exaltado” en 1828, llegando a estar a punto de ser castigado (“azotado”) por sus ideales por el comandante Juan Gregorio Castro. En cambio, en 1832, por su ideología liberal fue designado juez de Paz. En el año siguiente de la renuncia de Rosas a su cargo, durante la “revolución de los Restauradores”, Juan Ramón González Balcarce favoreció a sus “sostenedores”, que eran dorreguistas (partidarios de Dorrego) y federales moderados, llamados “lomos negros”. El 20 de diciembre de ese mismo año, 1833, puso la piedra “fundamental” del tempo de Chascomún. En 1833 y 1834, participó en la “guerra del desierto” bajo las órdenes del general Rosas y como sargento mayor de línea con grado de teniente coronel en el Regimiento Número 6. A partir de 1835, desempeñó la comandancia del escuadrón de caballería del “partido” de Dolores, por ello, cuando en 1839, se produjo el “movimiento de los hacendados del sur” contra Rosas, “fue el hombre que inspiraba mayor confianza” en dicho lugar (Osvaldo, 658). En la madrugada del 29 de octubre de 1839, el coronel Manuel Rico reunió a doscientos voluntarios proclamando “el alzamiento de la campaña del sur” contra el gobierno de Rosas, al mismo tiempo que Ambrosio Crámer procedió de forma análoga en Chascomús y en sus inmediaciones Castelli concentró a dos mil voluntarios. El 2 de noviembre, el “pueblo en estado de asamblea” -señala Osvaldo-, aunque más bien eran los caudillos federales los que estaban en pie de guerra contra los unionistas, los que favorecían el pronunciamiento de Dolores, en el que se quemó de forma simbólica el retrato de Rosas. Al día siguiente, las tropas insurgentes tomaron la plaza de la ciudad en la que Villarino habló en público “para fustigar la dictadura proclamando la santidad de la campaña emprendida”, seguidamente se depuso de su cargo al juez de paz Felipe Girado, apresándole en la casa del propio Villarino, quien se puso al mando de la infantería de “cívicos”, que marchó hacia el Fuerte de la boca del Salado, donde debía reunirse con Crámer, que se mantuvo en comunicación con Montevideo por medio de los barcos franceses que mantenían el bloqueo -como indica Osvaldo- contra Buenos Aires. Informado Rosas, envió para sofocar la revuelta a su hermano el coronel Prudencia Rosas, quien, el 3 de noviembre, partió con 1400 “veteranos” de Azul y, dos días más tarde, el 5 de noviembre, acampaba en la costa del Salado, próximo a Chascomús. El 6 de noviembre, Villarino enviaba a José M. Agrelo con un oficio para el contralmirante Leblanc informándole de la “revolución” de los hacendados contra Rosas, “que habían logrado reunir más de 3000 hombres a caballo perfectamente armados” y le solicitaba “que se estacionase en algún punto cercano con su fuerza naval” francesa, pero esta nota fue publicada por El Nacional de Montevideo, el 11 de noviembre y, el día siguiente, se reprodujo en La Gaceta Mercantil de Buenos Aires, donde se criticaba la acción de solicitar ayuda francesa para mantener la lucha en Argentina. En la madrugada del 7 de diciembre, las tropas federales reforzadas atacaban a las “milicias” de Castelli, Rico y Crámer, y dieron muerte a Crámer y a Castelli, mientras que Rico lograba huir embarcándose en Tuyú con varios centenares de partidarios para unirse posteriormente a Lavalle. Mientras, Villarino, que permanecía comandando la Boca del Salado, acordó con los franceses destruir el Fuerte de la boca del Salado y hundir la artillería (cañones…) en los pantanos de las proximidades. Seguidamente, los buques franceses partieron con armamento y voluntarios argentinos dirigiéndose al puerto de Tuyú, donde dispusieron el desembarco como habían acordado con Crámer, pero, por falta de información entre los “rebeldes”, no estaban informados de la muerte de este militar, y, conocida la noticia, Villarino se embarcaba en estas naves francesas con dirección a Montevideo. El 16 de diciembre, Felipe Girado era repuesto en su cargo de juez de Paz y, a petición de Rosas, le remitió la lista de los “principales sublevados”, entre los que aparecía el nombre de Villarino como “cabecilla”, pero como Villarino se encontraba huido no pudieron enjuiciarle. En septiembre de 1840, volvió a participar en la guerra civil a bordo de la goleta Julia, comandada por Somella y llegó a la Boca del Salado para unirse a la “campaña” que Lavalle que mantenía contra la provincia de Buenos Aires. Después regresó a Dolores, falleciendo el 28 de agosto de 1875, y sus restos mortales se enterraron en la entrada del tempo de Chascomús, que él había mandado construir.

           

Bibl.: I. K. de Korin y C. Minutolo, La revolución del sur (1839), Chascomús, Argentina, 1965, págs. 47-48 y 69; V. O. Cutolo, “Francisco Villarino”, en Nuevo Diccionario Biográfico Argentino (1750-1930), t. 7, Buenos Aires, Editorial Elche, 1985, págs. 657-658; J. B. Selva, El Grito de Dolores. Antecedentes y consecuencias, Buenos Aires, Argentina, 1935, págs. 80-81; A. Somellera, La tiranía de Rosas: recuerdos de una víctima de la mazorca, Buenos Aires, Librería y Editorial Nuevo Cabildo, 1962, págs. 153, 168-169 y 194; A. J. Carranza, La revolución del 39, s.l, s.f., págs. 172-173.

 

Miguel-Héctor Fernández-Carrión (MHFC)

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