Aréjula y Pruzet, Juan Manuel de. Lucena (Córdoba), 25.VI.1755 – Londres (Reino Unido), 16.XI.1830. Cirujano y químico.
Juan Manuel Guillermo de Aréjula y Pruzet era hijo de Juan de Aréjula Burgos, natural de la pequeña villa de Fitero (Obispado de Tarazona), y de Francisca Pruzet Badel, natural de Nimes (Francia). El hecho del nacimiento de Juan Manuel en Lucena se debió a que su padre era el cirujano mayor del Regimiento de Dragones de Edimburgo destacado en dicha ciudad.
No resulta extraño que a los diecisiete años ingresase en el Colegio de Cirugía de Cádiz para seguir la profesión paterna. Entre 1772 y 1776 permaneció en esta institución docente destinada a formar cirujanos navales. En 1775, siendo estudiante, se le nombró practicante en el ejército expedicionario de Argel y se le destinó a uno de los dos navíos-hospital y allí padeció el efecto de la severa derrota de nuestro ejército; la asistencia sanitaria que se ofreció fue muy defectuosa como consecuencia, posiblemente, del imprevisto resultado militar. Durante los seis años siguientes a su graduación permaneció embarcado o en las colonias ejerciendo su profesión como cirujano.
No es necesario señalar que la recuperación científica española tuvo lugar durante el reinado de Carlos III, quien puso en práctica un acercamiento a los países vecinos, siendo el envío de pensionados una de sus líneas estratégicas. Aréjula sería uno de los beneficiados de esta política, disfrutando de una pensión para desplazarse a París en 1784 y formarse en Química junto a una de las figuras más prestigiosas del momento: Antoine François de Fourcroy. Junto a este médico y químico galo, Aréjula asimiló los principios de la revolución química y adquirió habilidades laboratoriales hasta el punto de convertirse en el “demostrador” de su maestro. Durante su estancia en Francia apareció el libro de Guyton de Morveau, Lavoisier, Berthollet y Fourcroy Méthode de nomenclature chimique (1787), en el que estos químicos franceses proponían una reforma del lenguaje de la química.
En un primer momento Aréjula pretendió traducirlo al castellano, abandonando esta idea tras la aparición de una traducción muy similar de Pedro Gutiérrez Bueno en 1788. Lo que sí publicó en este mismo año con el título Reflexiones sobre la nueva nomenclatura química fue la introducción que tenía pensado incorporar a la traducción frustrada. Ambas obras facilitaron la recepción en España de esta nueva nomenclatura, pero en el caso de Aréjula de forma altamente crítica. Aceptando los principios metodológicos de los reformadores franceses, hizo una crítica del término oxígeno y de sus derivados oxigenado y óxido al entender que la propiedad fundamental no era la formación de ácidos y que de esta forma se contravenían los principios que inspiraban tal reforma. Como alternativa propuso los términos arxicayo, arxicayado y cayos metálicos basándose en diferentes consideraciones de orden químico respecto a la propiedad más característica del elemento en cuestión, es decir, el ser responsable de la combustión (principio quemante).
La poca fortuna de la propuesta de Aréjula resulta obvia; ello se debió a tres razones: el estar efectuada por medio de razonamientos lógicos y no por vía experimental; provenir de un químico desconocido y procedente de un país con un peso específico nulo en el campo de la química y el hecho de estarse librando una gran batalla contra los defensores de la vieja química, por lo que cualquier crítica a lo nuevo, aunque no fuera desde la teoría del flogisto, no era de fácil asunción.
Entre 1789 y 1791, antes de regresar a España, recorrió Inglaterra y Escocia haciendo una recopilación de instrumental con destino al laboratorio que la Corona tenía previsto instalar en Cádiz, al mismo tiempo que visitó centros mineros e industriales con carácter exclusivo de información industrial. Durante el mismo escribió un artículo con el título Memoria sobre una nueva y metódica clasificación de los fluidos elásticos, permanentes y gaseosos, cuya principal característica, a pesar de su título, no es presentar una nueva clasificación de los gases, sino las consideraciones de orden teórico que sustentaban el criterio en virtud del cual se realiza la nueva clasificación: para él el concepto de combustión que ya había esbozado en sus Reflexiones de 1788 y ahora mejoraba en su definición.
A comienzos de 1791 Juan Manuel de Aréjula regresó al Colegio de Cirugía de Cádiz para el que había sido nombrado en 1789 catedrático de Química.
Gozó de una situación privilegiada, ya que se le exoneró de toda tarea asistencial para que pudiera dedicarse integralmente a esta disciplina, pero al mismo tiempo no se creó la infraestructura necesaria para el cumplimiento de tal fin. En 1791 se modificaban los planes de la Corona en relación con la construcción de un laboratorio en el Hospital Real de Cádiz y dos años más tarde aún no se había construido. Por todo ello no enseñaba Química, cátedra que recuperará en 1796. Entre esta fecha y 1801 la actividad de Aréjula quedó reducida a su docencia en el Colegio de Cirugía y parte de esta actividad se conoce por su participación en las Juntas Literarias del mismo. A lo largo de estos años presentó siete “Observaciones”, cuatro censuras y diecinueve dictámenes. La característica común de las “Observaciones” viene impuesta por los objetivos generales de las mismas, ya que no se trata de textos para ser impresos y con destino a la comunidad científica, sino un mero instrumento docente en el que se exponen teorías generales o hechos de carácter clínico e interés práctico. Las tres “Observaciones” de Aréjula que se conservan (1796, 1797 y 1799) presentan además una característica temática común —se aborda la cuestión del denominado “vicio venéreo”— siendo cada una de ellas continuación de la precedente.
Entre 1800 y 1804 una enfermedad, la fiebre amarilla, estuvo presente en buena parte de las provincias andaluzas (Cádiz, Málaga, Sevilla) alcanzando aquel último año ciudades costeras de los reinos de Murcia y Valencia. Pues bien, en estos años Aréjula recorrió buena parte de Andalucía teniendo que enfrentarse a los graves problemas que tal enfermedad conllevaba.
En Cádiz el primero de estos años, en Medina-Sidonia un año después, en Málaga en 1803 y 1804 y en Antequera, Montilla, Espejo, Lucena y otros pueblos en este último año. Tras cuatro años de contacto con la fiebre amarilla Aréjula se convirtió en uno de los médicos europeos con mayor experiencia en esta terrible enfermedad y lo comunicó en varios libros y folletos, algunos de los cuales fueron traducidos al alemán, al italiano e incluso al latín. De sus obras se hicieron múltiples reseñas críticas y anuncios en distintos periódicos médicos europeos. Su obra magna llevó por título Breve descripción de la fiebre amarilla y fue publicada en 1806, si bien le fue censurado su capítulo XV —dedicado al problema de las fumigaciones— por no adecuarse a los intereses gubernamentales en esta materia.
La notable y meritoria participación de Aréjula en las epidemias de fiebre amarilla, así como el conjunto de sus escritos sobre la enfermedad propiciaron un cierto grado de reconocimiento social. En febrero de 1801 fue nombrado Protomédico de la ciudad de Cádiz; por Real Orden de 11 de marzo de 1804 el rey Carlos IV le nombró médico de su Real Cámara y en 1805, tras la muerte de José Sabater Morell, que era desde 1800 el vicedirector del Colegio de Cirugía, se le nombró para sustituirle y se le reconocieron las mismas prerrogativas que al director. Aréjula trató de explotar esta nueva situación encabezando un movimiento reformador dentro del Colegio en 1806, secundado por sus compañeros Manuel Padilla Guerrero, Fermín Nadal y Valls y Diego Terreros González, que fue brusca y duramente reprimido por el poder con intervención de las autoridades militares.
La represión sobre Aréjula, que se había singularizado sobre la figura del director y la dirección, fue especialmente dura: se derogó la real orden que le eximía de ejecutar tareas asistenciales y se le envió como jefe superior de las facultades de Medicina y Cirugía a realizar la campaña napoleónica de Portugal. Trece días después de regresar a Cádiz la Junta de Sevilla le nombró superior jefe de Medicina, Cirugía y Farmacia en el Ejército de Andalucía (1808-1809), siendo considerado como uno de los “héroes de Bailén”, mereciendo todo tipo de elogios por parte del general Castaños, quien reconoció la eficaz labor desarrollada en la organización de la sanidad militar del Ejército.
El éxito de Bailén supuso nuevamente para Aréjula alcanzar altas cotas de consideración y reconocimiento social: en 1808, a propuesta de Castaños, fue nombrado médico de Cámara en propiedad. Un año después se le confirieron honores de ministro de capa y espada en nombre de Fernando VII por la Junta Suprema Gubernativa del Reino y se le nombró director sin ejercicio del Colegio gaditano.
Desde un primer momento las Cortes de Cádiz otorgaron su confianza a Juan Manuel de Aréjula. En una de sus primeras sesiones fue nombrado junto a Carlos Francisco Ameller y José Antonio Coll para que hicieran frente a una nueva epidemia de fiebre amarilla que comenzó a desencadenarse en Cádiz en agosto de 1810. En marzo de 1811 se integró en una Comisión de Salud Pública de las Cortes de Cádiz que funcionó con carácter meramente consultivo y este mismo año, al restablecerse el Tribunal del Protomedicato —con el título de Tribunal Supremo de Salud Pública— se le nombró su presidente. La colaboración prestada por Aréjula a las Cortes de Cádiz le colocó definitivamente en clara oposición a los sectores más conservadores del país y francamente alineado con los liberales. De nada le valió formar parte del séquito —su condición de médico de Cámara lo exigía— que acompañó a Fernando VII desde Valencia a Madrid en abril 1814, siendo desposeído de todos sus cargos y honores y sometida a investigación su conducta política. Entre 1814 y 1820 las actividades de Aréjula quedaron reducidas a una escasa labor docente en el Colegio de Cirugía y casi nula participación en otras tareas académicas. A partir de 1817 se vinculó a instituciones gaditanas de carácter progresista, como la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz constituida por algunos profesores del Colegio y capitaneada por Francisco Javier Laso de la Vega o la Sociedad Económica de Amigos del País. Por el contrario, los últimos años de la década desarrolló un notable activismo político, participando en la amplia conspiración de carácter constitucionalista protagonizada por comerciantes gaditanos, militares, letrados, etc. Las experiencias políticas sufridas le habían convertido de un reformador ilustrado moderado en un activista político seriamente comprometido con el liberalismo.
Durante el Trienio Liberal se producirá una recuperación de su persona para la vida política. Por Real Orden de 5 de agosto de 1821 fue nombrado miembro de la Dirección General de Estudios, institución que vino a sustituir al Protomedicato en las funciones relativas a la enseñanza. Aréjula fue nombrado presidente de la comisión encargada de preparar la reforma de los estudios médicos que consistió básicamente en implantar el modelo diseñado por su maestro Fourcroy algunos años antes. Como telón de fondo a esta actividad de Aréjula e indicador de su recuperación para la vida científica, social y política puede servirnos la publicación en 1821 del censurado capítulo XV de su Breve descripción de la fiebre amarilla con el título Memoria sobre la ninguna utilidad del uso de los gases ácidos para la desinfección o purificación de las materias contagiosas y de los contagios.
El destacado papel jugado por Aréjula en esta etapa constitucional, sus antecedentes de 1810-1812 y el recelo con que era vista su figura por los grupos “serviles” determinaron en 1823 su huida hacia Gibraltar y desde aquí al exilio en Inglaterra, fijando su residencia en la ciudad de Londres. Comienza nuevamente una desgraciada etapa en la vida de Aréjula en la que no perdió la ilusión de regresar a su patria y en la que, al parecer, no desarrolló actividad científica o profesional; por el contrario, sí mantuvo alguna de carácter político en el marco del liberalismo en el exilio, y cuando en 1827 se produjo una fragmentación de su unidad política se comprometió en el seno del partido “minista”.
Aun cuando no recibió pensión económica por parte del Gobierno español —sí la recibieron su mujer María Márquez Moreno, con la que había contraído matrimonio en 1784, y sus nietas— y fueron muy modestas las cantidades recibidas del Gobierno británico, Aréjula pudo vivir confortablemente —desde un punto de vista estrictamente material— en Inglaterra.
En mayo de 1830, cuando su estado de salud era muy precario, solicitó clemencia a Fernando VII. Éste se la denegó. Murió en su domicilio de Seymour Street el día 16 de noviembre de este mismo año.
Para Juan Nicolás Bölh de Faber, un cruel jacobino; para el anciano Andrés Borrego, un generoso patriota.
De esta manera tan contradictoria le vieron dos líticos diferentes: tradicionalismo y antiliberalismo en la España de 1825 en el caso del primero y apología del pensamiento liberal hacia 1886 en el segundo. No son éstos los únicos testimonios decimonónicos que existen sobre Juan Manuel de Aréjula, pero si hay que hacer un especial hincapié en ellos se debe a que ambos discursos tienen una estructura similar, aunque emitidos desde posiciones ideológicas diferentes. El elemento nuclear de los mismos —descalificatorio en el caso de Bölh y aprobatorio en el de Borrego— no ha podido ser constatado históricamente e incluso existen buenas razones para rechazarlo. En ambos casos se eligieron supuestos hechos de la vida de Aréjula con una clara intencionalidad política, independientemente del grado de publicidad que ambos testimonios alcanzaron.
Obras de ~: Reflexiones sobre la nueva nomenclatura química propuesta por M. de Morveau, de la Academia de Ciencias de Dijon, y MM. Lavoisier, Berthollet y de Fourcroy, de la Academia de Ciencia de París, dirigidas a los químicos españoles, Madrid, Sancha, 1788 [ed. facs. a cargo de Ramón Gago y Juan L. Carrillo, Málaga, Universidad, 1979]; Réflexions sur la nouvelle nomenclature chimique, Observations sur la Physique, 33 (1788), págs. 262-286; Memoria sobre una nueva y metódica clasificación de los fluidos elásticos, permanente y gaseosos, c. 1790, inéd. [ed. contemporánea a cargo de Juan L. Carrillo y Ramón Gago, Málaga, Universidad, 1980]; Extrait d’une dissertation de M. Prout, qui à pour titre, Résultat des expériences faites sur le camphre de Murcie, en Annales de Chimie, 4 (1790), págs. 179-209; Discurso sobre la necesidad de la Quimia (A) en la teoría y práctica de la Medicina. Cádiz, Imprenta de D. Manuel Bosque, 1795; Memoria sobre el modo y ocasiones de emplear los varios gases para descontagiar los sitios epidemiados. Por el Dr. D. ~ profesor de Quimia en el Colegio de Cádiz. Dala a la luz el Ilustrísimo Ayuntamiento de esta ciudad, Sevilla, Imprenta Mayor, 1800; Carta al pueblo de Cádiz sobre las pruebas últimamente practicadas en esta ciudad, las cuales manifiestan con evidencia, que la verdadera vacuna preserva indefectiblemente de las viruelas, Cádiz, Imprenta de la Casa de Misericordia, 1802; “Description abrégée de la fièvre jaune qui a régné à Cadix et dans les environs, en l’an 1800”, en Journal de Médecine, Chirurgie, Pharmacie, 5 (1803), págs. 485-510; Memoria presentada a la Junta de Sanidad de Málaga por el Dr. D. ~ y mandada imprimir por su Presidente el Sr. D. Pedro Truxillo y Tacón, Caballero de la Orden de Santiago, gobernador militar y político de esta plaza en 19 de noviembre de 1803, así como se hizo en la ciudad de Sevilla el año de 1800, en que se manifiesta el modo y ocasiones de emplear los varios gases para descontagiar los lugares epidemiados, y purificar la atmósfera de los miasmas pútridos y pestilentes, Málaga, Luis de Carreras y Ramón, 1803; Sucinta exposición de la enfermedad contagiosa que reyna epidémicamente en esta plaza, síntomas con que se ha presentado y método curativo que hemos empleado, Málaga, Luis de Carreras y Ramón, 1803; “Beschereibung des gelben Fiebres, welches im Iahr 1800 zu Cadix geherrscht hat”, en Neues Journal der ausländischen Medicinische-Chirurgischen Literatur, 2, st. 1 (1804), págs. 65-75; Memoria presentada a la Junta de Sanidad de Málaga por el Dr. D. ~ y mandada imprimir por su Presidente el Sr. D. Pedro Truxillo y Tacón [...] en la que se manifiesta el modo y ocasiones de emplear los varios gases para descontagiar los lugares epidemiados [...] reimpresa de orden del Sr. D. Rafael Truxillo [...]Presidente de la Junta de Sanidad en 24 de diciembre de 1804, Málaga, Luis de Carreras y Ramón, 1804; Memoria presentada a la Junta de Sanidad de Málaga por el Dr. D.~ y mandada imprimir por su Presidente el Sr. D. Pedro Truxillo y Tacón, gobernador militar y político de esta plaza en 19 de noviembre de 1803, así como lo hizo en la ciudad de Sevilla en el año de 1800, en que se manifiesta el modo y ocasiones de emplear los varios gases para descontagiar los lugares epidemiados, y purificar la atmósfera de los miasmas pútridos y pestilentes, Córdoba, Rafael García Rodríguez y Cuenca, 1804; Sucinta exposición de la enfermedad contagiosa que reyna epidémicamente en esta plaza de Málaga, síntomas con que se ha presentado y método curativo que hemos empleado. Reimpreso en Granada por D. Tomás de Morla, Córdoba, Imprenta Real, 1804; Kurze und fassliche Darstellung des ansteckenden gelben Fiebers, welches epidemisch in Malaga herrscht, und der Symptomen, nesbt der Heilmethode, welche dawider angewendet wurde, Wien, Doll, 1804; Descrizione Succinta della Febbre Epidemica che domina in Malaga, dei sintomi che l’accompagnano e del metodo practicato per curarla, Vienna, Nella Stamperia Imperiale Reale, 1804; Succinta descriptio febris epidemicae Malagae nuper saevientis, symptomatunque ipsam comitantium, una cun methodo ei medendi adhibita, Viennae, Doll, 1805; Kurze Darstellum des gelben Fiebers, welches in Malaga herrschte; nebst dessen Denkschirift über die Sauren Räucherungen, Berlin, H. Frölich, 1805; Breve descripción de la fiebre amarilla padecida en Cádiz y pueblos comarcanos en 1800, en Medinasidonia en 1801, en Málaga en 1803, y en esta misma plaza y varias otras del Reyno en 1804, Madrid, Imprenta Real, 1806; con C. F. Ameller y J. A. Coll, Copia del informe hecho por la Comisión Médica sobre la fiebre contagiosa que se padeció en Cádiz el año de 1810, Cádiz, Nicolás Gómez de Requena, 1811; Memoria sobre la ninguna utilidad del uso de los gases ácidos para la desinfección o purificación de las materias contagiosas y de los contagios, Esparraguera, Imprenta del Gobierno, 1821.
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Juan Luis Carrillo Martos