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Enrique Ruiz-Fornells Regueiro

Biografía

Ruiz-Fornells Regueiro, Enrique. Albacete, 27.VIII.1868 – Jaén, 16.XII.1938. Militar y escritor.

Hijo de un músico militar, Enrique Ruiz-Fornells es uno de los miembros más caracterizados de la generación intelectual militar de entre siglos.

Ingresó, como cadete, en la Academia General Militar en 1884, obteniendo, con un brillante expediente académico, el despacho de alférez de Infantería junto con el destino al Regimiento Valencia n.º 23, en marzo de 1888, donde, por cierto, servía su padre, el músico mayor Ramón Ruiz Regueiro.

El joven e inteligente alférez entró en contacto con la dura realidad de un Ejército desmotivado, anquilosado y con la moral baja tras el abandono del proceso regeneracionista militar impulsado por Alfonso XII, al que no pudo sobrevivir. Era un momento de debate permanente por las controvertidas reformas que el ministro Cassola intentaba imponer con una fuerte oposición, tanto política, incluso dentro del Partido Liberal que lo sustentaba, como por parte de la milicia, provocando el enfrentamiento entre las armas generales, Infantería y Caballería, y los cuerpos facultativos, Artillería e Ingenieros.

Estos dos años de su primera experiencia regimental fueron fundamentales para hacerse idea del gran problema del Ejército en aquella época: la falta absoluta de instrucción con el predominio de la rutina en el servicio. Elevar el nivel técnico de la profesión militar es el empeño que une a toda la generación de militares intelectuales que se articula, como movimiento en el último tercio del siglo XIX, alrededor de los centros culturales castrenses, primero el Ateneo Militar y posteriormente el Centro del Ejército y la Armada.

Sus dotes intelectuales no habían pasado inadvertidas durante su estancia como alumno de la Academia General Militar y es requerido insistentemente por el general director de ésta para que se incorpore al cuadro de profesores; proposición que aceptará en julio de 1890. Durante los años que ejerce la docencia en el primer centro de enseñanza militar de la época, Ruiz- Fornells desarrolla, paralelamente a su función como profesor de diversas asignaturas, una importante labor de redacción de obras que habrían de servir de textos oficiales para los alumnos. Es en este momento cuando el joven teniente de Infantería inicia su labor editorial con dos pequeños folletos monográficos para cursos cortos de la propia Academia.

Suprimida la Academia General Militar a finales de junio de 1893, por el general López Domínguez, ministro de la guerra en el gabinete Sagasta, Ruiz-Fornells se incorpora como profesor a la recién creada Academia de Infantería y es aquí, en 1895, cuando da a la imprenta una de sus obras más importantes, La educación moral del soldado que sería declarado libro de texto en todas las academias militares, desde el año de su publicación hasta bien entrado el siglo XX, con más de una docena de ediciones. En esta obra Ruiz- Fornells realiza una serie de reflexiones dedicadas a los futuros oficiales proponiendo un ejercicio del mando racional. Así, alejándose de las tendencias que marcaban la disciplina en los ejércitos de la época, sostiene que la obediencia no puede imponerse con castigos, sino inspirándola por convicción de los subordinados, adelantándose prácticamente una década al debate que acabaría por imponer esta tendencia de ejercicio del mando en los principales Ejércitos del entorno cultural. Dentro de esta preocupación por el soldado, que define su personalidad liberal y su vocación intelectual, se declara partidario del servicio militar obligatorio sin excepción alguna, calificando de inmorales las exenciones del servicio a la patria en función de las posibilidades económicas de los reclutas.

Postura ésta, a favor del servicio, que se une a la de muchos compañeros militares que aducen diversos motivos para apoyarlo. Ruiz-Fornells relaciona la condición de soldado con el patriotismo, destacando la revolucionaria idea de la nación en armas.

Tras ser declarado apto para el ascenso a capitán, es destinado al Ejército de Cuba, donde llega el 4 de febrero de 1897, incorporándose inmediatamente al 6.º Tercio de Guerrillas. Sus obligaciones militares en plena guerra que habría de terminar al año siguiente con la pérdida de los restos del Imperio, no le impiden continuar su labor divulgativa y al mes de llegar a Cuba publica un folleto en colaboración con el capitán Juan Calero titulado Tabla de tiro del fusil Mauser español, sin duda impresionado por el deficiente empleo de dicha arma por parte de una tropa inexperta y con una precaria instrucción en su manejo.

Su aventura ultramarina duró pocos meses, pues una enfermedad le aparta del frente, embarcando el 10 de mayo rumbo a la Península. Con licencia por convaleciente asciende a capitán y al poco es destinado a la Sección de Infantería del Ministerio de la Guerra donde coincidirá con ilustres generales como Bascarán, Martitegui y Arsenio Linares, quien lo incorpora al Gabinete para la Reforma del Ejército, del que salieron disposiciones tan importantes como la creación de grandes unidades o la organización del Estado Mayor Central.

Una nueva etapa comienza en la vida de Enrique Ruiz-Fornells al ser nombrado, en octubre de 1898, ayudante de profesor del rey Alfonso XIII, cargo que ocupó hasta la mayoría de edad de este en 1902. Pese a que en sus memorias, redactadas en 1935, se define como republicano convencido, no hay duda que en su designación como profesor del joven rey influiría notablemente tanto sus dotes pedagógicas como las reflexiones que, en su La educación moral del soldado, dedica a la figura del Soberano. Para el autor es imprescindible que se inculque a los soldados la identidad entre los conceptos de Rey y Nación, exigiendo el máximo respecto para ambos. El patriotismo queda ligado al cariño y fidelidad al rey, para el que pide respeto, obediencia, veneración y sumisión.

Sin embargo, su etapa en Palacio debió estar marcada por su fuerte personalidad y su sentido del deber y del trabajo, no participando en el ambiente de camarilla que, sin duda, debió formarse en torno al joven rey. De hecho, no volvió a estar cerca del monarca, como otros profesores compañeros suyos.

Tras la experiencia palaciega, pidió y obtuvo destino en la Academia de Infantería de Toledo, donde, al poco, fue nombrado miembro de una comisión para la creación de la Escuela de Tiro de Infantería. Con este proyecto se entusiasmó Ruiz-Fornells porque vio la oportunidad de poner en marcha un viejo anhelo: elevar el nivel y la consideración técnica al Arma de Infantería. Desde siempre, las Armas generales, Infantería y Caballería, vivían enfrentadas a las facultativas, Artillería e Ingenieros, que, orgullosamente, acaparaban el cientificismo y los adelantos técnicos en la milicia. El tiro y el armamento eran monopolio exclusivo de los artilleros, de ahí el interés de Ruiz- Fornells por hacer sentir la presencia de la Infantería en las decisiones. Con la creación de la Escuela de Tiro, y gracias al esfuerzo de Ruiz-Fornells, la Infantería comenzó su etapa de prestigio técnico incorporándose a las decisiones de elección del armamento y la organización del tiro en el combate.

En esta época, principio de 1903, se incorpora, además, al movimiento intelectual castrense en torno al Centro del Ejército y la Armada, impartiendo en su Escuela de Estudios Militares una serie de conferencias relacionadas, tanto con la instrucción en el Ejército como con su tema preferido: la consideración técnica de la Infantería. Ruiz-Fornells sería uno de los conferenciantes más jóvenes del prestigioso centro cultural militar.

En estos años primeros del siglo xx, Ruiz-Fornells se entrega por completo a la reforma de la reglamentación táctica de la Infantería. En 1905 completa su formación con un viaje al extranjero donde visita los campos de maniobras y escuelas de tiro de Francia, Italia y Suiza. Aprovecha cualquier oportunidad que se le ofrece para destacar el protagonismo de la Infantería en el combate. En la Comisión de Táctica, de la que es nombrado vocal, en febrero de 1907, consigue para su especialidad la consideración de “Arma principal” y su especial protagonismo en la redacción del nuevo Reglamento Táctico de la Infantería le permite incorporar las últimas tendencias en el movimiento de los infantes en el campo de batalla.

Esta defensa de la instrucción, y su obsesión por demostrar la importancia de la Infantería, sería una constante en su vida que habría de cultivar en los destinos posteriores. En 1908 pasa al Estado Mayor Central del Ejército, desde donde desarrolla una intensa actividad, participando en la redacción de reglamentos tácticos y programando actividades formativas para los cuadros de mando.

A finales de 1909 asiste a la campaña de Marruecos como ayudante del prestigioso general y escritor Modesto Navarro García, participando en varios hechos de armas como las tomas de Atlasen y Sebt, respectivamente.

Volvió Ruiz-Fornells a sentir las deficiencias de un Ejército falto de preparación y con una oficialidad que anteponía el valor a cualquier tipo de instrucción.

Incorporado de nuevo a su destino en el Estado Mayor Central del Ejército a comienzos de 1910, reinicia su actividad participando como ponente y vocal en la redacción de reglamentos tácticos y consciente de la importancia de las revistas técnicas propone y consigue la publicación del Memorial de Infantería, en el que publicarían artículos técnicos los mejores pensadores militares de la época. Aquí asciende a comandante el primero de agosto de 1910.

En septiembre de 1912 vuelve a ser destinado en la Escuela de Tiro de Infantería, donde ascendería en abril de 1917 a teniente coronel, desempeñando todo tipo de comisiones técnicas hasta 1920 que decide, de nuevo, poner en práctica lo aprendido en el campo de batalla. El 13 de noviembre de 1920, toma posesión, en Tetuán, del mando del Batallón de Cazadores de Barbastro n.º 4. En África, Ruiz-Fornells disfrutó del mando y pudo comprobar lo acertado de los planteamientos teóricos cuando, bien reflexionados y documentados, se ponen en práctica frente al enemigo.

Asistió en terreno africano al Desastre de Annual y confirmó una vez más las ventajas de la instrucción sobre la irracional aplicación de un valor temerario mal entendido que tantas vidas costaría.

Ascendido a coronel, el 5 de marzo de 1922, volvió al Estado Mayor Central del Ejército, como jefe de la Sección de Instrucción. De nuevo la organización, pero ahora con muchas más posibilidades debido a su cargo. De esta etapa destaca en el haber de Ruiz- Fornells la actualización del obsoleto Reglamento de Campaña, aún basado en los conocimientos adquiridos en la guerra Franco-Prusiana y su sustitución por la Doctrina para el empleo de las armas y los servicios, que tenía en cuenta las vicisitudes de la Primera Guerra Mundial. Además, implantó el llamado Plan de Instrucción Anual, previsión que recoge el programa de actividades que deben desarrollar las unidades y que aún hoy se mantiene en el Ejército. Creó nuevas comisiones para la redacción de reglamentos, planificación de cursos de perfeccionamiento para oficiales y otros estudios. Puede decirse que no hubo comisión para redactar planes de estudios o reglamentos tácticos en la que no interviniese Ruiz-Fornells.

En noviembre de 1925 es nombrado director de la sección de Infantería de la Escuela Central de Tiro, proponiéndose, desde el principio, el impulso de los cursos que allí se impartían, influyendo en la redacción de los reglamentos que se informaban desde la Escuela.

Al fin, en marzo de 1928, llega el ansiado ascenso a general de brigada, cuando preside la “Ponencia Mixta designada para elegir un modelo de fusil ametrallador para el Ejército”. Dos grandes ilusiones se hacen, por tanto, realidad: su ingreso en el generalato y el reconocimiento técnico, en su persona, del arma de Infantería.

Primo de Rivera había disuelto el Estado Mayor Central transformándolo en la llamada Dirección de Preparación de Campaña, donde fue destinado el general Ruiz-Fornells como jefe de la Sección de Reclutamiento e Instrucción, puesto en el que, de nuevo, vuelve a desplegar una gran actividad.

Como encargado del despacho de la Subsecretaría del Ministerio, por el cese del general Goded, le sorprende la proclamación de la República el 14 de abril de 1931. El general Berenguer le ordena que entregue el Ministerio al ministro del nuevo régimen. Manuel Azaña se presentó en el Palacio de Buenavista a las diez y media de la noche del mismo 14 de abril, siendo recibido por Ruiz-Fornells, quien inmediatamente le presentó a un grupo de generales. Debieron realizar un primer despacho, e incluso es posible que interviniese en la redacción del telegrama que Azaña envió a los capitanes generales solicitando su apoyo apelando a su patriotismo. Al día siguiente, 15 de abril a eso de las once de la mañana llegó el ministro al Palacio de Buenavista y el general Ruiz-Fornells le presentó a todos los jefes de las secciones. Azaña confirmó al general como encargado del despacho de la Subsecretaría, situación que mantuvo hasta que recibió el nombramiento definitivo de subsecretario el 3 de febrero de 1932.

Ruiz-Fornells fue la mano derecha del ministro Azaña desde el mismo 14 de abril de 1931 hasta la fecha de su destitución el 15 de febrero de 1933.

Azaña, en sus memorias, da cuenta de los continuos y largos despachos con el subsecretario durante todo este tiempo. Es de suponer, y así puede deducirse de algunos episodios que cita el propio ministro, que Ruiz-Fornells le aconsejaba y ayudaba a formar criterio sobre muchas de las determinaciones que estaba obligado a tomar, sobre todo en cuanto a los aspectos propios de la especial mentalidad de los militares en general y la de determinados personajes en particular.

También puede adivinarse la influencia del general subsecretario en algunos de los textos de Azaña, por ejemplo en el discurso de éste ante las Cortes del 29 de septiembre de 1931 sobre disciplina y obediencia militar y la pena de muerte. En este parlamento, el ministro atribuye a la disciplina una base moral, coincidiendo plenamente con las tesis que desarrolla Ruiz-Fornells en su principal obra, La educación moral del soldado.

Cabría preguntarse por la responsabilidad de Ruiz- Fornells en las famosas reformas militares de Azaña.

Tan sólo se cuenta con el propio testimonio del general quien se atribuye un importante protagonismo de las mismas, indicando, en ocasiones, las discrepancias que mantuvo con el ministro sobre algunos proyectos.

Si se analiza la trayectoria profesional de Enrique Ruiz-Fornells proyectada sobre esta última etapa de su vida profesional, es fácil suponer que se entregaría con alma y cuerpo, desde tan importante puesto ministerial, a intentar hacer realidad las ideas acuñadas durante su larga y experimentada vida profesional.

Muchas de ellas encajan plenamente en el espíritu de las disposiciones emanadas del Ministerio.

Al igual que le ocurriera tiempo atrás con el Rey, Ruiz-Fornells se sintió defraudado por Azaña, quien provocó su pase a la reserva al no concederle el ascenso a general de división.

Enrique Ruiz-Fornells murió en Jaén a finales del 1938, en plena Guerra Civil, con la satisfacción de una vida plena entregada por entero a la milicia, a la que también había ofrecido cinco de sus hijos y, seguramente, con la pena de saber que dos de ellos, Ramón y José, se enfrentaban, cada uno en un bando, en la batalla del Ebro. El último llegaría al empleo de teniente general.

 

Obras de ~: La educación moral del soldado, pról. de P. A. Berenguer, Toledo, Imprenta y Librería de la Viuda e Hijos de Juan Peláez, 1894; La instrucción razonada en la Infantería; con A. Melgar Mata, Organización militar de España y algunas potencias extranjeras, Toledo, Imprenta y Librería de la Viuda e Hijos de Juan Peláez, 1894; La instrucción en el Ejército, Toledo, Imprenta y Librería de la Viuda e Hijos de Juan Peláez, 1902; Fuegos de la Infantería, Toledo, Rafael Gómez-Menor, 1908; “Prólogo”, en E. Pérez-Ortiz, Fuegos y formaciones en el combate de la Infantería, Logroño, Hijos de Alerón, 1908; Determinación de la vulnerabilidad de las formaciones, Madrid, Eduardo Arias, 1911; Los servicios, la división orgánica, las marchas, el combate de la división, Madrid, 1929; Consecuencias tácticas de la guerra europea, Valladolid, 1933; Memorias del Excmo. Sr. D. Enrique Ruiz-Fornells Regueiro General Subsecretario del Ministerio de la Guerra, 1935 (inéd.).

 

Bibl.: S. Payne, Los militares y la política en la España contemporánea, París, Ruedo Ibérico, 1968; M. Alonso Baquer, Historia política del Ejército español, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1971; J. R. Alonso, Historia Política del Ejército Español, Madrid, Editora Nacional, 1974; M. Azaña, Memorias políticas y de guerra, vols. I y II, Madrid, Afrodisio Aguado, 1976; M. Alpert, La reforma militar de Azaña, Madrid, Siglo XXI de España, 1982; C. Seco Serrano, Militarismo y civilismo en las España contemporánea, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 1984; P. Preston, Franco caudillo de España, Barcelona, Grijalbo, 1994; M. Alonso Baquer, D. Manuel Azaña y los militares, Madrid, Actas, 1997; G. Jensen, Irrational Triumph. Cultural despair, military nationalism, and the ideological origins of Franco’s Spain, Reno, University of Nevada Press, 2001; P. González-Pola de la Granja, La configuración de la mentalidad militar contemporánea (1868- 1909), Madrid, Ministerio de Defensa, 2003.

 

Pablo González-Pola de la Granja

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