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Manco Inca Yupanqui

Biografía

Manco Inca Yupanqui. Manco Capac II. Perú, p. s. xvi – Vilcabamba (Perú), 1544. Inca, rebelde.

Hijo del Inca Huayna Capac, tras la muerte de sus hermanastros Huaskar, Atahualpa y Tupac Huallpa, en 1533 fue reconocido como emperador Inca por Francisco Pizarro a cambio de una alianza para acabar con la resistencia india del general Quisquis.

Aposentado en Cuzco, Manco enseguida tuvo enfrentamientos con los españoles, en especial con Hernando Pizarro, quien sospechando que el indio urdía una conjura para expulsar a los españoles lo mandó encarcelar. Sin embargo, el Inca mediante un ardid logró escapar: le prometió al codicioso Hernando un fabuloso tesoro, pero para ello le tenía que dejar salir de la ciudad para ir a buscarlo donde él mismo lo había enterrado. Una vez fuera de Cuzco, Manco reunió un poderoso ejército y en la Pascua de 1536 sitió la ciudad. Los batallones indígenas tomaron la fortaleza de Sacsahuaman, sobre el cerro que domina Cuzco, y desde allí iniciaron el hostigamiento de los españoles.

La rebelión fue secundada en otros puntos del Perú como Lima, Jauja o las regiones andinas, y en un principio Manco intentó que aquello fuese el principio de la guerra de reconquista inca. Tras unos meses de graves enfrentamientos el país fue recuperando la paz excepto la región cuzqueña, cuya capital estaba a punto de sucumbir.

Manco Inca tuvo ciertas indecisiones y no lanzó el ataque definitivo que, sin duda, le hubiese permitido apoderarse de Cuzco. En un momento pensó en una negociación con Almagro: aprovechando las ya graves disensiones con Hernando Pizarro podrían trabar una alianza que les permitiese apoderarse de la ciudad y repartirse el territorio. Pedro de Oñate fue el encargado de parlamentar, en virtud de una antigua amistad entre ambos. Pero las diferencias eran muchas, entre otras cosas Almagro no estaba dispuesto a matar a numerosos compatriotas como pretendía Manco, ni el inca podía olvidar las traiciones de Almagro y los españoles en Cajamarca. Así que rotas las negociaciones, los ejércitos indios continuaron su asedio y lanzaron nuevos y briosos ataques.

Mas en la primavera de 1537 y sin explicación coherente, las tropas nativas que rodeaban Cuzco comenzaron una rápida y desordenada retirada. Luego se supo que el retraso en la batalla definitiva, las disensiones internas y las fuertes sequías de aquel año desalentaron a los indios, que, hartos de esperar, optaron por volver a sus poblados y evitar la hambruna a sus mujeres e hijos. Con los restos de un ejército fantasma, Manco huyó a las montañas de Vilcabamba.

Apriscado entre cerros y selva, con el apoyo de las tribus anti, con los cuales antaño los incas habían establecido alianzas ocasionales, reorganizó un ejército guerrillero que durante años hostigó a los españoles con acciones rápidas y efectivas, sin buscar nunca el enfrentamiento con tropas militares. En Vilcabamba quedó establecida una especie de estado neoinca rebelde hasta el año 1572, cuando fue definitivamente dominado. Manco fue asesinado en 1544 por Diego Mendez, un almagrista huido de la justicia del virrey Núñez de Vela y acogido por los indios sublevados.

 

Bibl.: L. Pardo, El imperio de Vilcabamba: el reinado de los cuatro últimos incas, Cuzco, Editorial Garcilaso, 1972; E. Guillén Guillén, Visión Peruana de la Conquista, Lima, Editorial Milla Batres, 1979; F. G. Pease, Los últimos incas del Cuzco, Madrid, Alianza América, 1992; J. J. Vega, Los Incas frente a España. Las guerras de resistencia (1531-1544), Lima, Editorial Peisa, 1992; J. M.ª González Ochoa, Quién es quién en la América del Descubrimiento, Madrid, Editorial Acento, 2003.

 

José María González Ochoa