Sarmiento de Luna, Francisco. Sevilla, 1615 – Hoyos (Cáceres), 21.VII.1683. Agustino (OSA), predicador real y obispo de Michoacán (México), Almería y Coria.
Fue hijo de los condes de Salvatierra, Diego Sarmiento de Sotomayor, y Leonor de Luna y Enríquez. Siendo niño comenzó a recibir una esmerada educación, acorde con su posición social. Luego pasó a la Universidad de Salamanca para estudiar Cánones y Leyes, alojándose en el Colegio Mayor San Bartolomé, el más antiguo entre los colegios mayores, también conocido como “el Viejo”.
Inclinado hacia la vida religiosa, decidió ingresar en el Convento San
Francisco tuvo un hermano obispo, Antonio Sarmiento y Luna, primero de la iglesia de Coria (1655-1657), y luego de la sede de Sigüenza, en donde falleció en 1661. Dos años después, el 30 de junio de 1668, comenzó en Madrid el proceso de su nombramiento de obispo ante el nuncio, cardenal Vitaliano Visconti Borromeo. Posteriormente el rey Carlos II lo presentó para la diócesis de Michoacán (México), y Clemente IX le promovió para dicha sede el 12 de noviembre de 1668. En Madrid y ante el Nuncio emitió la profesión de fe y juramento. Luego salió para Guadalajara, en el Reino de Nueva España, a donde llegó en 1670. La consagración episcopal la recibió el 5 de enero de este mismo año, en la misma Guadalajara (México), por Francisco Berdín y Molina. Aunque durante un año gobernó su iglesia por cédula del gobierno del rey, una vez consagrado obispo salió a visitar la diócesis durante cinco meses, atendiendo a las personas necesitadas con el dinero que llevaba, e incluso se empeñó en treinta mil reales. Le acompañó en la visita pastoral el agustino José Sicardo (1643-1715), recién llegado a Nueva España. Éste vivió durante un año con el obispo Sarmiento, ocupándose en instruir a estudiantes y eclesiásticos. A su vez, recibió el nombramiento de examinador sinodal del obispado y visitador de la Iglesia y Curato de Santa Ana, del Real de Minas de Guanajuato.
El 25 de octubre de 1672 aparece una primera propuesta de traslado de Francisco Sarmiento de Michoacán a la diócesis de Almería, y más tarde, con el traslado del obispo Mandía y Parga a la Iglesia de Astorga, con el fin de cubrir la nueva vacante el rey Carlos II propuso, el 30 de mayo de 1673, el traslado de Francisco Sarmiento al obispado de Almería. En efecto, el 26 de mayo se inició el proceso consistorial por el Nuncio Apostólico, el arzobispo Galezo Mariscoti, y el 25 de septiembre de 1673 será el papa Clemente X quien le promoverá a la sede almeriense. Sin embargo, el obispo Sarmiento no llegará a España hasta finales de noviembre de 1674, por el puerto de Cádiz, para dirigirse posteriormente a Madrid para atender a su hermano, Diego Sarmiento, conde de Salvatierra, que se encontraba enfermo.
Con el fallecimento, en enero de 1675, del obispo de Coria, Bernardino de León y de la Rocha, el rey presentó el 12 de febrero a Francisco Sarmiento para esta sede vacante. Por entonces todavía no había hecho el juramento para Almería, y, sin embargo, había aceptado la mitra de Coria. El papa Clemente XI lo promovió a la diócesis de Coria en el consistorio de 27 de mayo de 1675. El 20 de junio de este mismo año, el cabildo de Almería informó de la carta que el obispo Francisco Sarmiento había enviado despidiéndose de la diócesis tras haber recibido las bulas de la Iglesia de Coria, al tiempo que declaraba ese mismo día la sede vacante. Así pues, la acción pastoral en Almería la ejerció entre el 30 de noviembre de 1674 y el 20 de julio de 1675 por medio del maestrescuela y el arcediano Luis Almansa, en calidad de gobernadores, dado que Francisco Sarmiento nunca llegó a Almería. Por esta razón, las rentas que le correspondían de este obispado mandó que se distribuyeran entre las iglesias, hospitales y pobres de la diócesis.
El obispo Francisco Sarmiento tomó posesión de la diócesis de Coria el 22 de julio de 1675. Poco depués inició la visita a la diócesis. Recorrió todos los pueblos de su jurisdicción, muchos de los cuales no había recibido la visita del obispo durante más de cincuenta años, y en ellos distribuyó abundantes limosnas entre los pobres. En el gobierno de la diócesis hubo de afrontar cuestiones espinosas, finalizando algunas de ellas en pleitos. No obstante, el obispo Sarmiento es recordado por su generosidad con los pobres, y al igual que Santo Tomás de Villanueva (†1555), le nombran como “el Padre de los pobres”. Falleció el 21 de julio de 1683, en Hoyos (Cáceres), y sus restos mortales fueron depositados en la capilla mayor de la Catedral de Coria.
Obras de ~: “Censura”, en L. de Jesús, Sermón en las honras solemnes a fray Miguel de Aguirre, Madrid, 1664; “Informe sobre los religiosos agustinos de la Provincia de Michoacán [1672]”, en Archivo Agustiniano, 17 (1922), pág. 317.
Bibl.: T. de Herrera, Historia del convento de San
Rafael Lazcano González