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Ramiro Núñez de Guzmán

Biografía

Núñez de Guzmán, Ramiro. León, s. t. s. xv – s. t. s. xvi. Noble, militar y líder comunero en la ciudad de León y regidor en dicha ciudad entre los años 1503 y 1520.

Núñez de Guzmán nació en el seno de una familia noble formada por Gonzalo de Guzmán y María Osorio, señores del condado del Porma y marqueses de la villa de Toral de los Guzmanes, donde poseían casa y palacio. Del citado matrimonio nació también Diego Núñez de Guzmán, obispo de Catania y uno de los educadores del príncipe Fernando, que pese a morir en Amberes en 1512, encontró en él a su defensor por el trono de España frente a la opción de Carlos I. En el mismo servicio estuvo su hermano Pedro, a quien la reina Isabel confió la tutela y formación del infante Fernando. En este contexto, el apoyo de los Guzmanes de León al infante Fernando fue total, de la misma forma que lo era su oposición al bando flamenco de Felipe el Hermoso, y posteriormente al heredero Carlos, pese a los intentos de éste por atraer a la influyente familia a su causa. Al servicio de Enrique IV de Castilla, la familia Guzmán era apreciada por sus vasallos montañeses, y al igual que el resto de la nobleza jurisdiccional leonesa intentó situarse y ganar poder en la ciudad de León, donde mantuvieron un temprano enfrentamiento con la familia de los Quiñones, condes de Luna. Núñez de Guzmán se casó con María Juana de Quiñones, tía del III conde de Luna, y de su matrimonio tuvo como hijos a Gonzalo; a Martín, al servicio del rey Fernando; a Juan, obispo de Calahorra y participante en Trento; a Diego y a Álvaro Pérez de Guzmán. El hijo mayor, Gonzalo, regidor de la ciudad de León, estuvo, junto a sus tíos, al servicio del infante Fernando y, una vez apartado y relegado éste por el nuevo rey Carlos, abrazó la causa comunera y participó junto al obispo Acuña en el campo de batalla, además de formar parte, como procurador de la ciudad de León, de la Junta General.

El protagonismo del joven Ramiro Núñez se hizo notar durante las últimas décadas del siglo xv, en pleno proceso de pugna entre la nobleza castellana y la leonesa, enfrentamiento que motivó no pocos viajes e intervenciones del rey Fernando. Después de un duro enfrentamiento con Alfonso Enríquez, almirante de Castilla, y con la propia Reina, fue desterrado por ésta y tuvo que exiliarse en Portugal (Évora y Santarén). Le acompañaron al exilio sus vasallos del condado del Porma quienes, dirigidos por su señor, salvaron al rey Juan de una traición y revuelta nobiliaria. Dichos servicios al rey portugués y la intercesión de éste hicieron que los Reyes Católicos no sólo le perdonaran, sino que le restituyeran sus bienes ganándolo para la causa y poniendo en sus manos y en las de su familia la tutela de su nieto el infante.

Con estos antecedentes y en ese contexto familiar, político y social, Ramiro Núñez de Guzmán contó con el apoyo del rey regente, Fernando el Católico, y llegó a ser embajador en Génova, entre 1513 y 1514. A su regreso a León y como regidor de la ciudad, se manifestó claramente a favor de la opción de Fernando frente a la de su hermano Carlos, además de emprender una cruzada en contra de los partidarios de éste en la ciudad. Ante la llegada del joven Carlos y a raíz de los sucesos ocurridos hasta las Cortes de Santiago y La Coruña, su posición y su liderazgo se afianzaron al contar con el apoyo recibido tanto por el regimiento y por el Cabildo catedralicio, como por el conjunto de los sectores sociales de la ciudad, lo que le convirtió en el principal cabecilla y dirigente de la causa comunera. En agosto de 1520, como líder propuso y logró que el Ayuntamiento acordara el envío de un representante a la Junta de Ávila, lo que suponía la plena adopción por parte de la ciudad de la causa comunera y el rechazo y posterior expulsión del conde de Luna y del canónigo Diego de Valderas, únicos defensores del rey Carlos. Este enfrentamiento con el conde de Luna tuvo su momento más álgido en el mes de septiembre de 1520, a raíz de un problema de recaudación de impuestos y de las maniobras del conde por frenar la implicación de la ciudad en la causa comunera. En el mes de octubre tanto Ramiro Núñez, como fray Pablo de Villegas, prior del Convento de Santo Domingo de León, no sólo dominaban la situación, sino que controlaban a los moderados del Cabildo y del regimiento, que temían por la radicalización del movimiento. A finales de año y mientras que fray Pablo y Antonio de Quiñones, cuñado de Núñez de Guzmán, estaban en Valladolid y Tordesillas al servicio de la Junta, Ramiro Núñez reclutó hombres y dinero que envió a Antonio de Quiñones, a la vez que frenaba cualquier intento de marcha atrás en la ciudad, apoyado claramente por los artesanos y menestrales de León. A finales de enero de 1521 la posición de Ramiro Núñez se radicalizó, tal como se demuestra en la carta del cardenal Adriano: “[...] la ciudad de León ha pregonado guerra a fuego y sangre contra todos los caballeros que sirven a su majestad contra las Comunidades [...]”. La radicalización de los dirigentes leoneses y las reticencias del Cabildo ante los nuevos acontecimientos pasaron factura forzaron a Núñez de Guzmán y a sus hijos y seguidores a salir de la ciudad y participar de lleno en la guerra. El Cabildo catedralicio comenzó a desconfiar de los dirigentes locales y de sus posturas cada vez más radicales.

Después de la batalla de Villalar, en la que participó, y al mismo tiempo que el conde de Luna entraba con sus tropas en la ciudad de León y se hacía dueño del poder a la vez que reclamaba para sí los bienes y estados de Ramiro Núñez, éste logró huir con sus hijos a Portugal, para ponerse nuevamente al servicio del rey portugués. Mientras tanto, su esposa, se refugió y resistió en el castillo de Toral y posteriormente en el de Adrados, en la montaña leonesa. Reclamó ésta la titularidad de los bienes y jurisdicciones de su marido, una vez que el licenciado Lerma inició el proceso por el cual iban a ser requisados. Valorados en 20.000.000 de maravedís, consistían en la villa de Toral y su castillo; la jurisdicción y señorío de Vegas del Condado con el castillo de Aviados, etc. Los bienes subastados fueron adquiridos finalmente por el conde de Valencia y por otros señores o posibles representantes de la esposa. Pasado el tiempo y una vez que el rey Carlos hubo consolidado su posición y su poder, llegó en 1527 la clemencia real y el consiguiente perdón para los comuneros leoneses, aunque no se tienen noticias del regreso de Núñez de Guzmán. En 1532 Carlos V ordenó la devolución de los bienes confiscados a la familia, castillos, rentas y señoríos, en el hijo menor Martín Núñez de Guzmán, previo pago de las correspondientes indemnizaciones a los compradores.

La familia y el linaje volvieron a su tierra, pero ya nunca más ostentarían poder en la ciudad de León, donde el conde de Luna, pese a no poder obtener los bienes de los Guzmanes, impuso todo su poder ante la dura respuesta que recibió de sus vasallos de los concejos mayores de la montaña leonesa. A partir de ahí, la casa de los Guzmanes de León perdió posiciones y sus sucesores se alejaron de la provincia al emparentarse con otras casas y pasar a la corte. Así, por ejemplo, Ramiro Núñez de Guzmán, nieto del anterior, II marqués de Toral, pasó a Madrid, donde se casó en 1625 con María de Guzmán, marquesa de Heliche e hija del conde duque de Olivares. A partir de dicho matrimonio y pese a enviudar, recibió diversos títulos (duque de Medina de las Torres) y posesiones, como el ducado de Sanlúcar la Mayor.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Catedral de León, Actas Capitulares, años 1517-1522; Archivo Municipal de León, Libros de Actas, años 1514 y 1538.

M. Danvila y Collado, Historia Crítica y documentada de las Comunidades de Castilla, ts. III y IV, Madrid, 1897; E. Díaz- Jiménez y Mollada, Historia de los comuneros de León, León, Imprenta Clásica Española, 1916; J. Pérez, La revolución de las Comunidades de Castilla, 1520-1521, Madrid, Siglo XXI, 1981.

 

Laureano Manuel Rubio Pérez