Castro y Otaño, Alfredo de. Guadalajara, 28.III.1858 – Madrid, 1931. General de división y caballero laureado de San Fernando.
Fueron sus padres Demetrio de Castro y García y Teresa Otaño Lopetegui. En abril de 1874 tuvo entrada como cadete de cuerpo en el Regimiento de Aragón, de donde ocho meses después pasó a la Academia de Infantería para realizar sus estudios, siendo promovido a alférez cinco meses después como consecuencia de los cursos abreviados impuestos por la necesidad del gran número de oficiales que reclamaba la guerra carlista.
Ascendió a teniente en 1876 y cinco años más tarde embarcó hacia Filipinas, donde prestó sus servicios en diversos cuerpos del Arma y en la Guardia Civil, regresando a la Península en 1888.
En 1892 alcanzó el empleo de capitán, con el que combatió durante más de tres años en Cuba, donde ganó cinco cruces rojas al Mérito Militar y el empleo de comandante por méritos de guerra, obtenido en noviembre de 1896.
Con el empleo de teniente coronel, alcanzado en 1908, fue ayudante de campo del jefe del Estado Mayor Central del Ejército y estuvo al frente del Batallón de Cazadores de Los Arapiles, con el que pasó a combatir en Marruecos.
Tras la firma del Tratado de Algeciras, en noviembre de 1912, se incluyó en nuestra zona de influencia la ciudad de Tetuán, que será ocupada en febrero de 1913 y en la que pasará a residir el Jalifa dos meses después.
En el mes de mayo el enemigo comenzó a organizarse con ánimo de atacar Tetuán, teniendo lugar a partir del 3 de junio las primeras agresiones, por lo que el general Alfau, alto comisario de España en Marruecos, se propuso cerrar la cuenca del río Martín para impedirle el paso hacia Tetuán.
Se iniciaron las operaciones el día 10 por medio de dos columnas, la primera de ellas debía situarse a vanguardia de Laucién con el fin de proteger la fortificación de esta posición por parte de una segunda columna.
Al Batallón de Los Arapiles se le dio la misión de establecerse a mitad de camino entre Tetuán y Laucién con el fin de proteger el repliegue de la segunda columna una vez hubiese terminado su misión.
Fortificada Laucién, la segunda columna inició la retirada hacia Tetuán y al rebasar su retaguardia las posiciones del Batallón de Los Arapiles inició éste su repliegue pegado a ella para evitar ser envuelto, aprovechando el enemigo las primeras sombras del anochecer para desencadenar un duro ataque. El teniente coronel Otaño se puso en retaguardia del batallón al frente de una de sus compañías con la que dio una carga a la bayoneta contra los numerosos moros que se habían posesionado de una altura desde la que le hacían fuego, consiguiendo apoderarse de ésta y haciendo huir al enemigo después de sostener reñida lucha al arma blanca, en la que fue herido de gravedad, no obstante lo cual siguió al frente de su tropa dando ejemplo de un gran espíritu de sacrificio.
Su heroico comportamiento fue premiado con el empleo de coronel por méritos de guerra y con la Cruz de San Fernando de 2.ª clase, Laureada, que le fue otorgada por Real Orden de 20 de junio de 1914.
En 1915 se le concedió el mando del Regimiento de León y en 1918 fue promovido al empleo de general de brigada y puesto al frente de la 1.ª brigada de la 1.ª división, en Madrid, de donde dos años después pasó a desempeñar el cargo de segundo jefe del Cuerpo y Cuartel de Inválidos.
En 1922 pasó a la situación de reserva con el empleo de general de división, fijando su residencia en Leganés (Madrid).
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), secc. 1.ª, leg. C-2228. J. M. Gárate Córdoba (dir.), España en sus héroes: historia bélica del siglo xx, Madrid, Ornigraf, 1969; J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.
José Luis Isabel Sánchez