Ordóñez Aguilera, Cayetano. Niño de la Palma. Ronda (Málaga), 4.I.1904 – Madrid, 30.IX.1961. Torero.
No había antecedentes taurinos en la familia de Juan Ordóñez, hombre laborioso y honrado, que había sido carabinero antes de abrir un pequeño comercio de zapatería en Ronda con el nombre de La Palma. De ahí el sobrenombre que Cayetano popularizó, aunque el primer Niño de la Palma había sido su hermano mayor, Antonio, malogrado para el toreo. Y tras los pasos de Antonio y Cayetano siguieron otros tres hermanos, Manuel, Rafael y Alfonso. Años después, también fueron toreros sus cinco hijos, fruto de su matrimonio con Consuelo Araujo de los Reyes: Cayetano (que utilizó el mismo apodo de su padre), Juan, Antonio, José y Alfonso. La dinastía continuó con los nietos del más importante de los hijos del Niño de la Palma, Antonio Ordóñez Araujo, los matadores de toros Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, hijos del torero Francisco Rivera Paquirri y de Carmina Ordóñez.
En busca de nuevos horizontes de vida, la familia Ordóñez se trasladó a la Línea de la Concepción (Cádiz) en 1917, y es allí donde Cayetano empezó a alternar sus visitas a las ganaderías de la zona con sus trabajos en el café Cinco Minutos, propiedad de su padre, en una panadería y como ayudante de cocina en el café El Duque. En la Línea vistió por primera vez el traje de luces el 5 de octubre de 1918, formando parte de un espectáculo cómico-taurino. El 14 de agosto de 1921 toreó en Ceuta como sobresaliente de los novilleros Manuel Troyano El Rubio y Antonio del Moral Mora, que no pudieron estoquear sus enemigos. Los remató Cayetano Ordóñez con acierto, logrando un notable éxito en una plaza en la que se da la circunstancia de que años antes se había arrojado como espontáneo, por lo que había sido detenido. Como resultas de esta acción vino su primera reseña y su primer parte facultativo, que apareció en los diarios locales, después de ser curado en el hospital ceutí de “una herida contusa producida por un culatazo que le interesa la piel en la región parietal derecha y una contusión de primer grado en el codo derecho de pronóstico leve”.
Debutó con picadores en 1923. El 7 de junio, festividad del Corpus, alcanzó un gran éxito en San Fernando, ya con amplias repercusiones en la prensa, que constituyó el primer aldabonazo del rondeño. No obstante, el año de su revelación fue 1924, con triunfos notabilísimos en Jerez de la Frontera y Ronda, su ciudad natal, en cuya plaza se presentó los días 8 y 9 de septiembre. Debutó también en Málaga, toreando luego varias veces más, reiterando los éxitos, uno de ellos clamoroso con novillos de Miura. En Sevilla, con la Maestranza abarrotada, debutó el 4 de octubre (según Mira) o un día después (según Cossío); ambos autores coinciden al señalar que el triunfo del rondeño fue arrollador, al cortar dos orejas y un rabo y salir del coso maestrante a hombros de una multitud enfervorizada. Repitió en Sevilla los día 1 y 2 de noviembre.
Tanto fue el prestigio que adquirió Cayetano Ordóñez en ese momento, que incluso hizo saltar el calendario de la temporada taurina, porque los aficionados tenían ansias de ver al que se anunciaba como nueva gran figura del toreo. Es así que Cossío escribió de esta primera época: “Tal curiosidad despertaron sus faenas, que por verle, vencida ya la temporada, se organizan corridas en época desusada. En noviembre, en diciembre, y aún más adelantado el invierno sigue toreando Cayetano; Córdoba Valencia, Barcelona, Logroño, Alicante, Granada, Castellón, Huelva, puede decirse que todos los públicos de España lo solicitan”.
Se presentó en Madrid el 28 de mayo de 1925, alternando con Fernández Prieto y Eduardo Anlló y Orrío Nacional III, con novillos de Campos Varela. Ese día le vio torear el prestigioso crítico Gregorio Corrochano, que en el diario ABC había firmado un texto de presentación, luego convertido en histórico, titulado “Es de Ronda y se llama Cayetano”, en el que aseguraba que era “un niño que trae ruido de hombre”. Aunque aquel festejo no fue afortunado, Corrochano tituló su crónica aparecida el día 29 de mayo: “Es torero aunque no se llamara Cayetano”.
Tomó la alternativa en Sevilla el 11 de junio de 1925, siendo padrino Juan Belmonte y testigo José García Algabeño hijo. Los toros eran de la ganadería de Félix Suárez. Belmonte obtendría un éxito memorable, al cortar dos orejas y rabo; Cayetano fue premiado con un apéndice. Cuenta la anécdota que cuando el rondeño ejercía de mozo de café en la Línea, entró en el establecimiento Juan Belmonte, el revolucionario trianero, y como Cayetano se quedase absorto mirándole, Belmonte le preguntó: “¿Y tú qué piensas, mocito?”. “Pienso —le respondió el rondeño— que usted me va a dar la alternativa algún día”. Parece ser que en el momento en que Belmonte le cedía los trastos en la Maestranza sevillana, el Niño de la Palma le recordó la sentenciosa frase del café linense.
Cayetano Ordóñez confirmó el doctorado en Madrid, al tiempo que se aupaba a la primera fila del toreo, en la corrida de la Prensa celebrada el 16 de julio de 1925, de mano del mexicano Luis Freg y en presencia de Nicanor Villalta y Manuel Báez Litri. Los toros fueron de los Herederos de Vicente Martínez y de Esteban Hernández. De esa corrida escribe Cossío: “El triunfo del Niño de la Palma en el último toro, de Hernández, fue clamoroso. Toreó de capa y muleta insuperablemente, y le fue concedida una oreja del toro por unánime solicitud. El entusiasmo fue tal que no se hablaba tan sólo de un nuevo gran torero, sino más ambiciosamente de una nueva época del toreo [...]. De aquella corrida de la Corrida de la Prensa salió la rivalidad Litri-Niño de la Palma, que había de embargar la atención de los aficionados el resto de la temporada”.
Durante muchas temporadas fue un torero admirado y aplaudido. Fue glosado por Rafael Alberti y ensalzado por artistas e intelectuales. Ernest Hemingway, en su obra Fiesta, inmortalizó su figura, novelando, con el nombre mítico de otro rondeño, Pedro Romero, su actuación en unas corridas de los Sanfermines de Pamplona.
No obstante su talla de gran artista, y quizá debido a lo que Don Ventura denomina “abandonos y negligencia”, la trayectoria de Cayetano Ordóñez fue progresivamente a menos, hasta retirarse en 1943 y llegar incluso a hacerse banderillero en 1945. Así le retrató Néstor Luján: “Existió un torero que poseyó todas las condiciones precisas para ser gran figura —alegría, contención elegantísima, variedad rica y policromada dentro de esta mesura, arte puro y estilizado y un aliento personal gallardo e inequívoco de gran torero—, y este hombre fue Cayetano Ordóñez. Este gran artista lo poseyó todo, incluso la simpatía de la afición, y sin embargo le arruinó una indecisión, una especie de dejadez inexplicable que se le presentaba en los momentos cruciales y que malogró su magnífica figura, aquel estupendo tipo de torero”. Respecto a sus cualidades como torero, el escritor catalán señaló: “Con la capa tenía una elegancia congénita y una naturalidad jugosa e inagotable, al lado de la cual parecían afectados todos los toreros. Con la muleta, era inteligente y artista, templaba extraordinariamente y conocía el jaez y el estilo de las reses. Su toreo tenía peso casi sensual y estaba anudado con una pincelada recóndita y viva —latente— de fina alegría. […]. Tal el volumen artístico de Cayetano Ordóñez, que se sintió de pronto sin afición, que se amilanó a la primera cornada y se retiró de la lucha. Los verdaderos degustadores del toreo como un arte, recuerdan apenados a este magnífico espada que no supo ser el mejor”.
Bibl.: F. Bleu (seud. F. Borrel Vidal), Antes y después del Guerra (Medio siglo de toreo), Madrid, Clásica Española, 1914 (pról. de Ignacio Aguirre Borrell, Madrid, Selecciones Austral-Espasa Calpe, 1983, pág. 361); F. Lozano, Cayetano Ordóñez Aguilera, Niño de la Palma. Historia de este torero mágico, Ronda, 1925; Uno al Sesgo (seud. de T. Orts Ramos), Toros y toreros en 1930. Resumen crítico-estadístico de la temporada taurina, Barcelona, Fiesta Brava, 1930, págs. 265-266; J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. III y vol. XVII, Madrid, Espasa Calpe, 1943 y 2007, págs. 684-689, y págs. 507-516, respect.; Don Ventura (seud. de V. Bagués), Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imprenta Castells-Bonet, 1943 (ed. Barcelona, de Gassó Hnos., 1970); “Falleció en Madrid Cayetano Ordóñez Aguilera, Niño de la Palma”, en El Ruedo (Madrid), n.º 902 (5 de octubre de 1961); E. Hemingway, Muerte en la tarde, Barcelona, Círculo de Lectores, 1964, págs. 86-87; C. Jalón, Memorias de “Clarito”, Madrid, Guadarrama, 1972; J. G. López Valdemoro de Quesada, Conde de las Navas, El espectáculo más nacional, Madrid, Coculsa, 1985, págs. 135- 292; F. Montero Galvache, Oraciones en mi Albero, Alcalá de Guadaira (Sevilla), 1986, pág. 80; A. Abad Ojuel, Estirpe y tauromaquia de Antonio Ordóñez, Madrid, Espasa Calpe, 1987, págs. 15-128; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; D. Tapia, Historia del toreo, vol. 1 Madrid, Alianza Editorial, 1992, págs. 410-414; C. Abella, Historia del toreo, vol. II, Madrid, Alianza Editorial, 1992, págs. 210-213; G. Corrochano, La edad de plata del toreo, Madrid, Espasa Calpe, 1993, págs. 128-134; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.), págs. 249-251; F. Mira, Cien años de toreo en Sevilla. 1900-2000, Sevilla, Guadalquivir, 2002; J. M. Sotomayor, “Relación de las corridas de toros, novilladas con picadores y festejos de rejones celebrados en la Plaza Monumental de las Ventas de Madrid (17 de junio de 1931-23 de octubre de 2005)”, en VV. AA., Las Ventas. 75 años de historia, Madrid, Centros de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, 2006.
Francisco Garrido Domínguez y José Luis Ramón Carrión