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Juan Miguel Mortela

Biografía

Mortela, Juan Miguel. Lumbier (Navarra), 1686- 1693 – Calahorra (La Rioja), 2.I.1776. Promotor de las artes y coleccionista.

Nació en la villa navarra de Lumbier, entre 1686 y 1693. El 10 de abril de 1724 tomó posesión como arcediano de Berberiego y canónigo de la Catedral de Calahorra. Hasta ese momento había sido coadjutor del anterior arcediano de Berberiego y ostentaba el cargo de secretario del obispo de la diócesis, José Espejo y Cisneros. El 21 de julio de 1764 solicitó la jubilación, que le fue concedida aunque continuó formando parte del Cabildo catedralicio y, hasta su muerte, gozó de la dignidad del arcedianato de Berberiego.

Otorgó testamento en Calahorra el 21 de julio de 1772 y codicilo el 22 de julio de 1772, por el cual nombró heredera a su sobrina Josefa Santa María Mortela. Murió el 2 de enero de 1776 y, de acuerdo a sus deseos, fue enterrado en una sepultura situada delante de la capilla de la Inmaculada Concepción de la Catedral de Calahorra.

Su personalidad queda definida por su gran devoción mariana y su fortuna personal. Ostentó numerosos cargos eclesiásticos: arcediano de Berberiego, dignidad y canónigo de la catedral calagurritana; arcediano de Bilbao en la sede calceatense, vicario diocesano; subcolector de espolios, vacantes y medias annatas eclesiásticas; procurador síndico general de la provincia de Burgos de la Orden de San Francisco; prior de la parroquial de la villa navarra de Falces. Del total de sus ingresos y según su propia declaración, destinó la parte correspondiente a las rentas eclesiásticas al aumento del culto divino y al embellecimiento de la Catedral de Calahorra y de las parroquiales de Lumbier y Falces. Con el resto de sus ingresos compró numerosos bienes raíces (casas, viñas y heredades) en el Reino de Navarra, que vinculó al mayorazgo fundado a beneficio de sus parientes, la familia Santa María de Lumbier. También potenció la devoción hacia la Inmaculada Concepción al costear la edición del libro de villancicos a la Virgen titulado Honores a la Inmaculada en su capilla de la catedral de Calahorra, cuyos autores fueron F. Viñas y M. Menéndez, y se editó en Pamplona en 1754.

Como vicario diocesano debía aprobar las obras llevadas a cabo en los templos de la diócesis. En Lumbier no hay constancia de que abordara o costeara ningún proyecto concreto, aunque por cuestiones cronológicas, pudo haber intervenido en la realización del retablo de la Virgen del Rosario, advocación que se repite en Falces y Calahorra. En la parroquial de Falces (Navarra), se ocupó personalmente del dorado de los retablos de la Inmaculada Concepción y de la Virgen del Rosario en 1771, que incluyen imágenes (Inmaculada Concepción, San Joaquín, Santa Ana, Nuestra Señora del Rosario, Santo Domingo de Guzmán y San Vicente Ferrer) procedentes de Madrid. También debió de intervenir en la adjudicación a Juan Tornes de los retablos colaterales en 1741. En su papel de arcediano de Bilbao, supervisó de manera directa las obras de la fachada sur y torre de la Catedral de Santo Domingo de La Calzada, en los años 1762-1766.

En Calahorra actuó como comisario o supervisor de todas las obras realizadas en la catedral, realizó obras a sus expensas y donó algunas imágenes y objetos.

Como comisario, fue el responsable de la renovación del pavimento del tramo del crucero (1728-1729, realizado por Juan Félix Camporredondo y José de Aguirre); los retablos del Niño (1735) y la Inmaculada Concepción (1736-1737, obra de Jacinto Echeverría y Juan Tornes); la remodelación de la sacristía (pinturas murales de Felipe de Plano, 1736-1737, lienzo de José Bejés en 1765 y esculturas del círculo de Luis Salvador Carmona, encajonado y zócalo de espejos en 1764-1765); la reforma de la capilla del Santo Cristo de la Pelota (obras de Sebastián Sáenz de Calahorra y Martín Monasterio en 1742-1743; retablo de Diego Camporredondo y Julián Martínez en 1743-1745 y pinturas murales de Manuel Gutiérrez en 1748); la apertura de la capilla de los Reyes (retablo de Julián Martínez, Manuel Adán y Andrés de Bolide, en 1756-1757), la decoración de la capilla de los Santos Mártires (retablo de Manuel Romero, Manuel Adán y Julián Martínez en 1760-1761 y pinturas murales de José Bejés en 1765); el frontal de plata del altar mayor (José Ochoa Iturralde, 1773); y el retablo de Nuestra Señora del Rosario (Joaquín Villanova, 1774-1775). A estas obras hay que añadir las donaciones de objetos artísticos: imágenes de la Inmaculada Concepción (atribuida a Luis Salvador Carmona en 1761), y San José (1761, obra de José Ramírez); lavatorio de la antesacristía; un cáliz de oro procedente de París (1765) y los hacheros del altar mayor, de origen londinense (1769).

Juan Miguel Mortela fue hombre de amplia cultura y gusto artístico refinado, que evolucionó desde la profusión decorativa del último barroco y rococó, a la expresión escultórica más comedida. Poseyó amplios contactos artísticos y se relacionaba con maestros aragoneses, burgaleses, navarros, riojanos y madrileños.

Sin duda a través de estos contactos realizó encargos de orfebrería en París y Londres. De su colección personal sólo se conoce la parte vinculada al mayorazgo, que incluye una parte de su colección pictórica y los objetos de plata de uso personal, ya que había “llegado a juntar una colecion bastante numerosa de quadros originales de autores antiguos y modernos, los más sobresalientes y de primera nota”. La nómina de autores es impresionante (Rafael, Carlo Maratti, Escalante, Murillo, Palomino, Pedro Coto y Ribera) aunque predominan los lienzos sin firma, de temática religiosa, mitológica y alegórica. Los objetos de plata demuestran también un gusto exquisito y procedencia diversa, ya que se consignan piezas extranjeras y nacionales. También está presente una vajilla de China, probablemente de porcelana. Su influencia en materia artística es fundamental en todos los lugares donde ejerció cargos eclesiásticos, ya que su juicio y relaciones le permitieron supervisar y costear numerosas obras en Falces, Lumbier, Santo Domingo de la Calzada y, especialmente, en Calahorra.

 

Bibl.: I. Gutiérrez Pastor, “Don Juan Miguel Mortela y el origen de la Inmaculada de Escalante de las MM. Benedictinas de Lumbier”, en Príncipe de Viana, año XLIX, anejo 11-1988 (1988), págs. 229-234; A. J. Mateos Gil, “La influencia artística de Juan Miguel Mortela en la catedral de Calahorra”, en Kalakorikos, 1 (1996), págs. 69-84; VV. AA., Arte Barroco en La Rioja: Arquitectura en Calahorra (1600-1800). Sus circunstancias y artífices, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2001, págs. 243-328.

 

Ana Jesús Mateos Gil

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