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Martín de Idiáquez y Camarena

Biografía

Idiáquez y Camarena, Martín de. Termonde (Bélgica), c. 1594 – ?, s. t. s. XVII. Capitán militar y caballero de la Orden de Santiago.

Hijo del coronel Domingo de Idiáquez, natural de Azcoitia (Guipúzcoa), que fue gobernador y militar en Flandes durante cuarenta años, siendo antiguo capitán de Alejandro Farnesio, y posteriormente gobernador de Melilla y superintendente de Fábricas y Plantíos Reales en Guipúzcoa, y de Magdalena de Camarena, nacida en Amberes, aunque de ascendencia cántabra. Fueron sus hijos Cristóbal, caballero de la Orden de Santiago y superintendente de la Real Armada de Cantabria, y Diego de Idiáquez, capitán de caballos en Flandes.

Al igual que su padre, se distinguió en la carrera militar desde 1614, fecha en la que pasó a servir a la Corona en el reino de Nápoles, sirviendo a su costa como aventurero bajo el mando del príncipe Filiberto de Saboya, destacando su participación en el sitio de la villa de Oneglia (Liguria, Italia) en la guerra contra los turcos.

Más tarde, formó parte de la Compañía de Arcabuceros bajo el mando del capitán Bartolomé Bermúdez de Castro, siendo herido en el pecho de un arcabuzazo en la toma del castillo de Castión. Por la muerte en este asalto de su capitán Bartolomé Bermúdez, entró al servicio del maestre de campo Gonzalo Fernández de Córdoba, peleando bajo su mando en diversos territorios europeos con otros tercios españoles.

Continuó distinguiéndose en diversos actos de armas.

En 1616 luchó en la vanguardia de varios frentes (La Mota, sitio de San Germán y Rota de la Abadía de Lucedio) y, particularmente, en el sitio de la villa piamontesa de Vercelli en el contexto del continuado enfrentamiento bélico entre las potencias europeas.

Su destacada participación en estas jornadas le valió el nombramiento de dirigir cincuenta picas en lugares avanzados o de riesgo, ocupando los primeros puestos en la conquista de las fortificaciones de esta ciudad junto a Lope de Salazar. En este episodio fue herido en un brazo. No obstante, esta circunstancia no le impidió acudir al asalto final, de manera que Pedro de Toledo, marqués de Villafranca y a la sazón gobernador de Milán, le recompensó otorgándole el mando de una compañía de Infantería española.

El 27 de enero de 1621, siguiendo la tradición familiar, tomó el hábito de Santiago.

Llevando la dirección de la anteriormente citada compañía de Infantería, participó en 1625 en el sitio de Breda y en otras acciones bélicas en los Países Bajos, como su labor en el socorro de la villa holandesa de Maastrich, trayendo desde Bruselas los donativos y caballos necesarios para habilitar en cinco días un puente de veintiuna barcas que condujera al ejército español en la ayuda de la citada villa, a pesar de sus problemas físicos, hecho que mereció una carta personal del maestre de campo Gonzalo Fernández de Córdoba en abril de 1629, en la que solicitaba que fuera recompensando en honores y mercedes por su reconocida valía. Precisamente, por la eficiencia mostrada en los servicios prestados a la Corona, fue comisionado en 1626 por la infanta Isabel Clara Eugenia, para que, desde Bruselas, se dirigiera a donde se hallara el rey Felipe IV y pidiera audiencia al conde duque de Olivares, a fin de tratar asuntos concernientes a la gobernación de Flandes. Y en el mismo sentido, se le otorgó comisión en 1631 durante el sitio de Casal de Monferrato, para tratar con los enviados del Pontífice, del Emperador y del rey de Francia, desbaratando, con sus habilidades militares, la treta de los enviados franceses de tomar esta ciudad.

Fue nombrado maestre de campo en Flandes en el ejército del cardenal infante, Fernando de Habsburgo, hermano de Felipe IV. Según las crónicas militares de la época, fue héroe destacado y decidió el resultado de la batalla de Nördlingen (Alemania, 6 de septiembre de 1634), una de las más destacadas dentro de la Guerra de los Treinta Años, donde tuvo a su mando el tercio de Lombardía, compuesto por mil ochocientos hombres repartidos en veintiséis compañías.

En este episodio arrancó a las tropas enemigas el clarín y sembró el terror en ellas. A raíz de este comportamiento, el rey Felipe IV, el 12 de octubre de ese año, le otorgó una merced de 1.000 ducados de pensión y la honra de darle un abrazo por medio de su hermano el cardenal infante Fernando, quien, según parece, pronunció las siguientes palabras en este acto: “Acabada de ganar la batalla os dí un abrazo por lo bien que aquel día anduvisteis; ahora os doy otro en nombre de S. M. que me manda os lo dé de su parte por la misma razón”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Museo Naval de Madrid, Fondo Vargas Ponce, t. 1B, doc. 2 (noticia de la casa solar de Idáquez).

J. de O. (transcr.), “Documentos Curiosos: Martín de Idiáquez”, en Revista Euskalerriaren Alde, ts. IX y X (1919 y 1920), págs. 472-473, y págs. 30-31 y 66-68, respect.; F. Pérez- Mínguez, “D. Juan de Idiáquez: embajador y consejero de Felipe II”, en Revista Internacional de Estudios Vascos, t. XXIII (1932) pág. 76; L. Martínez de Isasti, Compendio historial de Guipúzcoa, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1973, pág. 412.

 

Juan Carlos Mora Afan

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