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León de Castro

Biografía

Castro, León de. ?, c. 1505 – Camino de Astorga (León), 17.X.1585. Helenista, gramático y exégeta bíblico.

Comienza a enseñar griego en la Universidad de Salamanca en 1533, tras ser discípulo de Hernán Núñez de Toledo, el Comendador Griego, lo que solía subrayar. Se ocupa pronto también de la adquisición de libros para la biblioteca universitaria y consta que todavía en los años cincuenta trataba con los mercaderes de la ciudad a este efecto. En lo docente, empezó en griego explicando a Platón y tuvo luego la cátedra de Retórica, que dejó a fines de 1549 para tener en propiedad una de prima de Latín, donde leía a Cicerón, Salustio y Terencio. Al morir el Comendador juró como examinador de gramáticos y empezó a ocuparse de la edición de los Refranes de Núñez, que no vieron la luz hasta 1555. En el Prólogo refleja un concepto teocéntrico al afirmar que la sabiduría “es conoscimiento de Dios”. Su prestigio coincide con la falta de profesorado afamado en Latín, Griego y Retórica en Salamanca hacia 1550, por lo que él mismo fue en comisión a la Universidad de Alcalá con vistas a contratar profesorado. En 1560 es nombrado junto a los maestros Navarro y Enríquez para hacer la reforma de la Universidad. Se implicó en el establecimiento del Colegio Trilingüe, colaborando en la redacción de los Estatutos, pero luego tuvo choques en su gestión, como con Francisco Sánchez, El Brocense, que era regente de retórica cuando fue visitador del colegio, en 1565. Se creó así mal ambiente en el Trilingüe, que explotó a principios de los años setenta, coincidiendo con el episodio de los profesores hebraístas.

En 1575 era detenido por falsa delación Escribano, regente de griego en el colegio. Hacia 1570 Castro se jubiló en su cátedra de prima de Gramática latina, siguiendo con la de Griego, en la que leía entonces, además de a Platón, a Eliano y a Arriano Epicteto.

También se sabe que por entonces leía en Artes (Libro 943 de visitas, fol. 113) y cometía censuras librarias, alguna de las cuales se conserva (Archivo Histórico Nacional, Inquisición, leg. 4427, exp. 3).

Interesado por el mesianismo cristocéntrico en la Biblia, se centra en el libro de Isaías, cuyo comentario apareció finalmente en 1570 tras dilaciones por trabas administrativas diversas (Archivo Histórico Nacional, Inquisición, leg. 4444, exp. 11), incluso en Roma, donde contaba Castro con apoyos pero también con adversarios, como el círculo de Chacón. Atacó luego, a mediados de los años setenta, la aparición de la Biblia Regia de Arias Montano, pues en el volumen VII se incluía como versión interlineal del texto hebreo la biblia latina de Santes Pagnino, corregida por Arias, en vez de la Vulgata, que veía menoscabada. La cuestión de los sentidos alegórico, simbólico, anagógico y literal era capital en la interpretación de la exégesis bíblica y difería entre la corriente hebraísta y no hebraísta, respaldada por los influyentes dominicos.

La primera se fue consolidando desde 1560, con las aportaciones de Martínez Cantalapiedra (Libri decem hypotyposeon theologicarum). Ya en 1570, en carta de fray Luis de León a Arias se lee que “todo lo que es letra o tiene cosas de haber nacido en rabinos es para él cosa descomulgada”, discrepando también en metodología exegética (conocimiento de lenguas) cuando mantenía que con el latín bastaba, y sin necesidad de recurrir al uso de las “letras humanas”, como ya hizo el erasmismo para los estudios bíblicos, en herencia que asimilaban los hebraístas. También se opuso a Arias Montano en las juntas vatablinas (1569-1571), dedicadas a estudiar el proyecto de edición de la Biblia de Vatablo, que se imprimió al fin en 1584 pese a su oposición. En la animadversión al trabajo exegético de Arias estuvo además el fracaso del comentario suyo a Isaías, mientras que la labor del extremeño, desde Amberes, era reconocida y aceptada en gran parte de Europa. Concretamente, para los libros proféticos, los hebraístas estimaban que ni la Vulgata —ya criticada filológicamente por Valla— ni la traducción canónica de los llamados “LXX intérpretes” eran totalmente fidedignas para su sentido correcto, prefiriendo otras fuentes antiguas, griegas y hebreas. Castro y los dominicos opinaban que en realidad había un trasfondo de judaísmo encubierto y de ahí las detenciones de los profesores hebraístas en 1572. El hecho de que Gudiel, Grajal y fray Luis descendieran de conversos daba la coartada. En 1574 pidió ser relevado en las clases de griego, renunciando a la cátedra en 1576 tras ser reintegrado fray Luis de León en la suya, reconociéndose así a la postre la derrota académica frente al agustino.

Se incorpora entonces como canónigo a la catedral de Valladolid, donde hasta su muerte prosigue con sus estudios escriturísticos. En 1585, meses antes de morir por accidente al caerse de una mula, vio luz su Apologeticus pro lectione Apostolica et Evangelica proque Vulgata Divi Hieronymi, pro translationibus LXX virorum [...], de elocuente título y también sin aceptación, por contra a la aproximación que hacía fray Luis de la Vulgata. La Inquisición sabía de su acerada ortodoxia por sus actuaciones universitarias y por su amistad con el comisario de la misma, Francisco Sancho, por lo que colaboró con ella a preparar el Index de Quiroga.

Tras su muerte se publicó un comentario a Oseas, uno de los doce profetas menores, que le debió atraer por su mesianismo radical y emocionalidad. El resto de los profetas menores fueron asimismo de interés de los hebraístas, como Miqueas, comentado por Grajal.

Castro dejó manuscritos con escolios a Zacarías y al inexistente Malaquías, y al Cantar de los Cantares, realizados en 1583-1584, donde se basaba en la Vulgata y los LXX para contrastar textos. Se hallan hoy en la Biblioteca Nacional de España, procedentes de la librería del conde de Miranda que también los quiso publicar. En su aproximación al Cantar, es fiel al sentido alegórico frente al literal que fray Luis imprimió veinte años antes en su traducción. León de Castro, a remolque de los profesores hebraístas, pues quiso publicar sus comentarios cuando empezaron ellos a hacerlo, es el ejemplo más significativo en la España confesionalista de Felipe II de integrismo y casticismo, tanto en la vida universitaria como en el ámbito de la exégesis bíblica.

 

Obras de ~: Commentaria in Esaiam prophetam, Salamanticae, Excudebat Mathias Gastius, 1570 [Biblioteca Nacional de España (BNE), R/26196]; Apologeticus pro lectione Apostolica et Evangelica proque Vulgata Divi Hieronymi, pro translationibus LXX virorum […], Salmanticae, Excudebant haeredes MathiaeGastii, 1585 (BNE, R/26216); Commentaria in Oseam prophetam, Salmanticae, Excudebant haeredes Matthiae Gastii, 1586 (BNE, R/26222); Scholia in Zachariam Prophetam/ Scholia in Prophetum Malachiam (BNE, mss. 3844); Scholia in Salomonis Canticum Canticorum (BNE, mss. 4025); Commentaria in Canticorum Canticum (BNE, mss. 4032)

 

Bibl.: A. Possevino, Apparatus sacri, tomus secundus, Coloniae Agrippinae, Ioannem Gymnicum, 1608, pág. 15; N. Antonio, Biblioteca Hispana Nova, tomus secundus, Matriti, Joachimi de Ibarra, 1788, págs. 14-15; V. de la Fuente, Biografía de León de Castro, Madrid, E. Aguado, 1860; A. F. G. Bell, El Renacimiento español, Zaragoza, Ebro, 1944, págs. 50 y 53; M. Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, t. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1947, pág. 419; J. López Rueda, Helenistas españoles del siglo xvi, Madrid, CSIC, 1973, págs. 64, 66, 68-87, 91-97, 101, 103-106, 108, 256, 260, 271, 315, 336-337, 351, 413, 418 y 422; P. Valero García, La Universidad de Salamanca en la época de Carlos V, Salamanca, Universidad, 1988, págs. 157 y 269; M. Bataillon, Erasmo y España, México-Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1991 (4.ª reimpr.), págs. 626 y 741-742; V. Moreno Gallego, “Perfiles universitarios y exegéticos de León de Castro”, en A. Mestre y E. Giménez (eds.), Disidencias y exilios en la España Moderna. Actas de la IV Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna. Alicante, 27-30 de mayo de 1996, Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo- Asociación Española de Historia Moderna, 1997, págs. 55-70; A. Rojo Vega, “El maestro León de Castro (1585): la Biblioteca de un Humanista”, en Perficit: Publicación de estudios clásicos.

Textos y estudios, vol. 21, n.º 1 (1997), págs. 55-88.

 

Valentín Moreno