Núñez de Villavicencio, Pedro. Sevilla, VI.1640 – Madrid, 1695. Pintor.
Nació en un ambiente acomodado, en un hogar vinculado a la Carrera de Indias y alguno de sus hermanos ejercía como cargador de la flota mercantil. El talante aristocrático de la familia y la propia adscripción del pintor a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén no le privó de ejercer profesionalmente como pintor. Es una llamativa circunstancia que viene a encajar con el carácter liberal de la pintura, como se había venido reclamando desde el siglo XVI.
Ceán Bermúdez alude a su formación inicial al lado de Murillo y lo expresa en términos de encauzamiento de una afición. A mediados de siglo, cuando Núñez de Villavicencio inició su formación, Murillo vivía entre las collaciones de San Nicolás y San Isidoro, muy cerca de la suya. En 1660 aparece entre los participantes de la Academia de la Lonja y un año más tarde abandonó la ciudad para emprender camino hacia Malta, donde desarrolló su formación en la Orden Militar de San Juan del Temple. Allí coincidió con una figura clave en su arte, Matia Pretti, miembro de la propia comunidad, con quien tuvo la oportunidad de conformar su estilo. De vuelta, en 1664, continuaría sus contactos con Murillo, recién instalado en el barrio donde estaba arraigada la familia de Núñez de Villavicencio, San Bartolomé.
En los siguientes años, repartió su tiempo entre el taller de pintura y las comisiones de la Orden de Malta. En esa coyuntura alcanzó un gran prestigio, consiguiendo un importante reconocimiento como retratista. En 1670 hizo el del arzobispo Spínola, claramente inspirado en el autorretrato de Murillo, con un marco fingido sobre el que apoya la mano, para romper la frontera que separa realidad de ficción. Y tres años más tarde se encuentra en Roma, cumpliendo tareas propias de los sanjuanistas. La proximidad a Murillo queda de manifiesto en 1682 al aparecer entonces como su albacea testamentario.
En 1689 obtuvo la encomienda sanjuanista de Bodonal de la Sierra (Badajoz), un claro reconocimiento a su progreso dentro de la Orden y un evidente signo de distinción social, como gusta de reconocer en el cuadro del Prado, donde firma como “Fr. D. Pº de Villavicencio fabt Comor de Vodonal hispsis”. En esta coyuntura se vio favorecido por la consideración de la propia Corte, donde residió entre 1692 y 1694, al final de sus días. Regaló al Monarca el cuadro que representa a los Niños jugando a los dados, un tema que atrajo a la sociedad del momento. Cuenta Palomino que el propio pintor regaló al conde de Monterrey otra pintura de ambientes urbanos.
El particular estilo de Núñez de Villavicencio deriva de la propia idiosincrasia del noble que ejerce como pintor, y del hecho de ser un gran viajero y bien relacionado con la elite social. Cultivó un arte interesado por las descripciones callejeras, con jóvenes mendigos, puede que influido por el modelo murillesco, pero también marcado por el espíritu religioso-militar de la Orden de San Juan, dadivoso y protector de la infancia. Dentro de este capítulo de su producción destacan los lienzos del Museo de Leicester y el del Museo Ponce de Puerto Rico, los únicos firmados por el pintor, que muestran a Niños jugando a los dados y los Niños comiendo mejillones y a los Niños con calabazas. Pero sobre todo una pieza no firmada, pero sí documentada, que se encuentra en la pinacoteca del Prado, con los Niños jugando los dados, afín a la del Museo sevillano. Evocaciones todas del arte del maestro, Murillo, de acuerdo con el gusto imperante y la afición a la pintura de bambochadas. De acuerdo con ese mismo espíritu hay que reconocer el alto nivel que alcanzó su obra retratística con las distintas versiones del arzobispo Ambrosio Spínola. En la pintura de temática religiosa se aprecia claramente la incidencia del arte de Pretti, basten los episodios Judit mostrando la cabeza de Holofernes, del Museo de Bellas Artes de Sevilla, o La Piedad, del Prado.
Obras de ~: Retrato de Ambrosio de Spínola, 1670 (réplica en Museo Calvet, 1670); Judit mostrando la cabeza de Holofernes, 1674; Piedad, 1685; Niños jugando a los dados, ú. t. s. XVII; Niños comiendo mejillones, ú. t. s. XVII; Niños con calabazas, ú. t. s. XVII; Niños jugando, ú. t. s. XVII; Jugadores de la argolla, ú. t. s. XVII; Niño embestido por un carnero, ú. t. s. XVII; Muchacho atacado por un perro, ú. t. s. XVII; Aguador niño, c. 1692; Niños jugando a los dados, 1692-1694.
Bibl.: J. A. Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes, vol. II, Madrid, Viuda de Ibarra, 1800; J. Allende Salazar, “El pintor Núñez de Villavicencio”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones (Madrid), XXIV (1916), pág. 340; D. Angulo, “La Escuela de Murillo”, en VV. AA., Murillo y su escuela en colecciones particulares, catálogo de exposición, Sevilla, Caja de San Fernando, 1975; M. Harasztitakacs, “Pedro Núñez de Villavicencio discípulo de Murillo”, en Bulletin du Musée Hongrois de Beaux Arts, 48-49 (1977), págs. 129-155; S. Martínez Ripoll, “Para una cronología de Pedro Núñez de Villavicencio”, en Goya (Madrid), 169-171 (1982), págs. 105-112; E. Valdivieso, Historia de la pintura sevillana. Siglos XIII-XVIII, Sevilla, Guadalquivir, 1986; R. González Ramos, Pedro Núñez de Villavicencio, caballero pintor, Sevilla, Diputación, 1999; E. Valdivieso, Pintura barroca sevillana, Sevilla, Guadalquivir, 2003.
Fernando Quiles García